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Calidad Institucional

La indigencia que duele

Los seres humanos, en una sociedad abierta, pueden elegir si quieren vivir en la pobreza, o salir de ella. Se trata de una decisión personal. Armando de la Torre dice que “la pobreza es el estado natural del hombre”. Este brillante académico cubano sostiene que todos nacemos pobres y recuerda que todos provenimos de un ser mucho más pobre. En algún lugar de la cadena, un antepasado fue pobre en su sentido más absoluto, sin siquiera poder acceder al sustento más elemental, el de su alimentación.

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Si un individuo, por su propia elección, decide no esforzarse, no trabajar, no esmerarse, pues invariablemente será pobre. Sus acciones, sus determinaciones, de alguna manera tendrán impacto directo en su futuro. Es respetable “elegir” la miseria. Lo inadmisible, es que cierto tipo de políticas, que se presentan como salvadoras y generosas, impidan salir de la pobreza y no hagan más que generar las peores condiciones posibles para aquellos que se lanzan a la aventura de intentar superarla.

De esa posición no se sale con dádivas, ni con “favores”. Se logra sobreponerse con oportunidades, con un abanico amplio de posibilidades. Una sociedad dispuesta a fomentar la movilidad social, es capaz de estimular a cualquier ser humano a hacer lo necesario, para transitar ese camino gratificante de intentar construir el propio futuro.

El presente nos invita a ver cómo en muchas naciones, demasiados políticos, se han empeñado en lucrar con la pobreza, en hacer un negocio de ella, haciendo uso de la gente, tratando a todos como objetos, manipulando a la sociedad para provecho político y económico propio. Esos dirigentes necesitan de los más débiles para cumplir sus objetivos. Si los pobres no tuvieran esa condición, si accedieran a más derechos, a mejor educación, a más recursos económicos, pues entonces serían libres y no tendrían que depender del auxilio del estado paternalista.

Muchos de los que dicen combatir la pobreza, necesitan asistir con algo a los que menos tienen, para poder así ufanarse de su generosidad, sensibilidad y benevolencia. Claro que siempre lo hacen con dinero de otros, utilizando los recursos del Estado, o sea los de todos los ciudadanos, para transformase en verdaderos redistribuidores profesionales de lo ajeno. Pero también precisan que esa condición de miseria sea definitiva y no transitoria, que la aparente donación que le ofrecen colabore pero no lo suficiente como para rescatar a nadie de su situación. Esos políticos hacen de esa circunstancia lamentable un negocio. Saben que un ciudadano que depende de ayuda no es libre, y entonces no puede tener criterio propio, ni soñar y mucho menos oponerse a lo que le indica su ocasional líder político.

La pobreza, en estos tiempos, se ha transformado en un perverso pero gran negocio para ciertos políticos que recitan discursos simpáticos, pero que practican y promueven las políticas más crueles, esas que condenan a una indigencia interminable, que viene para quedarse en un largo plazo. Ha hecho mucho más por los que menos tienen la globalización, el capitalismo, la creatividad humana de los individuos y el mismo lucro, que cualquiera de estos charlatanes de la política.

Los avances de la medicina, de la ciencia y la tecnología, se han instalado para siempre, y lo hicieron de la mano de la iniciativa privada, de empresas que han invertido para crear, investigar y progresar. Han aportado acceso al conocimiento y a la información para brindar más educación, más salud y una mayor expectativa de vida en el presente, con la consiguiente y evidente mejora en la calidad de vida. No han sido los ciudadanos de los países populistas los que han aportado a ese progreso mundial, sino quienes viven en sociedades abiertas y libres, donde la gente puede crecer, soñar, donde las fronteras y los limites los establece cada individuo y no el Estado.

Una casta de bandidos, disfrazados de políticos, alimenta la idea de que la pobreza es una virtud y la riqueza un defecto. Aplauden a los pobres, intentando convencerlos de las bondades de esa situación, frente a la avaricia, la codicia y el egoísmo de los que más tienen. Esa fantasía intelectual que impulsan les permite saquear a los que tienen, haciéndolos sentir culpables de su prosperidad, de su éxito y esfuerzo. Es tal el avance cultural de esas ideas, que los que más se han sacrificado por su progreso, temen divulgarlo, llegando a ocultar sus bienes y disimulando al máximo lo que han obtenido por su propio mérito.

Lo delictivo e inmoral, lo indecente y corrupto es seguir diseñando estrategias que hacen que los pobres sigan siéndolo en forma indefinida. Es así  que ese sector de la política que gobierna hace tiempo, continua desplegando su arsenal de maniobras clientelistas, su asistencialismo estructural, alquilando voluntades y conquistando almas coercitivamente, para seguir dando órdenes, a quienes no parecen tener otra alternativa.

El debate pendiente no puede tener como eje a la pobreza sino a la riqueza. Lo trascendente, lo extraordinario, lo elogiable, es generar riqueza. Eso es lo que realmente permite salir de este lamentable estado de pauperización. Como dice Armando De la Torre “La pobreza no tiene causas, la riqueza si.” No se defiende a los pobres con protección, sino con políticas que estimulen el crecimiento, el progreso, el trabajo y el desarrollo. No son las, mal llamadas, políticas sociales las que generan futuro sino una secuencia de ideas serias que apuesten a que ese grupo de ciudadanos abandone definitivamente esa situación, salvo que la elijan voluntariamente.

Es inaceptable ver cómo sigue avanzando la hipocresía de los que se llenan la boca hablando de los pobres, del trabajo que hacen por ellos, quitándole recursos con impuestos, socavando su autoestima, haciéndoles creer que no sirven para nada y que solo pueden subsistir bajo los favores políticos de los picaros de turno. No solo esquilman a la sociedad sino que están decididos a robarle su dignidad y sus sueños. Esa es la indigencia que duele.

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CEDIN: ¿promesa, riesgo o trampa?

INFOBAE.COM.- El Gobierno argentino anunció el lanzamiento de dos instrumentos financieros tendientes a agilizar operaciones en el sector inmobiliario y a financiar inversiones en el área energética.

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El primero se llamará CEDIN (Certificado de Depósito Inmobiliario) y el segundo BADE (Bono Argentino para el Desarrollo Económico). Ambos se financiarán mediante un amplio y generoso blanqueo impositivo. De esta manera, quienes adquieran el BADE (que será a dos años con una tasa del 4% anual) y/o suscriban el CEDIN, deberán desempolvar dólares fugados en el exterior, colchón o caja de seguridad.

El anuncio rimbombante protagonizado por cinco funcionarios de primera línea tiene objetivos múltiples. Algunos explícitos como el blanqueo, la obtención de fondos para financiar obras energéticas y la recuperación del sector inmobiliario herido de muerte tras el cepo cambiario. Otro objetivos no explícitos requieren una explicación adicional.

El CEDIN es un certificado de depósito. De la explicación brindada en dicha conferencia de prensa se desprende la siguiente operatoria. Un tenedor de dólares deposita billetes no declarados en un banco comercial. El banco informa al BCRA quien emite un certificado (CEDIN) al nombre del depositante. Este certificado puede ser "nominativo o cartular" y puede ser endosado por el depositante a favor de un vendedor de vivienda, terreno o predio. El vendedor, ya con el CEDIN en mano, se presenta a su banco comercial, el cual informa al BCRA el cual acreditará los dólares billetes en su cuenta.

De esta manera, el CEDIN permitirá liberar y blanquear fondos en dólares no declarados y ponerlos al servicio de las operaciones inmobiliarias. El vendedor de la propiedad podrá cambiar los CEDIN por dólares o bien negociarlos en el mercado secundario o bien adquirir otra vivienda con dichos certificados.

Hasta aquí la promesa cuyo exitoso funcionamiento depende de la propensión de los evasores a blanquear y de la propensión de los vendedores de viviendas a aceptar los CEDIN. Damos por hecho que el BCRA efectivamente entregará en forma inmediata dólares a cambio de CEDIN. Al primer incumplimiento se muere el esquema.

Sin embargo, un instrumento inicialmente atractivo puede esconder una segunda intención no tan bien intencionada o bien puede ser utilizado perversamente por administraciones actuales o futuras.

Ante la requisitoria periodística "Cómo se garantiza que ante la presentación de CEDIN el BCRA entregará dólares" el Secretario Guillermo Moreno fue concluyente. "Los CEDIN tendrán un encaje en dólares del 100%" y agregó "Los dólares que suscribieron el CEDIN quedarán en una cuenta especial de respaldo a dichos certificados"... "Eso asegurará el respaldo".

De esta declaración podemos concluir lo siguiente: a. Dado que el CEDIN es un certificado de depósito garantizado 100% en dólares, endosable y pagadero al tenedor es razonable pensar que rápidamente hará las veces de dinero. En caso de lograr cierta confianza no tardará en aparecer operaciones de mercado en las cuales el medio de cambio sean CEDIN. b. Ante la posibilidad que el CEDIN sea considerado dinero, es razonable pensar que el BCRA tenga la "tentación" (histórica en toda autoridad monetaria) de fraccionar el encaje y emitir un porcentaje "no riesgoso" de CEDIN. Al fin y al cabo, se hará responsable de los dólares que eventualmente retiren quienes se presenten frente a las ventanillas. En un contexto de confianza no necesariamente los tenederos de de CEDIN irán a retirar sus dólares. c. El CEDIN podría convertirse sin más en forma solapada una segunda moneda de curso legal no forzoso en la Argentina. De manera tal que podrá convertirse en una nueva fuente de financiamiento del sector público, con todo lo que ello significa en cuanto a crecimiento del gasto, concentración de poder estatal, y riesgo para las libertades individuales. d. Dado que el CEDIN está (o estaría) 100% respaldado en dólares se abre la puerta para que un "contexto especial" justifique a un estado voraz que scanee cajas de seguridad, las abra e intercambie los dólares hallados por CEDIN respaldatorios. Una suerte de blanqueo forzado. Vale recordar que la ciudadanía carece del beneficio de las medidas cautelares ante tal eventualidad a raíz de la reciente reforma judicial.

En 2007 el Estado invitó gentilmente a los cotizantes de las AFJP a pasarse al sistema de reparto. El rechazo fue unánime. Sólo el 8% de los cotizantes en AFJP privadas aceptó la propuesta. Un año después, el mismo Estado, la misma administración, confiscó compulsivamente los fondos a las AFJP y los cotizantes que habían optado voluntariamente por la capitalización privada se vieron forzados al sistema público.

Ahora vemos una "gentil invitación" a exteriorizar dólares no declarados en forma voluntaria. El CEDIN es un excelente instrumento para que el Estado obligue a hacerlo en forma compulsiva. ¿Por qué no habrá de repetirlo?

*PUBLICADO EN INFOBAE.COM, VIERNES 10 DE MAYO DE 2013.

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La técnica de domesticación humana

Once diputados de la Unidad Democrática fueron golpeados en la Asamblea Nacional de Venezuela. Algunos de ellos, como María Corina Machado, tuvieron que pasar por el quirófano. Le rompieron el tabique nasal y la patearon en el suelo. La fractura de Julio Borges, en pleno rostro, parece que no tiene solución quirúrgica.

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El gobierno ha querido presentar la agresión como el resultado de una provocación de los opositores o como una trifulca de las que ocasionalmente se producen en los parlamentos, pero no hay nada de eso.

Lo que sucedió en Caracas es mucho más grave. Estamos ante una medida punitiva encaminada a someter a la obediencia a los parlamentarios de la oposición. Es parte de un cruel ejercicio de domesticación.

Previamente, el teniente Diosdado Cabello, presidente del Parlamento, el gran domador de caballos, los había silenciado. Como los diputados insistían en hablar y reclamaban su derecho a expresar sus criterios, función para la que habían sido elegidos, Cabello decidió darles unos cuantos fustazos.

Ésa es la lógica del castrismo en su más pura esencia: al enemigo se le intimida, golpea o encarcela hasta que obedezca. Y si resiste tercamente, siempre es posible fusilarlo como una forma de escarmiento colectivo. Al general Arnaldo Ochoa, por ejemplo, lo fusilaron para mandarles un mensaje a sus compañeros del ejército: el que se mueva, es hombre muerto.

En Cuba –que ahora copian los venezolanos del triste bando de Maduro y Cabello– hay distintos anillos represivos.

El primero es la advertencia. Un policía se acerca a la casa del ciudadano díscolo y le explica que por el camino que va será echado del trabajo o de la universidad, a menos de que deponga su actitud contestataria y acepte su revolucionario papel de aplaudir dócilmente a los jefes.

Si la persona insiste en su actitud rebelde, se toman represalias en sus centros de trabajo o estudio. Es el segundo anillo represivo. Ya Fidel explicó, hace muchos años, y ha sido una regla inflexible, que “la universidad es para los revolucionarios”.

Lo mismo sucede con los buenos trabajos o con las prebendas que dispensa el poder a sus paniaguados (autos, viviendas decentes, viajes al extranjero). La buena vida es para unos pocos revolucionarios.

Como conductistas extremos, los Castro moldean la conducta de los cubanos con refuerzos positivos y negativos. Dulces para el que obedece. Palos para el que protesta. Muerte para el que se excede peligrosamente. Así han gobernado más de medio siglo.

El tercer anillo son los llamados “actos de repudio”. “El pueblo enardecido” insulta, escupe, zarandea y golpea a los ciudadanos desobedientes. La turba penetra en sus casas y lo destroza todo. Si intentan defenderse, entonces entran en acción “las brigadas de respuesta rápida”.

Ése es el cuarto anillo represivo: matones armados con estacas que machacan al disidente. Luego la policía acusa a la víctima de escándalo en la vía pública, lo que acarrea pena de cárcel.

Por último, el quinto anillo represivo es el formado por las tropas especiales. Son militares entrenados para hacer mucho daño con sus armas de fuego, sus porras o sus puños –son karatekas, yudocas, boxeadores–, y no les tiembla el pulso si tienen que matar a golpes o a tiros a los “enemigos de la revolución”.

Maduro y su entorno, bajo la dirección de “los cubanos”, van a utilizar fielmente este modelo represivo para controlar a la sociedad venezolana, de manera que no se les escape el poder de las manos. Lo que pasó en la Asamblea Nacional es parte del adiestramiento.

La meta es impedir a cualquier costo el referéndum revocatorio que puede convocarse dentro de tres años. Los chavistas ya están seguros de que son minoría y están convencidos de que tienen poco tiempo para someter a todos los venezolanos a la obediencia, el silencio y el aplauso. Por eso están dando golpes y desbravando a los rebeldes. Tienen poco tiempo para juntar el rebaño.

*PUBLICADO EN EL NUEVO HERALD, DOMINGO 5 DE MAYO DE 2013.

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Dólar: no se arregla con el discurso desde el atril

Ya hicieron todo lo que tenía que hacer para generar toda la desconfianza que podían generar. Solo les queda seguir demoliendo la economía argentina.

dolar_atadoCristina Fernández de Kirchner se cuidó muy bien antes de las elecciones de no anunciar que iba a imponer un cepo cambiario. Lo guardó como un secreto de Estado y a los pocos días de asumir lanzó el progresivo cepo que terminó en una prohibición total para comprar dólares.

El argumento de los kirchneristas, especialistas en dar vuelta las cosas hasta quitarle contenido a las palabras, consistía en que había que cambiar ese “nefasto” comportamiento cultural de los argentinos de comprar dólares. A sangre y fuego trataron de imponer el peso como moneda. La AFIP, el BCRA y el ineficiente Moreno hicieron lo imposible por frenar la fuga despavorida de la gente del peso, pero nadie quiere tener esos papeles pintados que pierden valor día a día.

En esta oportunidad, como también ocurre con el caso de la falsa democratización de la justicia, el verso del cambio cultural de usar el peso en vez del dólar les falló. Es que se metieron con el bolsillo de la gente y eso es lo peor que puede hacer un gobierno.

El viernes el blue llegó casi a los 10 pesos y ocurrió a pesar que el Central viene tratando de secar la plaza del mercado retirando pesos del mercado. Entre el 1 y el 26 de abril colocó títulos por $ 18.400 millones y, a pesar de eso, el mercado se llevó puesto al Central y levantó el blue hasta los $ 10.

En su incapacidad para administrar el país, creen que bastan algunos gritos de Moreno y algunos discursos en cadena de la presidente para convencer a la gente que hay que olvidarse del dólar y usar los pesos. No se dan cuenta o se dan cuenta pero no lo dicen, que el peso no es moneda por la sencilla razón que no sirve como reserva de valor. Si a esto le agregamos el continuo avance sobre la seguridad jurídica, que se terminó de concretar en las leyes de destrucción de la justicia, era obvio que la gente iba a salir corriendo a comprar dólares. Si el peso se derrite día a día por la impericia del Banco Central para defender el valor de la moneda y encima sacan leyes que los habilitarán confiscar los ahorros de la gente, lo inevitable es que quien tiene alguna capacidad de ahorro compre dólares y los meta debajo del colchón.

¿Comete la gente algún delito por eso? No, solo defiende su derecho a proteger el fruto de su trabajo. En todo caso el que viola los derechos individuales es el Estado al prohibirle a la gente comprar dólares con el fruto de su trabajo. Es que en Argentina el gobierno ha transformado los derechos individuales en delitos y el abuso de poder y la violación de los derechos individuales en políticas de Estado. Dieron vuelta de tal manera las cosas que lo que es delito se transformó en un derecho de los gobernantes y lo que es un derecho de los habitantes en un delito. Pero la gente no es tonta y no se deja engañar cuando de cuestiones de bolsillo se trata.

Como he dicho en otra oportunidad, cuando el gobierno impuso el cepo cambiario le dijo a la gente: yo me quedo con los dólares y vos quédate con los pesos que no valen nada. La trampa no funcionó y la gente le tiró en la cara los pesos que emite el Central y se fue al blue a refugiarse del impuesto inflacionario.

Porque bueno es aclararlo, aquí no hay ninguna conspiración de grandes centros de poder, ni corporaciones, medios concentrados o fondos buitres que hagan subir el blue. Es el gobierno con su comportamiento arbitrario y su incapacidad para administrar la economía el que todos los días comete una nueva barbaridad estimulando la fuga del peso. Y, para ser más preciso, no es que el dólar sube, sino que el peso baja. Y cuando el peso ya está en el fondo del pozo, el gobierno manda al ineficiente Moreno con la pala a hacer más profundo el pozo para hundir más al peso.

La gente no es estúpida. En argentina pasamos del peso moneda nacional al peso ley 18.188. Del peso ley 18.188 al peso argentino. Del peso argentino al austral y del austral al peso actual.  Se quitaron 13 ceros y jamás recuperaron la confianza en la moneda argentina. ¿Por qué? Porque no emite moneda el que quiere sino el que puede.

En efecto, el sistema monetario está basado en la confianza que la gente tenga en el ente emisor. La gente compra dólares pero no tiene ni idea qué hay en el balance de la Reserva Federal. Solo sabe que las instituciones norteamericanas funcionan mejor que las argentinas y no llegarán a hacer las locuras que se hacen por estas tierras. Es más, si al desastre monetario que hace el Central le agregamos la inseguridad jurídica que ha impuesto el gobierno, doble razón para salir corriendo del peso y refugiarse en el dólar. Estar líquido en dólares en este lío de precios relativos e inseguridad jurídica es lo indicado para cualquier jefe de familia que tiene que proteger el futuro de los suyos.

Los kirchneristas han llegado al ridículo de comparar la moneda con un símbolo patrio. Los símbolos patrios son la bandera (a la que Cristina Fernández le faltó el respeto en un acto patrio en Rosario haciendo el gesto del vamos por todo), el himno, el escudo. La moneda es solo un medio de intercambio indirecto y reserva de valor. No es un símbolo patrio.

La moneda es como una autopista. Solo facilita el flujo de transacciones. Evita el engorroso trueque permitiendo el intercambio indirecto. Vendo mis servicios por dinero y con ese dinero compro los bienes y servicios que necesito. Y, además, sirve como reserva de valor. Ahorro en moneda siempre y cuando al cabo de un tiempo pueda comprar lo mismo con ese  dinero ahorrado. Si ahorro y luego puedo comprar menos, pierdo parte de mis ahorros. A eso se resiste el argentino. A que el gobierno se empecine en hacerle perder sus ahorros.

Podríamos decir que hoy hay una rebelión fiscal declarada de la gente contra el impuesto inflacionario que se traduce en la fuga del peso y el refugio en el dólar. La gente se niega a pagar el impuesto inflacionario y el gobierno, con el verso del cambio cultural y la especulación, pretende que la gente se deje cobrar el impuesto inflacionario en un país que vivió inflaciones altas, mega inflaciones e hiperinflación.

En síntesis, este problema del dólar no lo van a solucionar con el verso desde el atril diciendo que los funcionarios públicos van a pesificar sus ahorros, apelando al patriotismo o cosas por el estilo. Es más, este problema del dólar no lo puede arreglar este gobierno porque ha perdido toda credibilidad. Ni Cristina Fernández tiene capacidad para administrar el país ni sus mediocres funcionarios pueden controlar el desastre que hicieron.

Ya hicieron todo lo que tenía que hacer para generar toda la desconfianza que podían generar. Solo les queda seguir demoliendo la economía argentina, sin saber muy bien qué van a hacer con los escombros de un país destruido por sus ambiciones de poder, incapacidad de gestión y nula transparencia en el manejo de los dineros públicos.

La presidente podrá seguir con su relato oficial desde el atril, pero con el verso no va a poder arreglar nada. En todo caso seguirá inexorablemente destruyendo lo poco que va quedando en pie de la Argentina.

*PUBLICADO EN ECONOMÍA PARA TODOS, DOMINGO 5 DE MAYO DE 2013.

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Corriendo tras la coyuntura

Los problemas agudos que se viven no se circunscriben a la región latinoamericana sino que se extienden a Europa e incluso a Estados Unidos, el otrora baluarte del mundo libre. En este último sentido acaba de aparecer la segunda edición de mi libro Estados Unidos contra Estados Unidos por Unión Editorial de Madrid (la primera fue por el Fondo de Cultura Económica), donde me explayo sobre este caso de tanta relevancia para el futuro de la conducta civilizada siempre basada en el valor moral del respeto recíproco.

Básicamente podemos decir que los problemas que se suscitan en las diversas regiones se deben a un engrosamiento desmedido y grotesco del Leviatán y los consecuentes atropellos a las libertades individuales y la elemental consideración por la dignidad de las personas.

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Es lamentablemente cierto que no son pocos los casos en los que los propios interesados aparecen como reclamando mayor intromisión en sus vidas y haciendas. Es la tenebrosa antiutopía de Huxley que va mucho más allá del ya de por sí inquietante y peligroso pronóstico orwelliano, lo cual afecta severamente a quienes mantienen su autoestima y no aceptan entregarse a las fauces del aparato de la fuerza.

Dada esta situación que tiende a agravarse (salvo en muy contadas y honrosas excepciones), los espíritus libres deben considerar cuidadosamente la forma de revertir esta tendencia antes que resulte demasiado tarde.

No hay conflicto ni incompatibilidad entre ideas e intereses que en no pocas ocasiones se suelen presentar en conflicto. Los intereses son también ideas, por lo que debe prestarse especial atención a este campo. En la mayor parte de las acciones y propuestas no hay maldad sino buena voluntad y las mejores intenciones, el tema estriba en la idea que se encuentra tras las conductas, es decir, como se conciben los nexos causales correspondientes, en otros términos, cual es la teoría que fundamenta tal o cual política. “Nada hay más práctico que una buena teoría” ha dicho con mucha razón Paul Painlavé.

Todo lo que ha creado el hombre se basa en una teoría, si el resultado en bueno quiere decir que la teoría es correcta si es malo significa que la teoría es equivocada. Esto va desde el método para sembrar y cosechar, la fabricación de una computadora, hasta la plataforma de un partido político.

Ideas y teorías son conceptos que interpretan diversos sucesos, como se ha apuntado tantas veces no se trata de “ideologías” en el sentido de propuestas cerradas e inexpugnables, por el contrario, se trata de procesos abiertos dado que el conocimiento tiene el carácter de la provisionalidad sujeto a refutaciones y en un contexto siempre evolutivo.

Entonces, si la raíz del asunto estriba en las ideas es allí donde debe concentrarse el trabajo: en debates abiertos y en el estudio desapasionado de diversas corrientes de pensamiento ya que la cultura forma parte de un entramado de préstamos y donativos, de recibos y entregas múltiples que se alimentan entre sí conformando una textura que no tiene término.

Sin embargo, se observa que la mayoría de quienes desean de buena fe terminar con la malaria paradójicamente se dedican a la coyuntura y a repetir lo que está en los periódicos y que todo el mundo sabe. El relato de la coyuntura no escarba en el fondo del asunto, se limita a mostrar lo que ocurre lo cual ni siquiera puede interpretarse si no se dispone de un adecuando esqueleto conceptual. Más bien es pertinente subrayar que la buena coyuntura se dará por añadidura si se comprende y comparte la teoría que permite corregir lo que haya que corregir.

Por parte de los que se dicen partidarios de la sociedad abierta hay un gran descuido de las faenas educativas, muy especialmente en lo que hace a la gente joven en ámbitos universitarios que constituye el microclima del que parirá el futuro. En cambio, se dirigen a quienes al momento tienen posiciones de poder sin percatarse de la futilidad de la tarea. Se dice que no hay tiempo que perder y que el trabajo estudiantil es a muy largo plazo, lo cual vienen repitiendo desde tiempo inmemorial. Por otra parte, los espíritus totalitarios vienen operando con notable éxito en colegios y casas de estudio universitarias desde siempre, con lo que han logrado un plafón intelectual de enormes proporciones que naturalmente empujan a la articulación de un discurso político en sintonía con esa tendencia. Tienen presente los dichos de Gramsci y Mao que respectivamente rezan de este modo: “tomen la cultura y la educación y el resto se dará por añadidura” y “la marcha más larga comienza con el primer paso”.

Está bien ilustrar la idea con la coyuntura como anclaje para algún ejemplo, pero sin perder de vista que es aquella la que marca el rumbo y nada se gana con inundar de series estadísticas si no se tiene clara la teoría que subyace. Es que no pocos de los que se circunscriben a los datos de coyuntura desconocen los fundamentos de la propia filosofía que dicen suscribir. Esto se nota ni bien salen temas de fondo como los fundamentos éticos, jurídicos, económicos y filosóficos de la tradición liberal.

La dedicación a la enseñanza es tanto más necesaria cuanto que los socialismos de diversas tonalidades apuntan a sentimientos de superficie y evitan hurgar en razonamientos que permiten vislumbrar las ventajas de la libertad. En este mismo sentido, el premio Nobel en economía Friedrich Hayek nos advierte que “la economía es contraintuitiva” y el decimonónico Bastiat insistía en que el buen analista hurga en “lo que se ve y lo que no se ve”, lo cual demanda esfuerzos adicionales.

Como la energía es limitada y los recursos disponibles también lo son, conviene establecer prioridades para enfrentar los crecientes desmanes de los gobiernos, supuestos defensores de las autonomías individuales. Correr tras las coyunturas es poner la carreta delante de los caballos, se requiere como el pan de cada día el prestar debida atención al debate de ideas ya que son éstas precisamente las que generan tal o cual coyuntura.

Finalmente, conviene precisar que por el momento no hay ningún mecanismo de gobierno que mejore la marca de la democracia, lo cual no significa rendirse ante espacios por los que se filtra el rostro del autoritarismo con la pretensión de que mayorías circunstanciales expriman y aplasten los derechos de las minorías, por eso se hace necesario estar alerta y reforzar procedimientos para maniatar al Leviatán. En esta línea de pensamiento, debe subrayarse que en el plano político se requiere el consenso y la negociación entre posturas diferentes al efecto de permitir la convivencia, pero lo que destacamos en este artículo es la imperiosa necesidad de esforzarse en incentivar debates abiertos de ideas en la esperanza de que la comprensión de los beneficios de la libertad se hagan más patentes, para lo que el enfrascarse en  mediciones y estadísticas no contribuye al objetivo de marras tal como consigné al explorar otros aspectos en una columna (titulada “La manía de la medición y las estadísticas”).

En otras palabras, correr tras la coyuntura es un certamen destinado al completo fracaso puesto que los números serán cada vez peores debido, precisamente, a que no se han comprendido las ideas que posibilitan la corrección de datos que constituyen la expresión de lo que ocurre. Comprendo que algunos en la desesperación -porque la barranca abajo en su país es muy empinada- hay quienes se empeñan en batallar con cifras con la pretensión de que se entienda el desastre pero, como queda dicho, es equivalente a correr tras la sombra de uno mismo con el sol a las espaldas que nunca se alcanza, hasta que en nuestro caso se decida “tomar el toro por las astas” y encarar el problema de fondo y aclarar las ideas que subyacen a los datos de coyuntura.

 
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