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Calidad Institucional

El sinceramiento del INDEC no es el primer paso para bajar la inflación

INFOBAE - A lo largo de estos siete años de manipulación de las estadísticas del Indec, que no solo afectaron el índice de precios al consumidor, sino estadísticas tanto o más sensibles como las del crecimiento del PBI y los niveles de pobreza e indigencia, muchos economistas y líderes opositores repitieron a coro que lo primero que se necesitaba para bajar la inflación era dejar de engañar a la gente con las cifras oficiales.

El argumento, en resumidas cuentas, era éste: el gobierno no puede resolver el problema de la inflación porque es un problema que, al tener estadísticas poco confiables, no puede reconocer. Se le atribuía al gobierno una “ceguera a la realidad”, como si fuera un conductor víctima de un velocímetro que indicara que la velocidad a la que va es mucho menor a la real.Inflación del INDEC

Días atrás, el ministro de Economía Axel Kicillof dedicó una larga conferencia a presentar el nuevo Índice de Precios Nacional urbano, que arrojó un duro aumento de 3,7% mensual. Suponiendo que esta cifra es correcta de acuerdo con la metodología utilizada, podríamos decir que, finalmente, se dio el primer paso para bajar la inflación. Lamentablemente, tenemos que decir que ése no es el diagnóstico correcto. Es que el problema del gobierno no era que no podía reconocer la realidad porque sus estadísticas eran erróneas, sino que decidieron deliberadamente dibujar las cifras para intentar ocultar dicha realidad.

En otros términos, si el gobierno hubiese querido resolver el problema de la inflación ¿por qué no simplemente reconocer como válidas las estadísticas privadas e intentar tomar medidas de fondo para que esos números mejoren?

Por otro lado, también la conferencia del ministro dejó claro que el gobierno, a pesar de tener un índice confiable de inflación, no hará nada productivo para bajarla. Al momento de publicar el índice sincerado, Kicillof se encargó de resaltar la importancia del programa “precios cuidados”, la necesidad de que la gente colabore con el control y la responsabilidad que tienen los grupos concentrados en el aumento del nivel de precios en el país.

Es evidente, en este contexto, que por más que el IPC les dé por encima de 30% anual, en línea con las expectativas para este año, el camino que se tome será el venezolano, con más controles, acuerdos, o como se los quiera llamar, que jamás tuvieron éxito en bajar la inflación.

Entonces bien, si no cambiaron el IPC del Indec para bajar la inflación ¿por qué lo hicieron? La respuesta es que esa es la única manera que tiene el gobierno de acercarse al otrora despreciado Fondo Monetario Internacional y a los también denostados “mercados” para ver si vuelven a ingresar dólares a un país que los demanda cada vez más pero tiene cada vez menos.

En conclusión, la medida no se tomó como primer paso para bajar la inflación y, por tanto, este seguirá siendo un tema pendiente. La medida, en cambio, sí se tomó para intentar abrir alguna línea de crédito en dólares del exterior. Sin embargo, si eso es lo único que tienen en mente, el IPC incumplirá también este objetivo.

*PUBLICADO EN INFOBAE, 16 DE FEBRERO 2014.
Las ideas expresadas en esta nota son de exclusiva responsabilidad del autor.
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Descubriendo al verdadero conspirador

Si uno lo piensa detenidamente, los únicos realmente interesados en que haya una conspiración que los haga salir del poder es el mismo gobierno

Que el gobierno haya reconocido que la inflación es más alta de la que venía informando el INDEC, no quiere decir que reconozca su responsabilidad en la espiral inflacionaria en que han sumergido a la economía argentina. El índice de precios cambió, pero el relato sigue siendo el mismo. La culpa siempre es de otros, enemigos ocultos que conspiran para voltear al gobierno para luego perjudicar a la población.conspiración

Que el relato ya cayó en el ridículo máximo quedó en evidencia el miércoles pasado cuando la presidente dijo que hacía uso de la cadena nacional porque los grandes medios nacionales no informaban de los actos de gobierno. Realmente un descaro, porque el gobierno tiene como medios de propaganda política a su favor el canal 7, el panfletario 6,7,8, Fútbol Para Todos con su tsunami de propaganda política a favor del gobierno (Hebe se encargó de aclarar que FPT es para hacer política), radios AM y FM subordinadas al relato oficial, diarios que nos cuestan fortunas y no los lee nadie, la agencia TELAM que dice necesitar militantes y no periodistas, canales abiertos que en su mayoría son pro gobierno y, finalmente, canales de noticias de cable que hablan loas de la gestión gubernamental. Si con todo ese arsenal de difusión de propaganda política la presidente dice que necesita usar la cadena porque los grandes medios nacionales no informan de sus actos de gobierno, implícitamente está reconociendo que todos los medios que hacen propaganda política a favor del gobierno no los ve, lee ni escucha nadie. Y, de acuerdo a las mediciones, cuando ella usa la cadena tampoco la escuchan porque la gente cambia automáticamente de canal buscando una película o apaga el televisor. Así que el discurso de Cristina Fernández de Kirchner comenzó con una confesión: nadie quiere escuchar lo que dice. Cansó a la gente con sus relatos de una Argentina que no existe. De la soberbia con que pretende dar cátedra sobre todos los temas y, encima, en lo que hace a la economía, muestra una ignorancia que explica la fenomenal crisis que nos está dejando. Y es de prever que a medida que la crisis se profundice, el relato oficial apele cada vez más a conspiraciones y enfrentamientos en la sociedad, denunciando conspiraciones.

Ejemplo, al anunciar el nuevo IPC, Kicillof afirmó que: &"no es el Gobierno el que pone la etiqueta de precios. Hay alguien que toma esa decisión, es un comerciante es un productor un vendedor que cuando lo hace especulativamente no refleja ninguna situación objetiva que haya ocurrido con sus costos o rentabilidad sino que hace una maniobra especulativa que termina en que alguien le paga más.&"

Una vez más, el joven Kicillof habla como político de barricada en vez de hacerlo como economista. En efecto, está estudiado que los procesos inflacionarios tienen dos etapas. En la primera etapa, cuando el gobierno emite moneda para financiar el gasto, la gente puede percibir los incrementos de precios como transitorios, en este caso decide postergar la compra hasta que bajen los precios con lo cual aumenta su demanda por moneda. En una segunda etapa, cuando ve que los precios no solo no bajan sino que siguen subiendo, cambia sus expectativas y anticipa la compra antes que los pesos que tiene en el bolsillo pierdan más poder de compra. Es en ese punto en que comienza la huida del dinero. La gente se deshace de los pesos lo más rápido posible antes que pueda comprar menos. Lo que no dice Kicillof es que no hay tal cosa como una maniobra especulativa, sino que hay una depreciación de la moneda generada por el mismo gobierno. Pero como el relato no permite que el gobierno tenga ninguna culpa, hay que buscar a algún malvado que quiere aprovecharse del incauto consumidor que no sabe defender su dinero, cuando en realidad ese consumidor está huyendo del peso que emite el gobierno.

Por otro lado, o Kicillof se perdió varias materias de economía o las pasó porque el profesor le tuvo piedad. Dice que un productor o un vendedor sube los precios sin que se hayan producidos hechos objetivos que afecten sus costos o rentabilidad. El joven Kicillof parece no entender que en procesos inflacionarios generador por los gobiernos, como del que él forma parte, hace que el dueño de la mercadería tenga que estimar el costo de reposición. Si vende un frasco de mayonesa a $ 20 y cuando tiene que reponerlo lo tiene que pagar $ 25, perdió parte de su capital de trabajo. O su ignorancia en materia económica es sublime o tiene el cinismo de negar la inflación para seguir financiando la fiesta de consumo, ahora forzando a los comerciantes y productores a perder su capital de trabajo. Este gobierno ya financió parte de la fiesta de consumo consumiéndose el stock de capital en trenes, sistema energético, ahorros de la gente en las AFJP, reservas del BCRA y ahora pretende forzar al sector privado a vender por debajo del costo de reposición sus mercaderías, consumiendo su capital de trabajo para que ellos sigan la fiesta populista.

Aclaro que las líneas anteriores no pretenden ser una defensa de las cadenas de supermercados, productores, etc. Que ellos se defiendan solos. Finalmente fueron ellos los que no tuvieron el coraje de plantarse y defenderse. Por el contrario, a todos aquellos que intentamos detener esta locura nos dieron la espalda al momento de contratarnos como asesores o publicitar los programas en los medios. Creyeron que pactando con el gobierno zafaban y terminaron siendo escrachados al más puro estilo fascista, con los encapuchados de Quebracho haciéndoles escraches en las puertas de sus comercios o con panfletos en la calle denunciándolos como ladrones que quieren robarle a la gente. Tal vez ahora aprendan que defender las ideas de un Estado limitado y subordinado a la ley es rentable. Pero este tema es para otra nota.

Lo concreto es que Kicillof, por no reconocer los desastres que están haciendo, busca culpables o desconoce cómo se desarrolla el proceso de expectativas inflacionarias y solo atina a denunciar conspiraciones que solo existen en su mente y su relato.

En rigor, viendo el miedo que tiene la oposición a que la presidente les tire la papa caliente y salga corriendo, no veo que nadie quiera conspirar contra el gobierno. La oposición quiere que CFK pague el costo del destrozo económico que hizo y, por lo tanto, no tiene interés en forzar su salida. Posiblemente una parte del mismo peronismo no k pueda desear que CFK se vaya antes para no ser arrastrados políticamente por la crisis económica que se viene.

Empresarios y consumidores, más que conspirar, están concentrados en ver cómo hacen para sobrevivir cada día.

Si uno lo piensa detenidamente, los únicos realmente interesados en que haya una conspiración que los haga salir del poder es el mismo gobierno, porque ve que la mecha no llega hasta el 2015 y quedarse es pagar el costo de lío que armaron. Más que una denuncia de conspiración del oficialismo, yo lo leo como un deseo desesperado para que alguien conspire y les quite la papa caliente de la crisis social y económica que construyeron y se les viene encima.

*PUBLICADO EN ECONOMÍA PARA TODOS, 16 DE FEBRERO 2014. Las ideas expresadas en esta nota son de exclusiva responsabilidad del autor.

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La voracidad como común denominador

INFOBAE  - La creatividad de los recaudadores no descansa en el arte de buscar novedosas variantes, innovadores impuestos y curiosos ardides para embolsar una mayor porción del fruto del esfuerzo de todos. No es un fenómeno solo local. A estas alturas ya es una epidemia mundial. Es que los poderosos, los políticos de turno, la corporación de partidos gobernantes, esos que rotan, pero que forman parte de lo mismo, ya han convencido a demasiados ciudadanos sobre la necesidad de que el Estado se ocupe de muchas funciones y cada tanto de otras nuevas. Esas múltiples tareas son las que justifican la existencia de un Estado grande y por lo tanto al que hay que alimentar de modo permanente con mucho dinero.Más impuestos al pueblo argentino Nadie repara en que el Estado ya demostró su inoperancia crónica, ineficiencia serial y corrupción estructural. Pese a las innumerables evidencias, una importante cantidad de personas cree que el Estado dispone de soluciones, sin comprender que el problema ES el Estado. Bajo esa dinámica, los políticos, sin importar el territorio, la jurisdicción o el color partidario, solo se concentran en RECAUDAR, poniendo todo el empeño necesario, las energías y la imaginación al servicio de la voracidad. Solo les preocupa reunir recursos para poder disponer de más. Nadie se detiene en explorar minuciosamente por donde se diluyen recursos, aunque resulte obvia la dilapidación de dineros públicos, lo que cualquier contribuyente verifica en el notorio comportamiento de los funcionarios. Podrían poner especial énfasis en eliminar la corrupción o al menos mitigarla, en disminuir costos operativos e instaurar una administración austera como regla. Eso no importa demasiado, lo relevante es recaudar. Hoy existe una vigorosa ingeniería dedicada a la creación de nuevos impuestos, tasas, tarifas, tributos, lo que sea que posibilite reunir una creciente cantidad de dinero que provenga de esos ciudadanos que deberán trabajar horas adicionales para generar menos para sí mismos, mientras el Estado se llevará una tajada cada vez más grande, sin modificar su ineficiencia habitual, vergonzosa burocracia e indisimulable falta de pudor al momento de responder con responsabilidad por sus propios disparates. Es un círculo vicioso difícil de interrumpir. A los gobernantes no les interesa que el Estado sea eficiente. Intentarlo significaría un esfuerzo desproporcionado en eso de ajustar incómodos resortes. Eso traería consigo un elevado costo político que no están dispuestos a enfrentar. Reducir la planta de personal estatal, ser cautos en el esquema salarial lineal en el que prima la antigüedad y no los méritos como valor o implementar mediciones de resultados de satisfacción ciudadana, son cuestiones que solo implican conflictos gremiales, con la corporación de empleados convirtiéndose entonces un sacrificio que no vale la pena transitar. Es más fácil aumentar la presión impositiva y esquilmar a los trabajadores del sector privado, a los emprendedores y, en general, a los individuos que pagan impuestos todo el tiempo, obligándolos a acomodarse a su nueva realidad para hacer frente al renovado embate de los saqueadores. Es importante comprender que esta postura no es la del gobierno de turno, ni la de un color partidario determinado. No es ya el producto del gesto miserable de los que están. Se trata de la característica universal, de los de ahora, pero también de los que estuvieron y los que estarán; de los que son oficialismo y además de esos opositores que sueñan con gobernar. Ellos son depredadores insaciables. Saben que su caja cotidiana depende de lo que consigan quitarles a los demás y de su dedicado esmero en ello. Para poder validar moralmente su pérfida y cuestionable conducta, han puesto mucha perseverancia en instalar la idea de que el que no tributa impuestos es un ciudadano indecente. Preocupa que hayan conseguido que el despojado, el empobrecido, el que tiene que trabajar durante varios meses del año para financiar la irresponsable fiesta de los insensatos de siempre, se sienta un delincuente cada vez que consigue sortear el ataque. Han instalado la culpa en los ciudadanos, cuando los responsables del desmadre son los que han construido el monstruo estatal, ese defectuoso engendro que resuelve casi nada a un costo elevadísimo mientras sus operadores disfrutan de los beneficios y privilegios de ser parte del poder. Interrumpir este abuso cotidiano depende de muchos factores. El primero de ellos es entender realmente lo que ocurre, comprender los mecanismos, para luego identificar a los "malos de la película", sin caer en la perversa trampa de asumir pecados imaginarios. Son los funcionarios estatales, los que se postulan para serlo, los que aceptan ser convocados sin que nadie los obligue a ello, los que en realidad deberían revisar sus actitudes. Su obscena posición ya es indisimulable. Son ellos los que malgastan, los que derrochan recursos estatales. Es en ese Estado ineficiente donde reside la corrupción, que se hace cada vez más burda. Ocurre porque algunos se aprovechan mientras otros se hacen los distraídos por comodidad o cobardía, siendo funcionales a lo incorrecto y convirtiéndose en participes necesarios de delitos evidentes que merecen ser denunciados y reprobados. A no engañarse, en este juego no hay oficialistas y opositores, no existe tal cosa como los que gobernaron antes y los que lo hacen ahora, solo se trata de la voracidad como denominador común. PUBLICADO EN INFOBAE, 13 DE FEBRERO 2014. Las ideas expresadas en esta nota son de exclusiva responsabilidad del autor.
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DESENREDAR LA MADEJA

Hay quienes están muy ocupados y preocupados con la transición desde un sistema estatista a uno menos paternalista o directamente más cercano a la sociedad abierta. En esta nota miraré el asunto desde otro ángulo, en el sentido de sostener que la transición no es el problema sino saber hacia que meta debemos dirigirnos. Una vez comprendidos los objetivos, la transición se hará lo mejor posible, es decir, lo que permita la opinión pública al efecto de acercarse a la libertad. Pero esa transición, precisamente, se podrá hacer en pasos mayores en la medida en que se haya trabajado bien en explicar las metas.

Los debates sobre políticas de transición son interminables y muy farragosos cuando, como queda dicho, el ojo de la tormenta radica en saber hacia donde debemos encaminarnos. Con razón ha dicho Séneca que “no hay vientos favorables para el navegante que no sabe hacia donde se dirige”. No es que haya que abandonar por completo las ideas de transición, se trata de un tema de prioridades, las cuales están enormemente desbalanceadas a favor de las políticas que pretenden desplazarse de un punto a otro sin tener en claro cual es ese otro. Y lo alarmante es que muchas veces se pretende navegar con las mismas instituciones y políticas que se desea reemplazar solo que con “funcionarios buenos”. Con eso no vamos a ninguna parte ya que como nos han enseñado autores como Ronald Coase, Douglass North y Harlod Demsetz, el asunto es de incentivos que corresponden a instituciones y no de personas que son en verdad del todo irrelevantes al efecto de lo que venimos considerando.Función del estado argentino

Veamos entonces a título de ilustración solo un par de medidas a las que conviene apuntar aunque en la transición no se logre el cometido en todo su significado, por lo menos se abre el camino y se señala el rumbo.

Para comenzar es importante recordar la premisa de la que partieron los Padres Fundadores en Estados Unidos, dado el notable éxito de operar en un clima de irrestricto respeto recíproco durante una parte sustancial de su historia. Dicha premisa es siempre desconfiar de monopolio de la fuerza que denominamos gobierno puesto que como decía Acton “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. De allí es la insistencia en redoblar los esfuerzos para establecer límites al poder político y tener siempre presente lo reiterado en Norteamérica desde el comienzo y es que “el costo de la libertad es su eterna vigilancia”. En una forma más gráfica lo escrito por Benito Pérez Galdós en 1812 en cuanto a que, en defensa propia y como una mediada precautoria, a los políticos hay que mirarlos como “una manada humana que no aspira más que pastar en el presupuesto” y en el  contexto de lo posteriormente enseñado por intelectuales de la talla del premio Nobel en economía James M. Buchanan respecto a que el interés de los políticos es su propio confort, aspecto que constituye el centro del Public Choice. No es que no hayan habido políticos bien intencionados y decentes, esto no resulta relevante a los efectos del sistema que ha mutado de democracia a cleptocracia debido a los incentivos, lo cual hay que corregir a través de mecanismos y procesos como los sugeridos por pensadores de gran calado sobre los cuales he escrito en detalle en otras ocasiones. En todo caso, sin las mencionadas premisas, si la idea es anclarse en el status quo no vale la pena proseguir con lo que expongo a continuación..

Ahora se están estudiando y debatiendo teorías más sofisticadas que apuntan a resolver otros temas y proporcionar otros andamiajes conceptuales en relación al dilema del prisionero, los bienes públicos, la asimetría de la información y la llamada “tragedia de los anticomunes”, pero en esta instancia del proceso de evolución cultural debemos enfrentar los obstáculos que presenta el Leviatán.

Veamos este par de sugerencias anunciadas (ya que una nota periodística no permite desarrollar un programa de gobierno), como un primer paso de las metas antes referidas para ejemplificar y no “hacer la plancha” con la pretensión de administrar las mismas instituciones que provocaron el problema pero con “gente buena”. Es como dice Einstein, no es posible obtener resultados distintos con las mismas recetas (por más bienintencionados que sean los que la llevan a cabo).

Primero, es de vital importancia que se entienda que el fruto del trabajo de la gente está siendo evaporado vía el entrometimiento del aparato estatal en el dinero. Como han explicado tantos premios Nobel en economía como Friedrich Hayek, es necesario independizar la moneda del gobierno. Para citar otro ejemplo, Milton Friedman ha escrito en su última versión de la política monetaria que “la moneda es un asunto demasiado importante para dejarlo en manos de banqueros centrales” (Monetary Mischiefs) y que “Llego a la conclusión de que la única manera de abstenerse de emplear la inflación como método impositivo es no tener banco central. Una vez que se crea un banco central, está lista la máquina para que empiece la inflación” (Moneda y desarrollo económico).

Es que los banqueros centrales, por más competentes y decentes que sean, solo pueden operar en una de tres direcciones: expandir la base monetaria, contraerla o dejarla inalterada. Cualquiera de las tres posibilidades distorsionarán los precios relativos, lo cual se traduce inexorablemente en derroche de capital que, a su vez, implica disminución de ingresos y salarios en términos reales. Y si se dice que la banca central tiene la bola de cristal con la que puede adivinar la cantidad de moneda que la gente hubiera preferido, no hay motivo para intervenir con el consiguiente ahorro de gastos administrativos.

Asimismo, contar con una banca central independiente del poder político tampoco significa nada puesto que los directores se encontrarán frente idéntico dilema. El único modo de eliminar el tema inflacionario es que la gente pueda elegir libremente los activos monetarios con los que llevará a cabo las transacciones, en un contexto en el que se elimina el sistema bancario de reserva fraccional, lo cual replicaría parte de la historia monetaria en la medida en que había libertad para seleccionar mercancías-dinero que eran canjeadas por recibos-billetes en casas de depósito (luego bancos).

Es completamente anacrónico creer que la banca central se establece para “preservar el valor del signo monetario”. Ninguna banca central ha hecho eso. Se trata de extraer recursos coactivamente de la gente. Alan Greenspan considerado el conservador por excelencia, durante sus 18 años de administración al frente de la Reserva Federal en Estados Unidos, provocó un incremento del 74% en el índice de precios (oficial) y la Argentina, desde que se estableció la banca central en 1935, ha debido sustraer 13 (trece) ceros a su signo monetario. En la misma línea de pensamiento, es menester dejar de lado la sandez de la “soberanía monetaria” que es lo mismo que insistir en la soberanía de la zanahoria.

La segunda medida alude a la cuestión medular de la educación. Hay muchísimo que elaborar en este tema, pero una primera etapa consiste en que los colegios y universidades privadas sean en verdad privadas y no como son actualmente privadas de independencia sin pautas ni imposiciones de ninguna naturaleza.

La educación debe consistir en un proceso abierto de prueba y error en el contexto de un permanente descubrimiento a las nuevas y cambiantes contribuciones. No cabe para nada ministerios o secretarías de educación sino la competencia entre quienes piensan en estructuras curriculares, textos, horarios y demás manifestaciones culturales. Incluso las acreditaciones deben hacerse como antaño por medio de instituciones no gubernamentales que procedan a su vez en competencia como una auditoría cruzada. También es de interés destacar que los fondos públicos no deben bajo ningún concepto financiar casas de estudio privadas. Este es el modo de asegurar la excelencia académica y la independencia.

Más aun, hoy en día constituye una manifestación retrógrada pensar de otra manera en pleno desarrollo del home-schooling, las aulas virtuales para carreras de grado y posgrado y los MOOC en los que se excluye al Gran Hermano y la consiguiente politización de algo tan delicado como la educación. En la vereda de enfrente es natural que primero el marxismo y luego el nacionalsocialismo y el fascismo demanden enfáticamente la implantación de la educación estatal, gratuita y obligatoria (como es sabido lo “gratuito” constituye un despropósito superlativo puesto que todos pagan, especialmente aquellos que nunca vieron una planilla fiscal ya que lo hacen por medio de la reducción de sus salarios debido a la contracción en la inversión que producen los contribuyentes de jure).

En resumen, deben analizarse los procedimientos del momento con espíritu crítico y con mentes despejadas de telarañas y preconceptos al efecto de preservar las autonomías individuales y proteger, sobre todo, a los más débiles económicamente. Es hora de despertar de la modorra y revertir los caminos que permiten el avasallamiento de los derechos individuales.

Las ideas expresadas en esta nota son de exclusiva responsabilidad del autor.

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Malabares cambiarios y recesión con inflación

Patilludo cree que le torció el brazo al mercado

Luego de una semana de mucha tensión en la isla de la fantasía, Patilludo se envalentonó e hizo llamar al náufrago para mostrarle su éxito: había logrado bajar la cotización del oro en la isla de 8 hojas de palmera a 7,85 hojas por pepita de oro.

Patilludo: ¿Vio que finalmente le doblamos el brazo al mercado? Hicimos bajar la cotización del oro.emisión de pesos y dólar

Náufrago: Un logro fantástico, van a generar más déficit fiscal.

P: ¿Por qué me dice eso?

N: Porque Uds. obligaron a los bancos de la isla a vender sus posiciones en oro y aprovecharon para comprarlo Uds. Emitieron más hojas de palmeras y después las quitaron del mercado emitiendo bonos del Banco de Destrucción Monetaria que paga una tasa de interés que van del 28 al 30 por ciento anual. Eso quiere decir que antes emitían hojas de palmeras que generaban inflación y ahora emiten hojas de palmeras, luego entregan bonos a cambios de las hojas de palmeras que emitieron y por esos bonos pagan una tasa del 30% anual. El interés que pagan es una pérdida para el Banco de Destrucción Monetaria que aumenta el gasto público.

P: Bueno, Ud. sabe que no comparto sus ideas neoliberales, pero ahora la gente tiene estímulo para invertir a plazo fijo en hojas de palmeras, porque subimos la tasa de interés y por lo tanto no va a comprar pepitas de oro especulando con una nueva devaluación. Terminamos con la timba financiera en esta isla.

N: Al contrario, en todo caso la estimularon y de forma muy riesgosa.

P: ¿Acaso Ud. no haría un depósito a plazo fijo en hojas de palmeras en un banco? Es una muy buena tasa de interés.

N: ¡Ni loco hago un depósito a plazo fijo en palmeras!

P: Pero si la tasa de interés le va a ganar a la tasa de devaluación.

N: Vea. Si hago un depósito a plazo fijo al 25% anual, como están ahora las tasas, pierdo contra la inflación, pero gano el equivalente al 25% anual en oro si no se mueve el tipo de cambio.

P: Exacto, tiene un rendimiento fenomenal si lo mide en oro porque nosotros desarmamos la corrida cambiaria en esta isla.

N: Veamos, si el banco me paga a mí el 25% anual por un depósito a plazo fijo en palmeras y yo apuesto a que Uds. tienen éxito quiere decir que gano el 25% anual en oro.

P: Correcto.

N: Pero el banco tiene que cobrarle una tasa de interés mayor al que pide un préstamo para poder tener una ganancias. El spread de la tasas es la diferencia entre tasa pasiva, la que me paga el banco por mi depósito, y la tasa activa, que es la que le cobra el banco a los que piden prestado. Así que si me presta a mí al 25% anual por lo menos tiene que cobrarle al tomador de préstamos más del 25% anual.

P: Obvio.

N: ¿Digamos que el banco le presta a una empresa al 30% anual?

P: Digamos

N: Bien, si Ud. tiene éxito en contener el tipo de cambio, quiere decir que la empresa que toma un crédito al 30% anual paga un 30% anual en oro, que es lo mismo que decir que el banco nunca va a recuperar ese crédito y por lo tanto yo asumo el riesgo de no poder recuperar mi depósito. Si el banco cobra tasas de interés que son inconsistentes con la tasa de rentabilidad de una inversión, mi depósito es un depósito de altísimo riesgo. ¿Cuántos perdieron su oro en la corrida del 2001 por dejarse tentar por las tasas de interés inconsistentes que ofrecían los bancos? Gracias, esa historia ya la conozco.

P: Bueno, por un tiempo los bancos pueden financiar el consumo.

N: ¿A ver? Justo tengo la notebook aquí. Veamos en algunos sitios de los bancos. Mire, por un préstamo a 12 meses el Costo Financiero Total es del 81%. Es decir, incluyendo la tasa, más los gastos administrativos, más el IVA, más el seguro, mas.. Paga dos veces lo que compra. Lindo estímulo al consumo están dando Uds. La gente no llega a fin de mes con su sueldo, no puede pagar la tarjeta de crédito ¿y encima quiere que tome un crédito a estas tasas que le da una cuota gigante?

P: Bueno, si los bancos no pueden prestarle a las empresas y a los consumidores, entonces, el Banco de Destrucción Monetaria les colocará bonos y les pagará a los bancos una tasa de interés.

N: ¿Y en qué va a colocar el Banco de Destrucción Monetaria el dinero que le pida prestado a los bancos?

P: Ese es un problema del presidente del Banco de Destrucción Monetaria. No sé.

N: Yo le contesto. No va a colocar en nada ese dinero y por lo tanto, el Banco de Destrucción Monetaria, que ya tiene patrimonio neto negativo, va a tener una pérdida que llegado el momento la pagará con emisión de palmeras generando inflación.

P: Vea Ud. está hablando del largo plazo, pero nosotros desarmamos  la especulación financiera de los productores de cocos que los tienen en los siloscocos. Ahora no pueden especular con que el oro va a subir y van a tener que vender.

N: O sea que Ud. está ofreciendo una bicicleta financiera para que vendan los cocos. ¿No era que Parlanchina se la pasaba hablando de que la especulación financiera era neoliberal y que su modelo era de producción? Resulta que ahora ponen la zanahoria de la tasa de interés para que el productor venda los cocos y apuesta a la tasa.

P: Bueno, pero si depositan va a haber ahorro para que la gente invierta y consuma.

N: Pero si le acabo de mostrar que la tasa de interés es inconsistente con la inversión y carísima para el consumo. Nadie va a tomar un préstamo a estas tasas para invertir o para consumir. Solo va a tomar el Banco de Destrucción Monetaria, va a devengar una pérdida y el día que tenga que pagarla emite, genera inflación y estalla de nuevo el mercado de cambios y hay corrida financiera.

Además, para qué invertir si después salen Uds. a poner carteles por la isla escrachando a los empresarios diciéndoles que les roban a la gente con los precios que cobran o acusan de avaros a los que se quedan con los cocos en los siloscocos

P: Son unos avaros porque no venden los cocos y no entra el oro que necesitamos.

N: Perdón, ¿de quién son los cocos?

P: De los productores.

N: Si en vez de vender los cocos, el productor los cambia por peces de la isla vecina, ¿también tiene que entregarle a Ud. los peces?

P: No, ¿para qué quiero los peces?

N: Bueno, entonces si los cocos son del productor y si los cambia por peces, los peces son del productor, ¿por qué si los cambia por oro el oro no es del productor y es de Uds.?

P: Ud. está haciendo mezclando todo.

N: No mezclo nada. La moneda es una mercadería como cualquier otra. Por lo tanto, si el productor cambia los cocos por los peces Ud. no se mete, pero si los cambia por oro Ud. le quita el oro. No entiendo por qué en un caso no quiere los peces y en el otro quiere el oro,  si ambas cosas son del productor.

P: Porque necesitamos el oro para importar bienes de capital e insumos. No para bienes de consumo que son un lujo.

N: ¿Y quién va a importar bienes de capital para invertir con esta tasa de interés? Además, al subir la tasa, baja el consumo, hay menos producción y menos necesidad de importar insumos.

P: Es que la gente tiene esa mala cultura de pensar en oro cuando la moneda de esta isla es son las hojas de palmeras.

N: No es un problema cultural, es un problema de defensa personal contra el robo de la inflación. Todo jefe de familia tiene la obligación de defender el patrimonio de su familia y eso también incluye eludir el impuesto inflacionario que Uds. quieren cobrar. ¿Sabe cuál es el problema de Uds., Patilludo?

P: ¿Cuál?

N: Que ya se consumieron todo el stock de infraestructura de la isla. Se consumieron los ahorros que la gente tenía para su jubilación. Se consumieron las reservas de oro del Banco de Destrucción Monetaria, y como ya no saben cómo financiarse, pretenden consumirse el stock de capital de trabajo de los emprendedores de la isla. Lo que Uds. quieren es que el productor de cocos venda sus cocos, les dé el oro a Uds. y se quede con las hojas de palmeras que cada día valen menos. Y como no los convencieron, ahora le ponen la zanahoria de la tasa de interés que es inconsistente con la inversión. Con lo cual esta isla va a seguir descapitalizándose para mantener su modelo populista. Eso quiere decir menos stock de capital, menos productividad, menos salarios reales y más pobreza.

P: Vea, todos sus razonamientos neoliberales no me interesan. Lo cierto es que le torcimos el brazo a los especuladores e hicimos bajar el oro.

N: Sí, ahora me va a agregar que el oro bajó porque hay confianza e ingresan capitales. Patilludo, están haciendo un juego de tasa de interés que se hizo infinidad de veces en esta isla y siempre terminó mal. Pero si está contento con haber bajado el oro y comprarse un fenomenal conflicto social por la recesión con inflación que viene, no le voy a amargar la mañana.

Que tenga un buen día.

*PUBLICADO EN ECONOMÍA PARA TODOS, 11 DE FEBRERO 2014. Las ideas expresadas en esta nota son de exclusiva responsabilidad del autor.
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