Doctora en Ciencias Políticas. Directora de la Licenciatura en Ciencias Políticas de UCEMA.
Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso
DEF ONLINE ¿Qué puede esperar América Latina en esta nueva presidencia de Donald Trump? Parece que la victoria de Trump conlleva todo tipo de consecuencias catastróficas para la región. La administración demócrata se ha cubierto de un halo de buenismo, en la cual seguramente hubiera hecho llover maná del cielo si ganaba Kamala Harris. Sin embargo, durante la administración Biden, América Latina estuvo marcada por la intrascendencia en la agenda demócrata, o dicho de otro modo, la falta de trascendencia estratégica para cualquiera de los dos partidos.
Las prioridades de Donald Trump: migraciones y comercio
En la campaña de 2024, Donald Trump no ha presentado prioridades específicas sobre América Latina, lo que genera incertidumbre sobre su enfoque hacia la región. Pocas menciones hubo para América latina durante la campaña de Trump: migraciones y comercio han dominado la escena. Las consecuencias de sí Trump lleva adelante sus promesas de campaña –deportaciones masivas, aranceles a las importaciones– podrían generar mayores problemas, sobre todo para Centroamérica.
Sin embargo, hay una cuestión que puede revertir ese desinterés creciente y constante: la presencia de China en el patio trasero. En el pasado, Trump ha expresado su descontento con la expansión económica y política de China en América Latina, que considera una amenaza para los intereses de Estados Unidos en la región.
También ha mencionado la necesidad de fortalecer las relaciones entre Estados Unidos y América Latina para contrarrestar la influencia de China. Mientras ocurría la presidencia de Biden, China aprovechó ese vacío para ocuparlo y ampliar su agenda económica, financiera, política y cultural con la región. Hoy, la presencia de China es innegable e ineludible. Qué hará Trump ahora es un gran interrogante.
México y Brasil, en la nueva agenda de Washington
Por lo pronto, podemos poner la lupa en las relaciones bilaterales con tres países: México, Brasil y Argentina. Comencemos por México: la presidencia de Claudia Sheinbaum tiene dos posibilidades: construir una relación win-win con Trump, en la que ambos países ganan; o una relación lose-lose, donde ambos pierden. Pareciera que la segunda opción es la que predominará, si la presidenta profundiza las políticas de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y continúa con su agenda y su narrativa “antigringos”.
China también ha ampliado su mercado con México, pero la dependencia mutua de México y EE.UU. sigue siendo un hecho. Es un ida y vuelta, pero los dos pierden si Trump sube aranceles y si México como respuesta sube aranceles. Las posibilidades y la potencialidad del nearshoring, se diluyen, se pierden.
En el caso de Brasil, hace unos dos meses, el senador por Florida y próximo secretario de Estado de la administración Trump, Marco Rubio, comentó: “Desde hace algún tiempo, he oído hablar de la continua campaña de censura del gobierno en Brasil. La reciente decisión de prohibir la red social X es la última maniobra del juez Alexandre de Moraes para socavar las libertades básicas. Desde multar a individuos y entidades privadas que buscan información sobre X, hasta imponer censura legal, el pueblo de Brasil enfrenta serias represiones simplemente por participar en una plataforma de redes sociales. Por el bien de las libertades fundamentales y de nuestra relación bilateral, Brasil debería rectificar este movimiento autoritario”.
Lula ya no es el Lula de la foto con Chávez. Está claro que los años dorados quedaron en el pasado y su distancia ideológica tanto como sus políticas lo alejan de unos EE.UU. que ya no lo ven como un aliado sino como un riesgo. En febrero de 2023, Rubio escribía: “El presidente Biden debe adoptar una línea firme, responsabilizando a Lula por su amistad con el Partido Comunista Chino, así como con otras dictaduras sanguinarias como las de Cuba, Nicaragua y Venezuela”.
Durante sus años como senador, Rubio definió al gobierno de Venezuela como “la narco-dictadura de Maduro”; al de Cuba, como un “régimen criminal” que es “enemigo de Estados Unidos” y al de Nicaragua lo definió como “un centro de migración masiva ilegal”. Sus declaraciones están en sintonía con la postura menos permisiva y amigable que adoptará Trump hacia las dictaduras de la región.
¿Una oportunidad para la Argentina de Milei?
Por lo dicho, ¿es una oportunidad para la Argentina? Por afinidades ideológicas, por similitudes políticas y narrativas, todo indica que la relación personal entre Milei y Trump se afianzará. Trump necesita un aliado en la región, siendo que Lula es imposible, Gabriel Boric tampoco y tras el triunfo de Yamandú Orsi en Uruguay, parece que solo Milei puede ocupar ese espacio. De todos modos, como el optimismo no nos caracteriza, podemos tener más fotos pero no más dólares. Estos últimos quizás provengan más de Elon Musk que de la administración Trump.
Al final, la pregunta no es qué podemos esperar de Trump, sino por qué deberíamos esperar algo.
(*) La autora es directora de la Licenciatura en Ciencias Políticas de UCEMA.