En el plan para reducir empleos públicos: ¿qué se hace con los ñoquis?

Periodista (TEA) y Master en Ciencias Políticas y Economía (Eseade).

Planes de reducción del empleo público: algunos positivos, otros no

En el plan del Gobierno de Mauricio Macri de reducción de la planta estatal se evalúan algunas medidas como retiros voluntarios y programas de mayor control de presentismo para limitar la presencia de los denominados “ñoquis”.

Con relación al esquema de retiros voluntarios, siempre que los puestos no sean reemplazados por nuevos funcionarios, lógicamente, se trata de una buena idea.

Un incentivo económico que le brinde al personal la oportunidad de retirarse previo al momento de la jubilación, o con un capital para reinsertarse en el sector privado es una oportunidad para comenzar a repensar un Estado que se ha convertido en bolsa de trabajo de la clase política.

Sin embargo, ante la cuestión de los ñoquis y el presentismo, cabe una reflexión.

Se ha considerado en la opinión pública que el problema de la administración pública es la presencia de contratados que no se presentan a trabajar, pero que perciben un salario. Estos casos, que han proliferado en las últimas décadas en Argentina, si bien son un problema, merecen un análisis mayor.

Los controles mediante huellas dactilares y la presión sobre el presentismo, en concreto, solamente arrojarán resultados positivos ante el problema del déficit fiscal en los casos de que los ñoquis en cuestión decidan, ante los nuevos controles, renunciar a ese puesto en concreto, ya que tienen otras actividades más rentables.

Que se presenten a trabajar los cientos de miles de burócratas en todos los niveles de gobierno no implica necesariamente una buena noticia. Incluso hay casos que hasta puede resultar contraproducente. Sobre todo en los casos de inspectores y entes reguladores que le complican la vida a los comerciantes.

Imaginemos el caso de una ciudad que tiene diez ñoquis, es decir, diez personas que cobran un salario de funcionario público sin realizar ningún trabajo, de un total de ciento diez contratados. Es decir, cien personas que se presentan a su labor y diez que no, pero que cobran igualmente. Comparemos el caso de una ciudad vecina que tenga doscientos empleados públicos, de los cuales, cinco son ñoquis.

Quieren profundizar aún más el control sobre los empleados públicos

Dada la problemática fiscal Argentina, el segundo caso, paradójicamente, resulta más problemático que el primero.

Mientras se sigan inventando secretarías, subsecretarías y la política se financie en gran parte mediante el empleo público, el país estará en serios problemas, sin importar si las personas nombradas se presentan a trabajar o no.

Claro que es indignante la figura del ñoqui, pero la opinión pública y los comunicadores deben comprender el problema en toda su dimensión y reconocer que, mientras se siga contratando gente en el Estado por razones políticas, si se presentan o no a trabajar no cambia absolutamente nada.

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