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Abram: "Tendemos a votar gobiernos que gastan en exceso"

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Compartimos entrevista a nuestro director ejecutivo Aldo Abram, en el programa "El Puente", con Alejandro Shammah y Carina Rodriguez, por Radio Ciudad AM 1110.

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Asalto Legal

Estado-pescando

En esta nota me refiero a los políticos que permanentemente recurren a la fuerza para expandir las funciones gubernamentales que dicen es para el bien de la gente, no solo más allá de los atributos esenciales en el contexto de un sistema republicano sino en abierta contraposición a esas facultades puesto que no se limitan a proteger derechos sino que los invaden.

Es del caso recordar al abrir esta nota que la primera moneda de un centavo estadounidense (el penny) que fue diseñada por Benjamin Franklin y acuñada en cobre en 1787 tenía como leyenda mind your business (ocúpese de lo suyo), léase no se entrometa en lo que es de otros, un consejo, sabio por cierto, aplicable a todos y especialmente dirigido a los gobernantes para que se circunscribieran a garantizar derechos de los gobernados en consonancia con el espíritu y la letra de los Padres Fundadores de aquella nación.

Según el célebre Robert A. Nisbet en su ensayo titulado “El nuevo despotismo”, nada hay más peligroso para las libertades de la gente que cuando un gobierno expande sus funciones en nombre del humanitarismo y la bondad. Consigna que habitualmente la gente está en muy guardia frente a los avances del mal declarado pero los encuentran desarmados física y moralmente cuando se sostiene que la política que se encara es para el bien de la sociedad. Sostiene que se prepara el camino al despotismo cuando se ceden libertades frente al discurso político de la comisión y el desinterés con que se invaden espacios privados supuestamente para el bien de los receptores (por supuesto, siempre con coactivamente con el fruto del trabajo ajeno).

Nada hay más destructivo que los consejos de quienes apoyan y fomentan nuevas incursiones del Leviatán en las vidas y haciendas de los demás y, como queda dicho, más peligroso aun si se envuelven en el manto de la misericordia y la benevolencia. Estos sujetos siempre hablan recurriendo a la tercera persona del plural, nunca asumen directa responsabilidad por lo que consideran hay que hacer, no usan la primera persona del singular.

Es de esta vertiente de donde surgen medidas tales como la guerra contra las drogas, la seguridad social obligatoria, la manipulación monetaria, el incremento de los impuestos, la deuda pública, las mal denominadas “empresas” estatales, la redistribución de ingresos, los aranceles aduaneros, el control de precios, el matrimonio civil consagrado por el gobierno y demás sandeces que nada tienen que ver con gobiernos limitados a proteger derechos. Ya autores como James Buchanan y Gordon Tullock han puesto al descubierto el cinismo de los políticos que se dicen sacrificados por los intereses de la gente y que denominan “gestionar” el desconocimiento más grosero de los derechos a la vida, a la libertad y a la propiedad tal como rezaban todos los documentos de una sociedad abierta.

Es de desear que finalmente produzcan cansancio y repugnancia los carteles que pululan por doquier de políticos con sonrisas estúpidas siempre prometiendo que se terminará con la corrupción, la injusticia y la inseguridad que han promovido sus antecesores en una rutina demoledora de calesita perpetua.

El principio básico de una sociedad abierta consiste en que cada uno asume la responsabilidad por lo que hace y por lo que no hace. Los gobiernos no son tutores o curadores de los ciudadanos, existen solo para proteger derechos, es decir, que cada uno pueda hacer lo que le plazca con su vida y propiedad siempre y cuando no lesione derechos de terceros. Tengamos presentes los experimentos mortales de los maoísmos, nazis, stalinistas, guerrillas-terroristas latinoamericanas y sus múltiples imitadores, todo para fabricar “el hombre nuevo” y la felicidad terrenal (que como ha escrito Hölderlin: “Lo que siempre ha convertido al Estado en un infierno en la tierra ha sido precisamente que el hombre lo ha tratado de convertir en el cielo”).

Igual que argumentaban Burke, Spencer, Tocqueville, de Jouvenel, Hayek, Friedman, George Stigler, von Mises, Rothbard, Kirzner, Sartori y tantos otros economistas y filósofos políticos, es perentorio pensar en nuevos y más eficaces límites al poder al efecto de minimizar los abusos del poder político que estamos viendo en todas partes para que el “nuevo despotismo” que sigue las líneas principales de la “vieja monarquía absolutista” no termine por imponer dictaduras electas o no electas que aniquilen las autonomías individuales y, por ende, la condición humana.

Vamos a la raíz de tema considerado. En el instante en que en esferas gubernamentales comienza el debate sobre la conveniencia para las personas de manejar sus vidas de tal o cual manera, el tema se ha salido de madre: es del todo improcedente y es impertinente e insolente que tal discusión tenga lugar desde el vértice del poder. En todo caso son temas a tratar en el seno de la familia, de amigos, consultores o eventualmente con los médicos que la persona elija (si es que decide consultar al facultativo) pero no es tema de debate en las esferas políticas para concluir como administrar las vidas de otros compulsivamente: la administración de sus finanzas, su salud y demás asuntos personales. Y no es cuestión de si es verdad o no que la elección de activos monetarios o tal o cual dieta es o no perjudicial para el presupuesto personal o para la salud, hay un asunto de orden previo y es el respeto irrestricto por la forma en que cada cual maneja sus asuntos personales.

La arrogancia del poder es fenomenal, no solo pretenden jugar a Dios sino ser más que Dios puesto que en las religiones convencionales nos da libre albedrío al efecto de la salvación o la condena, mientras que los megalómanos instalados en la burocracia teóricamente quieren la salvación (o, por lo menos, alegan tal fin)…es, en definitiva, un asalto legal. Nadie puede ser usado como medio para los fines de otro no importa cuan bondadoso se crea quien procede de ese modo y lo mucho que estime está haciendo el bien, si actúa contra la voluntad de una persona pacífica la está violando en sus derechos y ha recurrido a la fuerza agresiva lo cual es inaceptable.

Para tomar solo una parte pequeña de El hombre rebelde de Albert Camus es conveniente subrayar que el autor apunta que “hay crímenes de pasión y crímenes de lógica” y en este último caso se pone como coartada la filosofía para sustentar la tiranía que se impone en nombre de la libertad. Asimismo, señala que muchos pretendidos cambios que aseguran es para bien de la gente en verdad liquidan derechos, como cuando describe el alarido de Marat: “¡Oh, que injusticia! ¿Quien no ve que quiero cortar un pequeño número de cabezas para salvar muchas más? […] El filántropo escribía así”.

Reiteramos que los espacios privativos del individuo no están sujetos a procesos electorales sino reservados al entendimiento y a la conciencia de cada cual. Para convivir civilizadamente se requiere respeto recíproco, lo cual a su vez reclama marcos institucionales que protejan y garanticen derechos para que cada uno administre su vida, pero de ningún modo para que los gobernantes -no importa el número de votos con los que hayan asumido- son para manejar los destinos individuales de quienes no infringen iguales derechos del prójimo. Nuevamente decimos que lo que le hace bien o mal a los mandantes no es materia de discusión en las esferas políticas.

Como hemos puntualizado antes, cabe en una sociedad abierta que se establezcan asociaciones de socialistas que lleven a la práctica sus ideas en la zona que hayan adquirido lícitamente, pero sin comprometer la suerte de quienes mantienen el sentido de autorrespeto, respeto a los derechos inalienables del prójimo y, sobre todo, de dignidad (ser digno de la condición humana), es decir, la imperiosa necesidad de ser libres que consideran como su oxígeno vital e irrenunciable. Es en esta dirección del pensamiento que con toda razón ha sentenciado Tocqueville y que tantas veces hemos citado: “El hombre que le pide a la liberad más que ella misma, ha nacido para ser esclavo”. Es en dirección opuesta a la adoración de leyes mal paridas y contrarias al derecho que en la obra A Man for all Seasons de Robert Bolt, donde se apunta que en definitiva los gobernantes no pueden decidir en dirección opuesta a la realidad (aunque lo intentan permanentemente). Además, como se ha escrito desde tiempo inmemorial, la ley injusta no es ley, es atropello, un asalto con apariencia de legalidad.

Para finiquitar esta nota subrayo la imperiosa necesidad de atender la indelegable faena de cada cual de salir al cruce de las falacias comentadas, y no limitarse como dice uno de los personajes de García Márquez a “hablar mucho de nada” o alabar la insignificancia como expresa uno de los de Milan Kundera en su última obra a la que aludí al pasar en mi columna de la semana pasada. Todo en el contexto de lo que ha consignado Marx (no Karl que, en la práctica, estaba convencido de la infalibilidad del monopolio de la fuerza en manos de lo que serían sus secuaces…hasta la próxima purga, se trata en cambio de Groucho): “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después remedios equivocados”.

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Abram: "Habrá recesión por lo menos hasta el segundo trimestre de 2016"

Aldo Abram

TERRA.- El economista Aldo Abram pronosticó que la recesión "continuará por lo menos hasta el segundo trimestre de 2016", mientras que vaticinó una inflación mayor al 40 por ciento para fin de año y del 50 por ciento para el próximo.

En diálogo con NA, el titular de la fundación "Libertad y Progreso" advirtió también que habrá una caída del PBI, que podría llegar a oscilar en el 6%, "si no se llega a un acuerdo con los fondos buitre" ante un panorama que calificó como "tétrico".

"La recesión en Argentina ya es generalizada, no son algunos sectores solamente y seguro la economía continuará por ese rumbo durante 2015", analizó y aclaró que "lo que se puede discutir es el grado de profundidad".

El especialista opinó que "el sector inmobiliario ya fue destruido" y estimó que el rubro automotor "va a caer como un 20 por ciento más a lo largo de toda la recesión".

"Los argentinos nos sentimos cada vez más pobres en medio de un escenario recesivo que se profundiza y consumimos menos para tener espalda y aguantar el mal que va a durar hasta el segundo trimestre de 2016", fustigó.

En ese sentido argumentó que a raíz de esa situación "cierran restaurantes y locales comerciales".

Para Abram, el cepo cambiario es el "principal factor que motivó la recesión por la que atraviesa el país desde finales de 2013 ya que complica la actividad a los sectores productivos y perjudica la inversión".

De ese modo, destacó que "todos los productores están bajando su actividad, inclusive los de la soja".

"Otro de los factores que influyó en la difícil situación económica es el exceso del gasto público porque obligó a emitir sin control al Banco Central", consideró.

Es que según el economista, el gasto público "incide en el valor del peso, que baja porque se emite más de lo que la gente quiere, mientras que también tiene consecuencias en el valor del dólar porque el ciudadano no quiere tener pesos y demanda el billete verde por falta de confianza".

Publicado en Terra

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EL MONOPOLIO DE LA COMPASIÓN

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LA NACIÓN. Resulta realmente escandaloso que los estatistas de nuestro mundo pretendan ser los únicos que cuentan con el sentimiento de compasión hacia los pobres y los que sufren. Como es sabido, compasión significa la participación en la desgracia, compartir el dolor, ser solidario en la tragedia ajena, conmiseración con la pena del otro, sentir como propia la aflicción del prójimo.

Estos sentimientos nobles están presentes en toda persona de bien, nadie puede ser indiferente al padecimiento ajeno. No es patrimonio de cierta corriente de pensamiento. La cuestión de fondo radica en saber cuales son los medios para aliviar esa situación.

En cualquier caso, la limosna propiamente dicha, la entrega de recursos materiales a la persona necesitada, es un camino. Pero, el camino más potente estriba en ayudar a que se comprendan las recetas para el mayor bienestar posible por aquello de que “enseñar la fabricación de una red de pescar es más ayuda que regalar un pescado”. Lo primero perdura en el tiempo, mientras que lo segundo se agota cuando se ingiere el alimento (Sto. Tomás de Aquino incluye el “enseñar al que no sabe” en la categoría de limosna que denomina “espiritual”).

En ese sentido, por mejores que sean las intenciones (recordemos que “la ruta al infierno está pavimentada con buenas intenciones”), el conspirar contra las sociedades abiertas destruye la creatividad y los incentivos para producir.

¿Cuantos intelectuales del liberalismo y equivalentes han venido trabajando sin cesar desde tiempo inmemorial en pos de valores y principios que mejoran las condiciones de vida de los más débiles? ¿Acaso puede decirse con algún dejo de rigor que los estatistas siempre autoritarios realmente son compasivos de las desgracias ajenas? ¿No son suficientes las experiencias fallidas de tanto megalómano que con la mayor de las arrogancias han alegado el bienestar de la gente pero que la han hundido en la miseria, al tiempo que con machacona frecuencia se han alzado con dineros públicos en el contexto de una farsa macabra?

Como tantas veces hemos reiterado, además de la necesidad de abrir de par en par las puertas de la creatividad que solo se logra con marcos institucionales civilizados, quienes consideran que hay que adelantar los tiempos y ayudar a los desamparados de inmediato, deben recurrir a la primera persona del singular y proceder en consecuencia o reunir interesados en colaborar con ese muy noble propósito. Lo que no es conducente es recurrir a la tercera persona del plural y pretender arrancar el fruto del trabajo ajeno para tal fin. Siempre que se dice que el aparato estatal debe ocuparse del asunto, hay que preguntar a cuales vecinos hay que sacarles por la fuerza sus recursos. Esto es lo que suelen hacer los políticos en funciones, mientras acumulan canonjías.

Por otra parte, debe tenerse presente que la caridad y la solidaridad aluden a lo realizado voluntariamente, con recursos propios y, si fuera posible, de modo anónimo. El sustraer billeteras y carteras ajenas compulsivamente, no es caridad ni filantropía sino que se trata de un atraco. Este procedimiento degrada y prostituye la sagrada idea de caridad y se convierte en la mayor de las hipocresías.

Es de interés repasar lo ocurrido en muy diversos países antes de la irrupción del mal llamado “Estado Benefactor” (como queda dicho, el uso de la violencia es incompatible con la beneficencia). La cantidad de asociaciones de inmigrantes, cofradías, montepíos, fundaciones filantrópicas era notable y para los propósitos más diversos. Luego “el ogro filantrópico” confiscó jubilaciones e impuso el resto de la batería de medidas estatistas, con los resultados por todos conocidos.

No resulta posible ayudar a que las cosas mejoren si se destruye el derecho que, precisamente, permite incrementar las inversiones que, a su vez, es lo único que hace que se eleven salarios e ingresos en términos reales. La referida demolición ocurre cuando se proclaman pesudoderechos. Esto es así porque la contrapartida del derecho siempre implica una obligación. El que alguien gane cierto monto con su trabajo conlleva la obligación universal de respetar ese sueldo, pero si se alega un ingreso que no se obtiene y el gobierno otorga esa suma, necesariamente quiere decir que otros tendrán la obligación de proporcionar la diferencia, lo cual naturalmente significa que se lesionan sus derechos, por ello se trata de pseudoderechos (aspiraciones de deseos a espaldas del derecho).

Como también es sabido, el socialismo en cualquiera de sus ramas en última instancia, en mayor o menor grado, apunta al debilitamiento cuando no la eliminación de la propiedad privada vía el engrosamiento de las más extravagantes funciones del aparato estatal para manejar vidas y haciendas ajenas. Esta situación condena a todos a reducir su nivel de vida, especialmente a los más necesitados porque se contraen las tasas de capitalización.

La aludida institución de la propiedad privada constituye el arma más eficaz y en verdad única para asignar los siempre escasos recursos en las manos que mejor los administran a criterio de la gente, puesto que en el supermercado y afines votan todos los días según sus gustos y preferencias. A los que mejor los atienden los premian con ganancias y a los que no los satisfacen los castigan con quebrantos o menores beneficios. Por supuesto que lo dicho no se aplica cuando los empresarios se convierten en amigos del poder, puesto que sus beneficios los obtienen del privilegio y no del veredicto de sus congéneres, lo cual constituye una tremenda injusticia y una explotación a todas luces inaceptable.

En nuestro mundo resulta muy paradójico que muchos de los que manifiestan sus preocupaciones por la condición social de otros que padecen pobrezas alarmantes, se vuelcan a decididas y enfáticas recomendaciones como la redistribución de ingresos, el establecimiento de empresas estatales, reformas agrarias, control de cambios, impuestos asfixiantes, gastos siderales de los dineros públicos, deudas estatales astronómicas (internas y externas), regulaciones absurdas, entrometimientos en los precios, sindicalismos fascistas, entorpecimiento de la libertad de prensa, restricciones al comercio y a la producción, en otros términos, la imposición prepotente del Leviatán que convierte a las personas en engranajes de una maquinaria infernal que afecta gravemente la dignidad y la autoestima de quienes son honorables ciudadanos.

Tengamos en cuenta que la pobreza no se corresponde con los recursos naturales, ni con el clima o la etnia sino con el respeto recíproco que es el eje central de la sociedad abierta y que desaparece en la medida en que los gobiernos se extralimitan en sus funciones básicas de garantizar la justicia y la seguridad, que es habitualmente lo único que no hacen. Países con abundantes recursos naturales como la mayoría de los africanos padecen hambrunas, pestes y miserias espeluznantes y otros países sin recursos naturales como Suiza o Japón que gozan de niveles de vida muy altos. La geografía o la geología no son el problema, el tema se ubica de las cejas para arriba, es decir, en el uso adecuado de la estructura neuronal para percatarse de las ventajas de vivir en libertad, de allí la relevancia de la excelencia en materia educativa.

Desde que comenzó a elaborarse sobre el liberalismo, las contribuciones han sido principalmente para evitar calamitosos situaciones de miseria y para que la gente pueda vivir en condiciones lo mejor posibles, lo cual se logró en algunos lugares en la medida en que hubo el oxígeno del respeto recíproco en libertad. Por esto es que se hizo posible que se cortara de cuajo la larga sucesión de hechos miserables que mantenían al planeta en que un grupo privilegiado de reyes, emperadores, sátrapas y sus cortes pudieran vivir con lujos a expensas de la mayoría que se arrastraba entre la mugre y la desesperanza, en cuyo caso era clara la suma cero típica del asalto y no de las transacciones libres.

No es posible que todos los esfuerzos para cambiar esta desgracia hayan sido en vano puesto que no pocos de los síntomas actuales parece que van en dirección a retrotraer las cosas a lo señalado. Por la compasión más elemental a los pobres del mundo, habría que estar en guardia frente a esta siniestra posibilidad que está avanzando a paso redoblado. Como bien se ha dicho, “el costo de la libertad es su eterna vigilancia”.

Publicado en la edición impresa de La Nación

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