Lic. en Administración de Empresas. Magister en Economía Aplicada de la UCA. Doctorando en Economía en la UCA.
DATA CLAVE – Según los últimos datos publicados por el INDEC, las exportaciones del primer semestre avanzaron un 28,3% interanual. A primera vista podría parecer una buena noticia debido a que crecer vía exportaciones es un objetivo interesante. Sin embargo, lo cierto es que, al ver los números con mayor detalle, generan ciertas preocupaciones.
En primer lugar, las importaciones crecen a una velocidad mayor a lo que lo hacen las exportaciones. Durante el primer semestre de este año, las importaciones avanzaron un 48,7% interanual, superando el avance observado en las exportaciones. De esta manera se va debilitando el saldo de la balanza comercial.
Si se toma una serie con una sumatoria móvil de doce meses, el saldo superavitario de la balanza comercial se viene reduciendo desde septiembre del año pasado, acentuándose en el 2021. Es que, con la recuperación (parcial) económica, las importaciones comenzaron a remontar la fuerte caída que habían tenido meses anteriores.
Por el lado de las exportaciones también hay señales de alarma. Cuando se analizan las exportaciones de bienes desagregándolas por precios y cantidades, observamos que el aumento de las exportaciones responde exclusivamente a un avance en los precios mientras que las cantidades se mantienen estables. Peor aún, esta problemática ya comienza a ser estructural porque hace doce años que las exportaciones de bienes no crecen.
En concreto, la evolución de las exportaciones se encuentra “presa” de cómo se muevan los precios internacionales. Todo esto con un agravante. En el pasado, un contexto favorable de precios de exportaciones elevados contribuía a que la economía crezca. En cambio, hoy los precios altos lo que hacen es evitar que nos ahoguemos.
El estancamiento en la cantidad de bienes exportados responde a la pérdida de competitividad que fue sufriendo Argentina, especialmente en las últimas dos décadas con una economía cada vez más cerrada. El exceso de restricciones e impuestos al comercio hacen que Argentina esté cada vez más aislada del mundo generando complicaciones para que las exportaciones actúen como motor de crecimiento.
Lo cierto es que, si el factor de los precios internacionales se revierte, la balanza comercial de Argentina se vería notoriamente deteriorada.
El conjunto de restricciones genera un contexto adverso para el crecimiento de las exportaciones. Es muy difícil que éstas puedan crecer en un país que se ubica en el puesto 21 (entre 192 países) de los que más exprimen a sus empresas con impuestos, según el Banco Mundial. Además, con incontables regulaciones que hacen ineficiente producir y una legislación laboral que incentiva la destrucción del empleo productivo privado.
Para que las exportaciones crezcan, Argentina debe recuperar su competitividad. Esto implica reducir la presión tributaria, menores restricciones comerciales, mayor respeto por las instituciones y la propiedad privada, entre otras cosas. La solución pasa por una mayor integración al mundo y por las reformas estructurales necesarias para ganar eficiencia económica, no por el aislamiento.