Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.
LA NACIÓN – Manuel Belgrano, de cuya muerte se cumplirán 200 años el próximo sábado, cuenta en su autobiografía que luego de terminado sus estudios en el Colegio de San Carlos, su padre lo envió a estudiar la carrera de leyes en Salamanca, luego en Madrid y finalmente se graduó en la Universidad de Valladolid. Confiesa que no se dedicó a profundizar los estudios de la legislación sino preferentemente de la economía. “Como en época de 1789 me hallaba en España y la revolución en Francia hiciese también la variación de ideas y particularmente los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad”, consigna.
Es pertinente en este contexto subrayar que la Declaración de los Derechos del Hombre en sus dos primeros artículos enfatizaba la importancia de la igualdad de derechos ante la ley y la inviolabilidad de la propiedad privada, todo ello antes de la contrarrevolución de los jacobinos que dieron por tierra con los propósitos iniciales.
En 1794 Belgrano fue designado Secretario del Consulado de Comercio en Buenos Aires desde donde inspiró la creación del Telégrafo Mercantil y abogó por el librecambio a través de reiterados informes pero en permanente conflicto con los vocales de la entidad que eran comerciantes con intereses monopólicos en Cádiz. Duró en el cargo hasta poco antes de la Revolución de 1810, luego de la cual fundó el Correo de Comercio al efecto de difundir las mismas ideas de apertura comercial y colaboró en la destitución del Virrey, a quien sustituyó como vocal de la Primera Junta y posteriormente influyó en el Congreso de Tucumán donde patrocinó, sin éxito, el establecimiento de una monarquía constitucional.
Su desempeño militar y la inauguración del símbolo patrio estuvieron subordinados a sus ideales liberales a veces lamentablemente opacados por visiones que desconocen sus preocupaciones principales inspiradas por autores como Jovellanos, Quesnay, Dupont de Nemours y Adam Smith como él mismo destaca.
En vista de lo que viene ocurriendo en nuestro país a pesar de los repetidos fracasos estrepitosos en el control de precios por los aparatos estatales, es de interés leer lo escrito por Belgrano en la materia. En un artículo de su autoría publicado bajo el título de “Economía política” -que reproduce Luis Roque Gondra en Ideas económicas de Belgrano – escribe que “dejemos de cuentos, no hay fiel ejecutor ni tasa mejor que la concurrencia; esta es la que nivela y arregla los precios entre el comprador y el vendedor, ninguna cosa tiene un valor real, ni efectivo en si misma, solo tiene el que nosotros le queramos dar, y este se liga precisamente a la necesidad que tengamos de ella, a los medios de satisfacer esta inclinación, a los deseos de lograrla y a su escasez y abundancia; con lo que no hay otro camino que seguir para asegurar al público en el buen surtimiento de los frutos del consumo que dejar a la libertad y a la concurrencia que tasen y nivelen los precios por si mismas.”
Por otra parte, a raíz de los mal llamados proteccionismos que en verdad desprotegen a la población del país receptor en alianza con empresarios prebendarios que sacan partida de bienes de menor calidad y precio mayor, es también provechoso repasar otra de las presentaciones de Belgrano donde subraya la trascendencia de abrir los puertos de par en par al comercio, esta vez una Memoria que leyó ante los miembros del Consulado y reproducidas en la recopilación de sus múltiples trabajos en Escritos económicos donde insiste “que se de entera libertad al comercio pues la policía del comercio interior y exterior más segura, exacta y provechosa para la nación consiste en la plena libertad de la concurrencia.”
Es bueno tomar nota de los consejos de Belgrano y no empecinarse en consideraciones patrioteras.