Skip to main content

¿Qué pasaría si Mauricio Macri hiciera un tratado con EEUU?

China-KirchnerismoFORTUNA.- Imaginemos que es el 29 de diciembre de 2016, Macri ya presidente y envía al Congreso un Tratado que acordó previamente con los EE.UU.. En el tratado, Argentina se obliga a comprar armas y buques de guerra. Nos obligamos a entregar territorio para instalar una base norteamericana de observación espacial, planeada para realizar espionaje satelital, con trabajadores norteamericanos con inmunidad diplomática, que operarán bajo la ley de EE.UU. Además, le entregábamos cientos de miles de hectáreas por 50 años, para la explotación del litio, la minería, el petróleo, y la agricultura en 23 provincias, con trabajadores norteamericanos.

Además, el tratado nos obliga a construir represas y otras obras de infraestructura, todas por adjudicación directa con el gobierno de EE.UU., sin la posibilidad de competir con empresas de ningún otro país. En un agregado, nos obligamos a comprar sus Ferrocarriles, importando hasta los durmientes que vendrán exclusivamente de EE.UU. o Inglaterra (a pesar de que hay seis empresas argentinas que los producen localmente). Y que todo eso se hará  a cambio de incrementar la deuda externa con el gobierno de EE.UU. Y, por si eso fuera poco, hacemos un swap de monedas para engrosar las reservas del Banco Central creando una absoluta dependencia con la Reserva Federal de los EE.UU.

¿Qué hubieran hecho la Cámpora, Quebracho, D Elía, Bonaffini, y todas las organizaciones de izquierda y la derecha nacionalista?

Antes de terminar de leer la pregunta, cualquier lector avispado habrá pensando: “Te prenden fuego el país, y el gobierno dura dos horas y media a partir de la noticia.”

Sin embargo, esto es lo que hizo el gobierno actual, con una potencia imperialista extranjera, anti-democrática y represora de los derechos humanos.

Desde la fundación Libertad y Progreso estamos a favor de hacer un Tratado de Libre Comercio con China, reconociendo que es una potencia importante y es necesario desarrollar las relaciones con Asia-Pacífico, siendo uno de los dos ejes mundiales más relevantes desde todo punto de vista. Sin embargo, para realizar el tratado lo que sugerimos es analizar todos los tratados anteriores que ha realizado China, sobre todos aquellos hechos en América Latina. Al hacerlo, observaremos todo lo que los chinos están dispuestos a conceder y qué es lo que piden a cambio. También veremos que Brasil no hizo ninguna de las importantes concesiones que sí hizo la Argentina.

El tratado con China, es una acuerdo marco cuyo destino es seguir amplíandose en todas las provincias, con objetivo que  se resume en que seguimos exportando materias primas, sin valor agregado, mientras que seguimos importamos manufacturas (en un 85% de los casos). Mantendremos el déficit comercial que ya supera los USD 20.000 millones de dólares desde el comienzo del gobierno de Cristina Kirchner. Nos endeudamos con China para comprar armas, construir obras de infraestructura, de transporte, una central nuclear y fortalecer las reservas del Banco Central, y entregamos 600.000 hectáreas, en lo que puede ser definido como provincias Chinas dentro de provincias argentinas.

Si el comercio fuera completamente libre y con bajos aranceles bilaterales, no nos preocuparía ni el déficit comercial ni qué es lo que importamos o exportamos. Pero es importante resaltar la flagrante contradicción de aquellos que piensan en planificar centralmente la economía, y terminan concertando un tratado que nos condena a seguir exportando materias primas e importando bienes manufacturados.

Tampoco resulta sensato construir centrales nucleares Chinas, reemplazando la tecnología alemana utilizada hasta ahora. Cambiar de tecnología alemana por china, puede ser razonable si uno busca abaratar costos para producir juguetes o cualquier producto de consumo masivo, pero no parece de ningún modo razonable si lo que se busca es la máxima seguridad en un tema tan delicado como es la tecnología nuclear. De hecho, dado que Alemania está cerrando muchas plantas nucleares pareciera el mejor momento para aprovechar toda la capacidad intelectual ociosa que puede quedar disponible.

Por último, no es menor que estemos entregando a China una ventaja estratégico-militar al instalar una base de observación satelital que ya ha puesto nerviosos a los miembros de la OTAN, que han respondido de inmediato aumentando la militarización de las islas Malvinas.

Publicado en Fortuna

  • Visto: 11

Abram: "La recesión se va mantener porque se va a sostener el cepo"

El economista Aldo Abram, Director Ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso, conversó con Sebatián Catalano en el programa Sólo Negocios de Radio LED sobre el efecto del cepo cambiario sobre la recesión. Según Abram, esta medida "lamentablemente se va a mantener, para ocultar las devaluaciones del Gobierno. (...) Este año las exportaciones van a caer al menos 6000 millones de dolares, por culpa del cepo".Escuchá la entrevista completa.
[soundcloud url="https://api.soundcloud.com/tracks/189288617" params="color=ff5500&auto_play=false&hide_related=false&show_comments=true&show_user=true&show_reposts=false" width="100%" height="166" iframe="true" /]
  • Visto: 7

¿Límites de la Libertad?

El arte de vivir en crisis -  Libertad y Progreso

     Conviene despejar un mal entendido. Se ha dicho que la libertad de uno termina donde comienza la del otro. Esto, aunque expuesto con la mejor de las intenciones, puede prestarse a confusión puesto que la libertad significa la de todos, lo cual naturalmente se traduce en el respeto recíproco. La invasión a las libertades de otros no es libertad sino anti-libertad, precisamente constituye un atropello a la libertad. No es que la libertad se extralimita, es que entra en la zona de la no-libertad.  Lo mismo va para el derecho, plano en el que se ha introducido la absurda teoría del “abuso del derecho”, una contradicción en los términos puesto que una misma acción no puede ser conforme y contraria al derecho.

Pero aquí viene un asunto de la mayor importancia que se traduce en un debate que viene de largo tiempo y promete seguir. Reitero aquí parte de lo que he escrito en la introducción a la doceava edición de mi Fundamentos de análisis económico (Panamá, Instituto de Estudios de la Sociedad Abierta, 2011) puesto que de lo que se trata en este contexto es de discutir marcos institucionales civilizados para que pueda funcionar la economía. Allí ilustro el tema con lo consignado por dos pensadores de fuste: Karl Popper y Sidney Hook.

El primero escribe que:

“La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada incluso a aquellos que son intolerantes, si no estamos preparados para defender una sociedad tolerante contra la embestida del intolerante, entonces el tolerante será destrozado junto con la tolerancia […], puesto que puede fácilmente resultar que no están preparados a confrontarnos en el nivel del argumento racional y denunciar todo argumento; pueden prohibir a sus seguidores a que escuchen argumentos racionales por engañosos y enseñarles a responder a los argumentos con los puños o las pistolas” (The Open Society and its Enemies, Princeton, NJ., Princeton University Press, 1945/1950:546).

En la misma línea argumental, el segundo autor mantiene que:

“Las causas de la caída del régimen de Weimar fueron muchas: una de ellas, indudablemente, fue la existencia del liberalismo ritualista, que creía que la democracia genuina exigía la tolerancia con el intolerante” (Poder político y libertad personal, México, Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana, Uthea, 1959/1968: xv).

El problema indudablemente no es de fácil resolución. Giovanni Sartori ha precisado que:

“el argumento es de que cuando la democracia se asimila a la regla de la mayoría pura y simple, esa asimilación convierte un sector del demos en no-demos. A la inversa, la democracia concebida como el gobierno mayoritario limitado por los derechos de la minoría se corresponde con todo el pueblo, es decir, con la suma total de la mayoría y la minoría” (Teoría de la democracia, Madrid, Alianza Editorial, 1987: vol.i, 57).

Sin duda que la democracia así concebida se ha degradado y desfigurado hasta convertirse en cleptocracia, es decir, el gobierno de ladrones debido a impuestos confiscatorios, deudas estatales inviables y deterioro del signo monetario, ladrones de libertades y autonomías individuales y ladrones de vidas y sueños aniquilados por megalómanos en el poder. Por tanto, en contextos contemporáneos la teórica función gubernamental de proteger “la vida, la libertad  y la propiedad” en gran medida ha quedado en agua de borraja. Tal como se expone en el texto de este libro en la referida sección de los marcos institucionales, la omnipotencia del número facilita el atropello del Leviatán.

Sin embargo, el tema de proscribir a los enemigos de la sociedad abierta tiene sus serios bemoles puesto que resulta imposible trazar una raya para delimitar una frontera y, aunque fuera posible,  siempre presenta graves problemas. Como he escrito antes, supongamos que un grupo de personas se reúne a estudiar los Libros v al vii de La República de Platón donde aconseja el establecimiento de un sistema enfáticamente comunista bajo la absurda figura del “filósofo-rey”. Seguramente no se propondrá censurar dicha reunión. Supongamos ahora que esas ideas se exponen en la plaza pública, supongamos, más aún, que se trasladan a la plataforma de un partido político y, por último, supongamos que esos principios se diseminan en los programas de varios partidos y con denominaciones diversas sin recurrir a la filiación abiertamente comunista ni, diríamos hoy, nazi-fascista. No parece que pueda prohibirse ninguna de estas manifestaciones sin correr el grave riesgo de bloquear el indispensable debate de ideas, dañar severamente la necesaria libertad de expresión y, por lo tanto, sin que signifique un peligroso y sumamente contraproducente efecto boomerang para incorporar nuevas dosis de conocimiento.

La confrontación de teorías rivales resulta indispensable para mejorar las marcas y progresar. En una simple reunión -sea presencial o virtual- con colegas de diversas profesiones y puntos de vista para someter a discusión un ensayo o un libro en proceso se saca muy buena partida de las opiniones de todos. Es raro que no se aprenda de otros, de unos más y de otros menos, pero de todos se incorporan nuevos ángulos de análisis y visones de provecho, sea para que uno rectifique algunas de sus posiciones o para otorgarle argumentación de mayor peso a las que se tenían. Se lleva el trabajo a la reunión pensando que está pulido y siempre aparecen valiosas sugerencias. Es que como ha dicho Borges parafaseando el pensamiento de Alfonso Reyes: “como no hay tal cosa como un texto perfecto, si uno no publica, se pasa la vida corrigiendo borradores”. Por otra parte, en estas lides, el consenso se traduce en parálisis. Nicholas Rescher pone mucho énfasis en el valor del pluralismo en su obra que lleva un sugestivo subtítulo: Pluralism. Against the Demand for Consensus (Oxford, Oxford University Press, 1993). Incluso la unanimidad tiene cierto tufillo autoritario; el disenso, no el consenso, es la nota sobresaliente de la sociedad abierta (lo cual desde luego incluye, por ejemplo, que un grupo de personas decida seguir el antedicho consejo platónico y mantener las mujeres y todos sus bienes en común).

Sidney Hook apunta que:

“Una cosa es mostrarse tolerante con las distintas ideas, tolerante con las diversas maneras de jugar el juego, no importa cuan extremas sean, siempre que se respeten las reglas de juego, y otra, muy diferente, ser tolerante con los que hacen trampas o con los que están convencidos de que es permisible hacer trampas” (op. cit.: xiv).

Pero es que, precisamente, de lo que se trata desde la perspectiva de quienes no comparten los postulados básicos del liberalismo es dar por tierra con las reglas de juego, comenzando con la institución de la propiedad privada. En este sentido recordemos que Marx y Engels sostuvieron que “pueden sin duda los comunistas resumir toda su teoría en esta sola expresión: abolición de la propiedad privada” (“Manifiesto del Partido Comunista”, en Los fundamentos del marxismo, México, Editorial Impresora, 1848/1951: 61) y los fascistas mantienen la propiedad de jure pero la subordinan de facto al aparato estatal, en este sentido se pronuncia Mussolini: “Hemos sepultado al viejo Estado democrático liberal […] A ese viejo Estado que enterramos con funerales de tercera, lo hemos substituido por el Estado corporativo y fascista, el Estado de la sociedad nacional, el Estado que une y disciplina” (“Discurso al pueblo de Roma” en El espíritu de la revolución fascista, Buenos Aires, Ediciones Informes, 1926/1973:218, compilación de Eugenio D`Ors “autorizada por el Duce”: 13).

No se trata entonces del respeto a las reglas de juego sino de modificarlas y adaptarlas a las ideas de quienes pretenden el establecimiento de un estado totalitario o autoritario. Esto es lo que estamos presenciando en estos momentos con los Chávez del planeta y sus imitadores. Nos percatamos del riesgo: los que se amparan en la libertad de expresión apuntan a ejecutar sus ideas, es decir, los Stalin y Hitler de nuestra época pretenden asesinar y destruir toda valla jurídica para sus designios totalitarios. Lo dicho no contraría que en sociedades libres respondan ante la Justicia quienes han lesionado derechos de terceros, lo cual nada tiene que ver con la censura puesto que se trata de un proceso ex post facto.

El tema entonces radica en la educación, nada puede hacerse como no sea el ganar la argumentación a favor de la sociedad abierta, de lo contrario los delitos de homicidio y robo instalados en la civilización son eliminados de un plumazo por los sátrapas. Y cuando ponemos énfasis en la educación estamos hablando de valores y principios compatibles con la sociedad abierta que no necesariamente muestran un correlato con el monto presupuestario que se destina a ese rubro.

Es cierto que el corrimiento en el eje del debate procede de los ambientes intelectuales que, como una piedra en un estanque, van formando círculos concéntricos desde el cenáculo a la opinión pública que, en esta etapa cultural, es capitalizada por las estructuras políticas. Pero incluso es hasta cierto punto un desperdicio el destinar esfuerzos constructivos en el campo educativo que son tan necesarios, si mientras se implementan sistemas que ofrecen potentes incentivos para operar en direcciones que demuelen la democracia. Para revertir estos incentivos perversos, es de gran interés consultar las propuestas de Montesquieu, Hayek y Leoni a las que me he referido en otros escritos al efecto de abrir un debate sobre el tema del resguardo de la democracia, pero como tema prioritario la libertad de expresión debe proceder incondicionada.

  • Visto: 10

¿Qué servicios prestan los Servicios de Inteligencia?

SIDE

Nuevamente escribo sobre los contraproducentes y calamitosos servicios que prestan los “servicios” de inteligencia que reiteradamente se han usado para lesionar derechos, espiando y accionando con fines inconfensables, hoy bajo el pretexto del terrorismo, el secuestro y el narcotráfico, todos rubros en los que habitualmente están complicadas buena parte de las estructuras políticas. Por las razones que desarrollamos más abajo, la eventual eliminación de los así llamados “servicios” del aparato estatal dependientes directamente del Poder Ejecutivo no excluyen la posibilidad de que existan faenas que puedan averiguar y anticipar delitos de diversa envergadura pero fuera de jurisdicciones en las que se politizan asuntos tan delicados.

Para este análisis tomo parte de lo consignado en una columna de mi autoría publicada en “La Nación” de Buenos Aires en agosto 4 de 2006. Dice el adagio que si a uno lo engañan una vez, la vergüenza corresponde a quien engaña, pero si nos vuelven a engañar con lo mismo, la vergüenza es para uno. Resulta de interés preguntarse y repreguntarse que grado de compatibilidad o incompatibilidad existe entre los llamados servicios de inteligencia y el sistema republicano de gobierno. Como es sabido, uno de los ejes centrales de ésta forma de concebir el aparato político consiste en la transparencia de sus actos.

Conviene a esta altura llevar a cabo el ejercicio de una mirada crítica sobre estas reparticiones tan peculiares. Prácticamente todos los gobiernos cuentan con servicios de inteligencia, lo cual no invalida el interrogante de marras. Cuando menos, llama la atención que una sociedad libre se desplace simultáneamente por dos andariveles tan opuestos. Por una parte, se insiste en la necesidad de que los funcionarios gubernamentales sean responsables de sus actos y que estos estén en conocimiento de los gobernados y, por otro, se procede de modo clandestino echando mano a fondos reservados por parte de agentes con nombres supuestos y para propósitos de espionaje y otros menesteres non santos que se mantienen en las sombras. Parecería que hay aquí un doble discurso y se entroniza una hipocresía digna de mejor causa.

Agentes dobles, contrainteligencia, secretos de Estado, escuchas y detenciones sin orden de juez, violaciones de domicilio, asesinatos, suicidios inducidos, sabotajes y, frecuentemente, seguimiento de los movimientos de los dirigentes de partidos políticos de oposición, a personas que poseen informaciones que no agradan a los gobernantes, embates encubiertos contra instituciones republicanas y pretendidos recortes a la libertad de expresión, son solo algunos de los hechos que producen los aludidos “servicios”. Esto es en lo que denominamos el mundo libre ya que en los totalitarios se destaca la implacable persecución a quienes no adhieren al poder de turno por medio de la policía política y otros mecanismos perversos.

En los Estados Unidos actualmente existen veinticuatro oficinas de inteligencia entre las que se destaca la CIA creada a fines de la década de los cuarenta. En Inglaterra el M 15 y M 16, en Canadá la CSIS, la BND en Alemania, el Mossad en Israel y la FSB en Rusia (sucesora de la KGB) son solo algunas de las caras visibles de este entramado de espionaje, contraespionaje y guerra subterránea.

El periodista de la BBC de Londres Paul Reynolds pone en tela de juicio la eficiencia de los servicios de inteligencia mas destacados del mundo y ejemplifica con la patraña tejida en torno a “la invasión preventiva” a Irak. Por su parte, Harry Browne señala en detalle los fiascos de los servicios de inteligencia estadounidenses en Vietnam, Corea, Somalía, Haití e incluso tiende un manto de sospechas sobre los que operaron durante la Segunda Guerra Mundial en la que se terminó entregando a Stalin aproximadamente las tres cuartas partes de Europa. Es que siempre los burócratas están tentados a utilizar estos departamentos para fines políticos y cuando no hay claros límites al poder y se permite recurrir a la clandestinidad , los abusos, traiciones, datos falsos, delaciones internas y bochornos como por ejemplo las ex amistades de la CIA como son las de Saddam Hussein y Bin Laden.

Por esto es que León Hadar del Cato Institute de Washington DC sugestivamente titula su ensayo “Los servicios de inteligencia no son inteligentes” en el que muestra con profusión de datos como la alegada seguridad nacional está en riesgo con estos procedimientos oscuros en los que, por definición, no hay control de gestión propiamente dicho. Hadar se refiere a los Estados Unidos -tradicionalmente el mayor defensor de la libertad- pero imaginemos que le cabe, por ejemplo, a la “inteligencia” del Estado argentino inaugurada por Perón en su primera presidencia a través del decreto 337/46 y, después de varios escándalos, continuada ahora bajo el proyecto de la Agencia Federal de Inteligencia la que, entre otras cosas, se ocupará de “delitos económicos y financieros” lo cual torna aun más grave la situación dado el contexto en que vivimos los argentinos de estatismo rampante, casi a la venezolana. Agencia de inteligencia ésta que constituye una tomada de pelo a la inteligencia de los ciudadanos debido a la camuflada extensión de sus funciones y en medio de los acontecimientos vinculados a la masacre de la AMIA.

Por otro lado, David Canon del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Indiana, en su trabajo titulado “Inteligencia y ética”, alude a las declaraciones de un agente de la CIA que explica que lo importante es lograr los objetivos sin detenerse en los medios “los temas legales, morales y éticos no me los planteo igual que no lo hacen los otros [integrantes de la CIA]” y documenta la cantidad de “sobornos a funcionarios, derrocamiento de gobiernos, difusión deliberada de mentiras, experimentos con drogas que alteran la mente, utilización de sustancias venenosas, contaminación de alimentos, entrega de armas para operar contra líderes de otros países y, sobre todo, complotar para asesinar a otros gobernantes”. En esta dirección ofrece ejemplos de operaciones de la CIA en Costa Rica, Corea, Colombia, Laos, Guatemala, Irán (fueron los que organizaron la policía secreta del Shah), China e Indonesia. Asimismo, reproduce las declaraciones del ex Presidente Truman quince años después de que estableciera la oficina de inteligencia central, en el sentido de que “cuando establecí la CIA, nunca pensé que se entrometería en actividades de espionaje y operaciones de asesinato”.

Pero como bien destaca Norman Cousins, el establecimiento de entidades de estas características “necesariamente tiene que terminar en un Frankenstein”. Idéntica preocupación revela Drexel Godfrey en la revista Foreign Affairs en un artículo titulado “Ethics and Intelligence” en el que añade las encrucijadas del célebre Embajador Joseph Wilson quien contradijo los informes de inteligencia ingleses y norteamericanos respecto al colosal engaño de las armas de destrucción masiva.

No se avanza mucho si se establecen estrictos contralores republicanos, división horizontal de poderes y, en general, los indispensables límites al poder político si éste puede deslizarse por la puerta trasera con todo tipo de abusos sin rendir cuenta al público, por mas que se tejan subterfugios mas o menos elaborados a través de comisiones parlamentarias.

Los servicios de inteligencia son compatibles con regímenes totalitarios de factura diversa, pero aparecen del todo inadecuados en el seno de una sociedad libre. No en vano en los Estados Unidos se extiende la utilización de la expresión rusa “zar” para el máximo capitoste del espionaje estatal, en lugar incluso de tercerizar y contratar servicios de averiguaciones privados al efecto de prevenir y castigar delitos con mayor eficiencia. Nuevamente reiteramos que si lo dicho ocurre en países llamados del primer mundo, pensemos que queda para el resto.

Es útil cuestionar y someter al análisis temas que habitualmente se dan por sentados. En este sentido, menciono dos áreas a vuelapluma. En primer término, la misma seguridad en la que, paradójicamente, para protegerla se la conculca vía los “servicios” que venimos comentando. Esto tiene lugar hoy, en gran medida en la lucha antiterrorista. En última instancia, el terrorismo apunta a desmantelar y liquidar las libertades individuales. Pues lo curioso del asunto es que, en la práctica, se otorga una victoria anticipada a los criminales del terror, precisamente conculcando las libertades individuales a través de espionajes, escuchas y procedimientos abiertamente reñidos con el debido proceso.

En segundo término, las epidemias de nacionalismos, xenofobias y racismos que toman los lugares de nacimiento como un valor y un desvalor al extranjero, como si las fronteras tuvieran algún sentido fuera de la descentralización del poder y como si las razas no fueran un estereotipo carente de significado entre hermanos que provenimos todos de África.

Entonces, no solo debemos concentrar la atención en la naturaleza y en los alegados servicios que prestan las estructuras de inteligencia, sino también atender debidamente a las causas que dan lugar al necesario debate en que ahora nos involucramos, al efecto de seguir indagando los graves inconvenientes de este tipo de inauditas e insólitas dependencias directas del Poder Ejecutivo el cual está supuesto de limitarse a ejecutar lo que promulga el Poder Legislativo con el contralor del Poder Judicial. Mientras ganen la partida los genuflexos del monopolio de la fuerza que replican que esos aparatos de inteligencia (con cualquier nombre que sea) deben estar en las manos directas del Ejecutivo “pero bien manejados”, si me permiten la expresión, solo se me ocurre decir: a joderse.

  • Visto: 9

Grecia: el triunfo de Platón sobre Aristóteles

Syriza

INFOBAE.- Platón significa en la historia del pensamiento una de las piedras fundamentales del totalitarismo. La esperanza en un rey sabio y filósofo, regidor de un Estado controlador, continúa vigente en nuestros días. A lo largo de los siglos la idea de que el portador de la sabiduría, desentendido de las instituciones y contextos, sería el instrumento del buen gobierno, de la paz y prosperidad para los ciudadanos, ha sido una de tragedia que se sigue repitiendo.

La historia mostró que el gobierno limitado y austero, la división de poderes del Estado y el modelo basado en las libertades individuales de los ciudadanos ha sido sin dudas un éxito en comparación a cualquier otro experimento sociopolítico hasta el momento intentado.

La victoria electoral de Syriza, la coalición izquierdista liderada por Alexis Tsipras, significa una búsqueda mágica o una solución “platónica” al ajuste inevitable, que no es otra cosa que la cuenta luego de una fiesta. Claro que, en lugar de culpar al gasto desorbitado, se culpa al ajuste, que es lo más palpable.

Para recordar a modo de ejemplo el comportamiento de la administración pública helena en los años de derroche podemos destacar el engaño -tal vez el INDEC argentino haya servido de inspiración- del déficit público que equivalía a un 14% del PIB y que se comunicó como del 3,7% a Bruselas o los motivos de la quiebra de la banca luego de cargar y financiar la deuda pública. Los funcionarios griegos tenían sueldos más altos que sus colegas de la pujante Alemania y gobernaban con la generosidad del corto plazo: hospitales con cuarenta y cinco jardineros y cuatro macetas, organismos públicos con cincuenta conductores por auto e incrementos salariales del sector público como el “plus” por ir “correctamente vestido” o de “trabajo al aire libre” a determinados empleados como los forestales. Hasta el estallido, los griegos podían jubilarse a los 61 años cobrando el 96% del salario y existían 600 categorías de opción jubilación anticipada a los 50 años las mujeres y 55 los hombres. El despilfarro se financió con deuda y sólo los intereses de la misma alcanzaban, para 2011, el 12% de los ingresos públicos.

Países como Argentina pudieron licuar parte de su déficit fiscal mediante devaluaciones como la salida de la convertibilidad, pero los griegos se encuentran atados al Euro junto a otros países que tienen otros comportamientos fiscales. Ante la moneda común, las opciones eran pagar los platos rotos y poner las cuentas en orden o patear el tablero e imprimir billetitos de colores autóctonos que licúen los salarios reales de las personas. En medio del mal trago del ajuste irrumpe en el poder griego un populismo que propone, entre otras cosas, relanzar la obra pública para estimular la actividad, 200.000 nuevos empleos estatales y nacionalizaciones de “sectores estratégicos”.

Experiencia parecida a la de Syriza en Grecia es la de Podemos en España, que aguarda su batalla electoral con oscilaciones en las encuestas. Sin dudas lo mejor que le puede pasar a Grecia es que la coalición izquierdista, que acaba de cerrar una alianza con la derecha nacionalista, incumpla sus promesas de campaña y realice una gestión moderada.

El crecimiento y el desarrollo son producto del ahorro, la inversión, el trabajo y la innovación que tiene lugar en ámbitos de libertad. Las soluciones mágicas resultan decepcionantes en Argentina, en Europa y cualquier lugar del mundo.

Publicado originalmente en Infobae

  • Visto: 11
Doná