Marx está de moda, pero ¿tenía razón?

Foto Agustin Etchebarne
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Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. 

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Desde el diario argentino La Nación hasta The New York Times en EE.UU., o las revistas como Rolling Stone, reaparecen con cierta frecuencia artículos y debates donde se reivindica a Karl Marx, en algunos casos intentando sacar un balance, en otros como francas apologías marxistas. Esto ocurre también en las universidades e incluso en los manuales de texto que leen nuestros hijos en los colegios. Basta ver esta semana los títulos “Was Marx right?” en el diario americano o “Crónicas marxianas: el regreso con gloria de los clásicos”, en La Nación del domingo 13 de abril.

En este contexto, nos interesa hacer un humilde aporte al debate. Desde el punto de vista teórico, la refutación llegó en 1871, apenas cuatro años después de la aparición de Das Capital, la obra famosa de Marx. Los marginalistas Menger y paralelamente Böhm Bawerk demostraron que el valor es subjetivo y por lo tanto la plusvalía es falsa así como la Teoría del Valor trabajo que Marx tomó de Adam Smith. Posiblemente por ello, Marx no publicó la segunda parte de Das Capital hasta su muerte en 1883, porque jamás logró levantar la refutación de Menger. Fue Engels, tal vez sin tantos pruritos de honestidad intelectual, quien publicó sus escritos post mortem.

Pero la cuestión relevante es: ¿Marx tenía razón?

La teoría marxista es una ideología del odio social que dio fundamento a las revoluciones violentas que han provocado más de 100 millones de muertos durante el siglo XX. Esta ideología predice que los ricos serán cada vez más ricos y los pobres más pobres. Otros más moderados, admiten que en realidad todos mejoran, pero que los ricos mejoran más rápido y por eso se expande la brecha entre ricos y pobres. Pero, ¿Es eso cierto?

Hans Rosling es un ex “médico sin fronteras”, que se dedicaba a salvar vidas en África, hasta que se dio cuenta que haciéndolo uno por uno no llegaría a mejorar gran cosa. Hoy encuentra que es más importante dar a conocer las estadísticas mundiales y ha resumido los datos de 200 países desde 1800 para que sean accesibles a todos en www.gapminder.org/world de manera de poder refutar ideas falsas.

Allí podemos ver que en 1867, cuando Marx publicaba por primera vez Das Capital, Inglaterra era el país más rico del mundo con un PBI per cápita de USD 4.223, seguido por Australia, Nueva Zelanda, EE.UU. y Canadá. Un poco más atrás estaba Alemania con USD 2770 y el resto de los países europeos. China, aislada de occidente, se encontraba en los USD 684 a una distancia de 6,17 veces más pobre que Inglaterra. Recordemos que China había sido una gran potencia durante mil años, y que todavía en 1800 abarcaba un 30% del PBI mundial. Pero la explosión de riqueza de la revolución industrial ya la estaba rezagando.

China con gobiernos nacionalistas y luego comunistas permaneció mayormente cerrada al intercambio comercial hasta 1979. Para ese entonces, China tenía un PBI per cápita de USD 1250, 15 veces más pobre que Inglaterra y 23 veces más pobre que EE.UU. China había descendido a tener apenas el 2% del PBI mundial.

Elegimos 1979 porque en ese año se le atribuye una frase a Deng Xiao Ping que decía: “No me interesa el color del gato, si es blanco o negro, sino que cace ratones”.

A partir de ese año, China se abrió a los capitales “explotadores” de Europa y los EE.UU. La teoría marxista, junto con las cepalinas teorías de Raúl Prebsich, hubiera pronosticado que China se empobrecería a partir de ese momento. Otros más moderados, como Amartya Sen, hubieran esperado que se enriquezca, pero más lentamente que los países capitalistas.

Pero los datos demuestran con total contundencia que esas teorías están equivocadas: China creció desde su apertura a los capitales y al libre comercio mucho más rápido que los países centrales. Para 2012, su PBI per cápita se había multiplicado ocho veces, hasta USD 8.347 GDP, frente a USD 31.295 de Inglaterra, habiendo cerrado la brecha de 15 veces a 3,7 veces. Y si comparamos con los USD 42.296 de EE.UU., cerró la brecha de 25 veces a 5.

El Capitalismo del siglo XXI, del profesor Thomas PIketti, es otro nuevo libro neo-marxista de moda, citado en el artículo de La Nación. Piketti sostiene que los ricos son cada vez más ricos y dice que eso es así porque a mayor cantidad de capital, mayor es su rentabilidad. Toma para ello los datos de los más ricos de Forbes que hoy acumularían un porcentaje de renta mayor que en 1987.  Recientemente  Juan Ramón Rallo, especialista de la Fundación Juan de Mariana, revisó los datos y encontró que Piketti se olvidó de constatar lo obvio, que es que los ricos de entonces no son los mismos que los ricos de hoy. En su artículo, “¿Qué pasó con los ricos de 1987?”, Rallo repasa el destino de la fortuna de los diez hombres más ricos de 1987 y constató que el más rico, Yoshiaki Tsutsumi, perdió el 96% de su fortuna; que el segundo, Taikichiro Mori, murió, pero la fortuna combinada de sus dos hijos es 80% menor;  de quienes ocupaban el tercero y cuarto lugar hoy es difícil encontrar rastros. El quinto lugar de la lista lo ocupaba en 1987 Salim Ahmed Bin Mahfouz, que cuando murió se había empobrecido un 72%.  En el sexto puesto estaban los hermanos Hans y Gad Rausing, dueños de la multinacional sueca Tetra Pak, cuyos herederos han logrado crecer de USD 6.000 millones de dólares a 25.000, lo que equivale a una tasa de rentabilidad media anual del 2,7%; muy alejada del 6,8% que sugería Piketty. Los demás perdieron entre el 50% y el 80% de sus fortunas, con la excepción del canadiense Kenneth Roy Thomson, que logró ganar un 2,9% anual.

Si observamos la lista actual de los super ricos, encontraremos historias exitosas de personas que han creado riqueza para la sociedad. Bill Gates cuyos programas de software usamos todos. Carlos Slim que mejoró las comunicaciones de México. Amancio Ortega es el español creador de la exitosa tienda Zara. Larry Ellison fue el creador de Oracle. Los hermanos Koch, con industrias diversificadas, petróleo, gas, química, minerales, fertilizantes, papel, etc. Los Walton, que redujeron los precios para los pobres a través de Wall Mart, y becan los estudios de niños pobres. Warren Buffet, el genio de las finanzas.  Y por último, Sheldon Adelson, quien gana dinero sacándoselo a la gente en los casinos (es el único que, a mi juicio, no aporta nada valioso a la ciudadanía, sino que se aprovecha de sus vicios).

El capitalismo es un proceso de destrucción creativa, de modo que los nuevos inventos y procesos superan a los antiguos, y es por eso que es muy difícil permanecer muchos años entre las primeras 40 empresas de los EE.UU..  Lo más usual es caer y que otros ocupen su lugar.

Rallo termina su artículo mostrando que: “en 1987, muchos de los hombres más ricos del mundo al día de hoy —Bill Gates, Amancio Ortega, Larry Ellison, Jeff Bezos, Larry Page, Sergey Brin o Mark Zuckerberg— o estaban trabajando en un garaje, o estudiando en bachillerato, o jugando en el jardín de infancia. Veremos cuántos de ellos siguen en la lista dentro de tres décadas y qué otros geniales creadores de riqueza habrán entrado en ella.

El más reciente nuevo rico, Jan Koum nacido en Kiev, quien de niño nunca tuvo agua caliente en su casa y sobrevivió con cupones de comida cuando emigró a Estados Unidos con 17 años, acaba de vender la empresa que creó hace apenas 5 años, WhatsApp, en USD 16.000 millones a otro nuevo rico: Facebook.

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Ver también: Hans Rosling, The Joy of Stats, 200 países en 200 años

*Publicado originalmente en Fortunaweb
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