“LA PRESIÓN IMPOSITIVA ES LA MÁS ALTA DEL MUNDO, LUEGO DE LAS ISLAS COMORAS”

Foto Agustin Etchebarne
Director General en 

Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. 

En diálogo con El Economista, Agustín Etchebarne, director de la Fundación Libertad & Progreso, ofrece su visión sobre los primeros meses del Gobierno, analiza el descontento liberal con las Macrinomics y propone caminos alternativos para bajar la pobreza.

 

¿Por qué están tan desencantados los liberales con el Gobierno?

No puedo hablar por todos los liberales porque no todos pensamos lo mismo. Desde Libertad & Progreso hacemos un apoyo crítico. El Gobierno es un cambio enorme con respecto al anterior y es una mejora muy importante en términos republicanos. En lo económico, hemos visto que el Gobierno empezó con muchas cosas que nosotros estábamos reclamando y eran importantes, como salir del cepo rápidamente y no gradualmente. También logró avances en las relaciones con el resto del mundo y, por supuesto, con los holdouts. Después, adoptó una forma muy gradual a la aproximación de tener una economía más razonable. El país tiene un problema muy serio: hay 20 millones de personas que reciben un cheque del Estado todos los meses y hay 8 millones en el sector privado formal que son los que tienen que sostener eso con sus impuestos, que son tremendamente exagerados. Eso siquiera alcanza, y por eso hay déficit fiscal. El gasto público casi llega al 50% del PIB y, como hay varios millones que no pagan impuestos porque están en la informalidad, la presión impositiva efectiva sobre el sector privado es la más alta del mundo luego de las islas Comoras. Eso es insostenible. El oficialismo se puso la meta de atacar la inflación y eso se hace a través de política monetaria, pero también fiscal. Creemos que el BCRA está haciendo un buen trabajo, pero no vemos que la pata fiscal acompañe con suficiente énfasis. Sabemos que es difícil, pero debe haber una perspectiva de que va a mejorar. El Gobierno ha ido cambiando su plan inicial y el déficit fiscal primario para 2017 está estipulado en 4,2% del PIB, mayor al previsto hace unos meses. A eso hay que sumarle el déficit financiero y el de las provincias. La deuda va creciendo a un ritmo que, en dos, tres o cuatro años, puede ser insostenible. Ya ocurrió muchas veces y eso termina en default o saltos devaluatorios, y eso genera un salto en la pobreza. Es preferible hacer algo que parece más duro hoy, pero que evite ese desenlace mañana.

 

Crecer y tener inflación baja son clave para bajar la tasa de pobreza, pero también insuficiente. ¿Qué más debe hacerse?

El origen de la pobreza es el populismo. Para solucionarla, hay que entender la causa y esa es la demanda de gasto público, que no es sustentable. Cuando sube, se trata de compensar con aumentos de impuestos cada vez mayores pero esos tampoco alcanza y eso genera déficit que, luego, se traduce en inflación o deuda, y finalmente en una crisis por algunos de esos dos factores.

 

¿Es eso, precisamente, lo que el Gobierno no está desarticulando con tanto énfasis?

Allí hay dos temas. Primero, durante la campaña, Cambiemos no alertó sobre el tema y eso le complica hacer el ajuste. Segundo, está la oposición de una parte del peronismo, y la izquierda, que dicen que no quieren ajuste ni deuda, y eso es irracional: o bien ajustás las cuentas para no aumentar la deuda, o lo contrario. Hay un tema que debemos entender los argentinos: para evitar el default hay que reducir el déficit. Y eso no se puede hacer aumentando impuestos porque las tasas impositivas ya son enormes y cualquier aumento sólo va a reducir la recaudación porque no habrá crecimiento ni llegarán inversiones. Para resolver el problema, tenemos que crear cuatro millones de empleos privados en los próximos cuatro años. ¿Cómo hacerlo con este “costo argentino”? Hay que hacer las reformas estructurales en el ámbito laboral, sindical y en el riesgo de trabajo, que en Chile es un décimo del que hay en Argentina. Hay que trabajar sobre los costos laborales y, a medida que vas reduciendo el gasto, debes ir bajando los impuestos.

 

¿El gradualismo oficial tiene que ver con una estrategia de timing o, como empiezan a sugerir algunos, no están del todo incómodos con este modelo?

La sociedad aún no tiene conciencia plena del problema que tenemos, y hay una oposición muy fuerte a cualquier noción de ajuste del gasto público. Pero también hay gente en el Gobierno, como Alfonso Prat-Gay, que es keynesiano y considera que en recesión no se pueden hacer ajuste. Quienes estamos más cercanos a la ortodoxia creemos que se puede, y se debe. Hay que aliviar al sector privado, bajar impuestos y ahí empieza la reactivación. Eso pasó con el campo, y lo estamos viendo. Cobrás menos por retenciones, pero recuperás recaudación vía otros tributos por la reactivación. Hay que hacer esto más masivamente.

 

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