CLARÍN – La Rural, en Palermo, es cada año un evento que trasciende largamente lo agroindustrial. Allí se ven las últimas tecnologías ganaderas y en maquinaria agrícola, pero también se discuten y analizan a fondo los vaivenes económicos y políticos que impactan en el sector y en la economía argentina toda. En esa línea, resultó interesante escuchar los pronósticos del economista Aldo Abram, que permiten delinear lo que deparará el futuro cercano para el campo y el país. Para el 2017, por lo pronto, el retorno del crecimiento.
Abram, de la Fundación Libertad y Progreso, pronosticó un crecimiento de 3% para el año que viene y consideró que “buena parte de la reactivación vendrá de los sectores que producen exportables, como el campo”.
Durante una charla de la que participó para analizar los escenarios que podrían darse en los próximos cuatro años, el economista planteó que “la salida no es de golpe ni fácil; ahora dejamos de caer, hay que empezar a subir y eso nos tomará el semestre. Pero la reactivación ya se empezó a dar”.
Su diagnóstico coincide con lo que se escucha por los pasillos de La Rural, en los que ejecutivos de muchas empresas del agro dicen que las cosas están mejor que el año pasado, pero creen que la reactivación más potente todavía está por llegar y comenzará en los próximos meses. El famoso segundo semestre.
Un poco de optimismo no viene mal. Y en la muestra de Palermo se respira bastante de eso, por supuesto sin tirar manteca al techo, porque muchas empresas vienen arrastrando las consecuencias de muchos años de dificultades.
Pero, volviendo a mirar hacia adelante, Abram lo resume así: “Veníamos de un pozo… en las ciudades vamos a tener que tener paciencia, porque la reactivación arrancó primero en el interior. Pero si seguimos así y el Gobierno hace las cosas bien, en 2017 la economía va a crecer un 3%”.
Esas palabras sonaron a música en los oídos de muchos. Pero el optimismo en La Rural no está exento de ciertas dosis de cautela. O de dudas. Entre ellas, muchas empresas plantean el impacto de la inflación en sus costos, que ha venido erosionando en los meses recientes el impacto positivo que tuvo la devaluación en la competitividad internacional de los productos locales.
En ese sentido, Abram planteó un escenario de optimismo moderado, por definirlo de alguna manera. En concreto, dijo que el Gobierno podría lograr cerrar el 2017 con una inflación de 17% anual, el 2018 con una de 12% y llegar al 2019, su último año, con la esperada inflación de solo un dígito, que según sus pronósticos, podría ubicarse en 6%.
Está claro que para eso debe correr mucha agua debajo del puente todavía, pero el cambio de expectativas, hacia unas más optimistas, es lo que domina en esta Rural, muy lejos de lo que se vivió en las últimas ediciones.
En cuanto a las inversiones, muchos en el agro vislumbran que podrían llegar en una dosis importante en los próximos años. Pero el economista es, en ese punto, un poco más cauteloso. ”Somos atractivos de nuevo para el mundo, pero no se imaginen una lluvia de dólares de golpe. Argentina ha destruído su calidad institucional y su seguridad jurídica. Las inversiones no van a llegar volando, porque nuestras instituciones no son confiables aún”, argumentó.
Finalmente, quedó un capítulo para la presión fiscal, de la cual el agro ha sido la principal víctima en los últimos años. Ahora, luego de que el Gobierno Nacional eliminara las retenciones para todos los cultivos menos para la soja (que sigue pagando 30%), la carga es menos pesada, pero sigue siendo elevada.
Para Abram, existe aun “asfixia fiscal”, pero cree que ahora “son las provincias y los municipios los que van a tener que invariablemente bajar impuestos”. Para eso, dijo que los productores tienen que ser protagonistas. “Deben dejar de ser las naranjas que exprime el sistema cuando está corto de plata y ser más ciudadanos, para no permitir atropellos como los que se vieron en los últimos años”, cerró.