LA NACIÓN – Aveces, lo que aparece como salvación puede convertirse en condena. Esto es lo que sucedió con Islandia, un país que robusteció su economía gracias al turismo, pero que ahora se encamina a la recesión por culpa de… sí, del turismo. Es que la quiebra en marzo de Wow Air, su principal aerolínea low cost, pone en jaque al modelo vikingo que sorprendió al mundo en los últimos 10 años.
Para entender lo que sucede hoy en esta isla del Atlántico Norte, poblada por 340.000 habitantes, hay que empezar por mostrar la evolución del turismo: de recibir 460.000 turistas por año en 2010, pasó a una cifra de 2,5 millones en 2018. Es que Islandia se convirtió en el destino de moda, por sus bellezas naturales, sus auroras boreales y, también, por ser elegida como escenario para filmar algunas escenas de la exitosa serie Game of Thrones.
Este boom turístico, sumado a cierta ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI) y a su ordenada economía, llevó a Islandia al sitial de modelo a seguir. “Ellos tuvieron una enorme crisis en 2008, pero a partir de ahí, a diferencia de nosotros, fueron muy prolijos en la mejora de su situación fiscal”, dice el economista Aldo Abram, director de la Fundación Libertad y Progreso, que visitó este país en 2016.
Algunos indicadores empezaron a hablar por sí solos: su producto bruto interno (PBI) per cápita llegó a US$70.056 y lo ubicó 7° en el ranking mundial (entre 196 países), hilvanó ocho años de crecimiento a un ritmo promedio de 4% anual y redujo su inflación hasta el 3% anual. En síntesis, el nivel de calidad de vida de sus habitantes escaló hasta ubicarse entre los más altos del mundo.
Reykjavik, la capital de la isla, que se hizo mundialmente famosa en 1972 al ser la sede del match de ajedrez entre Boris Spassky y Bobby Fisher, ha cambiado su fisonomía en los últimos años. Al menos, hasta fines de 2018, exhibía grúas que trabajaban día y noche, y grandes construcciones que brotaban como hongos en toda su costa.
Además del frenesí de las grúas, hay tres cosas que llaman la atención al viajero que visita este país, que se independizó de Dinamarca en 1945: la cantidad de hombres que van por la calle con un carrito de bebé es igual a la de mujeres, no hay delivery en bicicleta ni en moto, y todo, absolutamente todo, es carísimo.
Es que en esta isla la paridad de género se cumple a rajatabla (el país encabeza desde hace años el ránking de igualdad del Foro Económico Mundial), el hielo de las calles no permite la alta velocidad en dos ruedas, por lo cual, el delivery se hace en autos pequeños y el flete desde el continente encarece 20% cualquier producto.
Otra cosa que sorprende es que el agua que sale de la canilla es agua mineral, mejor que cualquiera que se pueda comprar en los comercios. Es más, el agua caliente que llega a las casas proviene de géisers y es usada también para calefaccionar. “Es el lugar más geotérmico del mundo, por lo cual la electricidad es casi gratis. De hecho, la erupción de uno de sus volcanes, que dejó sin vuelos tres semanas a Europa, fue el disparador para que explotara su turismo”, señala Abram.
En efecto, el turismo explotó. Según un informe publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2018, el turismo llegó a suponer el 8,3% del PBI de Islandia y el 14% de su fuerza laboral en 2016. Según publicó BBC News, ese año superó con creces a la combinación de dos de las industrias más fuertes del país: la de la pesca y del aluminio, ya que aportó el 39% del total de ingresos en moneda extranjera.
La explosión se vive como un milagro económico 10 años después de la gran crisis financiera de octubre de 2008 que terminó con sus tres bancos principales en la quiebra y miles de familias en la ruina. Hoy, la mayoría de las personas con título universitario deja de lado su profesión para trabajar en el sector turístico, donde se gana mucho más.
Pero de repente todo puede volver a derrumbarse, porque la caída de su principal aerolínea low cost abrió la puerta a la desconfianza y muchos comienzan a dudar de su fortaleza económica. El Banco Central preveía el año pasado que la exportación del sector servicios crecería este año 4%, pero ahora su estimación es que caerá 9%. No solo eso; ya hay voces que alertan que Islandia podría caer en recesión antes de fin de año.
No será la primera vez que eso sucede en lo que muchos llaman la “economía géiser”. Según se relata en el diario El País, en 1930, la pesca representaba el 28% del PBI islandés y un 91% de las exportaciones. “La dependencia económica del mar era tan grande que dos factores, el crash de 1929 y la guerra civil española en 1936, causaron un cataclismo”, se cuenta en esa publicación.
Por un lado, la Gran Depresión provocó la quiebra de Islandsbanki, su principal banco, que el Gobierno tuvo que rescatar y nacionalizar. Y por otro, con los precios del bacalao desplomados un 40%, hubo además un descenso de las exportaciones de 35.000 toneladas en 1933 a solo 3000 en 1936.
El 17 de abril de 2010, la erupción del volcán Eyjafjallajökull, que provocó la mayor parálisis de la historia de la aviación en Europa, quedó como hito fundacional del boom turístico islandés y de su resurgir económico. Ahora, el derrumbe de su aerolínea low cost amenaza con tapar con lava ardiente la fenomenal recuperación de este país, que conserva mejor que cualquier otro nórdico su pasado vikingo.