Editorial
Debido a los problemas que tienen algunas provincias de hacerse cargo de sus gastos y luego de la reducción de los ingresos de coparticipación que le llegaban vía el IVA y el Impuesto a las Ganancias, volvió a reflotar una herramienta que nunca funcionó en nuestro país y no va a hacerlo nunca: las cuasi monedas.
Las cuasi monedas son bonos emitidos por los gobiernos provinciales que, a falta de liquidez, los incorporan a la circulación monetaria junto con la moneda de curso legal para hacer frente a los pagos de sueldos y otras obligaciones mediatas por parte del gobierno. Es cierto que hoy gracias a la quita, fundamentalmente, del IVA, las provincias, cuya solvencia fiscal dependía del sistema de coparticipación federal, caminan por el filo de la navaja. No obstante, no existe nada más irracional ni arrogante que creer que un instrumento que nunca funcionó puede llegar a funcionar esta vez. A esta altura, los seres humanos somos los únicos seres vivos del planeta que tropiezan con la misma piedra una y otra vez.
Las cuasi monedas pueden llegar a constituir una enorme piedra sobre la rueda que ya se encuentra de por sí atrofiada.
En primer lugar, impacta negativamente sobre las expectativas económicas. Nos encontramos en una situación en la cual la incertidumbre y las expectativas juegan un rol preponderante en un país de extrema vulnerabilidad. Hoy en día las declaraciones de un candidato podrían provocar una corrida cambiaria y ante esa sensibilidad en la que nos encontramos todos expuestos, este tipo de medidas tan cortoplacistas también se convierten en una amenaza. En el imaginario popular, las cuasi monedas son percibidas negativamente por los individuos y asociadas a un escenario de crisis. Nadie las relaciona con la solución al problema, sino que, precisamente, son percibidas como un síntoma más del escollo. Es decir, gritar “bomba” en un avión no es una buena señal para los mercados.
Asimismo, al tener menor circulación dentro del sistema monetario, genera dificultades a los tenedores de estos bonos. Es decir, si querés usar la cuasimoneda provincial en otra parte que no sea la provincia no se puede. Es entonces cuando este bono se topa con su limitación ya que en una Argentina 2019 tan integrada, cuasi monedas como las del 2001 lo único que supondrá son inconvenientes en las transacciones. O sea que, al acelerarse el ritmo de circulación monetario, se incentive al consumo, pero también podrá desincentivar el ahorro y fomentar la suspensión de pagos en algunos sectores claves.
Por otra parte, el exceso de emisión de cuasi monedas, una práctica que tienden a caer las gobernaciones provinciales, terminará por reducir el valor de las mismas. No sería de extrañar que en poco tiempo se tienda a incrementar su emisión para hacer frente al exceso de gasto, en vez de intentar reducirlo. Y eso conlleve a una espiral que le ocasione problemas al sector real.
Además, al no ser la moneda de curso legal es probable que las empresas tengan dificultades para pagar los impuestos y para incorporarlas dentro del sistema financiero. Esto es, incentivará los quebrantos y las insolvencias dentro de cada entidad.
Por último, y aún más grave, estas cuasi monedas podrían impactar sobre el tipo de cambio. Básicamente las cuasi monedas son promesas de pesos futuros, por ende, más emisión. Prácticamente le están diciendo al mercado que inyectarán más pesos próximamente. Esto presionará sobre una demanda de pesos que ya viene cayendo hace tiempo y presionara al alza del tipo de cambio, con su posterior impacto sobre los precios. Llevar adelante esto, no hará más que profundizar aún más la crisis. Se sabe que, de la última experiencia, el tipo de cambio hubiese sido menor sin la emisión de las cuasi monedas.
Hay que remarcar que las condiciones no son las mismas que las del 2001 sino más bien parecidas a las de 1989, sobretodo en el mercado de dinero, por eso utilizar este tipo de instrumentos son más que contrarecíprocos en estos momentos. Era preferible que las provincias exijan que les devuelvan los ingresos coparticipables o se reviertan las últimas medidas antes de recurrir a este tipo de prácticas que no van a ayudar sino a empeorar la situación en el mediano plazo.