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¿Elogios a la Política Económica?

[V]arias personas me han hecho llegar la misma nota para consultar mi opinón acerca del elogio que Mark Weisbrot, economista americano, ha hecho de la política económica que la Argentina aplica en los últimos años.

Me pareció útil contestar a través del blog, como medio para abrir el debate. A la pregunta y respuesta, agrego mi propia respuesta para dar continuidad a la entrevista.

P: ¿Qué opina sobre la evolución de la economía argentina en los ùltimos años?

MW: Lo que el Gobierno hizo bien es que no sacrificaron el empleo y el crecimiento del país, en orden de bajar la inflación; eso es inusual en el mundo de hoy. Basta como mirar España, Grecia.

La realidad es que el crecimiento de la Argentina fue liderado por el consumo interno y la inversión doméstica, desafiando muchas de las políticas del FMI. Algunos lo atribuyeron al mito del “boom de los commodities”, como una manera de decir que el crecimiento fue una casualidad.

AR: Mark Weisbrot confunde crecimiento con recuperación. Hay muchos gráficos que muestran la evolución del PIB argentino entre 2003 y 2012, los que dan a entender que finalmente conseguimos el tan ansiado milagro económico argentino. Pero esto no es cierto. Si el mismo gráfico toma el período 1998-2012, vemos que Argentina entró en recesión en el tercer trimestre de 2008, que la economía estuvo estancada entre 1999 y 2000 y que cayó en una profunda crisis entre 2001 y 2002. La economía empezó a recuperarse a partir de 2003, pero el pico de 1998, recién fue alcanzado en 2010. En otras palabras, la devaluación nos dejó con otra década perdida, y si bien el consumo y la inversión doméstica se recuperaron, no hemos podido extender el potencial de la capacidad productiva.

El modelo K nos permitió recuperarnos de la crisis de 2001-2002, pero tendrá graves dificultades no sólo para seguir creciendo, sino también para mantener el empleo actual.

P: Algunos critican a la Argentina por el nivel de inflación ¿Es importante, o cuán importante es para una economía el nivel de inflación?

MW: Hay toda una imbecilidad por ahí sobre las teorías de inflación y empleo. Sin embargo, la pregunta debería ser que nivel de inflación es tolerable para crecer y no hay un acuerdo, pese al empeño de los países desarrollados en controlar la inflación. Hace un poco más de 20 años una inflación al 20% fue la receta de crecimiento de Corea del Sur. Pero hoy el liberalismo es muy potente y hay mucha resistencia a hacer esas políticas.

Mucha gente no entiende y los medios toman ventaja de esa ignorancia, no te dicen lo que está pasando, sólo te hablan de inflación y que los precios suben. La inflación es un fenómeno complejo, depende de muchas cosas pero lo principal es que el acreedor pierde y el deudor gana. Esa es la razón principal por la cual los bancos centrales como Alemania están proclives a sacrificar empleo por inflación, porque están más atentos a los intereses de los grandes tenedores de bonos y acreedores.

AR: Hasta el momento Argentina ha logrado convivir con una inflación en torno al 20 ó 25 %. Pero será muy difícil encontrar casos de países que hayan logrado extender esa convivencia en el tiempo. Argentina está jugando con fuego. Si hasta ahora esto se pudo sostener, es porque los trabajadores han podido recibir aumentos salariales que compensan la inflación. Aquí los sindicatos juegan un rol central.

El problema es que el modelo se está agotando, y día a día vemos que tanto el sector público como el privado tienen complicaciones para otorgar aumentos salariales que acompañen la inflación. Los conflictos sociales irán en aumento, primero con paros de los trabajadores de ciertas industrias, y luego con paros generales. En Argentina sabemos muy bien como termina esto, con quiebras generalizadas de empresas, desempleo creciente y un gobierno en bancarrota, que a medida que observa mayores dificultades fiscales, imprime más moneda, y esto a su vez, acelera la inflación.

P: ¿Un ejemplo?

MW: Brasil. El año pasado Brasil, que está siguiendo más las recetas del liberalismo financiero pero creció sólo 2,7%. En cambio la Argentina creció más. En el 2002 Argentina y Brasil tenían casi igual ingreso per cápita. Hoy, ajustado por inflación, el ingreso per cápita es 40% mayor en términos de paridad de poder adquisitivo. La Argentina es el país más rico de la región (per cápita) según lo datos del último informe del FMI, el WEO, y si continúa creciendo en esta forma será en el primer país de América Latina en convertirse en un país de ingreso alto.

AR: Históricamente Argentina ha sido el país más rico de la región. Temporalmente abandonó esta situación por la fuerte crisis de 2001-2002, pero está claro que la recuperación de aquella crisis nos dejaría nuevamente por encima de nuestros vecinos. Sin embargo, la brecha se achicó mucho. Brasil y Chile hoy tienen niveles de PIB per cápita más cercanos al nuestro, y el potencial de crecimiento nos permite observar que esa tendencia continuará.

De nuevo, si uno compara el crecimiento de Brasil y Argentina a partir del 2003, se puede pensar que nosotros crecimos más rápido. Pero tomando la foto completa, desde 1998, la realidad muestra otra cosa. Brasil no tuve una caída de más del 10 por ciento del PIB en 2002. Por ello, el crecimiento brasileño, fundado en Inversión Extranjera Directa, permitió reforzar su capacidad productiva, mientras que nuestro crecimiento fue sólo recuperación.

En economía representamos esto con la Frontera de Posibilidades de la Producción. Digamos que Argentina prácticamente no movió la FPP, mientras que Brasil y Chile, lo hacen año a año.

Por último, si atendemos a las tendencias económicas para este 2012, el crecimiento esperado para Argentina es de sólo el 2 %. Fuera del imaginario colectivo del Gobierno y del Indek, el modelo está agotado.

P: ¿Qué números toma en cuenta para estas estimaciones?

MW: Todos. Utilicé todas las medidas de pobreza, las del INDEC y de otras las consultoras privadas. Y aún hubo una gran reducción de la pobreza y un gran descenso de la inequidad.

AR: La crisis de 2001-2002 nos dejó en una situación muy precaria, y gradualmente hemos ido abandonando esa situación. Esto signfica que se ha creado empleo y se ha reducido la pobreza. Pero, pero… el empleo creado ha sido fundamentalmente público, y esto signfica que habrá serias dificultades para sostenerlo en el largo plazo.

El gobierno se hizo accionista del campo al quitarle un 35 % de sus exportaciones. Además se estatizaron las pensiones, y se expropió el dinero de los contribuyentes. Además, el gobierno viene financiándo una parte sustancial del presupuesto con dinero que imprime el Banco Central (que a su vez acelera el problema de la inflación). En el corto plazo, la teoría económica nos enseña que esto genera más empleo, pero en el largo plazo no se puede sostener. Argentina presentaba un ratio de gasto público sobre PIB de un 30 %. Este porcentaje hoy es del 45 %. Financiar este nivel de gasto, sólo es posible con expropiaciones continuas o emisión de dinero. De ahí que varios analistas hayan anticipado la expropiación de YPF o la toma de reservas del BCRA, pero hoy ya resulta lógico esperar una aceleración de la inflación desde 2013 en adelante.

P: ¿Qué otros indicadores relevantes observa de las economía argentina?

MW: Un dato muy importante es la tasa de empleo, que es aún más importantes que la de desempleo. La Argentina logró en los últimos años una tasa de empleo superior al 50% y aún hoy sigue siendo alta, un récord en el mundo de hoy. La tasa de empleo es más impoprtante que la de desempleo, debido que la tasa de desempleo puede bajar por otras razones ajenas al crecimiento. Tomemos un caso reciente, de Latvia, un país donde la tasa de desempleo bajó por la tremenda emigración que hubo. Es decir, la Argentina tiene buenos indicadores económicos que una economía tiene que tener. Pero los medios sólo reportan inflación.

AR: De nuevo, el economista Weisbrot está tomando la generación de empleo que se concretó a partir de la recuperación de 2003. Luego de cualquier crisis, la generación de empleo es mayor que aquella que se consigue en una economía que no sufrió la misma situación. Pero lo que hay que observar es el empleo genuino. No es lo mismo tener millones de nuevas empresas creando empleo, que tener al Estado incrementando sus plantillas.

En países como España, esto se llama subsidio al desempleo. En Argentina los mismos subsidios son creadores de empleo. La situación es alarmante, porque el legado del modelo K es una enorme cantidad de empleados públicos cuyos salarios no se pueden pagar sin emisión de moneda. El déficit fiscal ya es un hecho, y la impresión de moneda se acelera diariamente.

P: ¿Cómo ve la reciente decisón de expropiar YPF?

MW: El Gobierno está haciendo lo correcto. Está revocando otra fracasada política neoliberal de los `90 y poniéndose al día con sus vecinos y el mundo en materia de política energética.

AR: Es otro daño institucional que costará décadas revertir. Hoy justamente se publica un artículo en el diario de España El País, donde se apunta a la baja calidad institucional de nuestro país. Pero concretamente sobre YPF, hay que decir que Argentina controló sus precios, prohibió la exportación de crudo, e hizo que el negocio desaparezca. La consecuencia lógica ante la política oficial, es que Repsol-YPF reduzca la inversión, y consecuentemente se vayan agotando las reservas. La nacionalización era un paso que tarde o temprano debía ocurrir.

Sin embargo, ahora el gobierno tiene un problema adicional a los ya mencionados, y es que debe encontrar urgente inversores que confíen en este gobierno y coloquen enormas sumas de dinero en la producción de crudo, confiando que después ese crudo sólo se podrá vender en el mercado local a precios artificialmente bajos. Es cierto que Kicillof ha dicho que los precios bajos son sólo hasta obtener el auto-abastecimiento de crudo, pero imaginar hoy niveles mayores de producción que los que la economía necesita, es ilusorio. Mi predicción es que muy pronto se habrán agotado las reservas y tendremos que importar más crudo que el que se compraba con YPF en el último período. Demás está decir que bajo correctos incentivos, YPF hubiera invertido en la producción de crudo y hoy este problema no existiría.

P: El director regional de FMI, Nicolas Eyzaguirre, sostuvo recientemente que la toma de control es un “asunto bilateral”. ¿Lo sorprendió esta posición del FMI de mantenerse a un costado?

MW: Hace 10 años ese comentario no lo hubiera dicho el Fondo. El FMI perdió su poder de persuasión en las políticas en la región. Por ejemplo, en el caso Bolivia, el Fondo no recomendaba la nacionalización años atrás. Pero tras la nacionalización del 2006, Bolivia incrementó sus ingresos anuales en 10% del PBI.

AR: Sinceramente, no presto atención al FMI, más que para criticar sus políticas.El FMI ha sido uno de los máximos responsables de la crisis argentina de 2001-2002. Durante la década de 1990 -igual que hoy- el gobierno aumentó el gasto público hasta duplicarlo. Por supuesto que la recaudación de impuestos no permitió pagar estos excesos, y el FMI ha permitido que la deuda pública sostenga el modelo. Argentina nunca debió alcanzar esos niveles de deuda. Lo curioso de aquella historia es que se relacione a la década del 90 con las ideas liberales o neo-liberales, cuando se trató más bien de otro gobierno constituido por políticos del mismo partido que el actual, el justicialista.

P: El FMI hoy perdió exposición con la región…

MW: Como acreedor, el FMI pasó de una cartera de préstamos con América Latina casi 20.00 millones de dólares, a un poco más de 1200 millones de dólares y hoy casi toda la exposición del FMI es con Europa.

AR: Aquí coincido! Y es una buena noticia para América Latina, y una triste noticia para Europa. Si un país presenta dificultades fiscales, como es el caso hoy en los países PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España), nada peor que alguien venga a ofrecer créditos. Esto invalida los incentivos para el ajuste fiscal. Lo que hace el FMI es ofrecerle más alcohol a alguien que tiene problemas con la bebida.

P: Mientras se debatía la cumbre del G20 y el FMI en Washington, los grandes medios financieros como Financial Times y Wall Street Journal, y también el Washington Post criticaron la medida sobre YPF en las tapas o en editoriales. ¿Poque cree que lo hacen? ¿Cuál es su opinión respecto de los medios de comunicación en estas temas? (inflación e YPF)

MW: Los grandes medios financieros toman el discurso liberal de los bancos centrales e interees financieros. Los medios tildan, al país, una vez más, de irresponsable, de que tiene discurso populista. Eso no habla bien del estado del periodismo sobre la economía. En particular, los medios criticaron a la Argetina por 10 años, desde el default. La crítica por YPF es una más. Recuerdo las proyecciones castatróficas del Financial Times, aún tres años después, de que la Argentina iba a desmoronarse, nunca se cumplieron. Y las proyecciones del FMI tambien fueron completamente erróneas.Hay una narrativa de que la Argentina es pecado, cometió pecado y en consecuencia debía ser castigada. Y están constantemente esperando el castigo, que nunca llega.

AR: Como economista heterodoxo, Mark Weisbrot encuentra vinculaciones de poder hasta donde no existen. Los medios tienen columnistas con distintas opiniones. Tiendo a estar de acuerdo con algunos y suelo diferir con la gran mayoría. Cuando estos medios hablan de Argentina, en general, lo hacen sólo superficialmente, pues desconocen lo que ocurre de este lado de la región.

P: Fue muy elocuente durante esta cumbre…

MW: Según la mayoría de la prensa de negocios, salir al mercado internacional y la inversión extranjera directa son los dos grupos más importantes que cualquier gobierno debe complacer. Como la Argentina no tomó ese camino, tal vez esa sea otra razón por la cual Argentina recibe tanta lluvia de críticas.

AR: La lluvia de críticas está justificada. Lamentablemente el panorama futuro es crítico.

P: ¿Y qué pasa con Grecia? Hizo una reeestructuración de deuda más grande y con más quita que la Argentina pero no lo llaman “default”, y los bancos aceptaron públicamente la quita, a diferencia de lo que hicieron con Argentina…

MW: Por hacer una analogía, si miras Europa, una de las autoridades europeas tienen miedo de que Grecia tenga que dejar el euro, caiga en default, y luego empicede a tener éxito. ¿Y luego que? España haría lo mismo? Tienen miedo del contagio, es increíble.

AR: Antes del Euro, Grecia o España -al igual que Argentina hoy- tomaban el Banco Central e imprimían moneda propia para financiar los problemas de déficit. Devaluaban la moneda para ganar una supuesta competitividad, y evitaban así hacer los deberes, esto es, ajustar las cuentas a lo que los contribuyentes pueden y desean financiar. El Euro representa un cambio drástico en este sentido, porque los ojos están puestos en el problema de gasto que financia el “Estado de Bienestar”, y la salida sólo la encuentran en el ajuste.

A mi modo de ver el problema de Europa es el “Estado de Bienestar”. Si desean sostenerlo, y así evitar el ajuste, tendrán que abandonar el Euro y volver a los procesos inflacionarios y las devaluaciones competitivas. Esto sólo puede redundar en mayores dificultades para la Unión Europea.

Muchos anticipan la salida de Grecia de la Unión Europea. Yo coincido con ese pronóstico, puesto que no hay un claro convencimiento en ninguno de los países miembros, de que deben aplicar un ajuste fiscal severo sobre el Estado de Bienestar. Si el diagnóstico es incorrecto, el problema no se resuelve.

*Publicado en Punto de Vista Económico. 
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El debate es por la Libertad

POR JOAQUÍN MORALES SOLÁ

La algarabía kirchnerista de ayer por la resolución de la Corte Suprema olvidó la sustancia de esa decisión: el tribunal le fijó un plazo al juez de primera instancia y no al Grupo Clarín. Sólo si ese juez no decidiera la cuestión de fondo antes del mes de diciembre el recurso de amparo (que le permite a Clarín no desinvertir rápidamente) caería. La decisión del juez de primera instancia sobre la cuestión de fondo será apelada en cualquier caso y, seguramente, otro recurso de amparo protegerá la propiedad hasta la resolución final de la Corte Suprema. La Justicia tiene, en casos como éste, tres instancias: el juez; la Cámara, que revisa o confirma la decisión del juez, y, por último, la Corte Suprema, que tiene siempre la última y definitiva palabra. El Grupo Clarín planteó un recurso de inconstitucionalidad sobre el artículo 161 de la nueva ley de medios. Respaldó la presentación, sobre todo, en que la ley tiene efectos retroactivos. Subrayó especialmente el hecho de que el Estado (y un mismo gobierno, conviene recalcarlo) ordenó el fin abrupto de licencias que el mismo Estado y el mismo gobierno habían concedido con anterioridad. Señaló que se habían vulnerado los derechos constitucionales a la propiedad privada y a la libertad de expresión.

Este es un caso que por su naturaleza (determinar la constitucionalidad o la inconstitucionalidad de una decisión política) llegará inevitablemente a la Corte Suprema. La misión primordial de la Corte es, precisamente, la interpretación de la Constitución. Es muy probable, por lo tanto, que los recursos de amparo estén vigentes (si se cumplieran los plazos establecidos ayer por el máximo tribunal) hasta la decisión definitiva de la Corte. De otra manera, la Corte resolvería sobre una cuestión ya abstracta. Es lo que ocurriría, por ejemplo, si el Grupo Clarín se viera obligado a vender apresuradamente parte de su propiedad y la Corte decidiera luego que la medida que lo apuró es inconstitucional. La propiedad ya no existiría. La propia Corte advirtió ayer en su resolución que los plazos podrán ser prorrogados de acuerdo con los tiempos procesales.

Está claro que la Corte fijó ayer un plazo de tres años para las medidas cautelares. Para todas, no sólo para la que protege la propiedad de medios audiovisuales de Clarín.

Se entiende, de todos modos, que ese plazo deberá regir para cada instancia en que se decida una cuestión. "Decidimos por un término medio; entre el Gobierno, que quería que cayera ya la medida cautelar, y Clarín, que quería extender sin límites la protección sobre su propiedad", dijo ayer uno de los jueces del tribunal. En rigor, varios de los miembros de la Corte habían estado trabajando sobre la idea de darles dos años de plazo a las medidas cautelares. Lo extendieron a tres cuando advirtieron que hubieran dejado al juez de primera instancia en este caso con los plazos vencidos.

De todos modos, la Corte sí le hizo pagar a Clarín la demora de un año entre la decisión de la medida cautelar, en 2009, y la notificación al Gobierno, en 2010. Puso como fecha de inicio 2009 y, por eso, el período "razonable" de tres años vencerá el próximo mes de diciembre. El actor más activo en aquella dilación entre 2009 y 2010 fue el propio Gobierno, que trató de invalidar el proceso con varios planteamientos. ¿Por qué? Seguramente imaginaba que difícilmente la Justicia declarará la constitucionalidad de una ley que tiene efectos retroactivos. Por lo general, las leyes regulan hacia adelante y no hacia atrás, sobre todo cuando se trata de la propiedad de medios de comunicación.

Una idea de la Corte se torna más inexplicable cuando abarca este punto. El máximo tribunal ha dicho que las medidas cautelares no pueden durar indefinidamente porque esas decisiones, circunstanciales por definición, terminarían convirtiéndose en permanentes. Tiene razón. Pero ¿qué bien irreparable se habría dañado si se hubiera respetado el plazo de tres años a partir de las dilaciones promovidas por el propio Gobierno? ¿Qué daño se habría perpetrado con llevar el plazo a diciembre de 2013; es decir, a partir de la notificación en 2010?

EXPRESIÓN

En un largo párrafo, la Corte señaló que estaba resolviendo una cuestión patrimonial, sin relación con la libertad de expresión. Recordó también que el tribunal ha sido muy estricto en la defensa de esa libertad esencial de la democracia. Esto es cierto, pero es menos cierto que el caso que afecta al Grupo Clarín no esté vinculado con la libertad de expresión. De hecho, ése es el único grupo de medios audiovisuales que se financia con la comunicación. El resto de los conglomerados audiovisuales pertenece a empresas que tienen su principal facturación en actividades como contratistas del Estado, como petroleros o como prestadores de servicios públicos.

La Corte pecaría de ingenuidad si no advirtiera, al mismo tiempo, que hay una desigualdad de trato por parte del Gobierno cuando decide sobre Clarín y cuando lo hace sobre otros grupos de medios. La mayoría de éstos incumplen hasta ahora la ley de medios y nadie los ha demando ni los ha perseguido. El propio artículo 161, sobre desinversión, está congelado sólo para Clarín, que es el que lo impugnó.

El amparo no rige para los otros grupos, que deberían haber desinvertido hace ya dos años y medio, pero ningún funcionario se molestó por ello. El problema es, entonces, con el Grupo Clarín, no con las supuestas bondades de la ley de medios ni con la interpretación de los plazos procesales.

Estas son las constataciones prácticas que permiten aseverar que detrás del expediente que trató ayer la Corte se esconde un debate sobre la libertad de expresión.

"Hay una guerra, y en la guerra todo se agranda", conjeturó otro juez de la Corte. Nadie puede negar la existencia de una guerra descerrajada por el Gobierno contra el periodismo independiente. El Gobierno, a su vez, entiende que la prensa le declaró una guerra, porque no comprende (y es probable que no lo comprenda nunca) que la crítica es la razón de existir del periodismo.

La ley de medios surgió como una batalla crucial del gobierno contra el Grupo Clarín. El objetivo claro del combate es la desarticulación económica de ese conglomerado de medios. La decisión de la Corte avanzó sobre el tema sin tener en cuenta, tal vez, el contexto político ni una historia de agresiones ni las amenazas latentes que existen. No es sólo Clarín. La Justicia y la propia Corte Suprema están en estas horas en el interminable catálogo de los enemigos del kirchnerismo.

*Publicado en La Nación, Buenos Aires. 
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A CFK la traicionaron sus palabras

[L]a semana pasada, en uno de sus habituales discursos, la presidente Cristina Fernández afirmó: “Esta Argentina es una Argentina y, fundamentalmente, esta Presidenta, también quiero en ese sentido porque soy la que toma las decisiones obviamente, es absolutamente responsable y previsible, absolutamente responsable y previsible”.

Esta afirmación me llamó la atención por dos razones, en primer lugar porque si Argentina fuera tan previsible debería tener, en este momento, un tsunami de inversiones dada la liquidez que hay en el mundo y lo escasos países en los que se puede invertir porque están en recesión. Sin embargo, como comentaba en otra nota, de acuerdo a los datos de CEPAL, en 2011 Argentina solo capturó el 4,7% de la Inversión Extranjera Directa de América Latina, mientras que Brasil se llevó casi el 50% del total de esas inversiones.

Francamente, decir que Argentina es previsible cuando Moreno, sin órdenes escritas, cambia las reglas de juego todos los días, es casi una humorada. Nadie puede afirmar que Argentina es previsible cuando de un día para otro la AFIP, sin explicación previa, cambia los criterios por los cuales la gente puede o no puede comprar dólares. Nadie sabe con qué criterios se mueve la AFIP para autorizar una compra de dólares. Eso no es previsibilidad, es arbitrariedad. Digo, no solo Argentina no es previsible, sino que es arbitraria. Y, como se sabe, las decisiones arbitrarias son la antítesis de la previsibilidad. Para que quede más claro, lo único previsible de la Argentina actual es la imprevisibilidad.

Pero la parte que más me llamó la atención del discurso de Cristina Fernández es cuando afirma: “esta Presidenta, también quiero en ese sentido porque soy la que toma las decisiones obviamente, es absolutamente responsable y previsible, absolutamente responsable y previsible”. En rigor, corrijo mi afirmación cuando digo que me llamó la atención, sino que me confirmó lo que pensaba: Cristina Fernández no cree en las instituciones sino en una especie de gobierno autoritario o dictatorial.

Es que no es la presidente la que tiene que ser previsible en un país que se considere una democracia republicana, sino las reglas de juego que imperan en esa sociedad. Son su normas, códigos, leyes, costumbres y reglas las que regulan las relaciones entre los particulares y no la previsibilidad de una persona lo que le otorgar previsibilidad a un país.

En las sociedades chicas, donde todos se conocen, cada uno sabe quién es el cumplidor, el estafador, el que merece crédito, el que no lo merece, el que cumple su palabra, el que no la cumple. En cambio en una sociedad con millones de personas que realizan contratos entre personas que no se conocen, nadie sabe si la otra parte va a cumplir con lo pactado. Por eso existen las instituciones. Para eso está la justicia, que debe ser independiente. Para hacer cumplir las leyes y los contratos y el Estado tiene el monopolio de la fuerza para que se cumplan los contratos, sino la justicia sería una expresión de deseos.

Y aquí viene otro punto, para que en una sociedad amplia, con millones de personas haciendo contratos, puedan llevarse a cabo los mismos, es decir, haya comercio, inversiones, etc., se necesitan reglas previsibles y eficientes. Por eficientes quiero decir que tienen que atraer al inversor, permitir que la gente desarrolle su espíritu innovador. Y por previsibles quiero decir que esas reglas no cambien todo el tiempo. Por lo tanto, quién tiene que ser previsible no es el presidente de un país, sino sus instituciones, y el presidente se limita a administrar el país bajo esas instituciones que le permiten a la gente trabajar, invertir, desarrollarse, etc.

Cuando Cristina Fernández habla que ella es previsible y responsable y nada raro va a pasar con el dólar o los depósitos, lo que no está diciendo es que ella cree que las instituciones no son relevantes, que lo único relevante son las decisiones que ella tome. En definitiva, la postura de Cristina Fernández es la de un dictador o autócrata que es la contracara de la democracia republicana.

Ella confunde cantidad de votos obtenidos con calidad institucional. Los votos son solo un mecanismo de elección para determinar quién tendrá parte del poder dentro de una república. Las instituciones son las que permiten construir un país, no la previsibilidad o razonabilidad de Cristina Fernández que, dicho sea de paso, es bastante imprevisible en lo que puede hacer o mandarle a hacer a Moreno, y la razonabilidad de muchas de sus medidas es más que discutible.

Se me ocurre que en esa frase quedó en evidencia su convicción de creer más en la persona salvadora de la patria que una democracia republicana. Afirmar que nadie tiene que temer porque ella es previsible y responsable implica decir: no tengan miedo que soy una autócrata buena. Lo que muchos pensamos sobre su idea de gobierno, lo confirmó con esta frase.

La complicada situación económica actual es fruto de ese populismo típico de los gobiernos autocráticos. Hasta ahora el kirchnerismo tuvo mucho viento de cola a favor y una economía con elevada inversión hecha en el pasado que le permitió al gobierno financiar su populismo. Ahora se le presenta un serio problema que difícilmente puedan resolver. Por un lado queda poco margen para seguir financiando populismo y, por otro lado, el mundo ya no juega a favor, sino que juega en contra. Brasil devalúa el real, la economía mundial anda a los tumbos y, para colmo, la cosecha de soja no será tan buena. Así como el inicial margen interno para financiar populismo y el viento de cola llevó al kirchnerismo a sus años de mayor poder político, este nuevo escenario de falta de recursos para más populismo y el mundo con viento de frente pueden llegar a mostrar que el kirchnerismo no fue otra cosa que un gigante con pies de barro.

En definitiva, CFK se comporta como si los votos otorgaran impunidad para llevarse por delante las instituciones. Lo que no tiene en cuenta es que el mercado no otorga impunidad y ahí la gente vota todos los días. Por la suba del dólar blue, pareciera que, por ahora, el voto es no positivo.

*Publicado en Economía para Todos, Buenos Aires.
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Analfabetismo ideológico

[C]ierto análisis excesivamente elemental desde lo intelectual, pretende instalar aquello de que las ideologías son parte del pasado, para imponer la moderna lógica del pragmatismo, aquella visión que intenta reemplazar a las ideas, para justificar eso de no tener convicciones, a fuerza de hacer lo conveniente y sin construir consistencia entre unas acciones y otras.

Lo concreto es que las ideologías no solo no están en extinción, sino que a fuerza de negarlas, solo se las puede esconder bajo la alfombra durante algún tiempo, mas nunca hacer de cuenta que no existen.

Cada individuo tiene derecho a tener su mirada sobre los hechos, la vida o la política. Ejerce su libertad plena cuando selecciona seguir estas ideas y no otras, inclusive cuando elige tener una visión claramente contradictoria, cuando para algunos temas piensa con una matriz y en otros usa la exactamente opuesta. Después de todo, hasta tiene derecho a ser incoherente, equivocarse y creer en las concepciones que desee.

Preocupante es caer en la trampa de no elegir, sino solo de descartar sin conocer. Se puede ser anticapitalista o anticomunista, o lo que se quiera ser. Pero es bueno saber que es lo que hemos dejado de lado, porque decidimos no acompañar la interpretación de una mirada y si la de otra.

Algunos por una cómoda tradición, parecen haber decidido prescindir de tener criterio propio y elegir lo que la corriente histórica familiar les impuso.

Sus padres pensaban así, pues ellos piensan lo mismo. Jamás han revisado nada, ni hurgado entre sus pensadores o intentado siquiera entender porque están en contra de tal o cual visión. Solo han preferido honrar cierta continuidad tradicional.

Otro caso frecuente es el de los que terminan comulgando con lo primero que se ha cruzado ante sus ojos, a fuerza de una absoluta pereza intelectual. Han tenido acceso a algún libro, que los ha marcado de tal modo que lo han adoptado como su biblia. Lo leyeron, y decidieron que ese sería su dogma, y que ignorarán a partir de ese momento a cualquiera que intente mostrarle otra cosa.

Pero en medio de esta elección personal e intransferible subyace esa maraña de slogans, frases hechas y lugares comunes que sirven para estereotipar ideologías, cuando no personas. La caricaturización, ayuda a enceguecer la mente, negar la inteligencia como motor de la humanidad, y reemplazarla por una ignorancia seleccionada, esa que surge de la indolencia para pensar, de la linealidad que ahorra esfuerzos intelectuales.

Los sistemas de ideas son como planos, orientan, muestran cartográficamente los parámetros, los limites, la topografía del pensamiento, pero en sí mismos no nos llevan a ninguna parte si no se los usa para transitar el camino. No son un medio de transporte si no son utilizados adecuadamente, son solo un mapa, una guía, una referencia.

Seguramente, a la mirada subjetiva de cada uno de nosotros, los hay mejores y peores sistemas de ideas, pero lo que nos permite discernir entre unos y otros, no es el capricho, la ignorancia o la tozudez, sino nuestra capacidad de contrastarlas entre sí. Para eso, es preciso adentrarnos en su estructura, conocer profundamente sus pilares y valores.

Imposible es saber si un mapa debe ser tenido en cuenta si ni siquiera puedo darle una hojeada. La negación a mirarlo, entenderlo y hasta intentar que alguien más familiarizado con él lo explique, es claramente un sinónimo de torpeza que denota escasa inteligencia. Cuando presenciamos debates, de los pocos que se ven en medios de comunicación o redes sociales, se pone en evidencia esa postura tan habitual, de holgazanería mental.

Como en todos los órdenes de la vida, se pueden tomar decisiones desde la superficialidad y la intrascendencia, adoptando parámetros muy básicos. Cuando se trata de decisiones de poca significación, bien puede justificarse, esto de no preocuparse demasiado, pero para elegir el mapa con el que nos vamos a conducir en nuestras vidas personales, ciudadanas y políticas, bien vale que profundicemos y que consideremos algunos recaudos adicionales, ya que supone una decisión más trascendental que merece dedicarle cierta atención, y sobre todo utilizar algunos criterios un poco más profundos.

En ese esquema, es saludable estudiar los sistemas de ideas, leerlos a todos, seguir a los clásicos, a esos que dieron nacimiento a esas ideas para dejar de considerar como referencia intelectual a los panfletos, frases vacías y simplificaciones sin estatura intelectual suficiente para tenerlas en cuenta.

Cuando la observación nos muestra que el debate entre dos sistemas de ideas, pasa por aspectos secundarios, reduccionismos lineales, argumentaciones infantiles, es tiempo de dudar de la supuesta solidez de los interlocutores.

Para debatir primero hay que instruirse, al menos para hacerlo con solvencia. Si no se tiene la honestidad intelectual, de haber leído algo, de conocer el mapa en el que se cree, y también los otros con los que no se comparte la mirada, entendiendo su esencia argumental, estamos frente a la farsa de un pseudo erudito, repleto de soberbia, que intenta estafarnos y que falta el respeto a nuestra inteligencia y libertad, proponiéndonos un embuste intelectual para ocultar su profundo analfabetismo ideológico.

 
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La neurosis étnica norteamericana

 

EL NUEVO HERALD.- The New York Times anuncia en primera página que en el año previo algo más de la mitad de los niños nacidos en Estados Unidos (el 50.4%) fueron no blancos. De ese porcentaje, el 26 eran hispanos (la mayor parte mexicanos), el 15 negros y el 4 asiáticos.

¿Por qué en primera página? Pura neurosis étnica. Miedo al que es diferente. Por lo mismo que hace unos años Sam Huntington causó un gran revuelo con la publicación de El reto hispano. Ese tipo de información causa una cierta ansiedad entre “los blancos”. Piensan que pierden el control y la dirección de la nación americana. Temen convertirse en una minoría.

El primer disparate es la clasificación. A los hispanos se les ordena por la lengua que hablan, o por la que se supone que hablen, independientemente del color de la piel. Un chileno de origen vasco o un guatemalteco cachiquel son hispanos, aunque la lengua del segundo no sea el español. A los negros, evidentemente, se les clasifica por la raza. A los asiáticos, por la geografía, trátese de un chino o un hindú.

Ignoro, por ejemplo, si un israelí-americano de origen sefardí es un asiático, un blanco o un hispano. Tampoco sé si ese brillante ingeniero venezolano llamado Rafael Reif, hijo de emigrantes judíos de Europa oriental, recién nombrado presidente de MIT, es hispano, blanco, o si tal vez el censo lo reconoce, simplemente, como maracucho.

El segundo disparate es de origen moral e ideológico. No hay nada más contrario a la naturaleza del Estado norteamericano que clasificar a las personas por la raza, la cultura, o el género. No existe en la Constitución de Estados Unidos, ni en los 85 ensayos de El Federalista (donde Madison, Hamilton y Jay explicaron el alcance y significado del documento), la menor alusión a nada que no fueran las reglas y las instituciones por las que la nueva república se regiría.

La originalidad y la grandeza de Estados Unidos estuvo, precisamente, en eso: los padres fundadores inventaron el patriotismo constitucional. Un buen americano era aquel que se colocaba bajo la autoridad de la ley. No era necesario provenir de sangre británica u holandesa. Al principio, aunque proclamaban la igualdad de todas las personas, sólo incluían a los varones blancos propietarios, pero, poco a poco, fueron ampliándose los círculos de participación hasta agregar a las mujeres y los afroamericanos.

No obstante, es legítimo examinar, como hizo Huntington, la relación que pudiera existir entre etnia y desarrollo. Si el desempeño de una sociedad es el producto del trabajo y la cosmovisión de la corriente central o mainstream que le da forma y sentido, ¿no es acertado pensar que una masa étnica dominante en la que predominan unos valores culturales diferentes puede modificar sustancialmente el resultado general de esa sociedad? En otras palabras, que si Estados Unidos se llena de turcos o de chinos la nación acabará comportándose como Turquía o China.

Depende. Más importante que la raza o la cultura son las reglas imperantes. Los hindúes, que en la India no lograban prosperar, son el grupo minoritario más exitoso y educado de Estados Unidos. Funcionan estupendamente dentro de las reglas norteamericanas. Lo mismo puede decirse de los judíos procedentes del mundo eslavo. En Europa eran muy pobres y atrasados. En Estados Unidos tuvieron un éxito extraordinario. Hay muchos ejemplos: griegos, libaneses, barbadenses, iraníes y toda una larga lista. Los hipotéticos turcos y chinos, educados en Estados Unidos, acabarán comportándose de manera diferente a como lo hacían en sus países de origen.

Lo que está ocurriendo en Estados Unidos es un fenómeno planetario, aunque sea mucho más visible en las democracias abiertas que en los Estados totalitarios: vamos, lentamente, hacia un saludable mestizaje. Pero lo importante no es tratar de mantener la imposible pureza étnica, sino preservar los rasgos culturales que permiten que las sociedades sean razonablemente prósperas y felices.

Estados Unidos se convirtió en la primera potencia del planeta por su sistema de instituciones, por su estructura de valores, que incluía la meritocracia, por su capacidad para innovar, y por su sistema educativo. Todos esos factores combinados generaron un formidable aparato productivo. Lo que hay que hacer es potenciar la integración de los inmigrantes en el modo norteamericano de hacer las cosas. Eventualmente, desparecerá la neurosis étnica. Se confirmará que, como suponían los padres fundadores, todos los hombres son iguales. La clave está en las reglas.

*Publicado en El Nuevo Herald, Miami.

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