LA NACIÓN.- En las reuniones que mantuvo en las últimas semanas, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, les formuló a los empresarios dos promesas: que en junio se aliviarán en forma notable los controles a las importaciones y que pretende cambiar de lugar en el Gobierno.
Sus interlocutores de ocasión oscilan entre el escepticismo -por otros compromisos anteriores incumplidos- y la ilusión de que el único funcionario con peso específico cumpla, por lo menos, con la suavización de los controles al ingreso de productos extranjeros.
De lo contrario, afirman los ejecutivos consultados por LA NACION, el panorama gris previsto para este año puede pasar a un color aun más oscuro. En esa sintonía, cuatro economistas afirmaron que el efecto combinado de la asfixia a las importaciones y de la reforma a la Carta Orgánica del Banco Central será un aumento de la inflación y, por lo tanto, una devaluación más acelerada del tipo de cambio. Al respecto, calculan que la inflación será nuevamente superior al 25% anual y que el dólar oficial estará más cerca de los $ 4,80 a fines de este año, y el informal, un peso más arriba, con un balance cambiario deficitario en unos 5500 millones de dólares.
Aldo Abram, de Exante, sostuvo que este “combo” de medidas “puede presionar sobre el tipo de cambio, ya que, a más inflación, más presión habrá sobre el dólar y más difícil será para el Gobierno salir de los controles”. De todos modos, Abram afirmó que no hay que prever un escenario de “corrida bancaria, sino de mayor precaución de los ahorristas del sistema financiero”.
Una de las claves que refleja este desánimo es la evolución de la inversión extranjera directa, ya que aunque el Gobierno logre mantener el superávit comercial por las trabas a las importaciones cerca de los US$ 7000 millones, se prevé una fuerte baja en la entrada de capitales. Esto se debe, explican los analistas, a las trabas que el Gobierno aplica, sin normas escritas, sobre la salida de dinero por la vía de los dividendos de las empresas.
“Si la plata no puede salir, tampoco va a entrar”, indicó un ejecutivo del sistema financiero que aún mantiene buen diálogo con el Gobierno.
Ante cada ejecutivo o apoderado que lo visita para pedirle autorización para girar dividendos, la respuesta de Moreno es un rotundo “no”, pero sin acompañarlo por una norma escrita, lo que complica la operatoria de las sucursales de las multinacionales en el país. “El ya nos dejó en claro que le importa más que no salgan dólares a que la economía crezca poco”, aclaró otro empresario que se reúne habitualmente con el funcionario.
Por lo menos dos bancos (uno con sucursales minoristas y otro enfocado en la banca de inversión) están pensando en vender su franquicia o en cerrar su oficina, según confesaron dos ejecutivos del sistema financiero.
Un informe del Bank of America indicó que “aunque el superávit comercial sea algo mayor que en 2011 y haya restricciones sustanciales sobre la salida de capitales y dividendos, menos dinero debería llegar a la Argentina por la vía de inversiones directas y préstamos; esto dañará las perspectivas de crecimiento económico”.
Por lo tanto, del timing que utilice Moreno para mantener, suavizar o redoblar los controles, dependerá de si el crecimiento del PBI se acerca más a un panorama de estancamiento o si logra -por la vía de los buenos precios de la soja- mantenerse alrededor del 4 por ciento.
Según el ex gerente del Banco Central Hernán Lacunza, en junio, cuando termine de ingresar el dinero de la cosecha, el secretario de Comercio Interior tomará una u otra dirección. Si se mantuviera apretado el panorama de faltante de dólares y el Banco Central tuviera que sacrificar un monto importante de reservas para mantener estable el mercado cambiario y, a la vez, auxiliar al Tesoro, se abren tres caminos alternativos, según Lacunza:
“Se admite otro sacrificio de reservas por un monto significativo. Aunque los volúmenes involucrados no necesariamente desatarían un desenlace disruptivo, parecen inaceptables para el poder político, y posiblemente coordinarían expectativas negativas para el mercado cambiario.
“Se consiguen dólares frescos en el exterior, emitiendo deuda o atrayendo inversores externos, a contramano de lo que se viene haciendo”.
“Se agudizan los controles, apretando el torniquete en los cepos vigentes para estrangular la demanda de divisas, algo que no es improbable si el Gobierno quiere alcanzar un superávit comercial de entre US$ 10.000 millones y 12.000 millones, como dejó trascender”.
El resultado probable, agregó Lacunza, es que el mercado cambiario termine el año con un déficit de US$ 5500 millones, apenas US$ 500 millones debajo del registrado en 2011, pese al fuerte cepo al ingreso y egreso de divisas implantado por el Gobierno.
El ex presidente del Banco Central Rodolfo Rossi consideró que el último camino señalado posiblemente sea el elegido por el Gobierno, en un contexto de déficit en la cuenta corriente. Con esa estrategia, opinó que el dólar oficial se acercaría a $ 4,75, mientras que “habrá un valor de mercado más real de $ 5,80” en el mercado paralelo, afirmó.
DIXIT
“A más inflación, más presión habrá sobre el dólar y más difícil será para el Gobierno salir de los controles”
ALDO ABRAM
*Publicado en La Nación.