Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.
El nuevo fracaso del socialismo radical queda en evidencia al mirar la cantidad de personas que buscan refugio en otros países. La gente huye desesperada del régimen que impuso Chávez y que continúa Nicolás Maduro
Conocí a Willians Ruiz a fines de 2011. Por cuestiones de permisos y demás burocracia, llegó tarde a cursar la Maestría en Economía Austriaca en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Economista recibido en la Universidad de Carabobo, Willians se había demorado por la cantidad de trámites que tuvo que hacer para adquirir los euros, a tipo de cambio oficial, que le permitirían vivir y estudiar en España. A pesar de sus esfuerzos, su trámite no se aprobó, por lo que tuvo que pagar todo al tipo de cambio paralelo y solicitar la asistencia de su hermana.
Por aquélla época, el dólar oficial en Venezuela se ubicaba en 4,3 bolívares, mientras que en el mercado paralelo el billete verde cotizaba a, por lo menos, el doble. Entre 8,9 y más de 9 bolívares.
La inflación a finales de 2011 ya era un problema, aunque estaba “controlada” en niveles un poco por debajo del 30% anual. La escasez, debida a los controles, también comenzaba a ser un problema. Y, por supuesto, la inseguridad.
En su regreso a Venezuela, Willians fue testigo de la radicalización del régimen socialista bolivariano. Luego de la muerte de Hugo Chávez, Maduro ganó unas elecciones plagadas de sospechas de fraude y el socialismo comenzó a mostrar su peor cara.
Como Hayek pronosticó en 1945, el continuo control estatal de las actividades económicas lleva al creciente control de la vida privada de todos. Y así sucedió en Venezuela. El autoritarismo, ya elevado, fue creciendo, y hoy no solo hay presos políticos como Leopoldo López, sino empresarios encarcelados y perseguidos por ser los supuestos causantes de una “guerra económica” que busca debilitar al gobierno.
Nada puede estar más alejado de la realidad. Lo cierto es que un gobierno desbocado ha gastado muy por encima de sus posibilidades, emitiendo moneda sin control para cubrir el agujero. Finalmente, frente a la inflación resultante, decidió controlar no solo el dólar, sino todos los precios de la economía, generando escasez en los servicios más básicos y dando lugar a lo que hoy es una verdadera crisis humanitaria.
La caída de los precios del petróleo fue solo el golpe de gracia de una revolución que no ha servido para nada. El único causante de la guerra económica fue el modelo ultraintervencionista de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
La última vez que hablé con Willians, respiré aliviado. El 31 de mayo tiene pasajes para irse a Madrid a buscar un futuro mejor.
Su decisión no es aislada. El chavismo dio lugar a lo que ya se conoce como la “diáspora venezolana”, un proceso por el cual cientos de miles de venezolanos decidieron armar las valijas e irse de su país.
Uno de los destinos elegidos por los venezolanos son los Estados Unidos. Según una encuesta del Pew Research Center, en el año 2013 cerca de 170.000 personas nacidas en Venezuela vivían en los Estados Unidos. Ese número, en 1990, era de solo 35.000. Otra manera de ver el fenómeno es lo mucho que han crecido los permisos de residencia permanente otorgados por el Departamento de Seguridad Nacional a individuos nacidos en Venezuela.
En 1999, año en que asumió Chávez, el gobierno norteamericano otorgó 2.508 permisos, mientras que en 2013 ese número escaló a 9.572. Para todo el período, son 117.000 los permisos otorgados.
España también es un destino elegido por la diáspora venezolana. En 2001 el Instituto Nacional de Estadísticas registraba solamente 18.370 venezolanos de nacimiento viviendo en España. De acuerdo al censo de 2011, la cantidad se había triplicado.
Nuestro país, que pese a haber coqueteado en los últimos años con el chavismo no llegó a su nivel de desmoronamiento institucional, también ha sido testigo de esta tendencia. Con los datos del departamento de migraciones presentes en el siguiente gráfico, puede verse cómo se ha disparado la inmigración venezolana en estos años.
Cuando este lunes terminé de hablar con Willians sentí, por un lado, alivio, pero por el otro, desazón. Me contaba de las 8 horas por día en que faltaba la luz eléctrica en su casa; y de la cola de tres horas que tuvo que hacer para “hacer mercado”, como le dicen a hacer las compras. Los precios de bienes básicos, incluso en el mercado regulado, son prohibitivos para cualquiera.
Hoy la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo es de 10900%. Es decir que en el mercado negro se paga por el dólar 111 veces más que en el mercado oficial. La inflación esperada para este año es superior al 700%. La calidad de vida del venezolano promedio se desmorona día tras día y a ritmos nunca antes vistos.
Se trata de un nuevo fracaso del socialismo y del hiperintervencionismo económico, que comienza regulando la economía y termina destruyéndola. El único consuelo es que, en poco tiempo más, Willians ya no tendrá que tolerarlo.
Esperemos que pronto el calvario también termine para todos los que hoy no tienen la suerte de poder salir de ahí.
Publicado originalmente en Inversor Global.