La economista y profesora de Ucema alertó en una entrevista con Infobae por la estrategia del presidente Alberto Fernández de no empezar a resolver los desequilibrios macroeconómicos
La primera señal que dio el ministro de Economía Sergio Massa para 2023 es que va a evitar la concentración de vencimientos de deuda, y, si es necesario, dejará un pagadiós al próximo gobierno, inicialmente para los primeros meses de 2024.
En tanto, los mercados, respondiendo a la estacionalidad de diciembre-enero, se anticipan a rearmar posiciones en activos dolarizados, más aún cuando el año comenzó con una amplia batería de autorizaciones de aumentos de precios administrados, y suba de tarifas pautadas y postergadas al cierre del año anterior.
Y del lado de la actividad, se afirma el proceso de enfriamiento, tras la apreciable reactivación en la primera mitad de 2022.
Con ese panorama, Infobae entrevistó a Diana Mondino, profesora y directora de Relaciones Institucionales de la Universidad del CEMA, destacó: “Es feo tomar ventaja de la desgracia ajena, pero la invasión de Rusia a Ucrania podría tener consecuencias positivas para Argentina, porque estamos lejos de conflictos y migraciones, podemos producir energía y proteínas. Sin embargo, hasta ahora no he visto que se hayan tomado medidas que nos permitan aprovechar esta ola. Al contrario”.
Y alertó: “Tenemos de una vez por todas que aprender a mirar el largo plazo. O bueno, si eso no es fácil por urgencias de todo tipo, por lo menos entender la contrapartida de cada decisión”.
— ¿Qué deja de positivo y negativo 2022 en materia socioeconómica, por qué?
— En el mundo fue un shock la invasión de Rusia a Ucrania. Hacer justicia por mano propia no puede ser nunca apropiado. En este caso ni siquiera está claro si es justo. Se quebró la convivencia entre países, la globalización sufre una cachetada y volvemos a las alianzas y amistades -aunque diferentes- al estilo de la postguerra. Trae consecuencias de todo tipo, desde energía hasta el uso del dólar para intercambios.
Es feo tomar ventaja de la desgracia ajena, pero este evento particular podría tener consecuencias positivas para Argentina: estamos lejos de conflictos y migraciones, podemos producir energía y proteínas. Sin embargo, hasta ahora no he visto que se hayan tomado medidas que nos permitan aprovechar esta ola. Al contrario. Las restricciones de todo tipo para trabajar son crecientes.
“Es feo tomar ventaja de la desgracia ajena, pero el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania podría tener consecuencias positivas para Argentina: podemos producir energía y proteínas”
Las limitaciones a las exportaciones e importaciones son el caso más obvio de profundizar un problema. Con el dudoso argumento que el gobierno tiene prioridad sobre los dólares y tiene un derecho extraterrestre a asignarlos, resulta que se dificultan las importaciones que permiten producir. Pareciera que el exportador requiere una atenta lectura al Boletín Oficial cada mañana. Hay medidas que producen masivas transferencias de recursos. Se benefician algunos a costas de otros y el caso del dólar soja es un Frankenstein disfrazado de Papa Noel.
— Sobre esa base, ¿Qué cabe esperar para 2023?
— La sequía, más las restricciones a importaciones crean un problema de balanza comercial: ya se cobró por anticipado gran parte de la exportación de soja, habrá menor cosecha, y las compras externas postergadas tendrán que pagarse algún día.
“La sequía, más las restricciones a importaciones crean un problema de balanza comercial” (Reuters)
En estos días hemos visto en varios medios los logros de la gestión Massa. Bienvenidos sean. Me sorprende que no se hayan mencionado los costos o diferimientos que trae. Creo que el más serio es el tema de Precios Justos, que sumado a costos elevados hace muy difícil que las empresas puedan mantener su capital de trabajo. Cada día se distorsionan más los precios relativos y 2023 comienza con algunos aumentos.
Tenemos de una vez por todas que aprender a mirar el largo plazo. O bueno, si eso no es fácil por urgencias de todo tipo, por lo menos entender la contrapartida de cada decisión. En 2022 el Gobierno decidió postergar problemas actuales, a costa de problemas futuros. Puede ser una excelente decisión desde el punto de vista electoral, pero no contribuye a mejorar el panorama económico.
— Justamente, en un año electoral, y con un gobierno que arrastra muy bajos índices de confianza en la gestión y también del consumidor ¿Ve factible que el ministro Sergio Massa pueda avanzar con su objetivo de bajar el ritmo de inflación?
— Todos queremos que así sea!!! La clave está en hacer desaparecer los déficit fiscal y cuasi fiscal. Es una tarea ciclópea que no se puede hacer en poco tiempo. Creo que hablar de unos años sería correcto. Hay algunas lucecitas de esperanza al intentar el control del gasto público. Por ahora ha sido a costa de los jubilados, aunque ya está definido centralizar los fondos de organismos que tienen fondos excedentes. Dicho sea de paso: eso quiere decir que hasta ahora han cobrado impuestos “de más”, porque les han sobrado recursos.
“Hay algunas lucecitas de esperanza al intentar el control del gasto público. Por ahora ha sido a costa de los jubilados”
Tal vez peco de ingenua, pero el Presupuesto 2023 presentado tenía previstos indicadores para una inflación de 60%. Si se utilizara correctamente, es decir como una autorización de gastos, entonces sólo pudiera limitarse a esa pauta de aumento nominal y ahí sí que habría una fuerte reducción de la velocidad de crecimiento del gasto público. Como la gran mayoría de los impuestos se mueven “nominalmente” acompañando la inflación es probable que haya mayor recaudación.
Si en cambio se cae en la tentación de utilizar los recursos excedentes en forma discrecional o para asegurarse la campaña electoral, entonces el resultado será -con suerte- efímero. Sergio Massa ha dicho que se siente como un plomero en el Titanic. Como ciudadana me parece que sólo hemos cambiado de camarote.
“Sergio Massa ha dicho que se siente como un plomero en el Titanic. Como ciudadana me parece que sólo hemos cambiado de camarote”
— ¿Cuánto limita ese objetivo la acumulación de atraso cambiario y los parches que implican la creciente multiplicidad de tipos de cambio y restricción a las importaciones?
— Mucho, por supuesto. Nadie sabe cuánto vale algo hoy ni mucho menos mañana. Además, terminamos con un dólar para cada sector. Se crean preocupaciones, por ej a qué tipo de cambio River cobra un jugador. Es muy difícil ahorrar, por falta de excedentes y porque no se sabe en qué invertir lo poco o mucho que cada uno pueda guardar. La varita mágica que se le pide a sectores como el litio no funciona si la macro no se ordena. Tampoco es lógico pedir que un sector compense los problemas de otro… como se castiga al agro desde hace tiempo.
Dicho sea de paso, la ignorancia de cómo funciona cada sector es manifiesta: la minería requiere años para su desarrollo; la energía podría tener una balanza muy positiva si entendiéramos que se puede importar y exportar en el mismo año, el agro no estaría tan sometido a riesgo climático si se pudieran hacer obras de canalización y riesgo. Y la lista sigue.
De las restricciones a importaciones podemos hablar toda la tarde. Ningún país del mundo puede o debe fabricar todo, es extremadamente ineficiente. En el caso argentino es aún peor porque está la incertidumbre si en algún momento se puede o no lograr la autorización, ya que no se conocen las razones por las cuales se otorga. Alguna sospecha queda siempre en el aire.
El sistema de precios es la mejor herramienta que tenemos para conocer el valor de las cosas y lo destrozamos todo el tiempo. Todo se hace complejo. Hasta cuando se quieren hacer ayudas como en el caso de algunos bienes o servicios -el gas, alquileres o servicios de medicina prepaga, por ejemplo- es difícil entender qué está pasando. Tenemos zanahorias y garrotes por doquier, al mismo tiempo, en un sistema cambiante. Lo resumo de otra forma: inventamos disparates.
— Desde la llegada de Sergio Massa a Economía ¿percibe mayor consistencia entre las políticas fiscal y monetaria?
— Hay un intento de que el BCRA deje de financiar el Tesoro. Claro, se pone un desvío en el camino para que sea el sistema financiero -o sea la gente con sus ahorros- quien lo haga. Al mismo tiempo la tasa de crecimiento de la deuda del BCRA es notable y como por definición el BCRA no tiene generación de fondos propios, sólo podrá pagar su deuda con más emisión.
Hay estudios de gente vinculada al gobierno que se ufana porque la tasa de interés es menor que la inflación, es decir, que se van licuando esos pasivos, pero eso puede llevar años. Por otra parte, si se están licuando quiere decir ¡que estás haciendo un default al que prestó! O sea, todos nosotros.
— ¿Qué le preocupa de la situación socioeconómica y cuáles son sus expectativas?
— Ya hemos hablado varias veces del tema. En Argentina hay problemas de desnutrición y educación que se tardará años en morigerar. Los chicos que ya tienen esos problemas tendrán menos oportunidades en el futuro. Hay bebés que nacen con sífilis congénita. Hay desempleo de 2 generaciones. Hay jubilaciones que no permiten una calidad de vida mínima. Todo eso indica que la carga fiscal en Argentina no puede ser reducida rápidamente porque habrá que seguir pagando para solucionar estos temas. Sí, claro, el gasto tiene que ser diferente, muchísimo más eficiente y al mismo tiempo permitir que el sector productivo pueda crecer. De una vez por todas hay que definir prioridades.
Mis expectativas no son buenas y puede ser que esté muy focalizada en algunos temas y por supuesto que de otros no tengo una vivencia clara. Pero un mínimo de sentido común lleva a pensar que, aunque digamos que hay cerca de 40% de pobreza, si los chicos pobres son 60%, ese es el verdadero nivel que importa.
“Hay desempleo de 2 generaciones. Hay jubilaciones que no permiten una calidad de vida mínima”
— ¿ Ve a las principales fuerzas de oposición con propuestas claras y equipos sólidos para encarar un cambio profundo y tolerable por la sociedad a partir del 10 de diciembre de 2023?
— Todavía no lo están mostrando. En algunos lados me consta que están trabajando. Veremos: en la cancha se ven los pingos. Hay que tener claro que los candidatos -todos- deben decir qué harían. Si no, ¿para qué quieren ser candidatos? O mucho más claro: ¿por qué los vamos a votar?
— ¿Una reflexión final?
— Nos quedaron muchos temas en el tintero, que son verdaderamente de fondo, como la coparticipación, el ninguneo a la Constitución, o los gastos de las provincias, gel incluido (risas). Lo importante es que todo año trae 365 oportunidades. Hay que convencerse que la única opción es trabajar. Espero que cada uno de nosotros no las desperdicie. ¡Tampoco el gobierno!