Diferencias y similitudes entre la inflación M y la inflación K

Foto Ivan Carrino
Director en Iván Carrino y Asoc. | Website

Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.

En lo cuantitativo, la inflación de hoy es similar a la de CFK, pero cualitativamente la cosa es muy diferente.

La inflación es un fenómeno monetario. Cuando el dinero es excesivamente abundante, su valor cae, y eso se ve reflejado en el aumento de todos los precios de la economía.

En Argentina hace 10 años que tenemos una inflación promedio del 27%, ocupando los primeros puestos del mundo en este ranking de mala gestión monetaria.

Según datos privados, los precios subieron en 2015 alrededor de 27% y promediaron, en los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner, una suba de 25,2% anual.

De acuerdo con datos oficiales, la inflación cerró en 24,8% el año pasado y durante el primer trimestre de este año el dato anualizado es 29,6%. Es decir que durante la gestión de Mauricio Macri –para quien la inflación no iba a ser un tema durante su gobierno- los datos referentes al ritmo de aumento de precios no distan demasiado de los del gobierno de CFK.

Tomando esta realidad como referencia, muchos igualan ambas situaciones, y sostienen que tras todos los cambios introducidos, nada relevante ha pasado con el crucial tema de la inflación.

Similitud cuantitativa, diferencia cualitativa

Ahora si bien al mirar los números, la situación parece similar, lo cierto es que en el aspecto cualitativo, el cambio es significativo.

Es que con CFK prevalecía el modelo chavista de administración económica. Es decir, se emitían billetes para financiar el déficit fiscal, y luego se buscaba reprimir las consecuencias controlando todos los precios de la economía.

Durante la gestión anterior prevaleció el cepo cambiario, un clásico control administrativo del tipo de cambio, que busca regular el precio de todos los bienes y servicios relacionados con el dólar. Además, existía una extendida red de “Precios Cuidados”, los precios de las naftas estaban controlados, y las tarifas de servicios públicos (agua, gas, luz, transporte), se mantuvieron prácticamente congeladas.

Por último, también se cobraban retenciones a las exportaciones, buscando divorciar los precios internos de los internacionales.

Este sistema de controles fue lo que el economista alemán Wilhelm Röpke denominó “inflación reprimida”. Para Röpke, la inflación reprimida “consiste fundamentalmente en que un gobierno promueve la inflación, prohibiendo más tarde, sin embargo, su influencia sobre los precios y los tipos de cambio, sustituyendo las funciones ordenadora e impulsora de los precios por el bien conocido sistema de la economía de tiempo de guerra, consistente en el racionamiento a precios controlados”.

Según el alemán, a quien muchos consideran autor intelectual de la reforma monetaria y la casi total liberación de los precios que llevó a Alemania al “milagro alemán” de la posguerra, “la inflación reprimida es aún peor que la abierta, ya que el dinero acaba por perder, no sólo la función de ordenar el proceso económico actuando como medio de cambio y unidad de cuenta, sino también la no menos importante de estimular la óptima producción de bienes y su distribución al mercado”.

En esto también coincidían dos destacados Premios Nobel de economía. Friedrich A. Hayek consideraba que “la inflación abierta es suficientemente mala. Pero la inflación reprimida por los controles es incluso peor: es el verdadero ocaso de la economía de mercado”. Milton Friedman, por su lado, afirmaba que “la inflación libre es perniciosa, pero la inflación suprimida es peor: el intento de supresión impide que obre el sistema de precios”.

Para resumir,  si bien existe hoy una inflación tan alta como la que prevalecía durante el kirchnerismo, el sistema de precios opera con mucha mayor libertad que antes, con los beneficios que esto implica.

El corto plazo y el futuro de la inflación

Los precios libres son absolutamente indispensables para tener una economía de mercado vibrante. Sin embargo, su liberación a corto plazo suele terminar impactando en los índices con los cuales los estadísticos miden la inflación.

Como se observa en el gráfico de más abajo, al tomar el promedio móvil de tres meses de la inflación mensual en la Ciudad de Buenos Aires, se observa que durante los primeros trimestres de 2016, 2017 y 2018, los precios regulados suben mucho más que la inflación general, impulsando a ésta al alza.

(Nótese la diferencia de valores entre la línea punteada, cuya referencia está en el eje izquierdo, y la línea negra sólida, cuya referencia se encuentra en el eje derecho).

Gráfico 1. Inflación CABA, precios regulados e IPC General.

 

Fuente: ICYA en base a Estadísticas CABA.

A largo plazo, lo único que determina la inflación es el exceso en la cantidad de dinero. Sin embargo, los ajustes de algunos precios puntuales tienen un efecto de corto plazo que no debería ignorarse.

Ahora bien, si la suba transitoria de la inflación que estos ajustes generan, es el costo que tenemos que pagar para que el sistema funcione mejor, bienvenido sea.

Por último, es obvio que necesitamos una política monetaria más agresiva,  porque los registros inflacionarios siguen muy lejos de las metas. Pero reconozcamos también que la “inflación M” es muy diferente de la “inflación K”.

La estrategia antiinflacionaria del kirchnerismo ignoraba las causas de la inflación y solo buscaba torpemente controlar sus consecuencias.

La estrategia de Cambiemos busca –aunque imperfectamente hasta el momento- corregir las causas de la inflación, pero liberando precios, algo que cualquier defensor de una economía sana debería aplaudir.

*Iván Carrino, socio fundador de Iván Carrino y Asociados.

Vea el video “El monstruo de la inflación” 

Publicado en Cronista.-

Buscar