PAMAMPOST.- Con el colapso de 2001 y el regreso del peronismo en 2002, Argentina se sumió en un nuevo capítulo mercantilista y de sustitución de importaciones digno de otro siglo. La gente comenzó a viajar y a planificar sus vacaciones para comprar bienes que ya no se conseguían o que costaban fortunas en el territorio nacional.
Para el momento de la debacle del kirchnerismo, los argentinos realizaban turismo masivo a Chile para ir de compras de cualquier electrodoméstico. Quienes contaban con la oportunidad de realizar un viaje a Miami o Europa dejaron de comprar ropa en Argentina. Las familias viajaban con “lo puesto” y las maletas vacías, para regresar con el stock para todo el año.
Como con todos los experimentos estatistas, los más perjudicados fueron los más humildes sin posibilidades de viajar al exterior. Ellos fueron los que quedaron condenados a la peor calidad y a los mayores precios en todos los productos, financiados en largas cuotas con tarjeta de crédito.
A pesar de la expectativa del cambio de gobierno y la llegada de Mauricio Macri, el frente Cambiemos decidió continuar con la política de sustitución de importaciones. La única diferencia que parece haber en relación a la apertura comercial es que en la actualidad los funcionarios reconocen off the record que este sistema no sirve, pero manifiestan que los cambios, al menos por ahora, son una imposibilidad política dada la minoría en ambas cámaras.
Cumplido un año de nuevo gobierno los cambios fueron muy tímidos. Los impuestos para las empresas y los trabajadores continúan siendo altísimos, las dependencias gubernamentales siguen creciendo y la burocracia no da respiro. En algunos casos la libertad sigue sin aparecer, pero en otros, la situación directamente empeora.
En la jornada del jueves un comunicado de la AFIP (la Agencia Federal de Ingresos Públicos) informó una modificación en la aduana del aeropuerto internacional de Ezeiza con el supuesto fin de “agilizar” el flujo de personas.
Hasta el momento el sistema constaba de varios ingresos simultáneos al sector de scanner, donde un control aleatorio terminaba definiendo la intensidad de la requisa. Los desafortunados elegían entre el impuesto o el soborno. Si la suerte acompañaba, lo más probable era que puedas ingresar tu nuevo teléfono en el bolsillo o con los juguetes para los más chicos en la maleta, que en Argentina directamente se han convertido en impagables, con precios hasta diez veces por encima de los países medianamente civilizados.
Ahora las personas deberán elegir una fila para los que declaran haber gastado más de 150 dólares en países limítrofes, o de 300 en el resto del mundo, o la correspondiente a “no declarar”.
El comunicado advierte que de no estar disponibles los sistemas de escaneo, los funcionarios tienen la potestad de hacer las requisas que consideren necesarias bajo el control de las “subdirecciones generales”. El punto cuatro del comunicado resalta la posibilidad de que los recién llegados que hayan elegido la fila correspondiente a “no declarar”, sean trasladados al otro sector para un control diferente. En su comunicado la AFIP reconoce que puede utilizar sus “perfiles de riesgo” que “resultaren sospechosos”, como si se tratara de un terrorista.
El punto número cinco del informe manifiesta el nulo interés por el supuesto mejoramiento en el flujo de personas:
“De constatarse que tenés bienes adquiridos en el exterior que exceden la franquicia sin declarar en los formularios respectivos, el servicio aduanero procederá a labrar un acta, secuestrar dichos bienes e iniciar la denuncia pertinente. El acta referida será labrada en una dependencia habilitada al efecto, procedimiento que estará a cargo del jefe operativo del punto o en quien este designara”.
Habrá que ver la rigurosidad con la que se aplica el sistema, pero una vez hecha la norma, los funcionarios ya cuentan con el marco regulatorio a favor para complicar la vida de más de uno.