Abram: “El Banco Central decidió no defender el valor del peso”

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ÁMBITO – El economista Aldo Abram, se mostró preocupado por los dichos del jefe de Gabinete, Marcos Peña, quién aseguró que luego de los comicios de octubre “no se viene el ajuste” en el país. “Si lo que quiso decir es que el sector público va a seguir sin hacer el ajuste, deberíamos estar preocupados”, sostuvo el economista. La suba del precio del dólar, estimación de inflación y crecimiento y las posibles reformas fiscales son los temas que conversó con ámbito.com.

P.: ¿Es posible que la Argentina crezca de manera sostenida sin efectuar un ajuste al gasto público? 

Aldo Abram: Si lo que quiso decir es que el sector público va a seguir sin hacer el ajuste, deberíamos estar preocupados. La realidad es que el ajuste se ha estado haciendo; pero lo ha hecho todo el sector privado, y en forma de shock, porque justamente el Estado no hizo ninguno. En el año 2016, el gasto primario sobre el PBI volvió a crecer a nivel nacional. Incluso descontando el pago de deuda flotante que heredó del anterior gestión, el sector público no ajustó nada; porque la baja se justificó en la merma de los subsidios a las tarifas de servicios públicos; por lo que también lo hizo el sector privado, y lo mismo se espera para el año 2017. Si tomamos las erogaciones de las provincias y municipios, el resultado en materia de aumento de las erogaciones sería peor aún. Si la economía está recuperándose tarde y despacito, es porque estamos obligando al sector privado a cargar con un Estado monstruoso e inútil. Así que, si el sector público va a seguir sin hacer algún ajuste, en el mejor de los casos, esto seguirá igual y nos deberemos acostumbrar a un crecimiento futuro mediocre, muy lejos de las posibilidades de desarrollo de la Argentina.

P.: Si el Estado no efectúa ajuste alguno entonces ¿la reforma tributaria en principio no tendría una baja sustancial de la presión impositiva sobre el aparato productivo?

A.A.: Desde el momento que no hay voluntad de achicar el sector público y con un déficit elevadísimo, no hay ninguna posibilidad de bajar la presión tributaria. Es más, lo más probable es que siga aumentando la carga fiscal de los tres niveles del Estado sobre el sector productivo. De hecho, eso es lo que estiman en el Presupuesto 2017 de la Nación y en los de casi todas las provincias y municipios. O sea, lo más probable es que la reforma tributaria sólo busque eliminar o bajar algunos tributos subiendo la imposición en otros, en lo que llaman un rebalanceo.
Esto es lamentable, ya que cualquier trabajador argentino trabaja alrededor de la mitad del mes para el Estado y, según el Banco Mundial, somos uno de los doce países del mundo que más exprimen a sus empresas. Después nos llama la atención que a los primeros no les alcance la plata y que las inversiones no “lluevan”.

P: ¿Considera que es necesario un recorte al gasto público?

A.A.: Sin duda. Hemos dejado que nuestros políticos construyan un Estado (en sus tres niveles) que le sirve a la política y se sirve de los argentinos. Si queremos que alguna vez bajen los impuestos, deberíamos exigirles una reforma del Estado que haga que sea pagable y le sirva a los ciudadanos, cumpliendo eficientemente sus funciones indelegables. Sin embargo, nada de esto va a pasar mientras los argentinos sigamos aplaudiendo a todo político que propone aumentar el gasto público, sin tener en cuenta que la plata ineludiblemente saldrá de nuestros bolsillos. O sea, no es la culpa de los políticos, sino de que preferimos ser súbditos y no ciudadanos.

P: Teniendo en cuenta que una gran parte del gasto se destina a servicios sociales, ¿en qué áreas considera que se debe hacer el ajuste?

A.A.: El Estado tiene que seguir asistiendo a quien lo necesita; pero, en los últimos años de desmadre en la corrupción, ésta también alcanzó al gasto social. Hoy el gobierno, bien o mal, está tratando de separar la paja del trigo y debe seguir haciéndolo. Por otro lado, si bien el mayor desmadre en términos de empleo público se produjo en las provincias y municipios, hay mucha tela para cortar en la burocracia nacional. Hoy la planta está sobredimensionada y, además, se ocultan contrataciones a través de acuerdos con las Universidades y con organismos cooperantes, que en realidad trabajan para la estructura del Estado. En ese sentido, lo que debería hacerse es reformar lo más rápidamente el Estado para que sea pagable y útil a la gente, aplicando la gradualidad en el ajuste de personal. Es decir, poner en disponibilidad a los que se queden sin cargo, pagándoles gran parte del sueldo, y establecer mecanismos para facilitar su traspaso al sector productivo. Por ejemplo, ofreciéndole pagarles los aportes patronales a los empresarios que los tomen. De esta forma, estos ganan; el empleado si se pasó, es porque está mejor; el gobierno se ahorra su sueldo; y la sociedad estará mejor porque alguien que no cumplía ninguna función útil pasa a producir bienes y servicios para el conjunto. Si los mercados ven que se hace la reforma del Estado, estarán dispuestos a financiar la transición hacia una menor planta de trabajadores. Esto es algo similar a lo que se hace para sacar una empresa del camino a la quiebra. Se hace lo necesario para hacerla viable y eso hace que los acreedores quieren aportar los recursos hasta poder lograrlo. Justificar no hacer el esfuerzo que corresponde a nivel nacional; porque el mayor problema está en los otros dos niveles, no tiene sentido. ¿Cómo se puede exigir a otro lo mucho cuando uno no está dispuesto a hacer lo poco?

P.: ¿Considera que se debe recortar el gasto en infraestructura?

A.A.: El plan de obras de infraestructura debería encararse en un plazo más largo y razonable para las posibilidades de recursos del Estado Nacional o sea de los contribuyentes. No es excusa la realidad de que recibieron una infraestructura destruida. Expliquémoslo con el siguiente ejemplo. Supongamos que alguien hereda una casa de una tía lejana que murió hace 10 años y nadie la mantuvo. Pensando en irse a vivir a ella, va con un arquitecto y le pregunta cuánto sale repararla. El profesional mira las goteras en el techo, los caños de las paredes que pierden, los baños y pisos estropeados, la pintura añeja y presupuesta u$s 80.000. Antes de decirle que empiece, evaluará cuál es su capacidad de ahorro y, luego, le pedirá que arregle las goteras. Después, dependiendo de los recursos disponibles, en el tiempo se irán resolviendo los demás problemas de la casa. De la misma forma debe administrarse el Estado; ya que su billetera no es ilimitada, porque es la nuestra, que no lo es. Cabe tener en cuenta que el gobierno decidió hacerse cargo de la deuda con los jubilados que la gestión kirchnerista se empeñó en desconocer y lo hizo a través de la Reparación Histórica Previsional. Si bien nos parece justo cumplir con quienes no pueden seguir esperando lo que les corresponde, eso implicó aplicar una enorme cantidad de recursos para ello. Una vez decidido que esto era prioridad, todos los otros gastos e inversiones debieron amoldarse a esta realidad y no seguir sumándolos; porque así se dificulta bajar el déficit y, mucho más, llevar la presión tributaria a niveles razonables. Los contribuyentes argentinos no somos naranjas a exprimir, somos ciudadanos que merecemos respeten el fruto de nuestro trabajo.

P: ¿Estima que la suba reciente del dólar tendrá un traspaso a precios? ¿De qué magnitud?

A.A.: El problema es que la suba del tipo de cambio está reflejando, en gran medida, una baja en el valor del peso, debido a su menor demanda por la crisis de la gestión de Temer en Brasil y por la decisión de no subir la calificación de Argentina a “emergente”. Como el Banco Central decidió no defender el valor del peso, por ejemplo usando la enorme cantidad de divisas que compró, se ha gestado un círculo vicioso en el que, más sube el dólar localmente, más cae la demanda y el precio de nuestra moneda y, por ende, sube nuevamente el tipo de cambio, así sucesivamente. Dado que el peso es la unidad de medida con la que valuamos todos los bienes y servicios de la economía, incluidas otras divisas; lo que estamos diciendo es que un cada vez mayor achicamiento del metro se traducirá en una creciente suba de todo lo que midamos contra él, o sea en más inflación. Como hasta ahora el Banco Central no ha dado muestras de querer defender el valor de nuestra moneda, lamentablemente no sabemos cuánto dejará que esta se deprecie y, por ende, cualquier estimación de suba de precios futura se vuelve imposible.

P.: ¿En cuánto estima el PBI para este año y la inflación?

A.A.: Lamentablemente, como comentamos la recuperación de la economía es amarreta porque se ha obligado al sector productivo a hacer el ajuste propio y el que el Estado no ha hecho. Por ende, la mayor velocidad de reactivación se observó en el primer semestre y, en la medida que se acercan las elecciones, veremos que tendrá a desacelerarse por la incertidumbre. Así que, con suerte, el crecimiento del PBI en 2017 se ubicará cerca del 3%; pero por debajo de este porcentaje. Como explicamos anteriormente, la falta de defensa del valor del peso por parte del Banco Central ha determinado que el cumplimento de la meta de 17% y o menos de inflación para 2017 haya quedado lejos y, cuanto más tarde en reaccionar, se ubicará cada vez más por encima del 20%.

Entrevista Liliana Franco.-

Publicado en Ámbito Financiero 06/07/17.-

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