Skip to main content

En Clase, con mis Alumnos

 

Decimos que la clave para asegurar un reconfortante futuro moral y material consiste en una buena educación (aunque, tal vez, el adjetivo sobra ya que una mala educación, en definitiva, no es tal). Entonces, todo lo que ocurra en el seno de la familia y en ámbitos escolares y universitarios refleja un microcosmos que vaticina en gran medida como se desenvolverán las personas y cuales serán las relaciones interindividuales.

En esta línea argumental, puede resultar de utilidad reflexionar sobre métodos educativos, específicamente referidos a los sucesos que tienen lugar en el aula. En este sentido, trasmito mi experiencia de más de cuarenta años en la cátedra universitaria que espero signifiquen buenos consejos ya que el mero hecho de acumular años de experiencia no garantiza calidad. Confío en que en mi caso se pueda establecer un correlato con los buenos vinos que mejoran con la edad, y no con un mal vino, que cuanto más se lo añeja, peor es.

Entiendo que la clave estriba en la gimnasia del cuestionamiento, el interrogante, mirar el mismo asunto desde diversos ángulos y, sobre todo, como nos ha dicho Popper, entender que el conocimiento tiene el carácter de la provisionalidad sujeto a posibles refutaciones, lo cual mejora la marca y reduce nuestra ignorancia. Tanto el responsable de la cátedra como los alumnos participamos de una infinita dosis de ignorancia. “Todos somos ignorantes, solo que en temas distintos” decía Einstein, a lo que agregamos que lo que creemos saber lo conocemos siempre en grado insuficiente.

Como he consignado antes, mis respectivos profesores señalaron idéntico fenómeno tanto el primer día en mi colegio en Washington DC (Archobishop Carroll High School) y, muchos años después, el primer día de clase en una beca que obtuve en New York (Foundation for Economic Education). En ambos casos el titular del caso dibujó dos círculos de circunferencias distintas en el pizarrón afirmando que con ello pretendían ilustrar grados diferentes de conocimiento y que lo que quedaba fuera de esa imagen representaba la ignorancia, luego de lo cual nos invitaban a los alumnos a meditar sobre cuanto más expuesto al desconocimiento estaba el círculo de radio mayor (cuanto más se conoce, más conciencia se tiene de la propia ignorancia).

Tanto la enseñanza popperiana como lo aprendido en el aula en las dos circunstancias apuntadas, no significan en modo alguno patrocinar el relativismo ni el esceptisismo. La verdad es independiente de nuestras opiniones sobre el mundo (por ello hay centros de investigaciones, porque se conjetura que hay algo que investigar), de lo cual no se desprende que sea fácil captar la verdad en los más diversos campos: se trata más bien de un peregrinaje azaroso no exento de sobresaltos. De más está decir que el conocimiento nunca es una faena terminada, está inmersa en un intrincado proceso de prueba y error, de marchas y contramarchas.

Una vez escribí algo que denominé “el problema de la distribución del conocimiento” al efecto de mostrar la necesidad de buscar un equilibrio adecuado entre los extremos: en una punta está el especialista que sabe cada vez más y más de menos y menos, y en la otra está el diletante que habla de todo y, concretamente, sabe poco. ¿Cuánto destinar a la profundización (que no tiene límite) de cualquier tema sin consumir demasiado tiempo para dar lugar a otros conocimientos? Este es un dilema que deberá resolverse según los costos y beneficios marginales de cada uno.

 En todo caso, este es el clima que debe trasmitirse a los alumnos antes de comenzar las clases para ubicar el proceso en el debido contexto. Además, en mi caso, tengo una muletilla que repito el primer día de clase: “si no resulta claro lo que digo, por favor interrúmpanme, si no están de acuerdo, discútanme y si creen que está claro y concuerdan con lo que expongo, hagan de abogado del diablo que siempre es útil para que surjan eventuales contradicciones o inconsistencias que a primera vista no se detectan”.

En mis clases he procurado que las sillas de los alumnos se coloquen en forma de semi-círculo al efecto de poder mirarlos a todos de manera directa y frontal y para facilitar el diálogo (a menos que me toque un grupo grande en cuyo caso debo resignarme a la disposición tradicional). Nunca tomo asiento en clase puesto que considero que el caminar entre los alumnos refleja el constante movimiento que en paralelo debe dársele al material que se discute, nunca en estado final de reposo sino siempre en ebullición y atentos a nuevos descubrimientos.

Durante el transcurso de todos los semestres he buscado la oportunidad de organizar debates entre alumnos ubicándolos al azar de un lado y otro del aula y lanzar un tema de debate en el que ambos lados deben argumentar en forma opuesta. Eso resulta un ejercicio de gran fertilidad para escudriñar argumentos y razonamientos, con total independencia de lo que piensa cada uno, puesto que enseñar a pensar es la columna vertebral de la educación.

Creo que “dictar clase” es una expresión desafortunada y grandilocuente ya que tiene la connotación de una declamación o un recitado y no de una tarea conjunta y en equipo con los alumnos prestándole la debida atención a los intereses, vocaciones e inclinaciones de cada uno en vista de las muy diversas potencialidades y la extraordinaria unicidad que representa cada caso al efecto de sacar la mejor partida de cada uno, no solo en clase sino para eventuales monografías o trabajos de investigación.

Como he subrayado en incontables ocasiones, esta visión de cambio con la pretensión de mejorar en un proceso sin final y de puntas abiertas se opone categóricamente a la ideología, una palabreja desagradable que no se refiere al sentido inocente del diccionario en cuanto a conjunto de ideas, ni siquiera alude al sentido marxista de “falsa conciencia de clase”, sino en su versión más difundida de algo pétreo, cerrado, clausurado y terminado, lo cual naturalmente se encuentra en las antípodas del espíritu liberal de una constante y necesaria evolución y apertura mental.

Es curioso, pero con lo que mucho que me atrae la cátedra, siento un especial rechazo a tomar exámenes, no se si es por falta de paciencia o es que tanto me cuesta hacer de juez (o tal vez por las dos cosas). De todos modos, en los casos en los que no me resulta posible delegar estas tareas en adjuntos y ya instalado en este rol insisto en hurgar en distintas direcciones y avenidas para evitar a todo trance que se exponga el más mínimo vestigio de memorización sin entender lo que se dice (cual “Funes, el memorioso”). Esto me parece un pecado imperdonable que en gran parte se retrotrae a evidenciar un fracaso del profesor.

 Considero que todos los alumnos y alumnas son receptivos y hospitalarios a nuevas ideas y perspectivas. En uno de mis libros (escrito en 1986, hace más de  treinta y cinco años) describí a vuelapluma un gráfico de mis clases que sigue en vigencia después de tanto tiempo. Me cito: “En la abscisa puse los grados de satisfacción (o insatisfacción en el campo negativo) que conjeturo siente el estudiante y en la ordenada puse el tiempo. Dibujé una curva que muestra lo que sucede con los estudiantes desde el primer día de clase hasta el último […] Mi gráfico puede dividirse en cuatro secciones marcadas por el punto de origen y tres inflexiones en la curva. Hay aspectos técnicos cuyas partes más difíciles de comprender deben explicarse lentamente y paso a paso, pero hay otros, que pueden considerarse de filosofía general, que deben, sino comprenderse por lo menso intuirse lo antes posible. En este último caso, debe pasarse el climax rápidamente y, por tanto, el estudiante recibe une especie de shock. Éste es el primer punto o la primera etapa donde, en general, el estudiante recibe el menaje con gran escepticismo. Tanta es la sorpresa y el escepticismo que el estudiante piensa que ni siquiera vale la pena formular preguntas. Creo que más de una vez, en esta etapa, deben haber dudado de mi sano juicio. La segunda etapa marca el comienzo del cambio drástico en la audiencia. Aquí la sorpresa tiene un carácter distinto. Empieza la curiosidad […] Un comentario característico en esta segunda etapa es que está bien en teoría pero en la práctica no funciona, lo cual hace muy vulnerable la posición puesto que la teoría es solo para interpretar la práctica. Un teoría buena que no funciona en la práctica es un contradicción en términos. Esta segundo etapa  pone de relieve una especie de conflicto interno en el estudiante: por una parte la idea expuesta le parece impracticable y, por otra, le parece cautivante. La tercera etapa produce un notable  acercamiento en la relación profesor-alumno. Es una de ansiedad. El comentario característico aquí es: ¿si es tan sencillo por qué no se practica? Las preguntas en el transcurso de esta etapa muestran una voracidad por tener la mayor cantidad de elementos de juicio, quieren tener todas las respuestas lo antes posible. Suelen adoptar la postura del abogado del diablo para aclarar sus propias dudas e intercalan preguntas del tipo de ¿cómo es posible que otros no las vean? Por último, la característica de la cuarta etapa es el logro de una comunicación tan especial que se establecen verdaderos lazos de amistad con los estudiantes. La amistad, después de todo, es la comunión de ideales. La pregunta típica en esta etapa es: ¿Qué puedo hacer yo para que se ejecuten los ideales que subyacen en el análisis de esta asignatura?”

Si los alumnos entran a clase con estudios anteriores en economía (que es en torno a lo que giran mis cátedras), como suele ocurrir en programas de posgrado, el asunto comienza de un modo distinto ya que como la perspectiva que comparto navega a contracorriente de la enseñanza convencional, el trabajo es más arduo puesto que deben deshacerse perjuicios antes de iniciar el camino.

Ahora que veo en los periódicos noticias que se repiten en cuanto a la indisciplina estudiantil, me intrigan muy especialmente puesto que nunca, desde mi primera cátedra en 1968, he tenido el más remoto indicio de indisciplina tanto en casas de estudio de mi país como en las del extranjero en las que me he desempeñado, claro que siempre he puesto especial empeño en que la relación profesor-alumno debe primar un cuidadoso respeto recíproco (no es solo respeto hacia el profesor sino de éste con sus alumnos, lo cual incluye aspectos como el cumplimiento de los horarios establecidos ya que llegar tarde a una clase constituye un abuso y un atropello al tiempo de los alumnos). En este sentido, se me ocurre decir que aquellas situaciones inauditas de insubordinación son especialmente responsabilidad de los profesores por su conducta inapropiada, muchas veces chabacana, infractora y desconsiderada.

 De todas maneras, uno debe continuar navegando en un esfuerzo por apuntar a la excelencia y apagar toda tendencia de recurrir a terminología pomposa y sibilina a que se inclinan impostores que pretenden disimular su desconocimiento en la materia rodeando sus consideraciones con fórmulas innecesarias, razonamientos alambicados y bibliografía que no han explorado, todo lo cual no conduce más que a la confusión. Es lamentable que no pocos profesores estimulan a sus alumnos de grado y doctorandos en esta dirección antiacadémica.

 En realidad la educación consiste en un proceso que viene de adentro, el profesor solo facilita la manifestación y la canalización  exterior de las inquietudes que subyacen en el alumno y que se despiertan o refuerzan con el referido contacto. Todos estamos influidos por muchos maestros, pero lo relevante y trascendente es lo que hacemos a partir de allí con lo recibido y qué agregamos por nuestra cuenta.

Lo antedicho respecto a la cátedra regular, lamentablemente no sucede lo propio en conferencias o charlas siempre fugaces que no permiten la relación sistemática y continuada con la audiencia, por tanto, muchos de los conceptos quedan flotando y, en el mejor de los casos, generan signos de interrogación que eventualmente serán satisfechos por los curiosos en las correspondientes bibliotecas.

 Planteo una duda que me genera el sistema Montessori en el que no hay escalones predeterminados en los colegios, en donde cada uno progresa según su capacidad sin que sea retenido por otros no tan aventajados. Es decir, un sistema más individualista y menos propenso a avanzar o retroceder en majada. Me pregunto si esto no es bueno extenderlo e institucionalizarlo en aquellas universidades en las que se sigue el sistema de escalones anticipados. Desde luego, no estoy sugiriendo imponer este sistema ni ningún otro puesto que pienso que la educación debe desenvolverse en un ámbito de plena libertad para sacar la mejor partida posible de la prueba y el error y huir como de la peste de los organismo estatales que actúan como si se supiera de antemano que debe enseñarse y durante cuanto tiempo. Lo que estoy sugiriendo es que se mire más de cerca lo iniciado por María Montessori para eventualmente darle una aplicación más amplia, incluso para algunos de los esqueletos curriculares del muy fecundo home schooling que tan eficazmente elude las reglamentaciones de los tristemente célebres ministerios  y secretarias del ramo.

Lo más importante es tratar de que los alumnos participen de la enorme emoción que significa la aventura intelectual y que nunca caigan en la trampa de quienes se jactan de “haber completado” su educación en tal o cual universidad puesto que la educación nunca se completa.  Y es de especial significación el contrastar frente a los alumnos los pros y contras de las distintas tradiciones de pensamiento y exponer con la mayor claridad y rigor intelectual los fundamentos de la sociedad abierta, de lo contrario se extenderá el bochorno de gran resonancia que tuvo lugar durante la semana que acaba de concluir en la cátedra de economía de Gregory Mankiw en Harvard (el autor que, después de Samuelson, más ha vendido su libro de texto) donde en bloque todos sus alumnos lo abandonaron en medio de una clase y luego explicaron su actitud en una vehemente carta abierta señalándolo como uno de los causantes de los barquinazos económicos de Estados Unidos y solidarizándose con “los indignados”. Pero por tratarse de aquella caterva de académicos que insisten en recetas fallidas y bajo el ropaje de conservadores, renovadores y actualizadores del keynesianismo que en ningún momento revisan instituciones malsanas ni van al fondo de los problemas, el alumnado -para variar, en estos contextos- apunta al capitalismo como responsable de tanta malaria. Recordemos que Mankiw presidió (2003-2005) el Consejo de Asesores Económicos de G. W. Bush y patrocinó aquél esperpento empobrecedor de los “salvatajes” con el absurdo argumento de “intervenir en el mercado para salvar al mercado” (aunque se opuso a uno de los llamados “paquetes de estímulo” a pesar de alabar las archiconocidas técnicas de Keynes, por ejemplo en su articulo en The New York Times, noviembre 28 de 2008 ). Salvando las distancias, es similar a lo ocurrido enla Argentina donde se condenan políticas liberales inexistentes (a veces se recurre al adefesio de “neoliberalismo”) debido a que no pocos han recurrido a palabrería liberal mientras operaban en sentido contrario.

En resumen y en otro plano pero en línea con lo expuesto en esta nota periodística, es de esperar también que alguna vez pueda generalizarse el sistema tutorial, esto es, la relación un profesor-un alumno en materias e investigaciones clave para así sacar el máximo de rendimiento de cada persona (única e irrepetible) y poder sortear la necesidad de amortizar la enseñanza en grupos a través de la correspondiente economía de escala, sobre todo después de haberse demostrado las falsedades inherentes a la pretensión de establecer rangos generalizados de coeficientes intelectuales. Edward Gibbon en sus memorias de 1795 concluye bien que “Todo hombre que se eleva sobre el nivel de lo común ha recibido dos educaciones: la primera de sus profesores, la segunda, más personal e importante, de si mismo”.

*Publicado en Diario de América.
  • Visto: 15

Maria Blanco: “El Gobierno de Zapatero es como Norman Bates, de Psicosis”

 Entrevista a Maria Blanco desde Madrid:

A días de las elecciones presidenciales en España, la profesora de la Universidad CEU-San Pablo de Madrid y del Máster en Economía de la Escuela Austríaca, analiza la situación española. Causas y consecuencias del auge, la burbuja, y el momento económico y político que atraviesa la madre patria.

A fines de 2001, cuando estallaba la crisis en Argentina, muchos vinieron a España donde encontraron trabajo y pudieron prosperar en su profesión. Sin embargo, ahora la cosa parece darse vuelta y Cristina Fernández se regodea con el hecho que están repatriando cerebros. ¿Qué pasó con España en estos 10 años?

Pasaron 8 años de gobierno socialista. El gobierno del PSOE se aprovechó de la buena situación del gobierno conservador desde el punto de vista económico. Luego vino el gobierno de (José Luis Rodríguez) Zapatero dispuesto a repartir. Prometió todo para salir elegido, pactó con nacionalistas y con grupos de presión muy fuertes. Entonces, luego de ganar comenzó el despilfarro. Cuando llegó la crisis nos pilló con las lámparas apagadas.

¿Entonces era cierto que el país estaba bien, o era un crecimiento artificial?

Sí, había crecimiento pero estaba sustentado en burbuja inmobiliaria propiciada por instituciones crediticias que financiaban proyectos inmobiliarios allí donde no había necesidades reales. Para ellos el negocio pasaba meramente por construir, no importaba si se compraban o no los edificios.

¿Cómo se gestó en España una burbuja inmobiliaria? ¿Por qué usted sugiere en uno de sus artículos publicados por el Juan de Mariana que “las comunidades autónomas han inflado con operaciones por debajo de la mesa la burbuja inmobiliaria?

Porque las comunidades autónomas se aprovecharon de las responsabilidades transferidas por el gobierno nacional. Y en eso la culpa es la de la comunidad autónoma. Consejeros, etc. consiguieron los votos apoyándose en lobbies. Los políticos financiaron sus campañas con dinero del lobby inmobiliario a cambio de modificar las regulaciones -recalificación de terrenos, por ejemplo-.

¿Cómo es posible este proceso?

En España los terrenos están clasificados. El criterio para clasificarlos es el uso, entonces, tienes terrenos rurales, terrenos urbanos, etc. Y los precios son distintos según su clasificación porque cada clasificación habilita un tipo de construcción determinada. Entonces lo que pasó fue que luego de las elecciones se reclasificaron muchos terrenos a terrenos urbanos que se pueden vender a precios mucho mejores a las constructoras.

O sea que el mercado inmobiliario está intensamente regulado.

Sí, todo el tema urbanístico está regulado y depende de las comunidades autónomas. Y ese exceso de regulación es lo que permite que haya trampas. Entonces terminamos con la falsa sensación que todo está conforme a la ley, pero todos funcionan por debajo de la ley.

España es el país con mayor desempleo de toda Europa. ¿Por qué pasó esto y cómo puede salirse?

Somos eso y campeones mundiales de fútbol. Vamos a ver, durante el boom, en la época de vacas gordas, mucha gente dejó sus estudios y se fue a trabajar en la construcción.

Cuando comienza la crisis de liquidez y se transmite a la economía real, empiezan a cerrar las empresas. Nosotros somos un país de pymes y pequeños emprendedores.

Pero aquí lo que ha pasado es que se ha destruido el tejido empresarial. En España no hay libertad de contratación, no hay mercado laboral flexible. El mercado laboral está dominado por el poder de los sindicatos y todo se da en el marco de una negociación colectiva, lo que genera que los canales en el mercado laboral sean rígidos.

En consecuencia, el costo laboral en España es altísimo. Contratar es muy difícil y despedir, mucho más. No hay posibilidad de reconvertir un contrato fijo y caro en uno más barato. Entonces la decisión de los empresarios fue cerrar sus empresas.

¿Entonces la receta para salir del desempleo es la flexibilización laboral?

Sí, hasta Merkel nos lo pidió. S&P rebajó la calificación a AA- porque la reforma laboral no existe. El gobierno socialista anuncia cosas que luego no suceden. Dan noticias de cómo va la reforma laboral, pero ésta es inexistente. Es como Norman Bates -de “Psicosis”-que habla con una madre inexistente. Llaman reforma a un retoque de maquillaje.

Muchos dirán que la flexibilización laboral profundizará el desempleo. Si es más fácil despedir, entonces habrá más despidos.

Eso no es cierto. Al flexibilizar la contratación, el costo del trabajo será mucho menor, aparte podrá pactarse trabajador con empresario, no con el sindicato. Se trata de quitarle las cadenas sindicales al trabajador. Si se abarata el despido, a lo mejor se despedirá gente, pero se contratarán a otros. Muchos trabajadores estarían dispuestos a trabajar en condiciones diferentes de las que indica la ley o de las que tenían antes. Es lo mismo que sucede con las leyes de salarios mínimos. ¿Por qué imponer salario mínimo si hay trabajadores dispuestos a trabajar por hora, o por salarios más pequeños? Es mejor eso que nada. Un argumento es “ofrecer contrato digno”, con lo cual lo dejas con un contrato muy digno, o en el paro.

En uno de sus artículos usted propone hacer un “mea culpa” y acusa a los propios españoles por la crisis. ¿Por qué los ciudadanos de a pie son responsables de  los problemas financieros?

Porque por muchos años, durante la bonanza económica, asumieron créditos que no podían pagar y vivieron por encima de sus posibilidades. Se pedían créditos para financiar veraneo en una playa de fuera de España, carísima, financiamos con un crédito fuera de Europa.

¿Pero está mal endeudarse?

Está bien, pero uno no puede financiarse indefinidamente.

¿Pero no había ningún incentivo institucional para que esto pase? ¿El Gobierno?

Absolutamente. A los políticos locales, autonómicos, y nacionales les interesaba que siguiera esa euforia para atribuirse esa sensación de bienestar que implicaba vivir fuera de las posibilidades. El discurso, y las señales que venían de arriba, eran de “que todo va bien” y “ahora vamos a repartir 1000 euros si tienes un hijo”, y “a los que quieran les daremos 500 euros para irse de casa de mamá y papá”. Ese mensaje desde arriba hace creer que somos de los países más ricos del mundo cuando no es así. Entonces los bancos pensaban que la bonanza no iba a terminar nunca. Nadie se vio venir la crisis de los Estados Unidos.

En Argentina estamos acostumbrados a hablar de fuga de capitales y me llamó la atención leer en su artículo “El Circo sin Pan” que éste es un tema también en España. Entonces ¿A dónde se fugan los capitales españoles? ¿Por qué?

Sí se fugan, porque huyen de la penalización. Los hombres huimos del dolor, los capitales también. Y esto pasa cada vez más y es probable que, con el tiempo, crezca.

Los dueños del capital se dan cuenta que esto va a ir peor, entonces se van a otros países donde no se penalice tanto la inversión. En un país con este paro que se penalice la inversión es obsceno. Porque el ahorro traducido en inversión es lo único que puede sacarnos de esta situación.

Sin embargo, se ha ido amenazando la inversión desde el poder. Y se le da mala prensa los inversores. Como consecuencia, los inversores se van al centro y al este de Europa.

Polonia, Eslovaquia, están deseando que vayan a invertir. Hay países que lo están haciendo muy bien, y suplen el estar más atrasados, con condiciones para los capitales, buenas condiciones de contratación de trabajo, etc. El capital no se ve penalizado.

¿Cuáles son estas penalizaciones? ¿Impuestos, trabas burocráticas?

Exactamente, todo eso. Además, la sensación de amenaza con la idea de nuevos “impuestos a los ricos”.

La crisis dio origen a un movimiento mundialmente famoso: “los indignados”. ¿Qué piensa de ellos? ¿Tienen derecho a indignarse?

Tienen derecho a indignarse, pero no tienen derecho a ocupar espacios públicos. A menos que sea verdad que todos podemos ocupar espacios públicos durante meses y perjudicar a los comercios. No es una anécdota decir que hubo plaga de pulgas y que hubo grandes pérdidas en los comercios. Hasta qué punto puedes estacionarte en la plaza más céntrica e importante de Madrid y perjudicar a los que viven y trabajan de ella.

Por otro lado, no es cierto que todos los indignados sean parados. Eran estudiantes que iban a la Puerta del Sol fuera del horario laboral, pero en su mayor parte eran estudiantes que se pusieron de acuerdo con los parados después.

¿Pero qué pasa con los derechos por los que piden?

Todos tenemos derecho, pero también los empresarios. Los indignados no sólo decían queremos trabajo para todos. Decían “no puede haber empresas que tengan beneficios”; “hay que nacionalizar los bancos y todas las empresas energéticas”; “hay que penalizar empresas con beneficio y hay que financiar a los jóvenes que quieran tener un piso”.

No parece una manifestación muy apartidaría o apolítica.

Hubo un primer germen que sí. Pero una vez que había más de 30 en la Plaza, se empezó a movilizar gente de la izquierda radical y finalmente no era bien claro quiénes estaban. No todos los jóvenes eran bienvenidos en sol. Hubo agresiones a periodistas.

¿Eso explica que hoy queden pocos rastros de ellos?

Los indignados existen, pero están descansando, como va a ganar el PP, están esperando que esto pase así saltan nuevamente a la calle.

¿Y qué pasará cuando gane el PP?

Depende del coraje político que tenga el presidente y la firmeza que tenga como partido de gobierno. Si se acompleja frente a la izquierda socialista y quiere ser la “derecha socialista”, seguiremos donde estamos.

   
  • Visto: 14

Homenaje a Juan Bautista Alberdi

 

DISCURSO DE BENEGAS LYNCH EN EL HOMENAJE:

En estas palabras conmemorativas para honrar a Juan Bautista Alberdi, me limitaré a formular ante los Académicos de esta corporación algunas consideraciones telegráficas en torno a cuatro citas del célebre tucumano, para luego responder a lo que se estime pertinente e intercambiar opiniones con los presentes. Acaba de publicarse en Chile mi último libro por la Universidad del Desarrollo que se refiere a sistemas bancarios y estructuras arancelarias que fueron los dos temas que principalmente ocuparon la atención de Jean Gustave Courcelle-Seneuil, el primer profesor de economía contratado en ese país a instancias de Félix Frías, entonces corresponsal de “El Mercurio” en París, a su vez aconsejado por Alberdi a la sazón en Valparaíso, con lo que influyó decisivamente a introducir el liberalismo en la nación trasandina.   La primera cita alberdiana es como sigue: “La aduana proteccionista es opuesta al progreso de la población, porque hace vivir mal, comer mal pan, beber mal vino, vestir ropa mal hecha, usar muebles grotescos, todo en obsequio de la industria local que permanece siempre atrasada por lo mismo que cuenta con el apoyo de un empleo que dispensa de modificarse en mejorar sus productos” (Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853, Buenos Aires, Editorial Raigal, 1854/1954, p. 279).   Desafortunadamente, a pesar de haber transcurrido más de trecientos años desde que se inició el debate librecambio-restriccionismo, todavía no se han comprendido en la medida suficiente las ventajas de comprar barato y de mejor calidad frente a la imposición de productos más caros y de peor factura. La fronteras abiertas al comercio de bienes y servicios permiten una menor erogación por unidad de producto con lo que se liberan recursos humanos y materiales para fabricar otros bienes, con lo que aumenta el nivel de vida de la población.   Resulta tragicómico el rol de los llamados “vistas de aduana” cuyo mensaje es bloquear la posibilidad de ingresar productos de mejor calidad de los que se encuentra disponibles en el interior del país o, de lo contrario, se pretende cohecho para ingresar lo propio. Todos los aranceles y tarifas aduaneras disminuyen el nivel de vida de la población receptora de los bienes que se deseaba ingresar puesto que, como queda dicho, la prohibición provoca un uso mayor de los siempre escasos recursos disponibles.   Debemos tener en cuenta que dentro de esos escasos factores productivos, el más importante es el trabajo puesto que no se concibe la producción de ningún bien ni la prestación de ningún servicio sin el concurso del trabajo manual e intelectual. El desempleo significa sobrante de trabajo lo cual solo ocurre cuando los aparatos estatales imponen ingresos superiores a los permitidos por el mercado a través de las mal llamadas “conquistas sociales”. Si imaginamos que en la actualidad el presente gobierno, en un rapto de intensa “sensibilidad social”, estableciera salarios de cincuenta mil dólares mensuales para todos, a poco andar comprobaríamos que la medida condenó a todos al desempleo y a la inanición. Esto es lo que generan las interferencias coactivas en el mercado: barren con los puestos de trabajo de quienes más necesitan trabajar.   Los salarios e ingresos en términos reales son consecuencia de las tasas de capitalización, es decir, equipos, maquinarias, instalaciones y conocimientos que hacen de apoyo logístico al trabajo para aumentar la productividad y, a su vez, esas inversiones se logran en la media en que se cuenten con marcos institucionales que aseguren los derechos de todos. Entonces, la abrogación de aranceles permite que los recursos humanos se empleen en otros campos que no era posible considerar mientras los aranceles congelaban la productividad.   La contrapartida de las exportaciones es el ingreso de divisas lo que tiende a hacer que baje su valor que, a su vez, incentiva las importaciones que, a su turno, aprecia la divisa que estimula las exportaciones y así sucesivamente. Son dos brazos de un mismo proceso. Las manipulaciones en el tipo de cambio y las estructuras arancelarias distorsionan el referido proceso con lo que se consume capital y, por ende, se reducen los salarios. El aludido restriccionismo se ha denominado “proteccionismo” pero en verdad, por las razones apuntadas, se desproteje a los consumidores y, en todo caso, se beneficia a pseudoempresarios que obtienen mercados cautivos, privilegios y prebendas a costa de sus congéneres.   El contrabando, en última instancia, subroga el librecambio. Sin aranceles no tendría lugar ni sentido alguno este comercio clandestino y no se trata de suscribir la peregrina idea de gradualmente liberar aranceles al efecto de “proteger la industria incipiente” que en las primeras etapas “puede no ser rentable”. El empresario debe evaluar los proyectos correspondientes y absorber los eventuales quebrantos iniciales para después resarcirse con creces pero no trasladarlos sobre las espaldas de los consumidores puesto que, de lo contrario, en lugar de que el empresario asuma la responsabilidad se incentiva el establecimiento de políticas que dan lugar a que se subsidien proyectos fantasiosos que nunca maduran porque están mal evaluados y solo se presentan para sacar partida del apoyo arancelario.   En realidad, las fronteras solo tienen sentido para evitar los enormes riesgos de la concentración de poder en un gobierno universal, pero en una sociedad abierta no deben convertirse en culturas y regiones alambradas que impiden la libre circulación de personas y bienes. Los nacionalismos xenófobos estiman equivocadamente que lo local es siempre un valor y lo foráneo un desvalor con lo que se da por tierra con la cooperación social y los principios de la civilización del necesario respeto recíproco.   Las integraciones regionales constituyen burdos pretextos para no abrirse al mundo y se sostiene livianamente que son “los primeros pasos” en dirección al librecambio cuando, como queda consignado, han transcurrido más de tres siglos desde que comenzó el debate sobre la materia. Kenneth E. Boulding en su texto clásico sugiere que “para estudiar adecuadamente los aranceles debemos considerarlos como aumentos artificiales en el coste de transporte […] Lo mismo que los ferrocarriles son un dispositivo para disminuir el coste de transporte entre dos lugares, los aranceles son un dispositivo para aumentarlo. Así pues, un defensor razonable de los aranceles debe demostrar su lógica estando también dispuesto a defender el retorno a los tiempos del caballo y la diligencia” ( Análisis económico, Madrid, Revista de Occidente, 1941/1947, p.157).   En la segunda cita el autor se pregunta y responde del siguiente modo: “¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes le exigía a Alejandro, que no le haga sombra” (Opus cit., p. 8) y en la tercera se lee que “Si los derechos civiles del hombre pudiesen mantenerse por si mismos al abrigo de todo ataque, es decir, si nadie atentara contra nuestra vida, persona, propiedad, libre acción, el gobierno del Estado sería inútil, su institución no tendría razón de existir” (“El proyecto de Código Civil para la República Argentina ” en Obras Completas, Buenos Aires, Imprenta de la Tribuna Nacional , 1868/1887, tomo VII, p. 90).   Estas dos referencias apuntan a las funciones del gobierno en una sociedad abierta. En nuestro caso tomamos dos aspectos, uno referido a la cara medular de los mercados y otro al contexto institucional. En el primer caso, me ha parecido pertinente aludir a la trascendencia de los precios como trasmisor de conocimiento disperso y fraccionado. John Stossel en una documental televisiva propone centrar la atención en un trozo de carne envuelto en celofán en la góndola del supermercado y a partir de allí imaginar los múltiples procesos productivos en regresión desde el momento inicial. Los agrimensores que miden terrenos, los alambradores con todo el significado de empresas en sentido horizontal y vertical tanto de transferencias bancarias, transportes, materias primas, contratación de personal etc etc como los postes con sus décadas de forestación y reforestación. Los equipos para desmalezar, los plaguicidas, los fertilizantes, las máquinas sembradoras, las cosechadoras, la construcción de tanques de agua y bebederos, el ganado vacuno, los recorridos del campo con los caballos, las monturas y riendas con sus respectivas empresas comerciales e industriales. Cada uno está concentrado en sus tareas específicas y, salvo la última etapa, nadie está pensando en el trozo de carne envuelto en celofán en la góndola del supermercado y, sin embargo, se encuentra disponible para el consumo de la misma manera que ocurre con millones de productos que cotidianamente se ofrecen. Es que los precios recogen los requerimientos de los diferentes bienes, los cuales dejan de cumplir esta función vital cuando son interferidos por planificadores que necesariamente concentran ignorancia en lugar de permitir aquella información relevante, por eso es que en sistemas estatistas hay faltantes y desajustes de diversa naturaleza. Y no se trata de contar con equipos capaces de almacenar muchos datos, es que sencillamente la información no está disponible con anterioridad a las respectivas decisiones que ponen de relieve las estructuras valorativas. Dejando de lado las tragedias morales y físicas de tantos seres humanos, el derrumbe del Muro de la Vergüenza en Berlín se debe a las mencionadas razones técnicas, del mismo modo que ocurren los estrepitosos y reiterados fracasos en Cuba, Corea del Norte, Irán y demás países totalitarios.   Los precios de mercado hacen posible la evaluación de proyectos, la contabilidad y el cálculo económico en general. Si esas señales cruciales son distorsionadas por los aparatos estatales, se convierten en números carentes de significado. A su vez, los precios de mercado implican la propiedad privada (el uso y disposición de lo propio). En la medida en que se afecta la propiedad privada, los precios dejan de tener vigencia. Dado que los recursos son escasos, la propiedad privada sirve para administrarlos del modo más eficiente posible: los que aciertan en las demandas del prójimo obtienen ganancias y los que yerran incurren en quebrantos. Sin duda que para que esto ocurra los empresarios deben mantenerse alejados del poder de turno, de lo contrario se convierten en barones feudales o cazadores de privilegios que afectan gravemente a los demás puesto que sus operaciones nada tienen que ver con la competencia abierta en el mercado sino que se hacen negocios en los despachos oficiales.   El haz de contratos que se llevan a cabo diariamente supone en primer término a la propiedad privada y los precios. Como ha ilustrado Bernardo Krause, nos levantamos a la mañana y tomamos el desayuno (estamos en contacto con transferencias de derechos de propiedad a través de la compra-venta, sea del refrigerador, el microondas, el pan, la leche, la mermelada, los cereales, el jugo de naranja o lo que fuere). Tomamos un taxi, un tren, un bus y llevamos los hijos al colegio (contratos de adquisición, de enseñanza, de transporte). Estamos en el trabajo (contrato laboral), encargamos a nuestra secretaria ciertas tareas (mandatos) y a un empleado un trámite bancario (contrato de depósito), para solicitar un crédito (contrato de mutuo) o para operar ante cierta repartición (gestión de negocios). Alquilamos un inmueble para las vacaciones (contrato de locación), ofrecemos garantías (contrato de fianza). Nos embarcamos en una obra filantrópica (contrato de donación). Resolvemos los modos de financiar las expensas de nuestra oficina o domicilio (contrato societario), etc. Este haz de contratos solo tiene sentido si hay la posibilidad de usar y disponer de lo propio, de lo contrario no hay posibilidad de transferir esos derechos.   El segundo tema que surge de las dos últimas citas de Alberdi nos conduce a la situación institucional en cuanto a las funciones limitadas de los gobiernos a la protección de derechos y no a la demolición de estos tal como ocurre cuando se conciben como la facultad de echar mano al fruto del trabajo ajeno con lo que se quiebra la noción jurídica del respeto recíproco para convertir a la sociedad en una serie de desmanes reiterados como si se tratara de un enorme círculo en el que todos tienen metidas las manos en los bolsillos ajenos, con lo que naturalmente se estimula el saqueo y se destrozan los incentivos a la producción y al ahorro.   Actualmente se ha desvirtuado completamente la noción de la democracia soñada por autores como Giovanni Sartori en cuanto al respeto a los derechos de las minorías, para convertirse en cleptocracia, es decir, gobiernos de ladrones de libertades, propiedades y la liquidación de proyectos legítimos de vida. Estimo que ha llegado el momento de pensar en nuevas defensas si se desea conservar la sociedad abierta puesto que como decía Einstein es imposible lograr resultados distintos insistiendo con las mismas recetas. Es necesario despejar telarañas mentales y considerar y debatir variantes que permitan encauzar al Leviatán.   Como una posibilidad pueden tomarse en cuenta dos variantes para el Poder Ejecutivo, una para el Legislativo y una para el Judicial. En el primer caso es de interés recordar la reflexión de Montesquieu en el segundo capítulo de la Segunda Parte de El espíritu de las leyes donde escribe que “El sufragio por sorteo está en la índole de la democracia”. En esta situación, dado que cualquiera pude ser candidato, la propuesta cambiaría drásticamente el eje del debate desde las bostezantes anécdotas personales de candidatos y de relatos sobre nimiedades de partidos políticos para concentrar esfuerzos en la limitación al poder. En segundo lugar, siempre en el Ejecutivo, resultaría de interés retomar los medulosos debates en el Congreso Constituyente estadounidense respecto a la conveniencia de establecer un Triunvirato al efecto de evitar los caudillos o “líderes iluminados” y tamizar las decisiones. Respecto al Legislativo recomiendo la lectura del tercer tomo de Derecho, legislación y libertad del premio Nobel F. A. Hayek en cuanto a sus propuestas respecto del funcionamiento de la Cámara de Senadores y, por último, en cuanto al Judicial, podría debatirse la conveniencia de que en los casos de arreglos contractuales las partes establezcan quienes han de participar en la resolución de eventuales conflictos y las instancias que las partes estipulen, sin regulación de ninguna naturaleza (incluso sin que se requiera la necesidad de ser abogado, lo cual facilitaría el arbitraje en casos que requieran conocimientos muy específicos), todo lo cual nos acercaría a las etapas iniciales del common law como un proceso de descubrimiento del derecho y no de diseño o ingeniería social.   Desde la Carta Magna de 1215 en adelante las constituciones han sido establecidas para limitar el poder y reconocer derechos anteriores y superiores a los gobiernos, sin embargo, de un tiempo a esta parte, dichos documentos se han convertido en una lista de aspiración de deseos contrarios al estado de derecho y a las normas más elementales de convivencia civilizada compatibles con la visión orwelliana. Si se me permite un ejemplo actual -digno de Woody Allen- señalo el de los partidarios de Rafael Correa, en Ecuador, que en la reciente Asamblea Constituyente propusieron seriamente (afortunadamente la moción no prosperó) incluir en la nueva Constitución “el derecho al orgasmo de la mujer”.   Las antedichas propuestas institucionales que mencionamos muy brevemente darían tiempo a que se estudien y discutan las áreas vinculadas a las externalidades, los bienes públicos y el dilema del prisionero según las nuevas y sustanciosas contribuciones en la materia, junto con la selección adversa y el riesgo moral en el contexto de la asimetría de la información.   Finalmente, la cuarta cita se refiere a temas monetarios en la que Juan Bautista Alberdi escribe que “El gobierno que puede forzar al país a su mando a que le preste todo el producto anual de sus sueldo y de su trabajo, es decir, todo el valor de su riqueza por la emisión de ese empréstito forzoso que se llama papel-moneda inconvertible, es el de un país perdido para la riqueza y la libertad […] La libertad es el contraveneno del papel-moneda por la simple razón que él es el veneno de la libertad. El papel-moneda de Estado es el despotismo del país por el país, al revés del papel moneda individual y libre; es decir, del crédito libre, del empréstito facultativo que es la libertad o dominio de lo suyo y, en último análisis, del gobierno del país por el país” (Estudios económicos, Buenos Aires, La Cultura Argentina , 1870/1916, p.262-63).   Aquí el padre de nuestra Constitución fundadora distingue el papel-moneda inconvertible de curso forzoso como un fraude o dinero fiat, del papel-moneda como recibo por mercancía-dinero depositada. Dada la larga experiencia acumulada en materia de manipulaciones estatales de la moneda, el corazón del problema debe verse en la constitución misma de la banca central, institución que por otra parte no existía en la época de Alberdi. En este sentido, el premio Nobel en economía Milton Friedman ha escrito en  Moneda y desarrollo económico (Buenos Aires, Editorial El Ateneo, 1972/1979, p.55):“Llego a la conclusión de que la única manera de abstenerse de emplear la inflación como método impositivo es no tener banco central. Una vez que se crea un banco central, está lista la máquina para que empiece la inflación” o como enfatizó en Monetary Mischief. Episodes in Monetary History (New York, Harcourt Brace Jovanovich Publishers, 1992, p.261), parafaseando a Clemanceau, que “la moneda es una materia demasiado seria como para dejarla en manos de banqueros centrales”.   Las autoridades de la banca central solo pueden operar en una de tres direcciones: expandir la base monetaria, contraerla o dejarla inalterada. Cualquiera de los tres caminos necesariamente altera los precios relativos, es decir, distorsiona las antes comentadas señales vitales en el mercado con lo que se malguía a los operadores económicos, lo cual significa desperdicio de recursos que se traduce en bajas de salarios e ingresos en términos reales. A estos efectos es del todo irrelevante si la banca central es independiente del ministro del ramo: de todos modos estará confrontada entre las tres vías aludidas y, consecuentemente, conducirán a la desfiguración de los precios de mercado con los efectos negativos apuntados. Si se sostuviera que las autoridades de la banca central pueden colocar la base monetaria en el mismo nivel que la gente la hubiera deseado, no tendría razón de ser la intervención monetaria con el agregado que el único modo de saber la preferencia de la gente es dejarla que exprese sus valorizaciones.   El mencionado Hayek, en su Denationalization of Money (Londres, Institute for Economic Affairs, 1976)  ha demostrado la imperiosa necesidad de que los gobiernos se abstengan de entrometerse en el negocio monetario y crediticio. Es que preguntarse cual es el bien que debe utilizarse como dinero y que cantidad debe haber es equivalente a cuestionarse que cantidad de zanahorias debe ofrecerse en el mercado. La gente debiera ser libre de elegir los activos monetarios con que prefiere llevar a cabo sus transacciones con lo que se repetirá parte de la historia monetaria en la que se elegían ciertos bienes como dinero, competencia en la que predominó el oro y la plata. Fue la indisciplina monetaria la que dio lugar a las severas crisis mundiales acentuadas y prolongadas con regulaciones que trabaron los arreglos voluntarios.   Desde hace varias décadas asistimos a nuevas manifestaciones de desorden monetario y fiscal en el contexto de un Leviatán desbocado en base a promesas demagógicas de imposible cumplimiento. Esto ocurre tanto en Europa como en Estados Unidos que parecen haber engrosado la lista de países llamados del Tercer Mundo que son de ese modo no por razones étnicas, ni por climas diversos, ni por la dotación de recursos naturales, sino por medidas estatistas y empobrecedoras que destrozan el ahorro interno y ahuyentan el externo.   Hoy en Estados Unidos -el país que admiraba Alberdi y que era ponderado por todos los espíritus libres del orbe- de cada dólar gastado por el gobierno central, cuarenta y dos centavos son deuda, con un déficit fiscal del 13% del PBI y un gasto público que se ha duplicado en la última década en el contexto de inauditos “salvatajes” a empresas irresponsables, ineptas o ambas cosas a la vez, siempre con los recursos detraídos coactivamente del patrimonio de terceros. La escisión de los valiosos postulados de los Padres Fundadores surgió con fuerza durante las administraciones de W. Wilson y F. D. Roosevelt pero se acentuó grandemente a partir de las gestiones de G. W. Bush y ahora en la presidencia de Obama donde solamente las regulaciones contraproducentes del gobierno federal alcanzan a setenta mil páginas, mientras no se protegen derechos de propiedad, por ejemplo, a través del sistema bancario de reserva fraccional manipulado por la banca central que, frente a cambios en la demanda de dinero, provoca crisis superlativas.   Por otra parte, en nuestro país, la creciente inflación del 30% anual se intenta disimular con multas y castigos a consultoras privadas que revelan esos guarismos que, por ende, se apartan de las cifras oficiales. En la tierra de Alberdi se están destruyendo las bases de la República …se ha cruzado el Rubicón y, a menos que se reaccione a tiempo con las ideas, valores y principios liberales sustentados por el ilustre pensador al que nos venimos refiriendo, tendremos que proclamar alea iacta est. Muchas gracias.

*Publicado en economiaparatodos.com.ar
  • Visto: 15

Corrida Cambiaria: Fumando en la Destilería

El sistema financiero funciona en base a la confianza. El gobierno está fumando en la destilería cuando adopta medidas que producen desconfianza en la población.

De acuerdo a las planillas que publica el Banco Central, del total de depósitos en el sistema financiero (público y privado) los depósitos en dólares representan el 14%. Una corrida sobre estos depósitos no es un número menor, aunque buena parte de esos depósitos estaban inmovilizados en el BCRA. Aclaro que este dato lo escribo hasta la última información en materia cambiaria porque todos los días el gobierno modifica las normas. En principio, salvo para ocultar que el BCRA no tiene las reservas que dice tener, algo sobre lo que he escrito en infinidad de oportunidades, el Central podría entregar todos los dólares a los bancos para que los devuelvan en ventanilla, dejando en evidencia la realidad de las reservas propia que tiene. Pero el problema no está ahí, el problema está si al retiro de depósitos en dólares por miedo a una confiscación se le agrega un masivo retiro en pesos. Ese riesgo dependerá de la confianza o desconfianza que genere el gobierno. Por ahora no se observa un retiro masivo de pesos, aunque sí hay algunos datos inquietantes en materia de redescuentos que habrá que seguir con atención.
Ahora bien, ¿cuál es el riesgo que asume el gobierno por la torpeza con que maneja la economía? Que se junten una corrida cambiaria con una financiera. Voy a tratar de explicar brevemente cómo funciona el sistema financiero.
Los bancos reciben depósitos (en cuentas corrientes, cajas de ahorro y plazos fijos). Esos depósitos los bancos no los tienen inmovilizados en una caja de seguridad, los prestan, compran bonos del gobierno y del BCRA, etc. y una parte la dejan inmovilizada como encajes. Los encajes son una parte de los depósitos que no prestan y los tienen líquidos para hacer frente a los pagos en ventanilla. Supongamos que los bancos saben que todos los días la gente se presenta en la ventanilla a retirar parte de sus depósitos, digamos el 10% del total, por lo tanto, si tiene 100 pesos de depósitos, 10 los guardan y 90 los prestan para financiar consumo, compran bonos del gobierno, u otorgan préstamos para financiar inversiones, etc. En rigor este último rubro es muy escaso en el sistema financiero argentino. Hay muy pocos préstamos otorgados para invertir.
Sabemos entonces que, en nuestro ejemplo, los bancos guardan el 10% de los depósitos y el 90% lo prestan.
Supongamos que hay emitidos solo 100 pesos y que los tiene Juan. Juan va al banco A y deposita sus 100 pesos que es todo el dinero en circulación. El banco encaja 10 pesos y presta los otros 90 a Pedro para que compre el televisor plasma, el celular y el reproductor de DVD en 48 cuotas sin intereses. Pedro va a la casa de electrodomésticos Consumo Feliz y le entrega los 90 pesos por el televisor, y Consumo Feliz deposita los 90 pesos en el banco B. El banco B guarda el 10% de los 90 pesos, es decir 9 pesos, y le presta 81 pesos a José en 24 cuotas sin intereses. José va a la casa de electrodomésticos Plasmas Para Todos y compra otro plasma. Entrega los 81 pesos y Plasma Para Todos deposita los 81 pesos en el banco C. Finalmente, el banco C guarda 8,1 pesos como encaje y presta  $ 72,9 a Miguel que va a Consumo Feliz para Todos y Todas y compra más plasmas, celulares, etc. Consumo Feliz para Todos deposita los 72,9 pesos en el banco D y aquí termino la cadena para no hacerla eterna, pero en la vida real sigue.
¿Cuánta plata tienen depositada en los bancos Juan, Consumo Feliz, Plasma para Todos y Consumo Feliz Para Todos y Todas? Juan tiene 100, Consumo Feliz 90, Plasma para Todos 81 y Consumo Para Feliz Para Todos y Todas 72,9. En total los cuatro pueden retirar de los bancos $ 343,9. Obsérvese que los 100 pesos originales que estaban circulación, se transformaron en $ 343,9. Esto se llama multiplicador del sistema financiero.
¿Cuánto tienen de encajes los bancos para hacer frente a los pagos en ventanilla? El banco A 10, el B 9, el C 8,1 y el D el 10% de los 72,9, es decir, 7,29. En total los bancos tienen liquidez para enfrentar los pagos en ventanilla por 34,29 frente a los $ 343,9 que pueden retirar los depositantes mencionados.
¿Qué significa esto? Que el sistema puede funcionar solo si hay confianza o, si se prefiere, si el gobierno no genera pánico con medidas arbitrarias.
Supongamos que Juan va al Banco A y pide sus 100 pesos. El banco A le va a decir que solo tiene 10 pesos disponibles y que tiene que esperar a cobrar los otros 90 que le prestó a Pedro en 48 cuotas para que comprara el plasma.
Supongamos que el banco A le pide prestado al banco b los 90 pesos que le faltan para hacer el pago en ventanilla. El banco B le va a decir que no puede prestarle porqué financió a José a 24 cuotas un televisor, y así sucesivamente.
Si todos van al banco a retirar la plata al mismo tiempo el sistema entra en crisis porque está basado en la confianza que no todos los depositantes retirarán sus depósitos el mismo día. Hay descalces de plazo. Así funcionan los sistemas financieros con encajes fraccionarios.
Si entre todos los bancos tienen liquidez inmediata por $ 34,29 pero todos quieren retirar sus $ 343,9 el sistema colapsa.
Frente a un escenario de este tipo los bancos centrales tiene dos opciones: a) decirle a los bancos que arreglen con sus depositantes, que son sus acreedores, una renegociación de los plazos de pago o b) emitir moneda para darle redescuentos a los bancos para que hagan frente a los pagos en ventanilla.
En el primer caso se paraliza el sistema de pagos, desparecen los créditos, cae el nivel de actividad, la recaudación, se agranda el déficit fiscal, salvo que el gobierno haga un fenomenal ajuste del gasto público para equilibrar sus cuentas, el Central tendrá que emitir para financiar al tesoro potenciando la inflación, subida abrupta del tipo de cambio, caída del salario real, etc.
Si el gobierno no quiere optar por las alternativas a) y b) tiene que establecer alguna restricción al retiro de depósitos. Una especie de corralito. Esas son las alternativas.
Pero el punto a resaltar es que todos los sistemas financieros que funcionan con encajes fraccionarios solo pueden hacerlo si hay confianza. Si los gobiernos adoptan medidas alocadas que amenazan el respeto por la propiedad privada o generan una distorsión de precios relativos que hace prever un salto inflacionario, los riesgos de corrida hacia el dólar se trasladan al sistema financiero porque la gente querrá retirar sus pesos para refugiarse en una moneda que no pierda valor.
Lo descripto anteriormente, en forma muy sintética, es de manual de economía y se puede ver, en parte, en la realidad en la crisis financiera internacional. Pero en el caso del dólar y el euro hay otros ingredientes que no es motivo de esta nota.
Mi punto es que hoy el gobierno está fumando en la destilería con las medidas que toma. Todas apuntan a generar pánico en la gente. Un Estado policial haciendo un despliegue en los bancos y casas de cambio de amenazas a quienes compran dólares, desborde del gasto público, inflación no reconocida con caída del tipo de cambio real sin medidas en el campo tributario, del gasto, laboral, etc. que le permitan a la economía ganar competitividad y una trayectoria de confiscaciones que, encima, amenaza con profundizarlas cuando anuncia que profundizará el modelo, es un Estado que amenaza la confianza de la gente.
¿Qué ha sido el famoso modelo, sino un auge artificial del consumo confiscando activos líquidos, restricciones a la libertad de comercio, consumo de stock de capital en el sector energético, ganadero, etc.?
Hoy la gente percibe que el tipo de cambio está barato. Si el gobierno pisa el tipo de cambio corre el riesgo que le vacíen las reservas del BCRA a un precio “barato”. Y le vaciarían las reservas retirando pesos de los bancos. Si deja subir el tipo de cambio, la gente retirará pesos de los bancos para comprar dólares antes que el dólar siga subiendo.
En síntesis, el gobierno está en una estrecha cornisa con un precipicio a ambos lados. Solo girando 180 grados y dando señales muy categóricas para recrear la confianza puede evitar una crisis mayor. Si siguen fumando en la destilería tomando medidas que espantan a la gente, a la menor chispa el final es conocido.
*Publicado en economiaparatodos.com
  • Visto: 15

“El gobierno de Zapatero es como Norman Bates, de Psicosis”

A días de las elecciones presidenciales en España, la profesora de Historia del Pensamiento Económico de la Universidad CEU-San Pablo de Madrid y del Máster en Economía de la Escuela Austríaca, analiza la situación española.
Causas y consecuencias del auge, la burbuja, y el momento económico y político que atraviesa la madre patria.
A fines de 2001, cuando estallaba la crisis en Argentina, muchos vinieron a España donde encontraron trabajo y pudieron prosperar en su profesión. Sin embargo, ahora la cosa parece darse vuelta y Cristina Fernández se regodea con el hecho que están repatriando cerebros. ¿Qué pasó con España en estos 10 años? Pasaron 8 años de gobierno socialista. El gobierno del PSOE se aprovechó de la buena situación del gobierno conservador desde el punto de vista económico. Luego vino el gobierno de (José Luis Rodríguez) Zapatero dispuesto a repartir. Prometió todo para salir elegido, pactó con nacionalistas y con grupos de presión muy fuertes. Entonces, luego de ganar comenzó el despilfarro. Cuando llegó la crisis nos pilló con las lámparas apagadas. ¿Entonces era cierto que el país estaba bien, o era un crecimiento artificial? Sí, había crecimiento pero estaba sustentado en burbuja inmobiliaria propiciada por instituciones crediticias que financiaban proyectos inmobiliarios allí donde no había necesidades reales. Para ellos el negocio pasaba meramente por construir, no importaba si se compraban o no los edificios. [caption id="" align="aligncenter" width="400" caption="La Profesora María Blanco"][/caption] ¿Cómo se gestó en España una burbuja inmobiliaria? ¿Por qué usted sugiere en uno de sus artículos publicados por el Juan de Mariana que “las comunidades autónomas han inflado con operaciones por debajo de la mesa la burbuja inmobiliaria? Porque las comunidades autónomas se aprovecharon de las responsabilidades transferidas por el gobierno nacional. Y en eso la culpa es la de la comunidad autónoma. Consejeros, etc. consiguieron los votos apoyándose en lobbies. Los políticos financiaron sus campañas con dinero del lobby inmobiliario a cambio de modificar las regulaciones -recalificación de terrenos, por ejemplo-. ¿Cómo es posible este proceso? En España los terrenos están clasificados. El criterio para clasificarlos es el uso, entonces, tienes terrenos rurales, terrenos urbanos, etc. Y los precios son distintos según su clasificación porque cada clasificación habilita un tipo de construcción determinada. Entonces lo que pasó fue que luego de las elecciones se reclasificaron muchos terrenos a terrenos urbanos que se pueden vender a precios mucho mejores a las constructoras. O sea que el mercado inmobiliario está intensamente regulado. Sí, todo el tema urbanístico está regulado y depende de las comunidades autónomas. Y ese exceso de regulación es lo que permite que haya trampas. Entonces terminamos con la falsa sensación que todo está conforme a la ley, pero todos funcionan por debajo de la ley. España es el país con mayor desempleo de toda Europa. ¿Por qué pasó esto y cómo puede salirse? Somos eso y campeones mundiales de fútbol. Vamos a ver, durante el boom, en la época de vacas gordas, mucha gente dejó sus estudios y se fue a trabajar en la construcción. Cuando comienza la crisis de liquidez y se transmite a la economía real, empiezan a cerrar las empresas. Nosotros somos un país de pymes y pequeños emprendedores. Pero aquí lo que ha pasado es que se ha destruido el tejido empresarial. En España no hay libertad de contratación, no hay mercado laboral flexible. El mercado laboral está dominado por el poder de los sindicatos y todo se da en el marco de una negociación colectiva, lo que genera que los canales en el mercado laboral sean rígidos. En consecuencia, el costo laboral en España es altísimo. Contratar es muy difícil y despedir, mucho más. No hay posibilidad de reconvertir un contrato fijo y caro en uno más barato. Entonces la decisión de los empresarios fue cerrar sus empresas. ¿Entonces la receta para salir del desempleo es la flexibilización laboral? Sí, hasta Merkel nos lo pidió. S&P rebajó la calificación a AA- porque la reforma laboral no existe. El gobierno socialista anuncia cosas que luego no suceden. Dan noticias de cómo va la reforma laboral, pero ésta es inexistente. Es como Norman Bates -de “Psicosis”-que habla con una madre inexistente. Llaman reforma a un retoque de maquillaje. Muchos dirán que la flexibilización laboral profundizará el desempleo. Si es más fácil despedir, entonces habrá más despidos. Eso no es cierto. Al flexibilizar la contratación, el costo del trabajo será mucho menor, aparte podrá pactarse trabajador con empresario, no con el sindicato. Se trata de quitarle las cadenas sindicales al trabajador. Si se abarata el despido, a lo mejor se despedirá gente, pero se contratarán a otros. Muchos trabajadores estarían dispuestos a trabajar en condiciones diferentes de las que indica la ley o de las que tenían antes. Es lo mismo que sucede con las leyes de salarios mínimos. ¿Por qué imponer salario mínimo si hay trabajadores dispuestos a trabajar por hora, o por salarios más pequeños? Es mejor eso que nada. Un argumento es “ofrecer contrato digno”, con lo cual lo dejas con un contrato muy digno, o en el paro. En uno de sus artículos usted propone hacer un “mea culpa” y acusa a los propios españoles por la crisis. ¿Por qué los ciudadanos de a pie son responsables de  los problemas financieros? Porque por muchos años, durante la bonanza económica, asumieron créditos que no podían pagar y vivieron por encima de sus posibilidades. Se pedían créditos para financiar veraneo en una playa de fuera de España, carísima, financiamos con un crédito fuera de Europa. ¿Pero está mal endeudarse? Está bien, pero uno no puede financiarse indefinidamente. ¿Pero no había ningún incentivo institucional para que esto pase? ¿El Gobierno? Absolutamente. A los políticos locales, autonómicos, y nacionales les interesaba que siguiera esa euforia para atribuirse esa sensación de bienestar que implicaba vivir fuera de las posibilidades. El discurso, y las señales que venían de arriba, eran de “que todo va bien” y “ahora vamos a repartir 1000 euros si tienes un hijo”, y “a los que quieran les daremos 500 euros para irse de casa de mamá y papá”. Ese mensaje desde arriba hace creer que somos de los países más ricos del mundo cuando no es así. Entonces los bancos pensaban que la bonanza no iba a terminar nunca. Nadie se vio venir la crisis de los Estados Unidos. En Argentina estamos acostumbrados a hablar de fuga de capitales y me llamó la atención leer en su artículo “El Circo sin Pan” que éste es un tema también en España. Entonces ¿A dónde se fugan los capitales españoles? ¿Por qué? Sí se fugan, porque huyen de la penalización. Los hombres huimos del dolor, los capitales también. Y esto pasa cada vez más y es probable que, con el tiempo, crezca. Los dueños del capital se dan cuenta que esto va a ir peor, entonces se van a otros países donde no se penalice tanto la inversión. En un país con este paro que se penalice la inversión es obsceno. Porque el ahorro traducido en inversión es lo único que puede sacarnos de esta situación. Sin embargo, se ha ido amenazando la inversión desde el poder. Y se le da mala prensa los inversores. Como consecuencia, los inversores se van al centro y al este de Europa. Polonia, Eslovaquia, están deseando que vayan a invertir. Hay países que lo están haciendo muy bien, y suplen el estar más atrasados, con condiciones para los capitales, buenas condiciones de contratación de trabajo, etc. El capital no se ve penalizado. ¿Cuáles son estas penalizaciones? ¿Impuestos, trabas burocráticas? Exactamente, todo eso. Además, la sensación de amenaza con la idea de nuevos “impuestos a los ricos”. La crisis dio origen a un movimiento mundialmente famoso: “los indignados”. ¿Qué piensa de ellos? ¿Tienen derecho a indignarse? Tienen derecho a indignarse, pero no tienen derecho a ocupar espacios públicos. A menos que sea verdad que todos podemos ocupar espacios públicos durante meses y perjudicar a los comercios. No es una anécdota decir que hubo plaga de pulgas y que hubo grandes pérdidas en los comercios. Hasta qué punto puedes estacionarte en la plaza más céntrica e importante de Madrid y perjudicar a los que viven y trabajan de ella. Por otro lado, no es cierto que todos los indignados sean parados. Eran estudiantes que iban a la Puerta del Sol fuera del horario laboral, pero en su mayor parte eran estudiantes que se pusieron de acuerdo con los parados después. ¿Pero qué pasa con los derechos por los que piden? Todos tenemos derecho, pero también los empresarios. Los indignados no sólo decían queremos trabajo para todos. Decían “no puede haber empresas que tengan beneficios”; “hay que nacionalizar los bancos y todas las empresas energéticas”; “hay que penalizar empresas con beneficio y hay que financiar a los jóvenes que quieran tener un piso”. No parece una manifestación muy apartidaría o apolítica. Hubo un primer germen que sí. Pero una vez que había más de 30 en la Plaza, se empezó a movilizar gente de la izquierda radical y finalmente no era bien claro quiénes estaban. No todos los jóvenes eran bienvenidos en sol. Hubo agresiones a periodistas. ¿Eso explica que hoy queden pocos rastros de ellos? Los indignados existen, pero están descansando, como va a ganar el PP, están esperando que esto pase así saltan nuevamente a la calle. ¿Y qué pasará cuando gane el PP? Depende del coraje político que tenga el presidente y la firmeza que tenga como partido de gobierno. Si se acompleja frente a la izquierda socialista y quiere ser la “derecha socialista”, seguiremos donde estamos.
  • Visto: 14
Doná