Terminemos con la farsa: la emisión sí genera inflación

Foto Ivan Cachanosky
Economista, colaborador de Libertad y Progreso

Lic. en Administración de Empresas. Magister en Economía Aplicada de la UCA. Doctorando en Economía en la UCA.

CRONISTA – El INDEC dio a conocer el nuevo dato de inflación y abril arrojó un avance en el nivel de precios del 4,1%. De esta manera, la inflación acumulada del año es 17,6%, pero un astronómico 46,3% en términos interanuales. El gobierno viene lidiando con elevados números de inflación y hace cinco meses que no logra que se ubique por debajo del 3,5%. Para peor, todos estos números se obtienen con tarifas pisadas, precios cuidados, etc. En otras palabras, existe un alto nivel de inflación reprimida que eventualmente llegará tarde o temprano. No es un dato menor que la inflación núcleo haya sido del 4,6% mensual.

La complicada situación inflacionaria deja una inercia alta para el 2021, que se aleja cada vez más del fantasioso 29% planteado en el presupuesto. La inflación promedio mensual de los últimos seis meses es del 4%, lo que equivale a casi un 60% en términos anualizados. La realidad es que, hacia finales de año, la inflación estará más cerca del 45% que del 29%. Para que pueda cumplirse la meta del presupuesto, la inflación mensual de aquí en adelante debería ser del 1,2% todos los meses, lo que obviamente no va a suceder.

Sin embargo, y aunque parezca mentira, no son los malos datos de Argentina en materia de inflación lo más preocupante. Lo peor de todo es que el gobierno continúa intentando negar la realidad, echa la culpa del avance en el nivel de precios a empresarios y vuelve, una vez más a ignorar que la inflación es un fenómeno monetario. Si la culpa fuera realmente de los empresarios, ¿Será posible que el gobierno crea que en la década de los 90 los empresarios tenían consciencia y de golpe se corrompieron? ¿O que los empresarios de la región son más responsables que los de Argentina? No pareciera ser la explicación más lógica.

Comienza a ser momento de que, en vez de buscar responsabilidades en otros, el gobierno arranque mirando puertas para adentro. En este marco, el comportamiento de la emisión monetaria del BCRA puede darnos una pista.

 Durante el segundo y tercer trimestre del año pasado, Argentina incrementó la base monetaria en aproximadamente 60% y 70% respectivamente. Es cierto que transcurrimos una pandemia, pero también es cierto que existió una cuarentena innecesariamente prolongada y que Argentina, al estar fuera de los mercados internacionales, no le quedó otra que recurrir a la emisión monetaria por sus desequilibrios estructurales, que arrastra hace décadas. 

En esos momentos, al inicio de la cuarentena de marzo 2020, la demanda de dinero se incrementó circunstancialmente. No obstante, ésta comenzó a revertirse y la emisión monetaria, con sus lags, comenzó a mostrar los resultados negativos en los últimos meses. No nos olvidemos que Argentina se encuentra dentro de los 10 países con la inflación más alta del mundo, por lo que, algo mal evidentemente estamos haciendo. A nivel regional la diferencia también es abismal. La inflación anual de Uruguay es alrededor de 8%, Brasil de 6% y el resto de la región se ubica por debajo del 5%, mientras que en Argentina obtuvimos el ya mencionado 46,3%.

Terminemos con la farsa: la emisión monetaria sí genera inflación. ¿Hasta qué número deberá llegar la inflación para que aprendamos la lección? Incluso la evidencia comienza a verse en los países desarrollados. En Estados Unidos, la inflación se disparó hasta el 4,2% anual en abril. ¿Esto ocurrió porque de golpe los empresarios dejaron de tener conciencia social o empatía? No, ocurrió porque se realizaron mega paquetes monetarios y fiscales y la inyección de la liquidez fue enorme. El impacto en Estados Unidos es mucho menor porque la demanda de su moneda es alta y, por lo tanto, cuenta con una espalda mucho mayor. En otras palabras, el mundo demanda dólares. En cambio, en Argentina, huimos de nuestra moneda. No es que en Argentina haya un amor al dólar, sino que hay un pánico al peso y, cual reflejo Pavlov, el argentino buscar resguardarse en una moneda más sana.

Si realmente Argentina pretende solucionar de fondo el problema de la inflación, será necesario que ataque los problemas de raíz y deje de lado las excusas. Existe inflación porque hay una muy elevada emisión que debe cubrir un déficit fiscal producto de un gasto público indomable.

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