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Calidad Institucional

Economías exitosas y de las otras

No hace falta recurrir a la teoría económica, sino tan solo a la evidencia para comprobar que los países en los que a) se aseguran los derechos de propiedad, b) se reprimen las prácticas monopólicas y existe una razonable apertura al comercio internacional, c) se ejercen políticas fiscales mesuradas y d) se asegura la estabilidad monetaria, son los países que logran el máximo crecimiento y la mínima desigualdad posibles.

En muchos lugares y en el nombre de variados populismos estas condiciones son vulneradas de forma más o menos sistemática. Los argumentos siempre son “nobles” (mayor igualdad, mejor perfil productivo), pero el resultado es siempre el mismo: los indicadores sociales y económicos se van rezagando.

Al tratar de explicar estas diferencias algunos subrayan el rol de las culturas. Se afirma que las sociedades que aseguran las condiciones para que el capitalismo de sus mejores frutos serían aquellas permeadas por culturas que valoran el trabajo, el esfuerzo individual, el cumplimiento de las obligaciones, el ahorro y el éxito. Tales valores les serían inculcados a los habitantes desde niños, ya en sus hogares, ya en las escuelas a través de los contenidos de la educación formal. Quienes así opinan ponen como paradigma el caso de los EEUU, pero el origen sajón de la población originaria de ese país los lleva a extender la idea de una cultura propicia al capitalismo a países tales como Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelandia, Alemania, Holanda y algunos más, como serían los nórdicos.

Por el contrario, esta cultura no estaría presente en los países que se dejan ganar por el populismo. La popularidad del populismo (valga la redundancia) se debe a lo difícil que es explicar y comprender el adecuado funcionamiento de los mercados en competencia, sus mecanismos de ajuste o de compensación (como la inevitable desaparición de actividades y empleos de resultas de la innovación y de la creación de nuevas actividades y empleos), así como las condiciones jurídicas que tal funcionamiento presupone (estado de derecho, división de poderes, respeto de los derechos de las minorías, servicio civil basado en la meritocracia, monopolio estatal del uso de la fuerza, etc.), y lo fácil que es - explotando estas dificultades y las naturales desigualdades resultantes de las muy diferentes capacidades humanas -organizar partidos basados en slogans simples, elementales y/o demagógicos.

El argumento de las culturas, sin embargo, es débil: 1) Las “tentaciones populistas” están presentes en todos los pueblos, 2) Varios países de raíz sajona han pasado por largos períodos de políticas “populistas”, 3) Algunos de ellos, como Nueva Zelandia e Irlanda, son relativamente recién llegados al grupo de naciones exitosas, 4) Hay muchas naciones de origen no-sajón en las que respetan razonablemente las condiciones para un buen desarrollo capitalista. Francia, Italia y Japón pueden mencionarse entre los más antiguos de esta categoría. España, Brasil, México, Chile, Taiwán, Korea, China e India son incorporaciones más recientes. 5) En estos países las condiciones para el buen desarrollo han sido impuestas y/o respetadas por gobiernos de todo el espectro ideológico: Liberales, conservadores, republicanos, demócratas, de derecha, de izquierda y hasta comunistas.

Estas historias sugerirían que lo que distingue a un grupo del otro, más que rasgos culturales o educativos, es la existencia de un conjunto dirigente con la lucidez como para satisfacer las inquietudes populistas de la sociedad (típicamente, durante las campañas electorales), pero que gobiernan y legislan dando previsibilidad y sin vulnerar grave o sistemáticamente las condiciones enumeradas al comienzo de esta nota. La evidencia estadística demuestra que la Argentina supo pertenecer al grupo exitoso. En algún momento del siglo XX, sin embargo, perdió la categoría. Esto revelaría que, con sus más y sus menos, el país tuvo una dirigencia que pugnó por asegurar las condiciones requeridas para un desarrollo capitalista, contrariando incluso rasgos culturales populistas de la población. Es un caso bien ilustrativo del rol de las dirigencias, más que el de los rasgos de la cultura.

Nuestra historia y la de otras naciones -incluyendo las que en los últimos treinta o cuarenta años lograron recuperarse después de décadas de declinación- sugiere que ningún país está totalmente aislado del riesgo de caer en tentaciones populistas. Sin ir muy lejos se puede señalar la alta dosis de populismo fiscal y financiero en los EE.UU. impulsada por el Partido Republicano tras el acceso de George W. Bush a la presidencia en 2001. Pero estas mismas historias también sugieren que ningún país está condenado “ad-vitam”, mostrando como se puede pasar del grupo exitoso al rezagado, así como de este último al primero. Ya se vio que entre los países que ejercen políticas favorables al desarrollo de un capitalismo competitivo los hay con o sin culturas propicias. Están allí porque sus dirigencias y gobiernos -elegidos por el voto popular, alternándose izquierda, centro y derecha, y más allá de lo que se pueda haber prometido en campaña- aprendieron a consensuar y respetar como cuestión de Estado los límites de la política económica.

*Publicado por El Cronista Comercial, Buenos Aires.
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Entendiendo la economía argentina

Hace unos meses Paul Krugman aseguraba que España debía abandonar el euro y devaluar su moneda para resolver sus dificultades fiscales. Ahora volvió a la carga con la misma política, pero agregó que la devaluación argentina de 2001-2002 debiera ser tomada como un ejemplo de lo que Grecia y los países europeos en problemas debieran hacer para abandonar la crisis en las que se encuentran inmersos.

El gobierno argentino no pudo evitar la tentación de utilizar las desafortunadas palabras de este Premio Nobel para demostrar lo correctas que han sido las políticas implementadas en la última década.

Mi objetivo en este artículo es intentar esclarecer lo ocurrido en la historia económica argentina reciente para arrojar algo de luz sobre un tema tan delicado en el campo de la política económica.

El menemismo (1989-1999)

Tras el retorno a la democracia en 1983, y la asunción de Ricardo Alfonsín al frente del gobierno, la Argentina experimentó serias dificultades económicas que terminaron con su renuncia anticipada en 1989 y un proceso hiperinflacionario descontrolado.

Carlos Saúl Menem asumió en dichas circunstancias y tras dos años de desaciertos, encontró un equipo económico liderado por Domingo Cavallo que le permitió encontrar una respuesta a la situación. El déficit fiscal ya no podía ser financiado con emisión monetaria y no había acceso al crédito externo, por lo que sólo podían obtenerse ingresos a través de la privatización de empresas públicas deficitarias. Entre 1991 y 1993 la Argentina implementó la convertibilidad de un peso por un dólar, privatizó las empresas públicas deficitarias, acordó el Plan Brady, salió del Default, ingresó al MERCOSUR y privatizó el sistema de pensiones.

Lo que nunca consiguió la economía argentina fue eliminar el déficit fiscal, aunque en 1993 el ingreso de divisas obtenido por las privatizaciones, le permitió acomodar las cuentas. A partir de 1994 el gasto público comenzó a crecer y con ello el déficit fiscal, el cual siempre fue financiado con crédito externo.

La economía argentina gozó de estabilidad, pero mientras mantuviera el déficit fiscal su crecimiento estaba atado a continuar tomando deuda externa, la que siempre consiguió extender a través del Fondo Monetario Internacional como su principal garante.

Sorprendentemente Menem consiguió un acuerdo con el radicalismo para modificar la Constitución Nacional y que se le permitiera ser reelecto en 1995, pero desde entonces las complicaciones fueron cada vez mayores.

El efecto tequila de 1995, la crisis asiática de 1997, la crisis rusa de 1998 y la devaluación de Brasil de 1999 representaron cuatro duros golpes para la economía argentina, que empezó a tambalear desde el tercer trimestre de 1998.

Entre el menemismo y el kirchnerismo (1999-2003)

En 1999 Fernando De la Rúa ganó las elecciones y decidió mantener la convertibilidad, pero no encontró el modo de controlar el déficit fiscal, mientras las adversidades externas continuaban y el dólar se fortalecía.

Tras una nueva renuncia anticipada en diciembre de 2001 y una alternancia en el poder que nos dejó con varios presidentes y la declaración del default, Eduardo Duhalde decidió abandonar la convertibilidad, pesificar los depósitos y devaluar la moneda.

El PIB argentino cayó en 2002 más de un 10 % y comenzó un proceso de ajuste sobre el tipo de cambio que abandonó la paridad 1 a 1 para pasar a un aproximado 3 a 1, controlado entre bandas.

El Kirchnerismo (2003-2011)

En 2003 se llamó a elecciones y Néstor Kirchner alcanzó el poder con menos del 23% de los votos. La economía argentina apenas iniciaba un proceso de recuperación para salir de una profunda depresión.

Tras la fuerte devaluación, el dólar de 2003 era caro, los salarios pasaron a ser muy bajos en esa moneda, y la industria se volvió competitiva.

El contexto internacional cambió: 1) Los shocks internacionales desaparecieron durante los cinco años siguientes hasta la crisis subprime de 2008; 2) EE.UU. abandonó el dólar fuerte; 3) China se convirtió en la fábrica del mundo, demandando nuestros commodities y elevando sus precios a niveles récord; 4) Brasil dejó revaluar su moneda, contrariando su propia historia, lo cual benefició nuestra balanza comercial con aquel país.

Bajo este contexto, la economía argentina emprendió un acelerado proceso de recuperación.

El gobierno, sin embargo, obstaculizó el proceso.

Primero se hizo accionista del campo y aprovechó las retenciones a las exportaciones para obtener una fuente de ingresos que período tras período se hacía más indispensable. La “guerra con el campo” será uno de los factores más destacados de la historia argentina de esta última década.

Segundo comprendió equivocadamente que subir el tipo de cambio le permitiría hacer más competitiva a la industria, al tiempo que aumentaba la recaudación tributaria, fruto de esas mismas retenciones. Esto llevó a una subida gradual del tipo de cambio del 3 a 1 al presente 4 a 1.

Tercero, y ligado a lo anterior, decidió emitir moneda para financiar parte del presupuesto. Esta es, en definitiva, la causa principal de la escalada inflacionaria que analistas privados estiman entre el 22 y el 30 % (contra el dato oficial del Indec en torno al 10 %).

Cuarto, estatizó las pensiones, sabiendo que le permitía dejar de acumular una deuda impagable que mes a mes asumía ante las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) para poder pagar las pensiones de los actuales jubilados y pensionados; hacerse de los fondos gestionados entonces por las AFJP; y acumular como “impuestos” las futuras recaudaciones de los “ahorros” de los trabajadores.

Quinto, exigió al Banco Central de la República Argentina que prestara una suma importante de reservas en dólares para cancelar todos los compromisos con el Fondo Monetario Internacional, y con ello renunciar a ser auditado por cualquier organismo multilateral de crédito.

Lo dicho le permitió aumentar el gasto público consolidado desde un 30% hasta un 45% sobre PIB. Los analistas políticos detallan cómo el gobierno desarrolló un trabajo de hormiga acordando con gobernadores e intendentes la entrega discrecional de fondos, sujeto al apoyo del modelo. Los casos de posible corrupción incluso se extienden a la compra de diputados y senadores en los votos por leyes clave del Congreso.

En 2007 hubo elecciones y el kirchnerismo volvió a ganar, pero entonces con Cristina Fernández de Kirchner como presidente. Néstor Kirchner no abandonó, sin embargo, el manejo del poder. Acompañó a su esposa como un virtual Ministro de Economía y participó de cada decisión que se tomó en la Casa Rosada u Olivos.

Entre 2007 y 2011 la política siguió el mismo rumbo. El fallecimiento de Néstor Kirchner colocó a su esposa como la candidata del oficialismo para las próximas elecciones. Tras una larga indecisión, posiblemente como consecuencia del duelo, Cristina Fernández de Kirchner acaba de candidatearse en este mes de junio para la reelección y lidera las encuestas en vistas de las próximas elecciones presidenciales de este año. Con una oposición dividida, los analistas políticos coinciden en que muy probablemente el gobierno consiga la reelección.

En pocas palabras, cuando la economía crece —en cualquier país del mundo— la sociedad coincide en “no innovar”.

Dificultades del próximo gobierno

Cualquiera sea el resultado de la próxima elección presidencial, los desafíos centrales de la política económica post-elecciones son 1) el crecimiento de la economía, 2) el control del gasto público y 3) evitar que se dispare la inflación.

Si consideramos que la economía argentina ya se ha recuperado de la crisis de 2001/2002 y que se acerca al potencial de la capacidad instalada, esto significa que para iniciar un proceso de crecimiento —y ya no de recuperación— necesitará de inversión. Sin embargo, la economía argentina se ha alineado en los últimos años a países poco confiables para el capital externo como Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, lo cual hace difícil esperar la atracción de capitales.

No sólo eso. La salida de capitales ha sido dramática en los últimos años, mostrando que ni los propios argentinos confían en su país. La expropiación de las pensiones y la presiónque el gobierno ejerce sobre las grandes empresas ahuyentan capital.

En cuanto al gasto público está claro que la Argentina excede los niveles que puede financiar con impuestos. La diferencia la financia con emisión de moneda, fondos de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) y reservas del Banco Central de la República Argentina. Lo dicho tiene varias implicaciones.

Primero, mantener los niveles de gasto presentes, requieren que se mantenga o crezca la recaudación tributaria, para lo cual es vital que los precios de los commodities se mantengan en niveles récord. Esto tiene a su vez dos factores determinantes: Por un lado, la demanda de China, que conjeturamos que continuará; por otro, la política de liquidez de EE.UU., que contribuye a mantener altos los precios de los commodities. Este segundo factor difícilmente pueda mantenerse en el tiempo considerando las dificultades que hoy pasa EE.UU. en material de “riesgo de inflación”, tras una política demasiado laxa.

Segundo, mantener los niveles de gasto presentes, depende del agotamiento de los fondos de la ANSES, los que difícilmente alcancen para otros cuatro años.

Tercero, mantener los niveles de gasto presentes, requiere que las reservas del BCRA no se agoten. Es cierto que algunos analistas se esfuerzan por indicar las abultadas reservas que mantiene el BCRA, sin embargo, hay otros analistas que apuntan a la composición de las reservas, lo cual indicaría que estas son menores de lo que aparentan. Básicamente, señalan que el BCRA ha prestado una gran cantidad de reservas al gobierno a cambio de bonos, y que esos bonos difícilmente les permitan recuperar las reservas en el futuro.

Es cierto, estas reservas también pueden fortalecerse en la medida que mantengamos una balanza comercial favorable con el mundo, pero esto cada vez se complica más, si tenemos en cuenta que el dólar caro de 2003 que impedía la importación se ha convertido en un dólar barato en 2011 que estimula la importación, fruto de que el aumento de precios ha sido mucho mayor que la devaluación del tipo de cambio.

En pocas palabras, el tipo de cambio real está hoy tan sobrevaluado como en la década de 1990, lo cual atenta contra el resultado de la balanza comercial, pero también contra la competitividad de la industria, la que presiona por una nueva devaluación.

No devaluar más el peso complica la competitividad. Pero devaluar acelerará necesariamente la inflación. El dilema es claro.

Conclusiones

Dadas las elecciones de 2011 el gobierno no revertirá la política. Tras las elecciones es necesario que el nuevo gobierno retorne a los niveles de gasto público sostenibles en el largo plazo. Esto significa volver en el mediano plazo a un nivel de gasto público consolidado sobre PIB del 30 %.

Hay dos modos de conseguir esto. El primero, es reduciendo el gasto público, sin embargo, dado el poder que en los últimos años han alcanzado los sindicatos, difícilmente uno puede estimar que tal política sea viable.

El segundo es que el gobierno logre aplicar una regla fiscal según la cual el aumento del gasto público sea siempre a una tasa menor que el crecimiento de la recaudación. Si consideramos que el contexto internacional sigue siendo favorable —al menos por ahora—, esta política puede permitir revertir la tendencia y resolver el problema, considerando que la recaudación puede crecer en el corto plazo. Esto gradualmente achica el tamaño del Estado, al punto que le permitió a Chile disponer hoy de un nivel de gasto público sobre PIB del 18% y ser un  modelo para los países latinoamericanos.

¿Tendrá voluntad el gobierno de aplicar una reforma integral del Estado que le permita evitar una nueva crisis profunda? ¿Tendrá tiempo el gobierno de evitar otra depresión? Mi respuesta es negativa en ambos casos. Todo indica que el escenario más probable para los próximos años es: 1) un estancamiento de la economía y creciente desempleo, 2) sucesivos paros generales y revueltas sociales reclamando un aumento del gasto público y 3) una aceleración de la inflación.

Paul Krugman se equivoca en dos claros sentidos. En primer lugar, subestima la pérdida económica y social que implicó la crisis de 2001/2002. En segundo lugar, sobreestima el “crecimiento” de la economía argentina del período 2003/2011. Argentina se recuperó de la crisis anterior, pero el crecimiento no parte desde el pozo en que estábamos en 2003, sino desde la superficie que acabamos de alcanzar. La Argentina está perdiendo una oportunidad única de desarrollo, que otros países latinoamericanos están aprovechando.

Fuente: elcato.org
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Grecia: Argentina no es el ejemplo

La situación actual de Grecia tiene muchos aspectos comunes con la situación argentina en el año 2001, cuando este país se dirigía raudamente hacia la peor crisis económica en la historia, la que terminara en el default de su deuda, la salida del esquema de convertibilidad monetaria, devaluación de su moneda y una caída de unos diez puntos en su PIB.

Como Grecia, Argentina había gastado de más y se había endeudado hasta el punto en que no producía lo suficiente como pagar esa deuda; también como Grecia estaba vinculada a un signo monetario que no podía manipular; y como Grecia, un default de su deuda ponía en serio riesgo al sistema bancario. A diferencia de Grecia, sin embargo, la caída de los bancos argentinos afectó solamente a ese país mientras que en el caso actual amenaza a los bancos de otros países, lo que en parte explica el apoyo que otros gobiernos le otorgan.

En medio de toda la gran discusión que el caso griego plantea sobre todo a países como los europeos, no acostumbrados a crisis profundas y periódicas como la Argentina, han surgido opiniones que sostienen que el argentino es el modelo a seguir. En este caso significaría que declarar el default de la deuda, salir del Euro y devaluar con la introducción de una nueva moneda, tal vez un renacido dracma. La devaluación haría más competitiva a la economía griega, aumentarían sus exportaciones, se reducirían sus importaciones, se reactivaría la economía local y luego de un tiempo esto generaría mayores ingresos fiscales que le permitirían comenzar a arreglar lo que haya quedado de deuda luego de una renegociación que incluya un corte importante.

Por cierto que la actual no parece una solución adecuada. Imponer un drástico ajuste fiscal que no hace hincapié en reducir el gasto y en la reforma estructural del Estado griego e incluye aumentos de impuestos significa que Grecia será menos competitiva que antes, entrará en recesión y de esa forma nunca podrá mantener los pagos de la deuda.

Pero la salida argentina no es la única ni es la mejor, genera un alto costo en la credibilidad del país, una dramática caída de los salarios, elevado desempleo y, lo que es peor, no modifica los problemas estructurales del país. Es que la devaluación genera competitividad a corto plazo, pero tarde o temprano el tipo de cambio alcanzará su valor natural, determinado por la competitividad real de la economía local en relación al resto del mundo. Esto sucede en Argentina actualmente cuando su moneda se revalúa por el incesante crecimiento de sus precios internos. Argentina, además, se vio favorecida por la bendición del boom de los commodities lo que la salvó al promover un crecimiento acelerado pocas veces visto antes. ¿Sucede algo similar para Grecia?

Es cierto que Grecia tiene que ganar competitividad y reactivar su economía pero la devaluación no es el único camino para ello. La alternativa es liberar la capacidad productiva y el espíritu emprendedor de los griegos. Esto significa eliminar todas las barreras que traban e impiden la iniciativa empresarial, reducir impuestos no subirlos y reformar drásticamente al Estado mediante la venta de todas las empresas estatales y el cierre inmediato de todo programa o agencia pública que no preste un servicio esencial y básico vinculado con las funciones más elementales del Estado, tales como la seguridad o la justicia.

En este sentido puede ser que Grecia se encuentre atada a las marañas regulatorios de la Unión Europea, pero es más prometedor salirse de esto aunque sea por un tiempo que salir del Euro para abandonar todo vestigio de disciplina monetaria. En síntesis, debería, como Irlanda, ofrecer ventajosas tasas impositivas a los inversores y, a diferencia de ésta, también ventajosas regulaciones. Si la UE aceptara esto le daría, además, el paraguas de credibilidad para que los inversores aprovechen esas beneficiosas condiciones.

Por ese camino, Grecia no solamente podría salir de su crisis actual sino que se convertiría en un ejemplo para toda Europa.

*Consejero Académico LyP
Fuente: elcato.org
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Alberdi Vs. El "Che": La pelea del Siglo

¿Qué tendrá el Che Guevara? Hace una semana, en ocasión del aniversario del nacimiento de Ernesto Guevara, su tocaya Ernestina Pais entrevistó al Sr. Ramiro Guevara Erra, medio hermano del “Che” y, al mismo tiempo, coordinador del “Centro de Estudios Latinoamericanos Ernesto Che Guevara”. El motivo de la entrevista fue difundir la muestra “Cuando el Che era Ernestito”, una muestra fotográfica con imágenes del revolucionario argentino cuando niño.

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El reportaje, digno de la revista HOLA, no tuvo mayores contratiempos. Ramiro se explayó sobre la muestra fotográfica, sobre la semana de homenajes al Che en Rosario, sobre la figura de Guevara en su familia y sobre lo particular de ser el hermano del “tipo que aparece en todas las remeras del mundo”. Muy light. Luego de la breve charla, mi primera reacción fue el enojo. Pero este enojo no se debió solamente a la condescendencia de los entrevistadores, sino también al hecho de que el CELChe no es un ente creado por Ramiro Guevara y otros allegados correligianarios de la visión del mundo del "Che", sino que es un Centro creado por la misma municipalidad de Rosario (como si todos los rosarinos estuvieran de acuerdo con el comunismo revolucionario cubano). Pasado el sobresalto inicial, y de la misma forma que Ricky Maravilla preguntaba“¿Qué tendrá el petiso?”, decidí hacer lo mismo y preguntarme: ¿Qué tendrá el Che Guevara? ¿Qué tendrá el Che Guevara que le perdonamos la lucha armada como forma de vida? ¿Qué tendrá el Che Guevara que ignoramos los fusilamientos llevados a cabo por el régimen que él ayudó a crear? ¿Qué tendrá el Che Guevara que no vemos que él mismo fue funcionario del gobierno de Fidel Castro por 7 años antes de su muerte? ¿Qué tendrá el Che Guevara para que ignoremos que fue su Revolución la que persiguió no sólo a los opresores del pasado, sino también a minorías inofensivas, como los homosexuales, por ejemplo? ¿Qué tendrá el Che Guevara que los supuestos periodistas incisivos e incomodantes de CQC hacen reportajes que podrían pertenecer a la revista Para Tí? Y, por último, ¿Qué tendrá este Guevara cuyas remeras ymerchandising son un éxito comercial y cuya popularidad es comparable a la de Marcelo Tinelli? Respuestas Pensando e investigando, llegué a dos conclusiones. La primera es histórica y la segunda es, en algún punto, algo de azar. En primer lugar, debe contextualizarse la Revolución Cubana. Luego de años de un gobierno tiránico y abusivo como el de Batista, con persecusión de disidentes, torturas y todo lo que trae el “combo dictadura”, hasta John Locke habría aplaudido a los sublevados. En este sentido, al tener en frente un sistema tan opresor, la lucha armada no parecía ser una elección entre varias alternativas, sino más bien parecía ser la única salida. En este contexto, es comprensible que una persona que abandona sus comodidades originales para pelear contra semejante monstruo, arriesgando su vida en el proceso, sea considerado un héroe. En segundo lugar, la cuestión del azar. Aunque con las probabilidades altas de morir -necesariamente ligadas al a lucha armada- podemos considerar un tanto fortuito el hecho de que en Bolivia Guevara encontrara la muerte. No fortuito por la muerte misma o por la forma en que fue asesinado, sino fortuito por lo que generó después. Al morir, y al hacerlo joven, Guevara pasó a la posteridad con el beneficio de haber sido el que se arriesgó para derrocar a la dictadura, pero sin el costo de mantener una revolución que devino en un sistema carcelario, intolerante, persecutor y mucho más opresor que el anterior. Dicho todo esto creo que, al menos, podemos entender que el guerrillero haya sido perdonado y endiosado por gran parte de la sociedad. Otro Aniversario Ahora bien, resulta curioso notar que a los pocos días de la conmemoración de su nacimiento, se cumplieran 127 años de la muerte de otro revolucionario, argentino también, llamado Juan Bautista Alberdi. Alberdi, junto con la generación del '37, también se opuso al régimen autoritario y persecutor de Juan Manuel de Rosas y fue escapando de La Mazorca que terminó en Montevideo. Sin embargo, en una época donde la violencia era más aceptada aún como método político, no eligió las armas sino la pluma y en 1852 publicó sus “Bases...”, un tratado político con un remedio bastante efectivo contra la tentación del poder que tanto Rosas como Batista compartieron. Hoy en día, Alberdi es una calle de muchas ciudades del país, sin embargo, no conozco fondos públicos destinados a la difusión de su pensamiento. Alberdi se opuso a la tiranía igual que lo hizo Guevara pero no empleó métodos violentos, no es sospechado de fusilar a nadie y, como si esto fuera poco, sus ideas dieron lugar a un sistema mucho más abierto, tolerante y libre que aquel que favoreció el “Che”. Muy distinta habría sido la historia de la Argentina y Latinoamérica si la pregunta de hoy no fuera qué tendrá el Che, sino “¿Qué tendrá el Alberdi?”  
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El populismo se financia con el patrimonio del Banco Central

¿Cuál es el dilema que actualmente tiene Grecia? El mismo que tenía la Argentina en 2001. El gasto público había aumentado desmesuradamente, para financiarlo se endeudaron y al endeudarse se disparó el gasto porque a mayor stock de deuda mayor monto de intereses a pagar.

El gobierno griego tiene el mismo dilema que la Argentina en el 2001. Tiene que optar entre bajar el gasto en términos nominales (intento de López Murphy en 2001) o ir a una devaluación (enero de 2002 en el país). El problema de Grecia es que para poder devaluar tiene que abandonar el euro y volver a su antigua moneda la dracma. La idea sería devaluar y de esa forma licuar el gasto público con una llamarada inflacionaria.

Ahora bien, curiosamente, luego de casi 10 años desde que abandonamos la convertibilidad, la Argentina no tiene una situación igual a la de Grecia, pero podríamos señalar que hay algunas similitudes. Por ejemplo, el gasto público se ha disparado. Ya tenemos déficit fiscal y el dólar caro de 2002 ya no existe. Hoy el tipo de cambio real para el exportador de soja es más bajo que en la convertibilidad en valores constantes y los precios en dólares en la Argentina son tan caros como en la convertibilidad o más, por ejemplo, el metro cuadrado de construcción está más caro que en la convertibilidad.

Otro de los problemas que hay que resolver son los gigantescos subsidios al transporte y la energía. No sólo disparan el gasto público sino que, además, generan un problema en el sector externo. Las importaciones de combustibles es el rubro que mayor aumento registra producto de una espantosa política energética. Por eso el Gobierno decidió frenar las importaciones. En primer lugar porque el dólar cada vez más barato en términos reales aumenta las importaciones. En segundo lugar, porque con un dólar barato y estímulo artificial del consumo crecen las importaciones. Y, en tercer lugar, por el mencionado tema de los combustibles. Al subir las importaciones y las exportaciones aumentar más lentamente sólo por efecto precio de la soja, se achica el saldo de balance comercial. Al bajar el saldo de balance comercial hay menos dólares disponibles y al haber menos dólares disponibles, la fuga de capitales puede superar el saldo de balance comercial y generar más tensiones que las actuales en el mercado de cambios.

Pero hay otro problema que prácticamente no se comenta y es el serio problema patrimonial que está teniendo el BCRA. En efecto, en enero de 2010 el BCRA tenía en su activo letras intransferibles del tesoro por $ 36.243 millones. Son títulos que no puede vender y vencen a partir de 2016, 2020 y 2021. Al 7 de abril último, el stock de letras intransferibles del tesoro en poder del BCRA llegaba a $ 105.000 millones. Es decir, el BCRA le entregó reservas al tesoro para que pague la deuda pública y el tesoro le dio al BCRA títulos intransferibles que vencen en 2016, 2020 y 2021.

Desde el punto de vista patrimonial, el BCRA reduce sus reservas y aumenta su tenencia de títulos intransferibles del tesoro. En otros términos, reduce la calidad de su activo. Al mismo tiempo, aumenta su pasivo emitiendo moneda y títulos del BCRA.

Pero aquí no termina la historia, porque el BCRA también le prestó dinero al tesoro bajo el concepto de adelantos transitorios, que en la práctica más que transitorios son permanentes. Aquí tenemos otros $ 46.000 millones. Es decir, el BCRA se está llenando de letras del tesoro, que a juzgar por su situación fiscal ya es un insolvente, a cambio de las reservas que le entrega. Si sumamos, en forma muy optimista y siendo benignos con el balance del BCRA, letras intransferibles y adelantos transitorios al tesoro, el Central tiene en su activo aproximadamente unos $ 150.000 millones que le debe el tesoro. Si consideramos que estos títulos que le entregó el tesoro al Central tienen un valor cercano a cero, porque no se pueden vender y difícilmente alguien los compraría a su valor nominal, tenemos que técnicamente el BCRA tiene patrimonio neto negativo. En efecto, en su balance del 7 de junio muestra un patrimonio neto de $ 42.300 millones. El problema es que si bajamos del activo esos $ 150.000 millones que el tesoro le debe al Central, el patrimonio neto queda en rojo furioso.

En mi opinión estamos asistiendo a un descalabro patrimonial del Central para financiar al tesoro para que el Gobierno pueda mantener su política populista de alto gasto público.

Dejo liberada a la imaginación del lector cómo puede terminar esta historia de aumentar el gasto público, quitarle las reservas al Central, llenarlo de papeles invendibles y, encima, emitir moneda al 40% anual.

Sí, como diría Mafalda: ¡Otra vez sopa!

Fuente: www.politicaydesarrollo.com.ar
 
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