Cecilia Fava no piensa que el dólar vaya a escalar hasta los $ 6 a fin de año ni que el Gobierno decida oficialmente una devaluación; sin embargo, todos los meses aparta una porción de su sueldo, corre hasta una casa de cambio y compra moneda estadounidense. Esta contadora de 34 años no es la única que hace esto en un país donde el billete verde es visto como refugio de valor: entre enero y fines de agosto, hubo una fuga de US$ 13.000 millones, y se especula con que esa cifra supere el récord de 23.098 millones, que se alcanzó en 2008, entre el conflicto del campo y la crisis financiera global.
En tanto, hay sectores industriales, como el vitivinícola y el frutícola, a los que ya se les esfumó toda la ventaja que les dio la devaluación de 2002 y claman por un ajuste del tipo de cambio. El volumen de producción de vinos, que creció a más del 10% anual desde 2002, cayó este último semestre un 6 por ciento. Aunque por lo general prefiere el silencio, el resto de los industriales también lamenta la mengua de competitividad que les significa un dólar a $ 4,24, según el cierre de anteayer . Es más: Brasil, el principal socio del Mercosur, comenzó a depreciar el real en las últimas semanas.
Lejos de acicatear una devaluación del peso, el Gobierno invirtió desde el viernes 2 de este mes US$ 670 millones para mantener las pizarras quietas, a costa de esmerilar sus reservas, que ya cayeron 2511 millones en lo que va del año y, como dicen analistas consultados por LA NACION, de comprarse un problema en el futuro. Porque esas mismas reservas pueden ser necesarias en escenarios más desfavorables. En medio de este panorama ¿es posible una devaluación en la Argentina? La opinión generalizada entre analistas consultados es que no y que, aunque muchos de ellos la consideren una solución ante la suba de costos, lo que se verá será una tenue y constante depreciación del peso. Eso sí, el contexto internacional no da lugar para grises: si hay una recesión mundial, ya no será una elección propia devaluar, sino que habrá que hacerlo en las peores condiciones, según algunos.
Miguel Kiguel, de la consultora Econviews, cuenta que hasta hace unos meses su opinión era que el peso no estaba sobrevaluado, pero ahora, con Brasil, que comienza a darse vuelta, y la crisis en Europa, se necesitará un tipo de cambio más alto. “Lo ideal será que el peso se siga depreciando gradualmente, entre dos y tres centavos por mes”, dice el economista. “Así, podría estar en $ 4,40 a fin de este año.”
Con industriales que pierden mercados por no poder exportar, la pregunta es si esto será suficiente. “Ahí la respuesta viene por el lado del crédito, como hace Brasil”, dice Kiguel. “Si ellos lo hacen, nosotros también podemos. También se podrían quitar las retenciones a los productos industriales, que fueron puestas en otro contexto y no para uno en el que el peso está sobrevaluado y el real se devalúa”, acota.
Un empresario vitivinícola confió que ya son varias las bodegas a las que la combinación entre dólar parado e inflación alta las obligó a destinar al mercado interno líneas que produjeron pensando en el exterior. “Si todas las exportadoras tiran su vino acá, se llevarán puestas a las marcas chicas”, advierte el ejecutivo. Aun así, no cree en las devaluaciones y prefiere una depreciación gradual, manejada por el Gobierno.
Carlos de la Vega, presidente de la Cámara Argentina de Comercio (CAC) y uno de los pocos empresarios que aceptó hablar del tema, dice que el Gobierno, por ahora, cumple con su palabra de no devaluar y él cree que seguirá así. “Lo vemos a través de los pequeños ajustes que se hacen periódicamente”, señala. “¿Alcanza?”, se le pregunta. “Sí, porque no podemos basar nuestra competitividad sólo en el tipo de cambio. Debemos ser eficientes, optimizar costos e invertir”, destaca el empresario.
El ajuste en el que confía De la Vega será este año, según estiman algunos economistas, del 8%, mientras que en 2012 llegará al 12%. Juan Battaglia, jefe de Research del Mercado a Futuro de Rosario (Rofex), dice que el dólar se negocia a $ 4,46 para agosto de 2012, lo que significa una depreciación implícita del 12,5%. “Muchos ven esto como una depreciación esperada, pero yo creo que eso es incompleto, porque los futuros dependen del precio de contado y de las tasas de interés”, explica Battaglia.
Si bien destaca que hoy el mercado de futuro no convalida un tipo de cambio clavado hasta fin de año, ve altamente improbable una devaluación. “Porque la Argentina hoy no tiene problemas fiscales ni de deuda ni de balanza de pagos, condiciones presentes en todos los países que alguna vez devaluaron”, comenta Battaglia.
En declaraciones al canal CN23, la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, descartó una devaluación. “El Banco Central seguirá administrando el mercado de cambios de manera que tenga baja volatilidad. Y después de octubre vamos a seguir teniendo exactamente la misma política”, afirmó. LA NACION intentó sin éxito hablar con la funcionaria. Lo mismo ocurrió con el Ministerio de Economía.
Mientras, sigue la compra de dólares , el achicamiento del superávit comercial, la depreciación del real, la suba de costos internos y el goteo de reservas. ¿Por qué, entonces, se ve lejos la devaluación? Una de las razones, explica el ex secretario de Finanzas Daniel Marx, es que tomar esa medida podría tener un impacto negativo en la inflación local y exacerbar la salida de capitales.
Mientras el precio de las materias primas esté por las nubes, puede comprar dólares, con lo que nominalmente la moneda queda igual, pero se ajusta por los términos de intercambio (relación entre los precios de exportación y los de importación). “Ahí tenés un país a dos velocidades, una sojera y otra industrial, pero no devaluás”, acota Marx.
Aldo Abram, director de la fundación Libertad y Progreso, explica por qué el Gobierno puede seguir sin devaluar y mantener la premisa que el ex presidente Néstor Kirchner confesaba puertas adentro: que hay sólo dos cosas que voltean a un gobierno, el default y la devaluación. “Este modelo funciona mientras [Ben] Bernanke siga siendo kirchnerista”, opina Abram.
Muy simple. Si el actual presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos no dejara caer al dólar en el mundo (igual que su antecesor, Alan Greenspan), Cristina Kirchner se vería obligada a habilitar una depreciación mucho más grande del peso. “Lo notable es que el mundo le sigue sonriendo al Gobierno, porque el dólar se sigue depreciando”, agrega Abram.
Si el dólar empezara a subir en el mundo, ahí sí surgiría un problema fenomenal. Pero nada indica que Bernanke cambie de estrategia, ya que, según pronostican algunos analistas internacionales, Estados Unidos continuará sus esfuerzos por recurrir a la devaluación del dólar para librarse del endeudamiento.
Con ayuda externa y todo, la tenue depreciación del peso sabe a insuficiente. Para el economista José Luis Espert, en el plano del deber ser, una depreciación del 12% en 2012 no contiene el proceso de atraso en el tipo de cambio, porque la inflación es de 25%. “¿Ese nivel de atraso obliga a devaluar? No”, concluye Espert. “El tipo de cambio hoy es parecido al de los últimos 40 años, mucho mayor que el de 2001 y más alto que el de los 90”, detalla.
Como se ve, las presiones actuales no alcanzan para obligar a una devaluación. Pero se hacen acrobacias sin red: si un día el dólar se aprecia o si la crisis global deprime los precios de las commodities , las reservas que se usan hoy estarán agotadas y ya no habrá olla en la que rascar.
13.000
Son los millones de dólares a los que asciende la fuga de capitales este año.
670
Son los millones de dólares que el Gobeirno vendió desde el viernes 2 de este mes para mantener estable la cotización..