Independientemente de quién gobierne la Argentina a partir del 10 de diciembre próximo, una cosa es segura: el consumo deberá estar entre sus prioridades. No será fácil ni habrá que esperar una fiesta, porque, según las proyecciones relevadas, este año el consumo privado caerá 3,5% y el masivo, 10%, mientras que en 2020 la caída rondará el 1,4% y el 5%, respectivamente, según las fuentes consultadas. Pero tanto Alberto Fernández como Mauricio Macri saben que es un aspecto que no podrá dejarse de lado.
Ocurre que en la economía argentina el consumo es clave, ya que representa dos tercios del producto bruto interno (PBI) y, más allá de los fríos números que pueda arrojar la estadística, la “buena salud” de esta variable está directamente vinculada con el humor de la población.
“El consumo va a estar en el podio de las prioridades gane quien gane en las próximas elecciones presidenciales, pero la cuestión es qué tanta inyección se le va poder dar a eso en medio de esta coyuntura”, dice Facundo Aragón, gerente comercial de Nielsen Argentina. Sus estimaciones sobre el consumo masivo para este año arrojan una baja de dos dígitos (-10%) y una leve desaceleración de la caída en 2020 (-7%).
Por el lado del consumo privado, en tanto, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que elabora el Banco Central (BCRA) mediante una encuesta realizada entre las consultoras privadas, arroja que este año caerá 3,5% y cerrará el año próximo con una baja de 1,4%.
El análisis que hace Aragón, de todos modos, es que en 2020 el consumo caería menos que este año, porque la base de comparación de la que se parte es muy baja. “Todo apunta a que cualquiera de los dos gobiernos posibles debería darle más importancia al poder de compra. De un lado, porque ya saben que la gente no los votó porque le apretaron el bolsillo; del otro, porque llegan con la bandera del consumo. Eso debería hacer que se caiga a tasas bastante menores que las de este año”, concluye.
Por su parte, Osvaldo Del Río, director de la consultora Scentia, dice que para entender lo que sucede con el consumo masivo hay que analizar cuál es la situación de la inflación y de los salarios. “En ese sentido, los ingresos de la gente no están para nada en línea con el aumento de precios. Y cada vez que ocurre esto el consumo se retrae directamente”, explica el especialista.
Al poner la lupa sobre los que mueven la rueda del consumo en el país, Del Río describe que 91% de las personas que tienen algún tipo de ingresos (27 millones de los 44 millones que hay en la Argentina) gana menos $37.000 por mes y representa el 87% de la masa crítica de consumo. “En 2019, los ingresos crecieron 33%, mientras que la canasta básica se incrementó 56%. En ese sentido, las personas que ganan hasta $37.000 por mes, gastan el 76% de sus ingresos en el consumo básico”, detalla el especialista. “Por eso, el acumulado anual da una caída de 7,6%”, concluye.
Respecto de cómo va a terminar este año, el director de Scentia calcula que la caída del consumo va a ser de entre 5% y 7%. “Lo que pueda ocurrir en 2020 va a estar muy atado al resultado electoral. Si al que le toque gobernar decide inyectar liquidez en el bolsillo de la gente para impulsar el consumo, eso puede tener éxito o puede jugar en contra, porque puede generar inflación e impedir, así, la reactivación esperada. Por lo tanto, tendrán que ejecutarse cuidadosamente distintas medidas macro que impacten en la microeconomía de manera positiva, para que la inyección de dinero no se traduzca en más inflación. Eso sigue siendo una incógnita”, subraya.
Victoria Giarrizzo, economista e investigadora del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP)-Baires de la UBA, analiza que el consumo va a ser una prioridad el próximo año, porque ya hay sectores donde existe el subconsumo. “Y muchos de ellos se mueven gracias al consumo, porque son vendedores”, acota la especialista.
Para Giarrizzo, cualquiera de los dos gobiernos que asuma va a tratar de impulsar esta variable, pero el tema es cómo lo va a hacer cada uno. “Fernández lo hará de un modo más desprolijo pero más rápido, lo que será más eficiente en el corto plazo; mientras que Macri será más prolijo, pero por eso mismo más lento, lo que en el corto plazo lo tornará ineficiente. Sería ideal tener una combinación de ambos”, opina la economista.
Por su parte, el economista Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, imagina que un posible gobierno de Fernández “fogoneará” más el consumo. “Su razonamiento es que, como en la Argentina el consumo representa dos tercios del PBI, entonces hay que hacer que crezca para que la economía arranque. Y ese dinamismo de la economía y el consumo va a ser lo que terminará por disparar la inversión. Es como que la inversión viene atrás del consumo”, explica.
Ahora, la otra gran incógnita es cómo se incentivará el consumo. Es decir, ¿de dónde se sacarán los recursos? “Se puede hacer alguna alquimia en el corto plazo a través de dar ajustes salariales y acuerdos de precios para congelar la inflación, lo que, transitoriamente provocará una mejora en el poder adquisitivo. Pero eso no es sustentable, porque si no hay real inversión y demanda de empleo, los salarios reales no van a crecer nunca de forma genuina”, responde Tiscornia.
Otro incentivo que -tal como señala el economista- suelen dar gobiernos populistas es poner una tasa de interés baja, menor que la inflación. “Esto es muy probable, porque en un gobierno de Fernández el BCRA va a ser más expansivo de lo que es ahora. En experiencias pasadas, como la del kirchnerismo, bajaron tanto la tasa que ya la gente no tuvo incentivo al ahorro y se volcó a consumir. Pero esto a la larga genera inflación si no hay al mismo tiempo crecimiento genuino”, afirma.
En conclusión, Tiscornia se inclina por un paquete con estas medidas: recomposición del poder adquisitivo mediante negociaciones salariales, contención de la inflación con acuerdos de precios y reducción de las tasas de interés. “Me parece que van a intentar alguna reactivación del consumo por ese lado y tal vez a corto plazo algo logren, pero no creo que eso sea duradero”, subraya el economista.
Fausto Spotorno, director de Orlando J. Ferreres y Asociados, comenta que, si las cosas se hacen bien el próximo año, con recomposición salarial y de jubilaciones y pensiones, puede haber cierta mejora del consumo. Pero eso no será tan fácil. “Lo que se vio hasta ahora es que, al tener que ajustar las tarifas y achicar el déficit fiscal primario, naturalmente se le quitaron recursos al consumo. Y no hay forma de estimularlo si no hay crecimiento económico. Cristina tuvo un boom del consumo sin crecimiento, pero a costa del ahorro y la inversión”, indica.
Para Aldo Abram, director de Fundación Libertad y Progreso, es lógico pensar que un posible gobierno de Fernández intente colocar plata en el bolsillo de los que consumen. “Hasta ahí está bárbaro, pero el problema es que ese dinero solo puede salir de los que producen. Acá la clave está en recuperar la credibilidad de los argentinos y extranjeros que se llevaron sus ahorros afuera, y en implementar un plan de crecimiento a largo plazo”, remarca.
Según el economista, suena difícil que, aunque haya un proyecto de ley para reperfilar la deuda “a la uruguaya”, los capitales vuelvan. “No veo una economía en crecimiento, con lo que es posible que el consumo tampoco crezca por más que se lo quiera incentivar. Lo más probable es que vuelva a pasar lo de este año, en el que se dio una caída del consumo mucho más fuerte que la caída del PBI”, estima el economista.
Ante la pregunta sobre cómo podría hacer un hipotético gobierno del Frente de Todos para lograr que vuelva a crecer el consumo, Giarrizzo responde: “Subiendo la Asignación Universal por Hijo, aumentando las jubilaciones y haciendo que los sueldos del Estado ganen un poco en términos nominales”.
Esto -continúa Giarrizzo- será importante sobre todo en sectores que destinan todo su dinero al consumo, y eso no debería ser inflacionario porque hoy las empresas están trabajando a 50% de su capacidad instalada. Pero, ¿de dónde van a salir los fondos? “Para mí, de la emisión. No va a quedar otra”, contesta.
En caso de que sea reelecto Macri, lo que estima Giarrizzo es que elegirá el camino de alivianar algunas cargas patronales y recortar impuestos a las empresas. “En un gobierno de Cambiemos imagino más un intento de buscar la recuperación a través de la baja de impuestos, rebajas a monotributistas y congelamiento de embargos de la AFIP, todas medidas que demoran un poco más en trasladarse al consumo”, dice.
Tiscornia sostiene que, en un hipotético segundo mandato de Macri, el mayor efecto sobre el consumo vendría a partir de una genuina baja de la tasa de interés. “Creo que se calmaría más lo financiero y eso permitiría una menor tasa de interés, que sería reactivador, pero no tendría un efecto espectacular”, intuye.
Lo que está claro que no va a poder hacer ni uno ni otro es dar crédito barato, porque, según los especialistas, las familias ya están sobreendeudadas y en muchos casos se llenaron de cuotas que ahora les está costando pagar. “De hecho, según un análisis de Elypsis, la tasa de morosidad en consumo masivo era de 2,6% dos años atrás y ahora es de 5,5%”, precisa Giarrizzo.
El economista Ariel Coremberg, investigador del Conicet y profesor de Crecimiento Económico en la UBA, dice que hasta ahora lo que ha hecho el actual gobierno es tomar medidas paliativas, como el programa Precios Cuidados, la baja del IVA a productos de la canasta básica y los planes de refinanciación de deudas impositivas a pymes. “Además, su anuncio de campaña fue la reducción de cargas patronales al nuevo empleo pyme”, explica el economista.
Todas estas medidas aportan un granito de arena y serían un beneficio tanto para pymes como para asalariados, pero hay que tener en cuenta, según advierte Coremberg, que la aceleración inflacionaria y la falta de un plan de estabilización y crecimiento que genere confianza y mejores expectativas en consumidores, ahorristas y empleadores pyme, invalida cualquier medida micro que pueda beneficiar a la gente.
En busca de estabilización
Coremberg opina que la principal medida para beneficiar al bolsillo es la estabilización definitiva de la economía argentina. “Se plantea para el año que viene un acuerdo de precios y salarios que implicaría un posible congelamiento por seis meses, pero, si esto se diseña mal, el sacrificio sobre la rentabilidad de las pymes y sobre los ingresos de los jubilados, los asalariados y trabajadores informales puede ser mayúsculo. Puede dar lugar a aumentos preventivos de precios, para evitar caída de rentabilidad por futuros congelamientos, lo que, paradójicamente, aceleraría la inflación”, dice el economista.
También existe la posibilidad de que la tendencia negativa del consumo se amortigüe por la formación de una burbuja en bienes durables (electrodomésticos y automotores), originada por la clase media con baja capacidad de ahorro, que, dadas las restricciones impuestas por el control cambiario, no podrá tener como alternativa al dólar.
“Es probable que el consumo en 2020 acompañe la tendencia negativa en el nivel de actividad, en consonancia con mayores caídas del poder adquisitivo de los salarios. En efecto, si bien las proyecciones de inflación prevén un 38% anual para el año próximo, mi opinión es que las tensiones sociales por una mayor redistribución de ingresos irán in crescendo hasta el primer semestre”, enfatiza Coremberg.
Por el lado de las empresas que se dedican al consumo masivo no hay un pronóstico muy diferente. “Internamente, ya estamos trabajando con un escenario de consumo para 2020 muy parecido al de este año y por eso estamos reforzando nuestra propuesta de valor dirigida a los sectores de menor poder adquisitivo y focalizando la oferta en productos y presentaciones de bajo costo unitario”, explica el CEO de una compañía líder en este rubro.
¿Qué segmento sería el primero que se recuperaría ante un repunte del consumo? “Siempre sucede que los rubros más castigados son los que más rápido se recuperan: hoy, son limpieza y tocador. Pero la realidad es que también fue tan fuerte la caída en alimentos, que es posible que la primera recuperación se vea ahí, en los productos de primera necesidad. Por último, siempre y cuando haya inyección de dinero en la gente, va a empezar a mejorar todo aquello que es aspiracional”, concluye Aragón.