Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.
PERFIL – El paro docente en Santa Cruz alcanzó los 108 días. El ciclo lectivo recién ha comenzado, aunque es difícil predecir cómo seguirá. Muchos colegios han estado cerrados desde principios de año y una gran cantidad de niños han visto cercenado su derecho a la educación. ¿Qué será de ellos?
Más de 70 mil estudiantes corren el riesgo de perder el año, o de aprobarlo engañándonos a nosotros mismos, pues es imposible desarrollar adecuadamente los contenidos sin extender significativamente el año lectivo en los hechos, no solamente en la letra de resoluciones gubernamentales.
Hace pocos días el gobierno provincial anunció un nuevo calendario con el objetivo de salvar, por así decirlo, el ciclo 2017. Dicho calendario indicaba que las clases debían comenzar el pasado 14 de agosto, incorporándose los sábados y extendiéndose hasta el 31 de marzo de 2018, manteniendo el receso de verano solo durante enero.
El ciclo 2018 comenzaría el 1º de abril, continuándose el dictado de clases los sábados. De cumplirse lo pautado, el ciclo lectivo 2017 contaría con 160 días y el 2018 con 207 días. Mejor imposible.
¿Es ello creíble? ¿Cuál es hoy el valor de una resolución del gobierno de Santa Cruz? A modo de ejemplo basta un botón. Supuestamente, dada la disposición de la gobernación, debían dictarse clases durante las vacaciones de invierno. Sin embargo, es claro que el paro continuó por lo cual ello no sucedió. Para completar la foto, el gremio docente rechazó de plano la medida, argumentando que es un intento del gobierno de Alicia Kirchner de incrementar el conflicto.
Extender el año lectivo es la única alternativa para enfrentar una crisis de esta magnitud. Les propongo ver un escenario comparado: Jordania, país que ha recibido una gran cantidad de refugiados de la guerra en Siria. El caso fue reportado en una interesante nota del Jordan Times el pasado 2 de agosto.
Actualmente más de tres mil estudiantes están matriculados en Jordania en el Programa de Escuelas de Verano, administrado por el Ministerio de Educación y apoyado por Unicef, con el objetivo de proporcionarles clases adicionales para completar el año académico.
El programa está dirigido a los niños que perdieron el primer semestre por no haber podido matricularse en las escuelas, en muchos casos en virtud de la guerra en Siria.
El mismo ofrece clases en todas las materias del plan de estudios jordano, de acuerdo a sus niveles académicos, con el fin de ayudar a los niños a pasar al siguiente grado, mediante la aprobación de un examen que se llevará a cabo el 24 de agosto. Las clases dieron inicio el 2 de julio y proseguirán hasta el 24 de agosto.
Comparto el testimonio de dos niños refugiados de Alepo beneficiados por el programa, cual mariposas saliendo de sus crisálidas. Khaled, quien ha estado viviendo en Jordania con su familia durante casi un año, declaró al Jordan Times que querría convertirse en médico para ayudar en el futuro a la gente de su comunidad. Por su parte, Iman, un niño sirio de 13 años, expresó en el Times: “Mi familia siempre me dice que debería ser periodista o abogado, pero quiero ser periodista para hablar sobre lo que está sucediendo en todo el mundo”.
En palabras de los organizadores, “en la actualidad hay 45 escuelas en Jordania que participan en el programa, repartidas en varias gobernaciones y dentro de los campamentos de refugiados sirios. Su objetivo es garantizar una mejor educación para todos los niños que residen en Jordania, independientemente de su nacionalidad, y proporcionarles un futuro mejor”. ¿Algún parecido con Santa Cruz? Mejor no preguntárnoslo.
Estamos condenando a nuestros niños, mientras en el resto del mundo se hacen los mayores esfuerzos, aún en zonas azotadas por el horror de la guerra, para darles una oportunidad, esa de la que no gozarán los niños de Santa Cruz, por más maquillaje que le apliquen a la vergüenza de la cual son víctimas inocentes.