Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.
INFOBAE A principios de abril de 2022 escribí en este mismo espacio una columna titulada: “¿Qué se enseña en nuestras escuelas?” La misma la motivaba el accionar de Vladimir Putín, a partir del 24 de febrero, cuando desencadenó sobre Ucrania, una nación soberana que respeta las leyes internacionales y nunca tuvo como intención atacar a Rusia, una injustificada agresión. Frente a este hecho, cuyas trágicas consecuencias perduran hoy en día, me preguntaba: ¿qué se enseñaba sobre esta tragedia en nuestras escuelas?
Hoy, frente a las atrocidades cometidas por la organización terrorista Hamas, el pasado 7 de octubre, frente a los asesinatos, torturas, violaciones y secuestros de niños, jóvenes y ancianos; frente a tantos hechos que prefiero no describir aquí, incompatibles con la misma definición de ser humano, yo me pregunto, ¿qué se enseña en nuestras escuelas?
Es claro que a partir del 7 de octubre uno de los prejuicios más antiguos de la humanidad ha vuelto a la luz, el antisemitismo, ese odio ancestral a quien sencillamente profesa una religión. Nuestro país no es excepción de ello, sino todo lo contrario.
Mucho se habla de discriminación, de pluralidad, de respeto por el diferente. De enseñarle a los niños y jóvenes que todos somos iguales y tenemos los mismos derechos, más allá del color de nuestra piel, nuestro género o cualquier otra característica que nos diferencie como seres humanos. Yo me pregunto, en virtud de ello, ¿qué se enseña sobre antisemitismo en nuestras escuelas?
¿Qué se enseña de la tragedia que dio comienzo el pasado 7 de octubre en nuestras escuelas? Probablemente, a riesgo de ser reiterativo, poco o nada, por eso es indispensable modificar los planes de estudios de nuestros niños y jóvenes para que, por supuesto, en función de su nivel de desarrollo, puedan comprender en qué consiste el antisemitismo y porque es deber de toda sociedad liberarse de semejante prejuicio.
Si deseamos una sociedad libre y plural, donde el valor al respeto, a la verdad, a la libertad, sean incuestionables, debemos comenzar por la educación. Es un camino largo, ojalá quienes tengan la responsabilidad de conducirlo, a partir del próximo 10 de diciembre, estén a la altura de la responsabilidad que la sociedad les ha delegado.