Del desempleo a la reactivación con inflación.

 CRONISTA – JULIÁN DE DIEGO – La Argentina estuvo en estanflación («stagflation» en inglés, que implica estancamiento más inflación) desde hace más de 15 años, con aumento del desempleo y pasó desde hace diez meses a reactivación con inflación («reactiflation» en inglés) con crecimiento singular del empleo.

Estanflación es un término que fue acuñado en 1965 por el entonces ministro de Finanzas británico, Ian McLeod quien, en un discurso ante el Parlamento en ese año sostuvo que: «Ahora tenemos lo peor de ambos mundos: no sólo inflación por un lado o estancamiento por el otro, sino ambos juntos. Tenemos una especie de ‘estanflación’»

Reactinflación (en castellano) o reactivación más inflación («reactiveflation» en inglés) sería la palabra compuesta con apócope, denominación que aplicamos a la experiencia actual de nuestro país que se está reactivando en todos los planos de la economía en un contexto de inflación con crecimiento del empleo.

En efecto, la experiencia argentina estudiada como fenómeno único junto a otros como Japón o Nueva Zelanda, vuelve a desafiar la ley de probabilidades, y las reglas económicas tradicionales, primero detrayendo la economía degradándola con la inflación, y ahora con un crecimiento económico notable (10,9% fue el 2021) y no menos del 5% para el 2022, sin que seje la inflación (50,2% para 2021, y estimada en 55/60% para 2022).

En rigor, durante la convertibilidad que se extendió por diez años mantuvo el valor de un peso como equivalente a un dólar, y luego estalló con la crisis del 2001.

En estos momentos, el fenómeno de la reactinflación que tiene en pugna dos caras de una moneda contrapuesta representa un cuerpo bien desarrollado con habilidades especiales en la parte izquierda, y otro enfermo en la derecha. Por una parte, se reactiva creando nuevos puestos de trabajo y trata de crecer, por otra parte le pesa la inflación los impuestos el gasto público y el déficit fiscal financiado por la emisión monetaria espuria. Es un país esquizofrénico donde el poder disociado ofrece permanentemente una dicotomía, propia de una controversia intrínseca que se presenta como irreconciliable.

Curiosamente, el oficialismo y sus adláteres presentan un escenario equivalente al de la oposición dividida en diez bloques con sendos candidatos a presidente y perdidos frente a temas claves, el Presupuesto, el plan del FMI, los subsidios, los impuestos, el rol del Estado, y otros más.

En cualquier caso, la reactivación es un hecho comprobable. Primero fue la industria de la construcción la que comenzó a regresar con el efecto multiplicador en todas las industrias relacionadas (materiales, cemento, cal, arena, hormigón, ladrillos, electricidad, aberturas, pintura, equipamiento, infraestructura, amenities y otros), y la siguieron los servicios esencialews (alimentos elaborados y productos frescos, limpieza, primarios, y otros), y todos sus complementos. La obra pública y los grandes emprendimientos también jugaron su papel.

La actividad agropecuaria en general mantuvo niveles razonables, desde la fabricación de equipos y maquinarias, la producción agropecuaria, los fertilizantes, los frigoríficos, y los productos en conservas y las exportaciones. Otro tanto ocurrió con productos regionales que mejoraron su perspectiva exportadora.

A la vez, y en forma transversal crecieron las nuevas tecnologías, los unicornios, y los sistemas aplicados, y la demanda de personal encuentra dificultades generadas por la falta de alfabetización digital y por el déficit de egresados de las carreras técnicas afines.

La pequeña y mediana industria registra un importante incremento de la ocupación de la capacidad ociosa, y el regreso a niveles anteriores a la pandemia en cuanto al volumen o a la cantidad de unidades, y a las ventas a valores constantes.

Industrias de niveles estratégicos como la minería, en especial el litio, la actividad petrolera y gasífera en general, están recuperando gradualmente niveles históricos, reduciéndose el número de trabajadores suspendidos.

El personal doméstico y de empleo de casas particulares ha superado el nivel histórico de 1.500.000 puestos de trabajo, y se ha reactivados en forma singular a propósito del turismo interno, y del regreso a la libre circulación posterior al aislamiento.

Otra actividad en pleno proceso de transformación y crecimiento e la logística y los cambios en las costumbres y operatoria de los consumidores, con las apps de transporte de pasajeros, y del delivery de productos y de servicios puerta a puerta.

También tuvimos el boom del turismo interno con un récord histórico, actividad que se caracteriza por la mano de obra intensiva, con todos sus servicios complementarios. Se está habilitando el acceso de los transatlánticos y de los vuelos del exterior.

No hay dudas de que cada una de las actividades en proceso de recuperación tiene su motivación en el mercado, y que sigue influyendo en la perspectiva de futuro la incertidumbre que crean medidas contradictorias. Si bien se conocen algunas reformas originadas en el acuerdo con el FMI, lo cierto es que nada se sabe si se asumirán los cambios estructurales de fondo, que permitan mejorar la salud del sistema, con medidas eficaces que reduzcan el impacto de la inflación, para que el crecimiento sea sustentable.

En cualquier caso, salimos de la estanflación y pasamos a la «reactinflación» con creación de empleo que tiene el efecto positivo de generar la sensación de la recuperación y del crecimiento, pero que está condicionado a que se avancen con las reformas de fondo que exigen como soporte un mercado estable y previsible

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