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Calidad Institucional

DIÁLOGO SOBRE UN ASPECTO MORAL

Por Alberto Benegas Lynch (h) DIARIO DE AMÉRICA. New York, septiembre 13 de 2012. A: Creo que en las casas de estudio debiera mostrarse tolerancia por la pluralidad respecto a personas que exhiben manifestaciones sexuales diferentes y solo juzgar sus condiciones intelectuales y su capacidad docente. B: Por mi parte, estimo que la esencialísima pluralidad en ámbitos universitarios se refiere a la exposición de distintas corrientes de pensamiento a los efectos de que los estudiantes cuenten con los suficientes elementos de juicio para su toma de decisiones. A: Pero, por ejemplo, ¿usted excluiría del claustro universitario a una persona que ha decidido operarse y cambiar de sexo o se opondría a otorgarle una distinción académica? B: Antes que nada debe precisarse que estas materias debieran estar fuera del alcance legislativo puesto que en una sociedad abierta los propietarios deciden quienes ingresan a sus propiedades. En segundo lugar, desde la perspectiva médica no hay posibilidad de modificar el sexo que está impreso en la estructura genética pero si se decide cambiar las formas en el quirófano la persona está en todo su derecho de hacerlo, de lo cual no se sigue que los encargados de admisión deban aceptarla (unas instituciones lo harán y otras no, según el criterio moral de los dueños). La acción humana siempre significa discriminación (entre nuestros amigos, nuestras lecturas, el cine, las comidas etc), lo que no es admisible es la discriminación desde el poder político puesto que significaría contrariar la igualdad ante la ley. A: Me queda claro que usted sostiene que los dueños deben decidir acerca de las admisiones en sus propiedades según los procedimientos establecidos en las correspondientes disposiciones estatutarias, pero, a los efectos de promover el debate, concretamente, ¿cuál sería su criterio en el caso que comentamos? B: Nadie puede tirar la primera piedra en cuanto a conductas exentas de errores, pero una casa de estudios debe antes que nada dar ejemplo ético a los estudiantes que convoca que es el punto de partida de todo lo demás. Si estuviera en mis manos, en una casa de estudios que represento y en la que comparto responsabilidades no permitiría que enseñen o sean galardonados  aquellos que reiteradamente y en forma abierta exteriorizan actitudes incompatibles con valores y principios elementales.

A: No sigo el razonamiento, ¿que tiene de inmoral cambiarse de sexo? B: Cuando se alude a lo que es moral se hace referencia a lo que está bien y lo que está mal. En este plano, hay dos dimensiones a tener en cuenta: las relaciones interpersonales que afectan derechos son incompatibles con la moralidad, y las relaciones intrapersonales, es decir, lo que nos hace bien o nos hace mal. Esto último está vinculado a la naturaleza de las cosas. Igual que la manzana, el perro y el ombú tienen ciertas propiedades y características, el ser humano también las tiene. Que el hombre quiera convertirse en jirafa no actualiza sus potencialidades en busca de su autoperfección sino que se degrada, a eso se denomina degeneración. Esta es la parte pacífica de la naturaleza que debe contemplarse, la parte agresiva debe ser contrarrestada en la medida de lo posible como los rayos, los terremotos, las pestes y los abusos de nuestros congéneres. A: Insisto que si no se afectan derechos de terceros cada uno tiene el derecho de hacer lo que le venga en gana. B: Comparto plenamente esa premisa esencial, de lo cual no se sigue que debamos compartir la conducta de otros ni que tengamos la obligación de aceptarlos en nuestras casas. La prueba suprema de tolerancia es precisamente cuando no compartimos la conducta de otros, no tiene gracia alguna tolerar lo que estamos de acuerdo. En una sociedad libre deben aceptarse todos los arreglos contractuales que no lesionen derechos de terceros. A: Pienso que el permitir el ingreso al claustro a personas que se han operado para cambiar de sexo constituye algo conveniente para los estudiantes al efecto de que conozcan diferentes modos de encarar la vida y no estén en una especie de burbuja irreal. B: ¿Usted permitiría que un profesor dictara sus clases desnudo? A: Ese grado de diferenciación puede ofender a otros. B: Lo cual revela que hay límites en lo diferente. Todos somos distintos, situación que es por cierto afortunada puesto que de lo contrario no solo se derrumbaría la división del trabajo y la cooperación social, sino que las mismas conversaciones se tornarían tediosas ya que se asimilarían a una conversación con el espejo. De lo que estamos hablando es de diferenciaciones que están reñidas con la ética. A: No comparto ese criterio educativo, incluso a un hijo hay que darle la libertad de elegir su camino como le parezca mejor. B: ¿Le sería indiferente que su hijo fuera travesti? A: Tal vez no me sería indiferente pero no quita que deba respetarlo si prefiere seguir ese camino. B: Sin duda que si es un adulto no se le puede mandar la policía pero el hecho de que no le sea indiferente en el sentido de expresar cierta preocupación  pone al descubierto un intuición moral de que está mal aquella conducta. A: Bueno, pero hay en esto un “trade-off” entre la conducta privada de un profesor y sus contribuciones académicas. B: El “trade-off” es mucho más que eso. No se trata de conductas privadas sino las que se exteriorizan y se hacen públicas en cuyo caso el “trade-off” es, por una parte, entre la moral que se traduce en el ejemplo al que están obligados los educadores como el abc de la enseñanza y, por otra, las explicaciones más o menos didácticas de temas técnicos circunstanciales. A: ¿Extendería sus reflexiones a los homosexuales? B: Si no hay alarde de esa condición no las incluiría. Por otra parte, destaco en un nivel más general que mi única objeción para terceros vinculada a esa situación consiste en que se recurra a la expresión “matrimonio” que proviene de otra tradición y, por ende, tiene otro significado. Lo que si es un despropósito es que el aparato estatal “case o descase”, ya que es un convenio privado celebrado entre hombre y mujer. Por otro lado, fuera del matrimonio, entre adultos deben tolerarse todas las combinaciones imaginables de uniones civiles incluso entre varias personas y también con la participación de animales. A: ¿No cree que sus anteriores conclusiones resultan contraproducentes a la luz de las críticas que se formulan a los cerrados mentalmente que no son capaces de aceptar otras conductas? B: Dejarse arrastrar por ese tipo de consideraciones revela complejo de inferioridad. Además, la mente abierta no es un basural abierto que acepta todo a la par, una mente abierta incorpora, digiere, tamiza y selecciona. A: En su razonamiento aparece una contradicción con el significado de la tolerancia. B: Reitero que tolerar no equivale a incorporar como propio el criterio del tolerado. Agrego que, tal vez, la palabra “tolerar” debiera sustituirse por “respetar” puesto que aquella expresión encierra algún tufillo inquisitorial. En definitiva, los derechos no “se toleran”, se respetan puesto que nuestras corroboraciones son provisorias sujetas a refutaciones. A: Dictar cátedra de moralidad no me parece que sea el objetivo de una institución científica. B: La base de la investigación científica es la honestidad intelectual y el cumplimiento de la palabra empeñada que son conceptos eminentemente morales. La base de sustentación de la investigación libre de ataduras en el contexto de una sociedad abierta es moral antes que jurídica o económica. A: Me siguen sin convencer sus apreciaciones. Nota final: estos diálogos se han suscitado entre varios participantes con el autor de esta transcripción a vuelapluma, a raíz de un caso ocurrido en una universidad por la que el que esto escribe guarda especial aprecio.
*PUBLICADO EN DIARIO DE AMÉRICA, NEW YORK.
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Arriba las manos: los impuestos o la vida

  Por Roberto Cachanosky, Consejero académico de Libertad y Progreso. Los Estados se han transformado en verdaderos monstruos que devoran la riqueza que generan los individuos y el sector privado. ¿Cómo nació la idea de que pagar impuestos es algo sagrado? Por esas cosas de la vida se ha impuesto, casi unánimemente, la creencia de que el pago de los impuestos es sagrado. Tributar al fisco, se dice y se cree, es una obligación, cualquiera sea la carga tributaria que se le imponga al contribuyente y cualquiera sea el uso de los recursos que recauda el Estado. A tal punto se ha llegado, que hace décadas que existe el famoso solve et repete, expresión que significa que si uno no está de acuerdo con lo que le exige el Estado que tiene que pagar de impuestos, primero tiene que pagar y luego iniciar la acción legal correspondiente. Digamos que el ciudadano es culpable hasta que demuestre lo contrario. En un sistema económico de libertad, la gente obtiene sus ingresos produciendo algún bien o servicio que satisface las necesidades de los consumidores. Esto significa que el ingreso de la gente, bajo un sistema de libertad, no se obtiene coercitivamente, sino por cooperación pacífica entre los miembros de una sociedad que libremente intercambian bienes. Diferente es el caso del Estado que genera sus ingresos en forma compulsiva. Utiliza el aparato de coerción para quitarle a la gente parte de sus ingresos o patrimonio a los efectos de sostener el aparato estatal.

[ Video: Impuestos y poder político: perspectiva histórica ] Si bien hay debates académicos que sobre la posibilidad de financiar al Estado con otros mecanismos que no sean impuestos, vamos a dejar de lado ese punto y aceptemos que la gente está dispuesta a ceder parte de sus ingresos y patrimonio para financiar el aparato estatal. Pero aquí viene el otro punto. ¿Qué tamaño de aparato estatal? ¿Qué funciones del aparato estatal? ¿Qué calidad de servicios estatales? La gran diferencia que hay entre el ingreso que libremente genera el sector privado y la forma en que lo hace el Estado, es el uso de la fuerza. Supongamos que una persona vive en un edificio y paga religiosamente las expensas, pero un día se cansa porque el administrador no hace limpiar las áreas comunes, el ascensor no funciona y la escalera no tiene luz. En este caso no existiría el solve et repete. La persona en cuestión puede negarse a pagar las expensas si, a cambio de lo que paga, no le brindan el servicio correspondiente. No ocurre lo mismo con los impuestos. Diferente es el caso del Estado que no presta servicios básicos como seguridad o justicia e igual exige el pago de los impuestos. En ese caso, estamos ante una situación que Bastiat llamaría “robo legalizado”. En este ejemplo, el Estado, usando el monopolio de la fuerza, se apropia de los ingresos de la población sin otorgarle nada a cambio. Es un simple ladrón, aunque más peligroso que el ladrón común porque frente a este último uno puede llegar a defenderse. En cambio, frente al Estado los ciudadanos no tienen defensa. [ Nota relacionada: Impuesto a las Ganancias: historia de rebeliones fiscales ] Por eso decía antes que es ilógico poner la obligación de pagar impuestos como un dogma de fe. Tal cosa no es cierta. Si el Estado saquea al sector privado o le cobra impuestos sin darle los servicios por los cuales recauda, pierde autoridad moral y legitimidad el cobro de impuestos. Tampoco es válido el argumento por el cual si una mayoría circunstancial vota a un determinado partido político para que explote a la gente productiva en beneficio de esa mayoría circunstancial. Si una ley viola derechos no tiene legitimidad. Es típico del populismo prometerle a una parte de los votantes una serie de beneficios económicos que los financiará a costa del sector productivo de la sociedad. Nuevamente, el Estado se transforma en un simple ladrón que tiene el monopolio de la fuerza, para que una mayoría viva a costa de una minoría, mientras el político tiene el beneficio electoral. Es como si el sector productivo de la sociedad se enfrentara a un delincuente que le dice: “arriba las manos, la plata o la vida”. ¿Cuál es el sentido del pago de impuestos? En una sociedad libre, la gente está dispuesta a ceder parte de sus ingresos para que el Estado pueda tener los recursos necesarios para defender el derecho a la vida, a la propiedad y a la libertad. Cualquier otra función que quiera ejercer el Estado más allá de esas funciones rompe el acuerdo entre el contribuyente y el Estado. Subsidios, los llamados planes sociales y lo que en general se llama Estado de Bienestar no son otra cosa que un robo legalizado por el cual unos viven a costa de otros. Por eso se también se ha impuesto casi como una verdad revelada que el los políticos tienen el monopolio de la benevolencia y la bondad, y el sector privado es mezquino y desinteresado de lo que le ocurra al prójimo. Tal cosa no es cierta. La gente es mucho más solidaria de lo que se dice y el Estado es más corrupto de lo que la gente imagina. La idea de que sin la acción del Estado mucha gente no podría tener apoyo solidario es un invento de los políticos para ganar votos y justificar la expolición del ciudadano común que queda indefenso frente a una mayoría circunstancial. [ Nota relacionada: ¡Arriba las manos, esto es un asalto fiscal! ] La combinación del supuesto monopolio de la solidaridad en manos de los políticos es el argumento que lleva a expoliar impositivamente a la población. Justamente esta idea es la que hace que a los políticos inescrupulosos les convenga tener sociedades cada vez más pobres para que la gente dependa del gobierno de turno para poder recibir algún tipo de subsidio. Vivir a costa de los otros vía el saqueo del Estado. Si esa persona, en forma individual, le robara a otro para su beneficio, sería un delito. Si lo hace el Estado escudado en una ley ilegítima, es robo legalizado, pero se lo presenta como la acción de un Estado moderno que atiende las necesidades de los más humildes, cuando los más humildes son justamente humildes porque no se han creado las condiciones institucionales necesarias para atraer inversiones, crear puestos de trabajo con mayor productividad y, de esta manera, eliminar la pobreza y la desocupación. Esta idea de que el Estado tiene derecho a cobrar siempre los impuestos y de sumergir deliberadamente a la gente en la pobreza para crear clientelismo político, transforma el sistema tributario en violatorio de los derechos individuales, no solo por la carga tributaria, sino porque el Estado se arroga el derecho de exigirle al contribuyente que le proporcione información privadísima para fiscalizarlo. Esa información, en una sociedad libre, solo podría ser pedida por un juez y con causa justificada. [ Nota relacionada: El poder destructivo de los impuestos ] Para dar un ejemplo, durante 1995 el representante norteamericano Jack Kemp presidió la Comisión Nacional de Crecimiento Económico y Reforma Impositiva. Luego de siete meses de trabajo, la Comisión informó que el Internal Revenue Service (IRS) había estimado que las empresas debían destinar 3.400 millones de horas hombre para atender todo el papelerío requerido por el organismo recaudador, en tanto que las personas físicas debían destinar a la misma tarea 1.700 horas. Multiplique el lector el salario promedio por la cantidad de horas y descubrirá los miles de millones de dólares despilfarrados en tareas burocráticas que tiene que atender el contribuyente sin generar ningún tipo de riqueza que mejore la calidad de vida de la gente. Es un sistema de destrucción de riqueza. En otra parte del informe de Kemp se afirma que: “Los vastos poderes conferidos al IRS son vistos cada vez como más violaciones a la intimidad y libertad de las personas. Dos veces más grande que la CIA y cinco veces el tamaño del FBI, el IRS controla más información sobre los ciudadanos norteamericanos que cualquier otra agencia. Sin ninguna orden judicial tiene derecho a investigar la propiedad y los documentos financieros de los ciudadanos norteamericanos. Pueden secuestrar la propiedad sin juicio previo”. En otro trabajo de la Heritage Foundation, Daniel Mitchel analiza el sistema tributario norteamericano y sostiene que: “El código federal de impuestos norteamericano es una desgracia. Sus 10.000 páginas de leyes y regulaciones minan la fortaleza de la economía norteamericana al castigar el trabajo, el ahorro, la inversión y el riesgo empresarial. Más de siete veces más grande que la Biblia, las 5.500.000 de palabras han creado una pesadilla de complejidades que desafía la inteligencia del, inclusive, más versado experto en impuestos”. Lo anterior muestra que no es casualidad que en cada debate por la presidencia el tema impositivo sea uno de los tópicos importantes entre republicanos y demócratas. Y eso que el pueblo norteamericano es muy celoso de la propiedad privada y los derechos individuales, algo que se ha ido perdiendo luego del ataque a las Torres Gemelas, cuando el Estado, en nombre de la defensa nacional, ha ido avanzando sobre los derechos individuales. [ Nota relacionada: Giotto y la rebelión fiscal ] Antiguamente, los monarcas aumentaban los impuestos para financiar sus guerras de conquistas. Hoy, muchos países aumentan los impuestos en nombre del financiamiento de los “planes sociales” que no son otra cosa que sistemas de sometimiento del electorado para que dependa del favor del puntero o político de turno y viva a costa de los que producen. Lo concreto es que los Estados se han transformado en verdaderos monstruos que devoran la riqueza que genera el sector privado y para eso tienen que recaudar cada vez más. Y para recaudar más necesitan violar los derechos individuales hasta niveles propios de las monarquías absolutistas más brutales de la historia, con lo cual el Estado ha dejado de cumplir con su función de defender el derecho a la vida, la propiedad y la libertad para convertirse en el verdadero enemigo de los ciudadanos y su libertad. Como se ha dicho en alguna oportunidad: el Estado no es la solución a los problemas de pobreza y crecimiento, sino la causa de los mismos, con el agravante de que, además, ha comenzado a violar los derechos individuales para satisfacer su voracidad fiscal.
*PUBLICADO EN ECONOMÍA PARA TODOS
 VIDEO LYP IMPUESTOS: Lo que el gobierno no te cuenta
 
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SOBERBIA SUPERLATIVA

DIARIO DE AMÉRICA.- A partir de la publicación de la obra de John Rawls A Theory of Justice se ha desatado con mayor ímpetu el deseo irrefrenable por manipular al ser humano con el pretexto de que hay personas que tienen ventajas “no merecidas”.  En primer lugar, debe subrayarse que no merecemos haber nacido donde lo hicimos, ni con nuestras respectivas características físicas e intelectuales, tampoco merecemos nuestros ingresos ya que son en gran medida consecuencia de las tasas de capitalización que producen otros y así sucesivamente, de lo cual no se sigue que terceros se arroguen la facultad de quitarnos esas situaciones (ni quitarnos la vida que en ningún caso merecemos). Pero hay mucho más en este asunto. Las habilidades fruto de esfuerzo personal (que Rawls excluye ya que centra su atención en las “naturales, no merecidas” y no en las “adquiridas”) son el resultado de los talentos naturales ya que nos proporcionan condiciones básicas del carácter y las correspondientes potencialidades para adquirir lo que adquirimos de modo que la separación se torna muy viscosa e imposible de precisar.

 

En segundo término, nadie puede hacer un inventario de talentos puesto que ex ante no se conocen (ni siquiera el propio sujeto actuante ya que se van revelando a medida que se presentan las oportunidades, las cuales pueden no surgir si hay una amenaza de expropiar talentos). Tercero, en la medida en que no funcione el mercado (cosa que es bloqueada por Rawls debido a su redistribución “para compensar” diferentes talentos y por no considerar el derecho de propiedad como parte de su “lista de libertades básicas”). No es posible conocer tampoco los talentos ex post ya que si el mecanismo de precios está adulterado no hay manera de evaluar y ponderar, tomemos por caso, los talentos de un pianista frente a los de un panadero. Cuarto, la división del trabajo opera en base a distintos talentos y, por consiguiente, en la medida de su igualación tenderán a derrumbarse dichas ventajas. Quinto, como apunta Thomas Sowell, las desigualdades son multidimensionales y también hacen que ni siquiera el mismo sujeto sea igual a si mismo de un día para otro con lo que la idea de la manipulación al efecto de nivelar resulte de una complejidad astronómica (además de contraproducente). Por último, aun suponiendo que estos ejercicios pudieran llevarse a la práctica, las eventuales “compensaciones” abren posibilidades a que se pongan de manifiesto talentos para utilizarlas con lo que habría que compensar la compensación en una secuencia sin fin.

Ya he apuntado antes que  Anthony de Jasay escribe en Market Socialism: The Square Circle que es autodestructiva la tendencia a nivelar antes de que comience “la carrera por la vida” al efecto de pulir ventajas no adquiridas por el corredor puesto que, para ser consistente, habrá que nivelar nuevamente a la llegada, de lo contrario la próxima carrera en la que participarán los herederos mostrará nuevamente desigualdades “no ganadas” que deberán limarse lo cual hace que la carrera misma carezca de sentido.

Es que como señala C.S. Lewis en The Abolition of Man estas manipulaciones del ser humano no solo revelan una arrogancia y una presunción del conocimiento realmente abrumadoras sino que, como agrega el antes citado Thomas Sowell en In Quest for Cosmic Justice, los planificadores de vidas ajenas se arrogan la facultad de concebir una justicia supraterrenal que nada tiene que ver con la clásica definición de Ulpiano de “dar a cada uno lo suyo” sino que se pretenden ubicar en al rol de Dios enla Creación y en el día del Juicio Final, en cuyo contexto se esgrime una idea de la justicia tan atrabiliaria como el sostener que “es injusto” que llueva o que el sol aparezca por el este.

A partir de Rawls han surgido otros destacados seguidores que escudriñan lo propuesto desde diversos ángulos. Para limitarme dos de ellos, me refiero a Ronald Dawrkin y a Lester Thurow, respectivamente en A Matter of Principle y The Future of Capitalism. En el primer caso, el autor dice que “Las personas no deben tener diferentes cantidades de riqueza simplemente porque tienen diferentes capacidades innatas para producir aquello que otros reclaman o aquellos cuyas diferencias aparecen como consecuencia de la suerte. Esto quiere decir que la asignación del mercado debe ser corregida para acercar a algunas personas en dirección a que compartan una porción de los recursos que hubieran tenido si no hubiera sido por aquellas diferencias de ventaja iniciales, de suerte y de capacidad innata”.

Esta reflexión apunta a la tesis rawlsiana con el agregado más explícito de la “corrección” al mercado por parte de los aparatos estatales, lo cual necesariamente se traduce en la distorsión de los precios relativos con lo que se malguían los operadores económicos con el consiguiente consumo de capital que, a su turno, disminuye salarios e ingresos en términos reales.

El segundo autor, que trabaja en una línea argumental similar, es todavía más directo y presenta el tema con mayor crudeza (y tengamos en cuenta que ostenta los grados máximos en economía en Oxford y Harvard y enseña esa asignatura en MIT): “el capitalismo sostiene que es el derecho de los económicamente competentes expulsar a los incompetentes del ámbito comercial y dejarlos librados a la extinción económica. La eficiencia capitalista consiste en la `supervivencia del más apto´ y las desigualdades en el poder adquisitivo. Para decirlo de forma más dura, el capitalismo es perfectamente compatible con la esclavitud”.

Ese es la estación final en este recorrido: resulta que el sistema del respeto recíproco que limita el abuso de poder es en verdad una esclavitud. Por otra parte, entre los deslices conceptuales que surgen en estas manías planificadoras se encuentra el del “darwinismo social”. Un lugar común en estos ambientes pero que extrapola ilegítimamente de la biología a las ciencias sociales. Como es sabido fue Bernard de Mandeville con sus explicaciones sobre las ventajas de de evolución cultural en libertad quien inspiró a Darwin. Ahora aparecen cientistas sociales que toman la idea del pionero en el desarrollo de ideas evolutivas circunscriptas a las ciencias naturales para aplicarlas a otro campo con la enorme diferencia de que ni Mandeville ni Darwin pensaron en aplicar las mismas consideraciones para uno y otro campo de investigación sino que de sus estudios surgen claras diferencias. Es decir, en el campo de la economía, al revés de lo que ocurre en la biología, como una consecuencia no buscada, los más fuertes trasmiten fortaleza a los más débiles vía las tasas de capitalización que se traducen en mayores ingresos y salarios. Además, en ciencias sociales la selección es de normas de convivencia en un proceso evolutivo de aprendizaje y no de selección de especies.

En todo caso, como ha titulado Friedrich Hayek su última obra, se trata de una “arrogancia fatal” la de pretender re-moldear la naturaleza humana a través de manipulaciones que se internan en intrincados vericuetos llenos de contradicciones y acechanzas. He escrito antes que  mi ensayista-cuentista favorito Giovanni Papini sostiene que la mayor parte de los problemas del hombre provienen de la soberbia, la pretensión de “ser como dioses” con las consecuencias que están a la vista, provocadas por los tristemente célebres megalómanos del momento.

Y la soberbia no es solo en el plano mencionado sino que se extiende a otros rincones, uno se refiere a las predicciones de los econometristas, profesión que se dice Dios la creó para no dejar tan mal parados a los metereólogos. Otro plano puede representarse con el gran escritor Alejandro Dumas (padre) al que Auguste Maquet fabricó parte de sus obras sin aparecer, lo cual se ilustra cuando aquel le pregunta a su hijo si había leído su última novela a lo que Alejandro Dumas (hijo) le responde “si la he leído ¿y tu lo hiciste?”.

*PUBLICADO EN DIARIO DE AMÉRICA, NEW YORK.
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RADIO: Aldo Abram en Cadena Eco

MIÉRCOLES 5 DE SEPTIEMBRE 2012.- Nuestro Director Aldo Abram fue entrevistado por Alvaro Norro el miércoles 5 de Septiembre, en su programa “El Mirador” de Radio Cadena Eco. Aldo Abram habló sobre el proyecto de ley que habilitaría el voto a partir de los 16 años.
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El impacto de aumentar las asignaciones familiares

EL CRONISTA.COM.- Ya concretado el aumento del salario mínimo, en dos tramos (pasará a ser de $2.875 en febrero 2013), el gobierno deberá incrementar las Asignaciones Familiares y la Asignación Universal por Hijo (AUH) dado que se estima que aproximadamente 1,74 millones, de los 4 millones que cobran dichas asignaciones, dejarían de hacerlo debido a que el nuevo salario mínimo sobrepasa los $2.800, que es el primero de los tres topes para poder cobrar las asignaciones. Esta “inconsistencia” numérica tendría efecto a partir de febrero cuando el nuevo salario mínimo ya se encuentre implementado en su totalidad.

Puede observarse de esta manera que el kirchnerismo entró en un círculo vicioso para mantener su sistema. En el caso de la AUH, el último aumento realizado por el gobierno fue de $230 a $270 por hijo. De mantenerse el mismo margen de aumento ($50) para resarcir a las 1,74 millones de personas que se verían afectadas, el gobierno incurriría en un nuevo costo de $87 millones mensuales.

Sin embargo, aún más grave que el efecto en la caja, es el daño que genera el sistema armado de esta manera desencadenando repercusiones en la educación, mercado laboral y en la inseguridad. Tomando de ejemplo la AUH, en la actualidad, una persona con un salario inferior a $2.800 (al igual que los desocupados, los trabajadores no registrados y monotributistas sociales) tiene derecho a cobrar $270 por hijo existiendo un límite máximo de 5 hijos. El jefe de familia tiene garantizado el 80% del monto de la AUH, el 20% restante se cobrará si se demuestra que el niño efectuó el ciclo escolar y si cumplió con el plan de vacunación. Así, una persona con 5 hijos, podría llegar a cobrar un máximo de $1350, sabiendo que como mínimo obtendrá $1080; el resto ($270 equivalentes al 20%) lo cobrará si se cumplen las condiciones educativas y sanitarias.

Ante situaciones de pobreza cabe preguntarse si $270 es incentivo suficiente para que los chicos finalicen el colegio o si por es más rentable que trabajen y generen ingresos adicionales. De encontrarnos en la segunda opción se estaría dañando a la educación ya que los estudiantes no estarían finalizando el secundario.

Casualmente es la educación, un punto clave para salir de la situación de pobreza. Según un estudio realizado en el 2011 por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino, cerca del 46% de la Población Económicamente Activa (PEA) posee secundario incompleto. Esas personas sólo pueden trabajar en el sector “no calificado”. Sin embargo, en la estructura laboral, el sector no calificado demanda aproximadamente al 19% de la PEA.

Con otras palabras, en una población donde la PEA es de 1000 personas, 460 no finalizaron sus estudios y el mercado tiende a demandar 190 trabajadores no calificados. De continuar por el camino del abandono escolar, el mercado laboral acentuará esta divergencia y tendrá un fuerte problema en los años venideros. Es por esta razón que es de suma importancia incentivar la educación y no el asistencialismo. Además, las personas de menores recursos que precisan de estos planes son los más perjudicados por la inflación del 25%.

Aquí no finalizaría esta cadena de deterioro. Con el tiempo, mayores tasas de desempleo llevarían a una creciente ola de delitos generando una inseguridad mayor. Es de destacar, que la inseguridad ya se encuentra con las alarmas encendidas. Según el Centro de Estudios Nueva Mayoría, en todo el 2011 los policías en acción que fallecieron fueron 14 mientras que en lo que va del 2012 la cifra asciende a 20. Ya en mayo se había superado la marca del 2011. Estos números brindan una idea del crecimiento de inseguridad que se vive en el país.

El camino del desarrollo debe vincularse con el capital humano, y éste aumentará con una sociedad más educada. Un sistema asistencialista en donde hay más incentivos para que el estudiante trabaje y no pueda finalizar sus estudios agrava el problema. La estructura laboral de Argentina demanda cada vez menos personal no calificado y es ese el que más está aumentando.

 
*PUBLICADO EN EL CRONISTA.COM
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