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Sobre las Uniones Entre Homosexuales

Por Alberto Benegas Lynch (h)

Ya he escrito sobre este tema hace un tiempo, pero como veo que  aparece en el tapete una y otra vez en muy diversos lares, vuelvo sobre el asunto. Lo primero que me parece debe subrayarse es que, desde la perspectiva liberal, todas las manifestaciones humanas que no lesionen derechos de terceros deben ser respetadas (no en el sentido de necesariamente compartirlas, sino que nada autoriza a bloquearlas). Esto incluye las situaciones más extremas como que un fulano declara que se ha puesto de novio con una cabra, las uniones sexuales en grupos y cualquier otra decisión que no atropelle derechos de otros.

Desde luego que las uniones de homosexuales certificadas por notario o las que resultan de hecho deben se respetadas en el sentido explicado, sería un acto de violencia agresiva inaceptable el pretender interrumpir esa vinculación o, como queda dicho, cualquier otra que no se inmiscuya ni entrometa con la vida de los demás. Aludimos al notario o al escribano porque, en una sociedad abierta, el aparato estatal no se ocupa de esos menesteres ni tampoco celebra casamientos ni se pronuncia sobre divorcios, esto es consecuencia de la invasión del Leviatán en todos los resquicios de la vida ciudadana.

Lo que no se entiende es por qué en algunas ocasiones se pretende asimilar la antes referida unión entre homosexuales con la institución matrimonial. Da la impresión que en esos casos hubiera un deseo morboso de quebrar y desnaturalizar una figura que tiene una larguísima tradición y un significado muy distinto y que se lleva a cabo entre hombre y mujer. Sin duda que los diccionarios son libros de historia y que las palabras mutan de significado con el tiempo, pero anticiparse y llamarle al gato perro y viceversa confunde y mezcla conceptos. Si se desea recurrir a un neologismo e inventar una palabra que sustituya a la unión civil, bienvenido sea, pero no se justifica el desdibujar una expresión que, como consignamos, obedece a otra concepción completamente diferente y se vincula al establecimiento de la familia que constituye un pilar fundamental para la educación y la formación de almas.

Por otra parte, la palabra matrimonio etimológicamente proviene de mater, es decir, de parir, cosa que obviamente no resulta posible en el caso de la unión entre homosexuales. En este sentido, se ha dicho que la palabra patrimonio proviene de pater de la época machista en la que solo el hombre podía contar y disponer de patrimonio y, sin embargo, hoy se sigue utilizando la expresión ya sea mujer u hombre el titular. Pero hay una diferencia central entre ambos casos: en este último se percibió la estupidez mayúscula y el sinsentido de circunscribir el patrimonio al sexo masculino, sin embargo, en el primer caso, no es cuestión de opinión ni de evolución histórica para que dos personas del mismo sexo puedan generar un parto.

Dicho sea de paso, también debe precisarse que la condición sexual o el género no es materia de decisión de cada uno, es el resultado de la naturaleza. No es cuestión para el hombre el instalarse pechos y destrozarse los genitales para ser mujer puesto que la estructura ósea, fisiológica y genética ponen en evidencia si se trata de sexo masculino o femenino, independientemente de la fachada exterior y de lo que diga el documento de identidad. Y en el caso extremo, y por cierto sumamente raro, del hermafrodita siempre revela una inclinación física, una predisposición y factores predominantes hacia una u otra condición que determina el peso relativo correspondiente, lo cual, en su caso, se confirma y redefine quirúrgicamente.

Tal vez lo dicho hasta aquí sea compartido por la mayoría de las personas preocupadas por el tema, pero ahora viene otro que conjeturo eventualmente hará que se filtren discrepancias. Se trata del muy delicado y serio problema de la adopción. Nuevamente debe mirarse la naturaleza del aparato de la fuerza que habitualmente denominamos gobierno y concluir que, en esta etapa del proceso de evolución cultural, su misión específica es brindar seguridad y justicia (habitualmente las dos cosas que no hace para, en cambio, internarse en los más recónditos vericuetos privados con desplantes insolentes e inaceptables para cualquier persona civilizada). Hay muchas situaciones desgraciadas y reprobables en las que sería impertinente que se entrometa el aparato de la fuerza: hogares en los que los padres recurren sistemáticamente a conductas de pésima educación, familias que ingieren alimentos con alto grado de colesterol, la persistente utilización de lenguaje soez, desidia en trasmitir valores y principios morales etc. etc., de lo cual no se desprende que las burocracias estatales deban jugar el rol del paternalismo, a todas luces inapropiado ya que no se trata de ocurrencias en la vía pública sino de arreglos personalísimos propios de ámbitos privados que no lesionan iguales espacios de otros.

A esta altura es de interés recordar nuevamente lo escrito por James M. Buchanan en cuanto a que no es conducente ni realista fabricar una visión romántica y absurda de los políticos sino interiorizarse de lo que empíricamente son, lo que concretamente hacen y de quienes se trata en diferentes partes del mundo.

Dicho esto y efectuada esta introducción, veamos el tema de la adopción que se corporiza en un arreglo libre y voluntario entre el donante y el donatario, en cuyo contexto se descarta el secuestro que naturalmente se configura en otra dimensión completamente distinta ni de engaños y fraudes en el respectivo proceso de adopción. Ya de por si resulta bastante traumático el que se entregue un hijo en adopción como para agravar la situación con interferencias coactivas. Personalmente -para decirlo con un mínimo de decoro- me resulta un bochorno que un bebe se forme (si se pudiera hablar con propiedad de “formación” con un inicio de esa envergadura) entre homosexuales que abiertamente contradice las bases más elementales de lo que significa una familia desde que hubieron vestigios de humanidad propiamente dicha, pero ni yo ni nadie debe estar autorizado a imponer sus criterios a otros (mi rechazo no se limita a estos casos sino a muchos otros donde observo superlativas degradaciones educativas para con menores debido a inauditos procedimientos en el seno incluso de las familias más renombradas). Además -y no es algo menor- no debe perderse de vista que, piénsese lo que se piense en general de alguien que entrega a su hijo en adopción, es su hijo y no puede estar sujeto a expropiación por parte del gobierno ni por parte de nadie.

Hago aquí una digresión que estimo pertinente ya que me he referido a su hijo. Esto no quiere decir que el donante o, a los efectos, cualquier padre puede hacer lo que le venga en gana con la criatura por más que la haya engendrado (o cualquiera que recibe en adopción). El respeto a los derechos de la persona no se extinguen nunca (pueden restringirse con la prisión a un delincuente, por ejemplo). A tal efecto, cualquiera puede hacer de subrogante y denunciar maltratos, para lo cual ayuda en alto grado el establecimiento de sistemas de jueces en competencia al estilo de los inicios del common law yla República Romana para contar con la mejor calidad de fallos en un proceso de descubrimiento del derecho para delimitar las situaciones, sobre todo las fronterizas que distinguen gustos personales de la efectiva lesión al derecho, y no el pretendido diseño del orden jurídico y la consecuente ingeniería social característica de codificaciones cerradas y legislaciones siempre zigzagueantes y atrabiliarias cuando se apartan de su función medular de cuidar y vigilar las finanzas públicas (que fue precisamente el origen del Parlamento).

Concluyo en este espinoso tema, al contrario de lo que a veces se sugiere, afirmando que la parafernalia estatal debe mantenerse completamente al margen del capítulo de la adopción y abrir de par en par la competencia para que distintas entidades privadas busquen contar con el mayor prestigio para su éxito profesional, con lo que se esmerarán en brindar las mejores oportunidades a los adoptados en sus futuros hogares. Esto significa que, como de hecho ocurre, exigirán el cumplimiento de diversas pruebas y etapas para garantizar resultados satisfactorios en cuanto a entregar el bebe a personas que revelen buenas posibilidades de establecer un ámbito y un hogar que maximice los cuidados necesarios.

Por su puesto que todo esto está estrechamente vinculado a las estructuras axiológicas prevalentes: si se acentúa la maldad y la degeneración en la población, no habrá entidad de adopción que pueda poner coto a semejante desbarranque. Lo que no debe suponerse sin caer en la magia más rudimentaria y troglodita, es que en un medio pervertido los integrantes del aparato estatal serán sujetos impolutos. Más aún, en una situación de esa naturaleza, empeoran mucho las cosas si a un conjunto de malvados se le otorga el monopolio de la fuerza.

En estas cuestiones y en otras de tenor equivalente, lo peor es acostumbrarse a recurrir a la fuerza con la pretensión de resolver problemas, siempre y cuando, claro está, que no exista violación de derechos. Y no se diga que la adopción en el caso de homosexuales constituye una violación a los derechos del niño porque entonces entramos en un berenjenal sin salida y autorizamos al monopolio de la violencia a manejar el destino de cada adolescente bajo el manto de una mejor administración de sus vidas, lo cual no está lejos del Gulag ni de las atrabiliarias concepciones de las encendidas y peligrosas mentes de los totalitarios más cavernarios. Lamentablemente, la perfección no está al alcance de los mortales y debe mirares cuidadosamente la cara y contratara de los avances sobre la vida de otros, si es que apuntamos a una sociedad abierta y si es que tenemos plena conciencia de los radios que son de nuestra propia responsabilidad y aquellas incumbencias que pertenecen a la esfera de responsabilidad del prójimo.

Para que puedan convivir personas muy diferentes es menester apoyar a rajatabla la tolerancia cuya prueba de fuego no consiste en aprobar conductas compatibles con las de quien tolera sino en aceptar las que resultan incompatibles. El único requisito es que todos respeten los derechos de los demás, de lo contrario la convivencia se torna en un tormento insoportable. Más aún, la expresión “tolerancia” tal vez no resulte del todo apropiada ya que conlleva cierto tufillo inquisitorial: los derechos no se toleran, se respetan..

*Alberto Benegas Lynch es el presidente del Consejo Academico de LyP, la nota fue publicada en Diario de America.
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No es Hora de Llorar, sino de Arreglar el Lío que Armaron

Todos perdemos a nuestros seres queridos pero igual seguimos trabajando para vivir y, encima, el Estado nos complica con sus medidas. No vamos dando lástima por la vida por lo que nos pasó. Nos hacemos cargo de nuestras vidas y responsables de los líos que hacemos. 
La semana pasada, en un discurso que dio Cristina Fernández inaugurando un hangar reciclado, embistió contra los sindicatos de Aerolíneas Argentinas y, en alguno de sus párrafos, llorando, dijo que por momentos el cuerpo no le daba para afrontar los problemas y que igual tenía que poner su mejor sonrisa a pesar de la desgracia que había sufrido en lo personal y seguir adelante.
Uno puede comprender el dolor de perder a un ser querido, pero me parece que es importante recordarle a la presidente que no es ella sola la que ha perdido a un ser querido. Muchas personas, gente común, pierden a sus hijos, parejas, familiares, etc. en medio de la violencia por la inseguridad dada la ausencia del Estado en esta materia, e igual tiene que seguir adelante. ¿Cuánto tendría que llorar Carolina Piparo que recibió un disparo de unos delincuentes y le mataron al hijo que llevaba en su vientre, luego de salir de un banco para retirar el dinero que habían ahorrado para comprarse una casita? Y encima Néstor Kirchner hizo, en su momento, una cuestión política del caso cuando le espetó públicamente a Scioli que le hubiese dicho al esposo de Carolina que tenía las manos atadas. No es cuestión de hacer un ranking de quien sufre más. Pero la realidad es que Néstor Kirchner murió construyendo poder político y Carolina Piparo perdió al hijo que llevaba en el vientre porque la política no da respuestas a la seguridad  de la gente.
Todos tenemos nuestras pérdidas e igual, cada mañana, nos levantamos para encontrarle la vuelta para tratar de vivir. Es más, no solo perdemos a nuestros seres queridos y seguimos adelante, sino que, encima, tenemos que luchar con todas las trabas que nos pone el gobierno de Cristina Fernández. Luchar contra la inflación que el gobierno se niega a reconocer, las trabas de Moreno, la presión impositiva asfixiante, la confiscación de nuestros ahorros en las AFJP e infinidad de cuestiones con las que el gobierno nos complica la vida diariamente. De manera que, aceptando el dolor de la presidente por haber perdido a su esposo, no es ella la única que tiene una pesada carga laboral ni la única que ha perdido a un ser querido. En todo caso, si hoy tiene muchos problemas, es porque ella y su fallecido marido los generaron. Por citar un solo ejemplo, Cristina Fernández embistió contra los sindicatos que paralizan a Aerolíneas Argentinas con huelgas. Pregunta, ¿qué hizo su gobierno cuando los piquetes de Moyano impedían la salida de algunos diarios? Bien reza el dicho popular: el que siembra vientos, cosecha tempestades. De manera que, en mi humilde opinión, así como cada uno de nosotros llevamos adentro la pérdida de nuestros seres queridos y aún así seguimos adelante a pesar de las trabas que nos pone el gobierno con sus arbitrarias medidas, Cristina Fernández debería dejar de llorar en público, guardarse su dolor para cuando está sola, y dedicarse a arreglar los líos que hicieron en estos 8 años y medio.
Porque, en definitiva, si hoy hay problemas de inflación, corrida cambiaria, una economía que tiende a desacelerarse, problemas fiscales y tarifazo en puerta, es todo consecuencia de haber generado un auge artificial de consumo, subordinando la economía a las necesidades políticas de construcción de poder. Ejemplo, hoy nos venden la eliminación de los subsidios como un hecho de justicia. Si tan justa y equitativa es la medida, ¿por qué no la anunciaron antes de las elecciones para conseguir más votos de los que tuvieron? La realidad es que lo que nos venden como una cruzada contra la injusticia de subsidiar a quienes viven en Barrio Parque y Puerto Madero, aquí se viene un tarifazo que superará los límites de ambos barrios porteños, algo que la gente percibe y que hubiese sido letal anunciarlo antes del 23 de octubre.
Pero el problema de las tarifas de los servicios públicos es solo una parte de un problema mayor. Y aquí voy a disentir con algunos colegas economistas que suelen afirmar que la economía argentina no está tan mal y que los problemas que hoy tenemos son generados innecesariamente por el gobierno. Mi visión es muy diferente.
En efecto, si bien puedo aceptar que hoy con una soja aún en U$S 400 la tonelada, poner la economía en orden sería menos traumático que con una soja en U$S 160, lejos estamos de tener un economía sana  y solo con problemas que genera innecesariamente el gobierno. Por el contario, los supuestos problemas innecesarios que genera el gobierno son intrínsecos al modelo, que fue acumulando un problema atrás de otro. Para decirlo de otra manera, el problema que hoy genera el gobierno es para “resolver” el lío que armaron ayer. Si alguna definición le cabe al modelo es que cada mañana los funcionarios se levantan para ver cómo solucionan el lío que hicieron la noche anterior.
¿Por qué salió el gobierno a perseguir a quienes compran dólares? Porque por un lado lo hicieron artificialmente barato en términos reales. ¿Por qué? Porque el BCRA no paró de generar inflación emitiendo moneda a tasas crecientes al tiempo que pisaba el tipo de cambio. Es decir, el problema del tipo de cambio real lo generó el mismo gobierno con su política inflacionaria. Al mismo tiempo, al caer el tipo de cambio real, las importaciones subieron aceleradamente, se achicó el saldo de balance comercial, y ya no sobran dólares para financiar la fuga de capitales que fue una constante en el gobierno kirchnersita. ¿Por qué hay fuga de capitales? Por el dólar barato y por las inclinaciones confiscatorias del gobierno. En vez de reinstaurar la confianza al problema de la fuga de capitales, la “solución” fue perseguir a los que compran dólares y paralizar las importaciones, aumentando el pánico en la población. Encima, al frenar las importaciones, muchos sectores tienen problemas para producir, porque no pueden importar insumos.
¿Por qué tienen un déficit fiscal que aumenta permanentemente? Porque incrementaron demagógicamente el gasto público. Claro, ahora que la plata ya no alcanza para financiar más gasto, se viene el ajuste con tarifazo disfrazado de cruzada patriótica para ver quién es el primero en presentar la planilla para renunciar a los subsidios.
¿Por qué en su momento confiscaron nuestros ahorros en las AFJP? Porque hacía falta caja y “vendieron” la medida como una recuperación de las jubilaciones.
¿Por qué el BCRA tiene serios problemas patrimoniales? Porque le vacían las reservas para tapar los baches fiscales. Es decir, cada nuevo problema es un parche para tapar el lío del día anterior.
Nadie puede sostener que la economía argentina no tiene mayores problemas cuando el tarifazo, que era inevitable, supera los niveles del rodrigazo de 1975. Como tampoco nadie puede decir que la economía está sana cuando el gasto público ha llegado a niveles récord y hay déficit fiscal a pesar de la feroz presión tributaria que soportamos. Si se dejara de aplicar el impuesto a las ganancias sobre utilidades ficticias generadas por la inflación, ¿alguien piensa que sería fácil solucionar el problema fiscal? ¿Alguien puede creer que es fácil bajar la inflación de los niveles actuales sin conflictividad social? Yo diría que sería más sencillo enfrentar una hiperinflación porque la gente pide a gritos que alguien haga algo, a dominar esta inflación que le hizo creer a la gente que el modelo, mágicamente, permitió escalar a niveles de consumo impensados sin necesidad de invertir.
En definitiva, los problemas que genera el gobierno no son innecesarios, son consecuencia de la dinámica del mismo modelo intervencionista y estatista, porque creen que la ley de la oferta y la demanda, puede ser dominada a las trompadas y con la policía en la calle. Y de tantas trompadas, amenazas y presiones de funcionarios, hemos llegado a una montaña de problemas que hoy empiezan a surgir todos juntos.
Por eso, insisto, ya no es hora de llorar. Cada uno tenemos nuestros propios dramas personales como para estar dando lástima a cada uno que se nos cruza por la vida. Así como cada uno de nosotros nos hacemos cargo de nuestros problemas y, encima, el Estado nos complica más la vida, es hora de dejar de llorar y hacerse cargo de tanto lío económico y descontrol social que generaron.
*Publicado en economiaparatodos.com
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Eurozona en crisis y la decadencia de Occidente

 

El mundo desarrollado está en crisis. La sensación generalizada en la opinión pública es de fatiga asociada a un deseo de que la crisis se termine de una buena vez, aunque signifique que alguno o más países salgan de la eurozona.

Grecia nos mantiene en vilo con problemas políticos y económicos. Pero es la punta del iceberg. Los mismos problemas aquejan a Estados Unidos y a Europa: el endeudamiento excesivo y el envejecimiento de su población. El proyecto de la eurozona probablemente no sobrevivirá en su conformación actual. Como señalan los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff en This time is different , el problema es que en momentos de crisis la deuda privada muchas veces termina siendo estatizada.

Hace una semana, The New York Times publicó un artículo del historiador inglés Paul Kennedy, autor del best-seller The rise and fall of the great powers , publicado en 1987, en el que analiza el auge y la declinación de las grandes potencias desde 1500. Kennedy fue de los primeros en sostener que Estados Unidos se encontraba en esa situación. Cinco años después, en Preparing for the twenty first century , Kennedy planteó un futuro bastante desalentador en el que una serie de cambios globales (explosión demográfica, globalización financiera, transformación de la agricultura y destrucción del medio ambiente) debilitarán a todas las naciones y empobrecerán a la mayoría de la humanidad.

En el artículo que nos concierne, Kennedy argumenta que estamos entrando a una nueva era, "un momento trascendental". Cuatro factores indican que estamos llegando a ese "momento trascendental". Primero, debido a la declinación inexorable del dólar como moneda de reserva. En segundo lugar, por "la erosión y la parálisis del proyecto europeo". El tercer factor es la carrera armamentista que se ha desatado en el sudeste asiático. El cuarto factor que preocupa a Kennedy es la irrelevancia creciente de Naciones Unidas para mediar en los conflictos que aquejan al mundo. Para Kennedy, el mundo se está moviendo hacia un esquema multipolar, en el que Estados Unidos, aunque cada vez menos, todavía ejercerá mucho poder.

Parecería que los historiadores ingleses, siguiendo una tradición iniciada por Arnold J. Toynbee, han encontrado un nicho en el análisis de la decadencia de Occidente. Además de Kennedy se destacan Ian Morris (Stanford) y Niall Ferguson (Harvard). Ambos dicen que hace 500 años China era la nación más avanzada del planeta.

Según Ferguson, el fin de la supremacía de Occidente es la gran noticia de nuestro tiempo. La tesis de su libro Civilization: the West and the rest es que Asia ha adoptado las costumbres, instituciones y avances tecnológicos que sostuvieron el desarrollo de Occidente durante los últimos cinco siglos. No está totalmente convencido de que China sea "el futuro". Considera que el talón de Aquiles de los chinos es la ausencia de una democracia representativa y de instituciones que protejan los derechos de propiedad. En Why the West rules - for now , Morris sostiene que estamos viviendo la mayor transferencia de riqueza, poder y prestigio desde que la revolución industrial catapultó a Europa occidental a una posición dominante en la economía mundial. Este cambio es inexorable y favorece a Oriente.

La crisis de la eurozona es un hito en este proceso. Es algo irónico que hace un siglo, China fue sacudida por una revolución que puso fin a la dinastía Qing e inauguró la moderna república china. Esta revolución fue en parte provocada por un excesivo endeudamiento externo (que Mao repudió en 1949). Europa era el principal acreedor de China. Cien años más tarde es Europa la que está sobreendeudada y le pide ayuda financiera a China para salvar el euro. Los chinos accederán a este pedido luego de extraer condiciones muy favorables. La cuestión es si a Europa le conviene hipotecar su futuro o arreglárselas con sus propios recursos.

Para Morris, la verdadera cuestión no es Occidente v. Oriente sino cómo vamos a resolver los enormes problemas que enfrenta la humanidad. Coincide con Kennedy en que estamos entrando a una nueva era. Pero los factores que le preocupan no son los mismos. Según Morris, el desafío es cómo lidiar con la proliferación nuclear, el crecimiento de la población, epidemias globales y el cambio climático. Y sólo podremos superar el desafío si hay cooperación y coordinación entre Oriente y Occidente.

*Publicado en La Nación
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La Presidenta Profundiza su Alianza con los Industriales

 

Con su embestida contra los gremios aeronáuticos, anteayer, la presidenta Cristina Kirchner buscó desvincular a La Cámpora de la controversia en la que quedó envuelta dentro del Gobierno por su polémica gestión en Aerolíneas Argentinas. Pero también le envió un mensaje al jefe de la CGT, Hugo Moyano, y a sus aliados sindicales díscolos para forzarlos a que se sumen al "nuevo modelo", según indicaron fuentes de la Casa Rosada.

Lo que la Presidenta imaginó como un pacto social tiene, por ahora, dos patas. Cristina Kirchner eligió como nuevo aliado al empresariado industrial, es decir, a la Unión Industrial Argentina (UIA), presidida por José Ignacio de Mendiguren, añadieron las fuentes.

Moyano y la CGT se quedaron afuera, por ahora. Pero la jefa del Estado considera que los sindicalistas no tendrán otra alternativa que sumarse al plan.

Esa es su estrategia. "Ella le garantizará a la industria rentabilidad y reglas claras. Y espera de ella que invierta, no despida gente, genere más puestos de trabajo, disminuya la masa de desocupados y subsidiados, paguen impuestos y aumenten el ingreso fiscal", señaló a La Nacion un alto funcionario del Gobierno.

Se quiere resguardar así de la dura crisis mundial que se espera para 2012 y de la delicada situación fiscal. Según un estudio de Aldo Abram, de la Fundación Libertad y Progreso, el rojo por cubrir será de 10.000 millones de dólares por la brecha fiscal y los vencimientos de deuda del año próximo.

"Esa es la cifra. Pero si hay crecimiento y desarrollo, eso se paga con más producción y más empleo -dijeron en Balcarce 50-. Para eso Moyano debe encuadrarse."

Hoy es incierta la posibilidad de buscar financiamiento en los mercados internacionales para la Argentina a baja tasa, como pretendería la jefa del Estado.

Ajustes

El ataque de Cristina Kirchner a los gremios aeronáuticos buscó encubrir los problemas de la gestión Recalde en Aerolíneas, que quedaron en evidencia a partir de los anuncios de ajustes en la línea de bandera, con la reducción de vuelos no rentables, para reducir en algo el déficit de más de 700 millones de dólares cuando termine el año.

Pero el verdadero destinatario de la embestida -en la que acusó a los gremios de no trabajar- fue Moyano, al que entrevé que no podrá desbancar de la CGT, ni siquiera en julio de 2012. La secuencia fue así: ante la UIA, el martes pasado, Cristina Kirchner había rechazado el proyecto de reparto de ganancias empresarias entre los trabajadores; el miércoles, Moyano insistió en la idea. Y el jueves Cristina Kirchner dobló la apuesta.

"La estrategia es marcarle la cancha a Moyano, que tiene una actitud sectorial y corporativa, quiere ser presidente, y no se banca el ajuste. El diálogo social hoy es entre el Gobierno y la industria, que tienen coincidencias para sincerar la economía, el nuevo modelo. Si Moyano no quiere sentarse, ella lo obligará por la fuerza porque no podrá quedar afuera", dicen en la Casa Rosada. Un pacto social, pero forzado.

"Sincerar la economía y sintonía fina significa que todos van a caer en el ajuste de subsidios, asegurar competitividad y promover la inversión con un banco de desarrollo. Moyano no puede seguir pidiendo reparto de ganancias y 35% de aumentos de salarios", dicen en Balcarce 50. El Gobierno insiste en un tope de 15 o 18% para las paritarias de 2012. No más. Esa es la verdadera pulseada de hoy.

Además, Cristina Kirchner dio de baja el proyecto analizado en el Gobierno para impedir el giro de utilidades al exterior. Todas señales que apuntan al crecimiento de la inversión empresaria.

El "nuevo modelo", de sinceramiento, comprenderá más anuncios sobre recortes de subsidios la semana próxima. Se procura ahorrar 20.000 millones de pesos. Y quizás financiar un banco de desarrollo para la industria, un proyecto en ciernes.

Para todo eso, Cristina Kirchner quiere aprovechar su capital político actual: el 54 por ciento de los votos que obtuvo en octubre. Y planteó una la batalla mediática en la que ella aparece como una mujer victimizada, dolida por su situación familiar, agredida por un sindicalista de modales rústicos. Todo para ganar, sostienen en Balcarce 50.

 
*Publicado en La Nación.
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El Sindrome del Filosofo Rey

Por Alberto Benegas Lynch (h)

Popper ha señalado el peligro de los gobernantes “iluminados” que ha propuesto Platón y en su lugar sugiere trabajar en marcos institucionales para que los gobernantes “hagan el menor daño posible”. Los discursos de megalómanos que pretenden saberlo y controlarlo todo demuestran su ignorancia colosal ya que la cooperación social surge precisamente en un contexto en el que puertas y ventanas se abren de par en par para permitir el oxígeno vital de la libertad que da lugar a la coordinación de conocimiento por su naturaleza disperso y fraccionado, lo cual, a su turno, hace posible el bienestar y da rienda suelta a la energía creativa en la que se sustenta el progreso.

Hasta el modo en que hablan y los gestos que hacen los gobernantes revelan una embarazosa, arrogante y, por cierto, nada socrática presunción del conocimiento que naturalmente los conduce a reiterados y sonoros fracasos. Esta es otra razón adicional para adoptar la importantísima sugerencia de Montesquieu en cuanto a la elección de gobernantes por sorteo al efecto de subrayar la insignificancia de quien gobierna y resaltar el rol de las instituciones. Antes he destacado, por ejemplo, el modo de caminar de G. W. Bush como un vaquero pendenciero, el modo que tiene Obama de subir y bajar escaleras como haciendo jogging y, salvando las distancias, los gestos grandilocuentes y ridículos del bufón del Orinoco -conocido como Chávez- los ademanes con ribetes grandiosos y tragicómicos del tristemente célebre Khaddafy, la seriedad crepuscular del matón de Corea del Norte y su adiposo hijo, los desplantes de Putin y el besamanos de ayhatollas en Irán, solo para citar a los más coloridos del plantel.

Diría que todos los gobernantes son presa de lo que Leonard Read bautizó como el “síndrome del filósofo rey”. Se la creen, la alfombra colorada los marea y el poder los empequeñece mentalmente (además tienden a considerarse indispensables e irremplazables). Por esto es tan necesario continuar y profundizar el debate sobre lo que técnicamente se denominan bienes públicos y colaterales, tan bien expuestos por destacados autores contemporáneos. Pero mientras tanto, los esfuerzos hacen bien en dirigirse a fortalecer marcos institucionales que pongan estrictos límites que enangosten la capacidad de maniobra del Leviatán.

Es que los que se instalan en la poltrona de mando se encandilan y pierden contacto con la realidad: no se percatan que si los delicados mecanismos subyacentes en la sociedad abierta son interferidos se desmorona el complejo y sensible tejido de interrelaciones sociales. Las planificaciones estatales inexorablemente perturban las señales de mercado, esto es, los precios, con lo que las estructuras valorativas de la gente quedan distorsionadas, debido a lo cual los operadores económicos, al proceder en base a indicadores falseados, asignan erradamente los siempre escasos factores de producción con el consiguiente grave perjuicio para la gente. Además, como si esto fuera poco, al intervenir en los precios a raíz de los comandos gubernamentales, se opaca la evaluación de proyectos, la contabilidad y el cálculo económico en general con lo que no es posible saber en que grado se consume capital.

La impronta planificadora y el ímpetu estatista no son para nada inocuos, los daños de los discursos y fanfarroneadas de los capitostes estatales producen consecuencias devastadoras aunque  cuenten con hordas (pagas y voluntarias) que los aplaudan a rabiar en medio de la teatralización armada por caudillos que vociferan sandeces de diverso tenor. El asunto se origina en los que aceptan la peregrina idea de que “hay que sentarse (siempre esa es la postura que sería la adecuada) a planificar el país que queremos”, luego, cuando el mandón de turno decide el camino de todos, sigue el coro de esperpentos serviles con marcada inclinación de autómatas que siempre agregan al espectáculo cánticos cuya precaria letra y pretensión musical son un bochorno superlativo para cualquier mente bien calibrada.

Henry Fielding (quien, como hemos recordado en otra oportunidad, John Dos Passos señala como el iniciador del individualismo en la novela anglosajona de 1749) ha escrito que “Los hombres están extrañamente inclinados a aplaudir aquello que no entienden”. Según C. S. Lewis, la tradición del filósofo rey está integrada “si se quiere, por hombres que han renunciado a la humanidad para dedicarse a la tarea de decidir que es la humanidad”.

Esta cuestión del “síndrome del filósofo rey” está íntimamente ligada a la noción del “líder” que debemos considerar cuidadosamente. De entrada confieso que esta palabreja me produce rechazo. Su significado específico segúnla RealAcademiaes “jefe de un partido político” (además comparte la raíz con “lidear”, es decir, pelear lo cual no es nada tranquilizador por cierto). Por extensión se usa la expresión como alguien que lidera en distintos campos lo cual tiene la connotación de quien arrastra, quien cuenta con adeptos y seguidores, quien conduce. Hay quienes la usan inocentemente lo cual no cambia el significado del vocablo (que de un modo u otro subliminalmente sigue arrastrando la truculenta imagen del Führer o el Duce).

En verdad en una sociedad de hombres libres cada uno debe ser líder de si mismo. Completamente distinta es la excelencia que provoca sana emulación: es la luz que brilla y, por ende, atrae otras miradas, no para ser arrastrados por un conductor sino al efecto de incorporar luz en la propia alma. Es la persona admirable. Pero el problema comenzó con Platón quien, además de ser pionero en la expresión “filósofo rey” que aconseja vivamente para el gobierno, escribió en Las Leyes que “El gran principio de todo estriba en que nadie, se trate de hombre o mujer, debe estar sin un líder. Ninguna mente debe habituarse a hacer algo por su propia iniciativa”.

Frente a cada dificultad se proclama con arrebatos doctorales que se necesita un líder, esto es, se debe abdicar de la propia iniciativa en la figura del hombre “fuerte y sabio” que es en realidad débil e ignorante, lo primero porque como explica Erich Fromm no se autoabastecen “necesitan dominar a otros para completar su endeble personalidad”, y lo segundo ya lo hemos comentado más arriba en cuanto a la demostración de palmaria ignorancia (y su exasperante falta de biblioteca…la lectura de buenas obras, “ese milagro fecundo de una conversación en el seno de la soledad” de que nos habla Proust). En última instancia, la riqueza es interior; alguien dijo refiriéndose a un potentado que “es tan pobre que solo tiene dinero” y recordemos que Sor Juana Inés dela Cruz, en medio de infamias inquisitoriales de su propio confesor, consignó que prefería “poner riquezas en mi pensamiento, que no mi pensamiento en las riquezas”.

La síndrome del filósofo rey en última instancia se traduce en la manía de la guillotina horizontal, es decir, del igualitarismo, lo cual me recuerda unos versos de autor anónimo pero muy ilustrativos en la materia:

                      ¡Igualdad!, oigo gritar

                      al jorobado Torroba

                    ¿Quiere verse sin joroba

                    o nos quiere jorobar?

En no pocas ocasiones, “el filósofo rey” termina como la trilogía representada por Roa Bastos en Yo, el Supremo (José Gaspar Rodríguez de Francia que tiranizó Paraguay 24 años), por Asturias en Señor Presidente (Manuel Estrada Cabrera que tiranizó Guatemala 22 años) y por Vargas Llosa en La fiesta del chivo (Rafael Leónidas Trujillo que tiranizó Santo Domingo 31 años). En la primera de las obras mencionadas se consigna lo que declaró el dictador Francia que resume muy bien la fobia de los déspotas y su panoplia contra la prensa libre: “Debiera haber leyes en todos los países que se consideraran civilizados, como las que he establecido en el Paraguay, contra los plumíferos de toda laya. […] No hay mercadería más nefasta que los libros. No hay peste peor que los escribones. Remendones de embustes, de falsedades. Alquilones de sus plumas de pavos irreales”.

Por su parte, dado que el socialismo marxista propone la abolición del dinero debido a que todo se conseguirá sin cargo, Lenin -un buen exponente de la esquizofrenia característica del filósofo rey- escribió en Pravda que “Cuando seamos victoriosos a escala mundial, sostengo que usaremos el oro para construir baños públicos” (artículo titulado “La importancia del oro después de la completa victoria del socialismo”, noviembre 6 de 1921).

Aunque en un plano distinto, desafortunadamente en aquello de los liderazgos los hay quienes con la mejor de las intenciones aluden a su hijo en el colegio como que “se avizora como un líder” lo cual me produce urticaria por los motivos antes apuntados. Y los cursos respectivos  que se dictan para empresarios ávidos de sobresalir deberían sustituirse por cursos del buen administrar que es más modesto y más ajustado a lo que se necesita en esas arenas que el insistir en pastosos “liderazgos”.

Es momento para que cada uno nos miremos por dentro que es donde radica la solución y no esperemos que nos resuelvan los problemas desde afuera en busca de una amarra exterior…y menos que menos a cargo de “un líder” o de un energúmeno que la juega de “filósofo rey”.

*Publicado en Diario de America, NY
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