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Prensa

¿La era de la despersonalización?

INFOBAE Como en todas las cosas de la vida, hay dos lados en varios de los asuntos clave. En esta nota periodística me propongo reflexionar sobre un aspecto relacionado con el uso de la tecnología. Como he dicho antes, ya desde un martillo puede utilizarse para romperle la nuca al vecino o para introducir un clavo. Concretamente me refiero a lo que a mi juicio es un mal empleo de las comunicaciones.

En lo primero no hay más que prestar atención al cuadro que se nos presenta de matrimonios y amigos en un restaurante, cada uno con su celular leyendo mensajes o hablando con otros, lo cual naturalmente no permite la completa presencia con quienes están en la mesa de marras ni tampoco una adecuada relación con quien o con quienes están del otro lado del celular. En no pocas ocasiones este despropósito continúa en los hogares, situación que no permite una auténtica y verdadera comunicación. Incluso muchas veces en la relación más íntima —léase la amorosa— se está generalizando entre jóvenes que en sus incursiones se constata un manifiesto desinterés por conocer el apellido de la persona con quien se encuentran, cosa que bloquea la identidad de la persona única e irrepetible que tienen delante, cuando no es que se encuentran en boliches bailables donde los altísimos decibeles apenas permiten transmitir la hora en medio de un blanco comunicacional absoluto y más bien se consideran recíprocamente como un bulto de carne cuya misión se circunscribe a la relación sexual, lo cual desnaturaliza por completo el sentido de una futura familia en la que una de sus misiones fundamentales radica en la formación de almas de la descendencia en un largo proceso basado en el compromiso recíproco y la institucionalización del matrimonio construido sobre pilares de valores morales.

A lo que me refiero es a una eventual tendencia a la orfandad, a convertirnos en ermitaños forzosos al saltearnos la satisfacción del contacto personal con nuestros congéneres y no estar permanentemente involucrados con máquinas de diverso tenor. Desde luego que todo esto depende de lo que la gente prefiera, personalmente espero que haya una minoría suficientemente representativa que en nuestro ejemplo haga más rentable la atención personalizada en los restaurantes respecto al susodicho robot, a pesar de que estos reduzcan sustancialmente costos. Si la preferencia es por la atención personalizada, es esto lo que en última instancia prevalecerá o en todo caso habrá espacio suficiente para esta modalidad.

El hombre es un ser sociable que requiere de acompañamiento afectivo/laboral que cuando se lo aísla en general pierde parte del encanto de vivir y así se extingue la vida digna de ser vivida que demanda respeto recíproco en sociedad, lo cual se traduce en la libertad donde cada cual hace lo que le viene en gana salvo lesionar derechos de otros, en cuyo caso se esfuma el respeto, por eso mi definición tan reiterada en cuanto a que “el liberalismo es el respeto irrestricto por lo proyectos de vida de otros”. Tengamos entonces en cuenta que las tecnologías están al servicio del hombre pero de ningún modo aceptamos que la soledad sea el norte y la despersonalización su medio en una pintura que estimamos trágica donde los valores dejan de estar presentes en la brújula diaria para convertirnos en huérfanos de todo calor humano en pos de la rapidez y la inmediatez de vidas que se convierten en antividas. Albert Camus nos dice que puede aparecer más cómodo ajustarse a lo que hacen y dicen los demás pero si dejamos de lado el bien, tarde o temprano solo habrán amos y esclavos.

En una oportunidad escribí sobre una producción cinematográfica de Woody Allen que se titula “Zelig” que trata de un personaje que se asimila —copia e imita— a quien al momento está con él, es decir se mimetiza. Es una especie de camaleón y cuando una psicoanalista le pregunta el porqué de su actitud responde que es más seguro proceder de esa manera. De este modo la personalidad se trastoca y se marchita igual que una flor cuando no se riega: cuando no se cultivan las potencialidades de cada uno se abandona lo más excelso de lo propiamente humano. Cuando hay vacío surge la necesidad de agarrarse de algo. En realidad esos sujetos exhiben inseguridad e incapacidad de alimentar el yo, es decir, se niegan al fortalecimiento del alma. Hay un complejo de aparecer distinto, en nuestro caso al abandonar la necesaria contracorriente respecto al antedicho mal uso de la tecnología y la consiguiente despersonalización e incomunicación. Hay nihilismo interior. Abdican de su ser pues la responsabilidad los abruma. No participan del coraje y la convicción de lo noble con independencia de la opinión pública en boga. En esta píldora telegráfica concluyo que la despersonalización que pasa de contrabando la tecnología mal empleada conduce al rebaño, tal como apuntaba Camus.

A 49 años del Golpe: los relatos ambiguos y el abandono a la sociedad en la tormenta

CLARÍN La sociedad argentina —y la política argentina en particular— ha sido muy complaciente respecto de la responsabilidad del peronismo, y especialmente del gobierno de Isabel Martínez de Perón, en el golpe de 1976. Esta afirmación se sostiene en varios motivos.

En primer lugar, la decisión de Juan Domingo Perón de designar como vicepresidenta a Isabel Martínez —una mujer que carecía de méritos y capacidades suficientes para ocupar ese cargo— resultó un grave error político per también un descalabro institucional. A ello se sumó su incapacidad para contener los extremos dentro del movimiento: tanto la Triple A como el ERP y Montoneros actuaban impunemente. Tras la muerte de Perón, la desestabilización del país fue absoluta.

Sin embargo, hay una pata de la mesa que suele omitirse: la sociedad civil. Esa sociedad quedó atrapada entre los enfrentamientos internos del peronismo, entre un gobierno incapaz de contener a la izquierda radical y una creciente violencia en las calles. En ese contexto, dos peronismos se enfrentaban abiertamente, mientras la ciudadanía quedaba en el medio.

Esto no justifica, de ninguna manera, los crímenes cometidos por el Estado a partir del 24 de marzo de 1976. Pero tampoco se puede soslayar la responsabilidad institucional del gobierno peronista. En particular, el Decreto Secreto 261/1975, firmado por Isabel Martínez de Perón, dispuso en su artículo primero que “el Comando General del Ejército procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán”. Este decreto —auténtico punto de inflexión— representa la institucionalización de una doctrina de aniquilamiento que luego sería continuada por el régimen militar.

En este sentido, el peronismo ha sido históricamente un movimiento que recurre a la violencia cuando la historia o la voluntad popular no lo acompañan. Así ocurrió el 16 de junio de 1955, cuando se incitó a la quema de iglesias; durante la gestión de Mauricio Macri, con toneladas de piedras arrojadas en protestas; o, más recientemente, en las manifestaciones encabezadas por barrabravas y fuerzas de choque en las últimas semanas. Entre 1969 y 1979, explotaron en el país 4.380 bombas. Este patrón no puede ser ignorado.

La responsabilidad del peronismo también se refleja en su negativa a acompañar los distintos pedidos de juicio político contra Isabel Martínez de Perón. El entonces senador radical Fernando de la Rúa promovió un proceso en ese sentido. Asimismo, los diputados Héctor R. Valenzuela, del Partido Bloquista de San Juan, y Francisco Moyano, del Partido Demócrata de Mendoza, presentaron solicitudes de destitución. Aunque ninguna obtuvo los votos necesarios, el intento de Moyano generó un intenso debate en la Cámara de Diputados el 25 de febrero de 1976, apenas un mes antes del golpe.

Si se hubiera avanzado con un proceso institucional como el que contempla la Constitución Nacional, y si el peronismo hubiera apoyado alguno de los múltiples pedidos de destitución de Isabel Martínez de Perón, quizás el golpe del 24 de marzo no hubiera ocurrido.

El “Nunca Más” debe ser también un “nunca más” a la imposición de un relato por la violencia, venga del Estado o de organizaciones armadas. Solo así será posible una tregua duradera y una sociedad que profundice su compromiso con la institucionalidad, evitando que nuevas generaciones vuelvan a ser rehenes de enfrentamientos fratricidas. La democracia es el ejercicio de la no violencia, pero también es aceptar la derrota.

Agustin P. Justo, Jorge R. Videla y la democracia en deuda

URGENTE 24 La coparticipación federal de impuestos provoca graves problemas recurrentes. La Nación vivió más de 120 años sin un sistema de coparticipación federal. Y funcionó. Los mejores años de la República fueron sin coparticipación federal de impuestos. La coparticipación fue una creación de Agustín P. Justo reorganizada en días de Jorge R. Videla, y los demócratas no han cumplido tan siquiera con el mandato de la Constitución Nacional. Es la cruda verdad. Los demócratas terminan poniendo en crisis el sistema institucional.

En un excelente trabajo publicado cuando era profesor titular en UCA de Economia Politica, y Ordinario de Derecho Constitucional, Roberto Antonio Pulte, evaluó la coparticipación federal de impuestos, sistema en crisis por decisión de todos y cada uno de los gobernadores quejosos.

Tal como recordó Pulte, una nueva ley de coparticipación impositiva fue encomendada por los convencionales constituyentes de 1994, y nunca cumplida por el Congreso de la Nación

Más adelante el autor presenta la propuesta de Manuel Solanet. Director de Libertad y Progreso

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El ‘modelo Solanet’

En la Argentina e ha ido incrementando el gasto público en todos los niveles de gobierno. Y ese gasto es insostenible: no hay posibilidades de cubrir con impuestos genuinos un gasto del 45% del PBI. Hay que hacer algo.

El aporte más audaz e interesante sobre la coparticipación lo hizo Manuel Solanet desde la Fundación Libertad y Progreso, a partir de reconocer todas las limitaciones preexistentes. Sin embargo, quizás por la Solanet y la Fundación son de ideas liberales, las fuerzas ‘populares’ ni siquiera aceptaron debatir la utilidad de las ideas (que no se matan, vale la pena recordarlo).

Hasta ahora no fue debatido en forma legislativa pero, ante el incumplimiento general, sería la única forma de dar un salto de calidad no sólo institucional sino también recaudatorio.

Manuel Solanet reconoció la imposibilidad de mejorar la distribución de los recursos sin modificar el sistema de recaudación y reparto verticalista por uno más horizontal.

En la crisis presente chocan la decisión arbitraria de la Nación para especular políticamente castigando al bastión opositor CABA y beneficiar a su bunker electoral (GBA), no permitiendo a la Ciudad reprogramar sus gastos. Sin duda, un ejercicio de centralismo abusivo de parte de quien se ufana de ser Presidente federalista, y comete su abuso aprovechando las posibilidades que tiene la Nación de modificar por decreto los coeficientes de distribución secundaria de la Coparticipación Federal.

Solanet propuso algo muy federal: devolverles a las provincias potestades tributarias que en algún momento tuvieron: que las provincias vuelvan a hacerse cargo de cobrar y administrar los impuestos directos, tales como Ganancias sobre personas físicas, combustibles, bienes personales e impuestos internos.

En la recaudación del Gobierno nacional deberían quedar solo impuestos que cubran estrictamente su gasto.

Ingresos Brutos debería reemplazarse por un tributo a las Ventas Finales de Consumo “y calibrar la alícuota de éste con la del IVA (nacional) para lograr un resultado de distribución primaria entre la Nación y el conjunto de provincias que no altere y que empalme con la que resulta del régimen de Coparticipación vigente.”

El sistema exigiría un mecanismo de redistribución horizontal entre provincias para que nadie reciba demasiado poco, un empalme con el presente.

Manuel Solanet explicó la ventaja de su propuesta:

Si un gobernador quiere aumentar su gasto, debería aumentar sus propios impuestos. Habrá un salto de calidad en la responsabilidad de cada administrador a la hora de tomar una decisión. Un sistema de premios y castigos, de incentivos orientados correctamente.

Otra frase a favor de la propuesta de Solanet:

Si un impuesto se evade dentro de una provincia, queda el 100% dentro de la jurisdicción. Pero si se paga, retorna solo un porcentaje a causa de la coparticipación federal. Si los impuestos fueron potestad de las provincias, los gobernadores tendrían que trabajar más y mejor para combatir la evasión porque eso les daría más recursos.

Alimentos para el alma: un sano paréntesis en la coyuntura

LA NACIÓN Es necesario abrir un paréntesis en la coyuntura, respirar profundo y detenerse a releer autores de antaño que permiten ensanchar las perspectivas y mirar la realidad con otros ojos. El dictum con razón afirma “para novedades, los clásicos”. En este caso nos referimos a Victor-Marie Hugo, que nos da colosal baño refrescante para la meditación.

No es recomendable estar permanentemente encajados en la coyuntura: uno de mis libros lleva por título Maldita coyuntura al efecto de prestar debida atención a las ideas de fondo que son siempre las que corren el eje del debate en distintas direcciones según la procedencia de esas perspectivas. En todo caso, en ese libro el editor sugirió estampar en una de las solapas un célebre grafiti concebido por los revolucionarios marxistas del Mayo Francés del 68: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”, y de tanto machacar son sus ideas en no pocos lugares han logrado manejar las agendas frente a ciertos timoratos liberales que estiman que no debe irse a fondo para ser “políticamente correctos”. Afortunadamente no es el caso actual de nuestro país en el que el Gobierno muestra convicción y coraje para disminuir el peso del aparato estatal, evento que permite centrar la atención en el rumbo y el balance neto de la gestión y tener siempre presente el incendio estatista del cual provenimos.

El escritor al que dedicamos esta nota nos proporciona fuerzas para dar la batalla cultural en lugar de reclinarnos y esperar que otros hagan la faena de lograr el respeto recíproco. A pesar de que autorizados biógrafos como Matthew Josephson, André Maurois y Graham Robb no lo destacan de esa manera, el mejor modo de conocer el pensamiento del gran Hugo en cuanto a su aversión al poder político es en su Vida de Shakespeare. Allí no solo se aprecia su pluma envolvente, precisa, elegante, grandiosa y, por momentos, fulminante (el traductor –en este caso Edmundo Barthelemy– realiza una tarea magistral), sino que se puede sopesar de modo transparente su capacidad de análisis histórico, político y filosófico y su notable elocuencia y fenomenal capacidad didáctica, todo en un contexto de otorgarle un valor trascendental a la libertad. Hasta diría que se trata secundariamente del célebre poeta y dramaturgo y mucho más sobre las sesudas reflexiones y consideraciones medulares que estampa el escritor francés respecto de los más diversos aspectos pasados, presentes y futuros de la vida cultural.

En ese racconto shakespeariano sumido en la desconfianza del poder revela plena coincidencia con el autor de esta historia en cuanto a una repugnancia visceral por los aparatos estatales y una profunda admiración por el pensamiento noble de la libertad. Hugo escribe: “Nada entraña más orgullo que la pequeñez del polizonte”, que “nada hay fuera de la libertad” ya que “pretender realizar civilización sin ella es equivalente a intentar la agricultura sin sol”. Prosigue al afirmar: “Desde que existe la tradición humana, los hombres de fuerza fueron los únicos que brillaron en el empíreo de la historia […] Este resplandor trágico llena el pasado […pero] la civilización oxida rápidamente esos bronces”. Por otra parte “¿Qué son estos monstruos? Son el producto de la estupidez ambiente”.

Entonces “la circunstancia atenuante del despotismo es el idiotismo”. Más adelante señala: “Es evidente que la historia deberá ser escrita otra vez […minimizando] los gestos reales, los éxitos guerreros, las coronaciones […] las proezas de la espada y del hacha, los grandes imperios, los fuertes impuestos […] sin más variante que el trono y el altar […] Hasta ahora, la historia fue cortesana. La doble identificación del rey con la nación y del rey con Dios es obra de la historia cortesana […] vaga declamación teocrática que se satisface con esta fórmula: Dios tiene su mano en el corazón de los reyes. Hecho imposible por dos razones: Dios no tiene manos y los reyes no tienen corazón”. Y enfatiza el espejismo y la falacia más grotesca de que “el rey paga, el pueblo no. En ello estriba, poco más o menos, el secreto de este género de historia” y concluye: “La habilidad de los gobernantes y la apatía de los gobernados acomodaron y confundieron las cosas de tal modo que todas estas formas de la pequeñez principesca ocupan lugar en el destino humano”.

En esta misma dirección puntualiza: “Es preciso que los hombres de acción se ubiquen detrás de los hombres de pensamiento. Allí donde anida la idea, está el poder” en cuyo contexto Victor Hugo se despacha muy peyorativamente contra las enseñanzas escolares de historia, donde el foco de atención se centra en las dinastías reinantes y en los desplazamientos del poder, en lugar de destacar las contribuciones de intelectuales y científicos y los magníficos descubrimientos del hombre corriente.

Sostiene que deberá colocarse “en la primera fila a los espíritus, en la segunda, tercera, en la vigésima a los soldados y los príncipes […] Volverán a ser acuñadas las medallas. Lo que fue el reverso se hará anverso y el anverso será reverso. Urbano VIII será el reverso de Galileo” y se llamarán a silencio “los portaespadas” ya que se “tendrán menos en cuenta los grandes sablazos que las grandes ideas” puesto que “¿qué significa la invasión de los reinos comparada con el florecimiento de la inteligencia? Los conquistadores de espíritus eclipsan a los conquistadores de provincias […] Las tiaras y las coronas no agregarán a la estatua de los pigmeos nada más que ridículo; las genuflexiones estúpidas desaparecerán. De ese nuevo erguimiento nacerá el derecho. Nada perdura sino el espíritu […] En medio de la noche admito la autoridad de las antorchas”.

Es cierto que el autor se declara socialista en un sentido bien distinto y opuesto al habitual de nuestro tiempo y advierte que “ciertas teorías sociales, muy diferentes al socialismo tal como lo entendemos y lo deseamos, se han extraviado. Apartemos todo aquello que se parece al convento, al cuartel, al encasillamiento, a la alineación”, y se refiere a “estos socialistas al margen del socialismo” que con “un despotismo posible piensan adoctrinar a las masas contra la libertad”.

En aquella época era frecuente el uso del término socialismo para aludir a la tradición de pensamiento liberal, del mismo modo que en el origen izquierda significaba opuesto a los privilegios y al abuso del poder, aunque a poco de andar abandonó esa misión para plegarse a las botas, al estatismo y a las prebendas de los burócratas. En este sentido, las denominadas derechas se confunden, por un lado, con el fascismo y, por otro, con el espíritu conservador no de conservar la vida, la libertad y la propiedad que constituye la tríada liberal por excelencia, sino conservadurismo en el sentido de incapaces de zafar de las cadenas del statu quo, incompetentes en vislumbrar nuevos paradigmas. A esta altura el modo más eficaz para dividir aguas y evitar confusiones y malos entendidos remite a estatismo y liberalismo.

Debe tenerse muy presente lo que reitera Alexis de Tocqueville: en El antiguo régimen y la Revolución Francesa advierte con énfasis que es necesaria la faena individual para que se nos respete y nunca dar por sentado que los beneficios de la libertad continuarán como si fueran por ósmosis sin el aporte cotidiano de cada uno.

El autor completó dos doctorados, es docente y miembro de tres academias nacionales

Chau cepo: y ¿qué hacemos ahora?

CLARÍN Por Aldo Abram - El Gobierno anunció el fin del cepo y con un esquema que es creíble; porque lo hace con un tipo de cambio flotante con bandas amplias y con un buen respaldo en divisas que van a entrar a las reservas. Probablemente, veamos que el tipo de cambio de este mercado, verdaderamente, único y libre suba tendiéndose a acercar a los paralelos; pero luego va a bajar. Ahora, ¿qué hay que tener en cuenta para el futuro manejo de la política monetaria en un sistema como al que estamos yendo?

Lo más importante es saber que el único instrumento que tiene el Banco Central (BCRA) es el manejo de la oferta de pesos y, por ello, sólo puede tener un objetivo.

Un tirador que tiene una bala, puede darle sólo a un blanco. Si intenta darle a más de uno, no le dará a ninguno. Sin duda, la prioridad de cualquier BCRA que se precie es mantener el valor de la moneda estable y, como hacen los países normales, darle un dígito de inflación anual a su gente.

Para eso, hay que producir sólo algo más de pesos que los que la gente demanda, para que la moneda se deprecie muy poco. Aclaro que los países que tienen un dígito de inflación anual son la mayoría en el mundo, incluso todos los que nos rodean.

Así que no es un milagro, sino que nosotros nos resignamos a décadas de anormalidad sustentadas en la mentira y la ignorancia de muchos de los que nos gobernaron en el pasado.

Por otro lado, si vamos a mantener una moneda estable, eso quiere decir que no se pueden fijar otras metas, como la tasa de interés, que no es el precio del dinero como algunos dicen; ya que éste es el valor de la moneda. Dicho de otra forma, su poder adquisitivo. La tasa de interés es el precio del crédito.

Si hay más gente que demanda préstamos que quienes quieren ahorrar, subirá la tasa de interés para incentivar dicho ahorro y desincentivar parte de la demanda de financiamiento, hasta equilibrar el mercado.

También funciona a la inversa, si hay muchos que ahorran y pocos que quieren créditos, bajará la tasa de interés para desincentivar a los primeros y alentar a los segundos a que tomen financiamiento más barato.

Es cierto que algunos bancos centrales fijan tasas de referencia como señal de qué harán con la oferta de moneda. Cuando dicen que los intereses deberían ser más altos; porque su divisa se está desvalorizando mucho.

Entonces, si avisan que subirán las tasas, nos advierten que emitirán menos o que achicarán su oferta. Eso llevará al alza de la tasa de interés, porque modera la liquidez; pero también ayuda a fortalecer el valor de su divisa, porque su oferta será menor.

A la inversa, si hay riesgo de una desinflación, que es cuando se observa una caída generalizada de precios, quiere decir que la moneda está aumentando su valor. Eso pasa cuando su demanda sube más que lo que provee el banco central; por lo que deberá ofrecer más hasta que su divisa deje de subir.

Al emitir está subiendo la cantidad de liquidez en el mercado de crédito; por lo que la tasa de interés deberá bajar para que los que ahorran tengan menos ganas de hacerlo y los que quieren créditos pidan más, porque se abarata.

Así que, cuando el banco central quiere señalar que buscará una moneda menos fuerte, anuncia una baja de tasa de interés que será el resultado de aumentar su oferta.

Hemos tenido la desgracia de sufrir 23 cepos, incluido, el que se acaba ahora. Esperemos que haber aprendido lo absurdo de querer fijar el valor de la moneda y, también, el tipo de cambio. Este último es la relación entre el valor de las divisas extranjeras y el de la propia.

Cada una tiene una oferta y una demanda que determina su precio. Por lo tanto, una vez que el BCRA decide cuál va a ser el valor del peso, acaba de determinar cuál es el tipo de cambio; porque no puede fijar el precio de las monedas extranjeras.

El valor de éstas lo establecen los bancos centrales que las emiten. Por eso, quienes hacen eso, terminan colocando cepos para poder fijar valores oficiales de su moneda que no reflejan todo los que ellos la han depreciado emitiendo de más. Esto termina en catástrofe si se lo mantiene en el tiempo, como los 21 que tuvimos y terminaron en crisis cambiarias; incluso, tres de ellos, en las tres hiperinflaciones que sufrió Argentina.

De sólo dos hubo voluntad de salir ordenadamente, el que se va y el de Cristina Fernández el 17 de diciembre de 2015, con el gobierno de Cambiemos. No sin costo, porque cuando uno se manda una macana es humanamente imposible resolverlo sin sacrificio. Así que tratemos de no repetir esta historia nuevamente.

Educación: el conocimiento no es un puerto sino una navegación

INFOBAE Como tantas veces se ha dicho, una cosa es la academia y otra la política. En última instancia ambos planos se complementan en el sentido que tal como reza el precepto bíblico en Isaías 1-9 indefectiblemente toda buena idea produce su natalicio en un pequeño grupo que luego se va extendiendo hasta tocar el ámbito político para ejecutarse.

Esta concepción anacrónica define el atraso y la enemistad con el progreso moral y material, la historia de la humanidad hubiera sido la del retroceso más brutal de haberse seguido este sendero. Las cosas del pasado no necesariamente hay que endosarlas al futuro, este es el problema de la frecuente y malsana costumbre de extrapolar lo pasado e imponerlo al futuro. La historia no es un proceso lineal inmutable lo cual no quiere decir abstenerse de aprender de ella al efecto de no repetir errores, afortunadamente lo que viene no es la reiteración de lo que fue para así abrir cauce a nuevos desafíos y posibilidades lo cual no quita que se sea prudente en las transiciones y se tenga muy en cuenta el estado de la opinión pública y no contemplar sólo lo deseable sino con gran perspicacia aplicar y adoptar lo que resulte posible y oportuno en cada instancia.

El manejo que viene haciendo el actual gobierno revela gran capacidad para mantener lo crucial en materia educativa sin desmoronar el equilibrio fiscal con una proeza en vetar lo que no tiene contrapartida para erogaciones adicionales en un cuadro de situación de permanentes palos en la rueda e incomprensiones. Un equilibrio presupuestario que con tanto éxito se ha logrado en un notable contexto de haber reducido el gasto público en un treinta por ciento en términos reales en poquísimo tiempo de gestión y una tendencia que marca una decidida reducción en la incendiaria inflación que heredaron ahora en medio del descubrimiento de curros purulentos instalados por gobiernos anteriores que se ponen en evidencia y constantes e imprescindibles desregulaciones en un medio que ha revertido con firmeza el desorden y el caos que reinaban en las calles. Todo con muchos proyectos bienhechores en carpeta para próximas realizaciones. El gobierno es consciente de los sufrimientos que aún se padecen debido al embate horripilante de las administraciones anteriores que irán amainando a medida que las nuevas políticas vayan surtiendo efecto cada vez más generalizado.

Lo dicho para nada quiere decir que debemos paralizar las ideas y dejar de proponer nuevos paradigmas para el momento que les toque aunque este sea de lejano cumplimiento. En este sentido he escrito ensayos y artículos en diversos medios académicos y periodísticos sobre mis propuestas que no comprometen a nadie más que a mi persona con la ilusión de abrir nuevos debates y escuchar atentamente los pro y contras de mi análisis, por supuesto siempre con argumentos y completamente ajenos a esquemas cerrados, embretados y encajados en el pasado. Como tantas veces he puntualizado, bajo mi computadora tengo un inmenso letrero que reza nullius in verba que es el lema de la Royal Society de Londres que se traduce en que no hay palabras finales. Esa es la historia intelectual de la tradición de pensamiento liberal: estar en la punta de la silla con atención especial en mejoras y distintas formulaciones que surgen de escarbar y escudriñar avenidas diferentes y más fértiles, por eso uno de mis libros se titula En ebullición, lo contrario -el anquilosamiento- es la contracara del espíritu del liberalismo de todas las épocas.

El conocimiento está constituido por corroboraciones provisorias, abiertas a refutaciones. Todo el recorrido del saber de la humanidad consiste en una serie interrumpida de refutaciones que han permitido nuevos saltos cuánticos para bien del ser humano.

Entonces después de rendir homenaje a los actuales gobernantes por su sabia administración de todo lo vinculado a la educación en un clima áspero de incomprensiones e intereses opacos de variada intensidad, recalco que lo último que escribí en la materia para discutir y desmenuzar en una línea argumental que pueda eventualmente servir para las generaciones venideras. Lo hice resumidamente respecto a lo que he venido puntualizando antes con más detenimiento y apoyo de nutridas referencias bibliográficas, pero ahora telegráficamente como prólogo al libro recién publicado por el Rector de la Universidad del CEMA doctor Edgardo Zablotsky donde compila sus textos y opiniones sobre el tema de nuestro tiempo, léase la educación de lo cual depende todo lo demás. De allí el célebre dictum del marxista Antonio Gramsci: “Tomen la cultura y la educación, el resto se da por añadidura”, un consejo que tomado por el estatismo militante que lo inserta al pie de la letra como adoctrinamiento, en lugar de lo escrito por Krishnamurti en cuanto a que “la educación enseña cómo pensar, nunca qué pensar” siendo el pensamiento crítico e independiente la clave del tema educativo. Como es sabido, los diversos puntos de vista y perspectivas deben formularse con calma y lejos siempre de una improcedente, exacerbada y malparida politización en el peor sentido de la expresión. Este es el destino que pretenden todas las colaboraciones serias.

Y no exclamen los de la mala fe que todos los liberales concuerdan con mi agenda y contenidos de propuestas, pues como he dicho en distintas oportunidades los liberales no somos una manada y detestamos el pensamiento único por lo que bienvenidas las disidencias para despejar y aclarar diferentes perspectivas. En estas lides hay sugerencias variopintas y todas deben ser examinadas y reexaminadas y, como queda consignado, nada es estanco, se trata de un constante movimiento dinámico. En nuestro caso argentino actual, como queda dicho, es recomendable separar lo posible y conveniente hoy respecto a visiones de futuro sujetas a cuidadosa revisión, pero en todo caso nunca la parálisis y las pesadas cadenas mentales que enceguecen… como reza el proverbio que enfatiza la trascendencia de las mentes abiertas: “La mente es como un paracaídas, solo funciona si está abierto”.

Las confrontaciones rigurosas se han traducido en pasos gigantes que apuntan al avance de la civilización porque como ha escrito el profesor austríaco en la Universidad de Georgetown y colaborador de la estadounidense National Review, Erik Kuehnelt-Leddihn: “Si se quiere llegar a la fuente necesariamente debe nadarse contra la corriente”. Y para terminar con algo de humor que ya he citado antes en una de mis presentaciones, cierro con un pensamiento magistral de Cantinflas que define y traslada a una píldora un aspecto medular en la lucha que estamos empeñados los liberales: “Una cosa es ganarse al pan con el sudor de la frente y otra bien distinta es ganarse el pan con el sudor del de enfrente”.

El antisemitismo del silencio

LA NACIÓN El 7 de octubre de 2023 marcó un quiebre. La masacre perpetrada por Hamas, con una brutalidad que no condice con la condición de ser humano, evocó los capítulos más oscuros de la historia. Sin embargo, lo que sucedió después fue igualmente revelador. Mientras muchos lo observaban con horror, otro fenómeno emergía, menos explícito pero no menos inquietante: el antisemitismo del silencio.

No se trata del antisemitismo burdo de quienes justifican o celebran la violencia contra quien es judío. Tampoco del que se manifiesta en pintadas, profanaciones de tumbas, ataques físicos o discursos inflamados, como los vergonzosos eventos acaecidos en prestigiosas universidades norteamericanas. Se trata de una forma más sutil, más insidiosa, pero igualmente corrosiva: el antisemitismo de quienes eligen callar.

En la Argentina, país con una de las comunidades judías más grandes del mundo, el silencio se hizo sentir con una intensidad dolorosa. Intelectuales, referentes sociales y políticos que, en otras circunstancias, no dudan en repudiar cualquier manifestación de violencia o discriminación, de pronto se tornaron esquivos. Muchos callaron ante la masacre de civiles israelíes, ante la toma de rehenes, ante las atrocidades documentadas por los propios perpetradores, aún ante un hecho puntual que emocionalmente podría haberlos afectado por su cercanía, como los sádicos asesinatos de Kfir y Ariel Bibas, un bebe de pocos meses y un pequeño, cuya única culpa fue haber nacido judíos.

El antisemitismo del silencio es particularmente peligroso porque, a diferencia del odio abierto, se disfraza de neutralidad, de equilibrio, o peor aún de afirmar que el antisemitismo no existe. Pero, ¿desde cuándo el asesinato de niños, la violación de mujeres y la tortura de ancianos son justificables? Es absurda la pregunta en sí misma; intentar justificar lo injustificable no es más que un ejercicio de hipocresía e insensibilidad.

Este silencio no es ingenuo ni inocente. Es un mensaje. Comunica que la vida judía tiene un valor relativo, que su sufrimiento es menos digno de ser repudiado, que su asesinato puede ser contextualizado.

El peligro del antisemitismo del silencio radica en su capacidad de normalizar lo inaceptable. Cuando las voces que deberían marcar un límite se apagan, los extremos avanzan. La historia nos ha mostrado repetidamente lo que ocurre cuando la indiferencia se convierte en la norma: la violencia se vuelve tolerable, el odio se institucionaliza y, finalmente, se traduce en acción.

¿Cómo enfrentarlo? La educación de nuestros niños y jóvenes es el único antídoto contra uno de los prejuicios más antiguos de la humanidad. El gobierno argentino, al decretar duelo nacional envió un mensaje claro: las atrocidades llevadas a cabo por Hamas no son un hecho más, sino un inimaginable crimen que debe ser recordado y repudiado.

Sin embargo, cabe preguntarse: ¿se explicó en las escuelas el motivo del duelo? ¿Se aprovechó la ocasión para reflexionar sobre el antisemitismo y sus peligros, o se optó pasar el tema por alto?

Lamentablemente, en muchas aulas, la respuesta ha sido el silencio. Si bien hubo excepciones, en gran parte del sistema educativo el duelo transcurrió sin explicación alguna. No hubo un esfuerzo sistemático por utilizar el contexto con el fin de educar sobre el antisemitismo. La omisión no puede ser vista como un simple descuido, tiene un significado en sí mismo.

Sin una enseñanza clara y comprometida, el antisemitismo seguirá reproduciéndose generación tras generación. No es un problema nuevo ni una mera cuestión coyuntural, es uno de los prejuicios más antiguos de la humanidad y que, como quedó en evidencia tras los ataques del 7 de octubre de 2023, sigue latente en el mundo y en nuestra propia sociedad. Si queremos que las nuevas generaciones crezcan en una cultura de respeto y tolerancia, las instituciones educativas deben asumir un rol fundamental en la enseñanza de la verdad histórica y la condena inequívoca de la barbarie.

Las escuelas tienen la responsabilidad ineludible de formar ciudadanos críticos, capaces de identificar y rechazar las manifestaciones del odio. Esto implica no solo estudiar el Holocausto como un evento histórico, sino también analizar el antisemitismo en sus distintas formas: el que se expresa abiertamente en ataques violentos y el que se oculta tras eufemismos, dobles estándares o indiferencia cómplice.

Hoy, más que nunca, es urgente que el sistema educativo aborde estos temas con seriedad y profundidad. Nuestros chicos y jóvenes deben aprender que la negación del sufrimiento judío, el silenciamiento de su dolor y la relativización de crímenes atroces son expresiones de antisemitismo. Deben comprender que la convivencia democrática se sustenta en el reconocimiento del otro, en la empatía y en la defensa intransigente de los derechos humanos.

No hay atajos ni soluciones mágicas, la educación es el único antídoto contra el antisemitismo. Solo la educación puede sentar las bases de una sociedad libre de prejuicios y de odios ancestrales. Depende de nosotros garantizar que las generaciones futuras no repitan los errores del pasado. Porque el antisemitismo no desaparecerá solo: es necesario combatirlo con memoria, con conocimiento y con una educación que no deje margen para la indiferencia.

El vergonzoso silencio no es una opción. No condenar el antisemitismo, en cualquiera de sus formas, es explícitamente justificarlo, es hora de admitirlo, pues está sucediendo hoy en todo el mundo y también en la Argentina, antes de que la indiferencia allane el camino a nuevas atrocidades.

No hay excusas ni margen para la neutralidad. Si la educación no asume su papel en la transmisión de la memoria y la condena del antisemitismo, las imágenes de Shiri, Kfir y Ariel Bibas, cuyas vidas fueron destruidas por una barbarie que no condice con la condición humana, se desvanecerán en el olvido. No debemos permitir que ello nunca suceda.

Miembro de la Academia Nacional de Educación y Rector de la Universidad del CEMA

El Idiota De Vladimir Putin

Por Carlos Alberto Montaner, Consejero Académico de LyP – No creo que Ucrania pueda entrar en la OTAN. Es triste, pero es así. El idiota de Putin se lo impide. ¿Por qué “idiota”? Es una palabra muy fuerte. “Idiota”, porque el ex agente del KGB está encadenado a una percepción geopolítica anterior a la aviación supersónica y a la cohetería. Su visión es de cuando el mundo se dividía en zonas de influencia y tenía sentido rodear a las naciones de una coraza aparentemente impenetrable. Hoy la cohetería supersónica y las armas nucleares, a lo que se agrega el comercio internacional (por aquello de las “sanciones”) transforman en obsoleta la vieja visión de las relaciones internacionales.

La Primera y la Segunda guerra mundiales (la Segunda guerra fue una simple deriva de la Primera), fueron objeto de la misma visión equivocada, pero ya no hay derecho a errar. Al fin y al cabo, la aviación estaba en pañales en 1914 cuando asesinaron al archiduque Fernando, el heredero del imperio austro-húngaro, y a su mujer Sofía Chotek en Sarajevo, oscuro comienzo del conflicto que se saldó con 50 millones de muertos, tres imperios desmantelados –el austro-alemán, el ruso y el turco-, y un cuarto, el británico, se fue desvaneciendo lentamente. 

¿Qué le queda a Ucrania por hacer si no puede entrar en la OTAN? Fabricar armas atómicas, como ha hecho Corea del Norte. Donald Trump no le perdonó la vida a Kim Jong-un por simpatía, sino porque no quiso correr el riesgo remoto de que un bombazo cayera en Nueva York, San Francisco, Chicago o Miami.  Si Ucrania hubiera tenido armas nucleares, otro gallo cantaría, como tuvo hasta la década de los noventa del siglo pasado. 

En ese momento se las devolvió a Moscú por medio de un acuerdo del que fueron garantes el Reino Unido y USA. Putin no se habría atrevido a arriesgar Moscú o San Petersburgo por la mala idea de invadir Ucrania. Se olvida que Ucrania era el tercer país del planeta con mayor número de ojivas nucleares: 1,900. Si hubiese conservado sólo una docena el panorama sería diferente. Por supuesto, que tras generar esa devastación Ucrania quedaría absolutamente destruida, pero Rusia también estuviera muy afectada.  

No sé como los “think-tanks” rusos no advierten que la OTAN es un club donde se prohíbe la “proliferación de armas nucleares”. Los que las tienen (USA, Inglaterra y Francia) no tienen interés en que otros países las posean. Si yo fuera consejero de Putin le diría que Ucrania está mejor dentro de la OTAN que fuera de ella. Lo mismo que sucede con las naciones que constituían la coraza que supuestamente protegía a la URSS: Polonia, Chequia, Eslovaquia (Checoslovaquia), Rumanía, Bulgaria y los tres países bálticos, todos intelectual y económicamente capaces de fabricar armamento nuclear.

Doy por sentado que Vladimir Putin no quiere volver a la etapa colectivista de Rusia. Supongo que, en realidad, ha renunciado al marxismo. Recuerdo que en los noventa se utilizaba la metáfora de la “pecera” y “la sopa de pescado” para afirmar que era muy difícil regresar a la etapa capitalista. También recuerdo la cola de menesterosos, casi todos ancianos, con una botella de vodka en las manos, tratando de venderla; o el hecho de que los “Uber”, sin app, fueron inventados en las ciudades rusas, donde bastaba detener un vehículo y contratarlo para que te llevaran a algún sitio por un precio muy módico. 

De alguna manera continúa vigente la metáfora de la “pecera” y la “sopa de pescado”. Casi nadie quiere volver al colectivismo. En efecto, fue muy difícil devolverle a la sociedad y al mercado la facultad de producir, con las inevitables diferencias que se generan, y el hecho de que, efectivamente, hay perdedores y ganadores en el modelo capitalista de producción. Esto tiene que ver con el carácter del emprendedor, con los estudios, con la familia que se tiene, con los contactos, con los valores, con la moneda en que realizan las transacciones, hasta con la suerte,  y con el resto de los factores que intervienen en los resultados. A veces son tan injustos como la apariencia, incluida la raza, las preferencias sexuales, el género a que se pertenece y el peso y el tamaño del agente económico. No obstante, el colectivismo es cien veces peor y la gente está dispuesta a matar o dejarse matar para no involucionar en esa dirección. 

Cuando visitaba Moscú escuché muchas veces que “hay que quitarle a Rusia el peso de la URSS”. Me pareció una consigna muy inteligente. Ni USA, ni el resto del “mundo libre”, y es igual lo que eso signifique, tienen otro peso que el de la propia “calidad social” con que cuentan, lo que significa que millones de personas intentan ingresar en esos países a como dé lugar. ¿Cuándo va a descubrir Putin que matando chechenos, abjasios o ucranianos no va a construir ni reconstruir nada, salvo su propio fracaso? Sólo por eso merece el calificativo de idiota.  

El origen de las ideas de Alberdi y la Constitución liberal

INFOBAE Siempre me ha interesado indagar en la genealogía de las ideas de grandes pensadores. Juan de Mariana fue influido por Francisco de Borja y éste de Gaspar Lax, Adam Smith proviene de Francis Hutchinson y este de Gershom Carmichael, Ludwig von Mises de Carl Menger y éste de Franz Brentano y así sucesivamente con los grandes maestros. No es cuestión de remontarse a Adán y Eva pero el recorrido intelectual de precursores de la sociedad abierta (para recurrir a terminología popperiana) resulta de gran provecho.

Escribe Juan González Calderón que “Rosas no consintió nunca en que lo estipulado en el Pacto Federal se cumpliera, y mantuvo al país bajo su despotismo durante veinte años” (en El general Urquiza y la organización nacional). Reasumió en 1835 con facultades extraordinarias y gobernó el país hasta 1852 bajo un régimen de terror en un sistema unitario centralizado por más que sus huestes se denominaron federales.

Juan Bautista Alberdi: “los decretos de Rosas contienen el catecismo del arte de someter despóticamente y enseñar a obedecer con sangre” (en La República Argentina 37 años después de su Revolución de Mayo). José Manuel Estrada: “Ahogó la ciudad con la campaña, la revolución liberal con la escoria colonial y apoderado del gobierno por primera vez en 1830, hizo gala de su ferocidad. Enseguida volvió a la esfera campesina que adueñaba y se vinculó con los caudillos subalternos que más tarde sacrificaría a puñal o veneno: adhirió las masas, más íntimamente que lo habían estado jamás, a fuerzas de crueldades, de cinismo y de extravagancias […] La superabundante degradación llegó, el vaso rebosó su fetidez. La democracia bárbara, la soberanía numérica, la brutalidad moral exaltaron la encarnación más sombría de gaucho a una autocracia irresponsable (en La política liberal bajo la tiranía de Rosas). José Hernández: “Veinte años dominó Rosas esta tierra […] veinte años negó Rosas la oportunidad de constituir la República; veinte años tiranizó, despotizó y ensangrentó al país” (en “Discurso en la Legislatura de BuenosAires”). Ricardo Levene: “La opinión general, el sentimiento de la sociedad, consagró a Rosas árbitro de los destinos de la provincia de Buenos Aires y de toda la República. El ambiente social se fue formando en el sentido de consolidar la dictadura” (en Lecciones de historia argentina).

Rosas desobedeció el cumplimiento delRosas desobedeció el cumplimiento del Pacto Federal y gobernó centralizando el poder bajo un régimen autoritario desde 1835 hasta 1852

José de San Martín: “Mi querido Goyo, es con verdadero sentimiento que veo el estado de nuestra desgraciada patria, y lo peor de todo es que no veo vislumbre que mejore su suerte. Tú conoces mis sentimientos y por consiguiente yo no puedo aprobar la conducta del general Rosas cuando veo una persecución contra los hombres más honrados de nuestro país” (en carta a Gregorio Gómez, septiembre 21 de 1839)..

José Ingenieros: “Rosas asoció las dos intolerancias; la política y la religiosa. Así encontró los resortes más íntimos de su dominación” (en Las ideas coloniales y la dictadura de Rosas).

Florencio Varela: “[El sistema rosista] consiste en que no tengamos hogar, ni propiedad, ni libertad individual; en que la mitad de de una generación se pase con las armas en la mano; en que los campos no se cultiven, y la educación se abandone, y ningún trabajo útil se emprenda, y los principios de la moral se vayan poco a poco abandonando, hasta desaparecer” (en Rosas y su gobierno). Sin duda que esta selección de textos es insignificante al lado de todo lo escrito sobre esta tiranía abyecta…todavía resuenan las palabras condenatorias de escritores de la talla de José Mármol y de Jorge Luis Borges para mencionar solo dos plumas adicionales de distintas épocas en una galería de opiniones que se extiende por doquier.

Alberdi y sus colegas fueron decididamente influidos por el notable Diego Alcorta que entre la bibliografía disponible cabe destacar el formidable estudio preliminar de Félix Weinberg a la suculenta recopilación de documentos titulada El salón literario de 1837. En esa introducción se consigna que en el ingreso al entonces Departamento de Jurisprudencia de la Academia de Buenos Aires, prolegómeno de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, el autor escribe que “Se agranda por entonces la figura de Diego Alcorta titular de filosofía en el departamento de estudios preparatorios, quien guiaba a sus discípulos”. Alcorta era médico cirujano -la Sociedad Argentina de Humanismo Médico estableció el Premio Diego Alcorta- pero se interesó por la filosofía liberal debido a la influencia de Juan Crisóstomo Lafinur (tío bisabuelo de Borges), oriundo de San Luis pero que dictó clases en Tucumán, Mendoza y Córdoba y tempranamente lo tuvo de alumno a Alcorta en el Colegio de la Unión del Sur en su cátedra de filosofía.

La referida cátedra de Alcorta en la entonces Academia de Buenos Aires se denominaba Ideología, una palabreja hoy muy poco recomendable aunque en esa época se asimilaba a la inocente definición del diccionario en cuanto a conjunto de ideas, separada de la “falsa conciencia de clase” machacada por el marxismo y de la generalizada visión de algo cerrado y terminado lo cual está en las antípodas del conocimiento y del espíritu liberal. Precisamente, Alcorta en el contexto de sus clases y recomendación bibliográfica reiteraba que la tradición liberal está íntimamente atada a los procesos evolutivos y a la búsqueda de nuevos paradigmas, abierto siempre a posibles refutaciones.

Alcorta no solo disertaba en las aulas universitarias sino que mantenía reuniones y dictaba seminarios en las casas particulares de Alberdi y su grupo de amigos. Mantenían relaciones amistosas entre profesor y alumno. En su Autobiografia Alberdi relata sus estudios de autores de la talla de Monesquieu, Condillac, Locke, Constant, Tocqueville, Adam Smith, J.B. Say, Madam de Staël, Joseph Story y otros.

Nunca se sabrán los contrafácticos de cómo hubiera resultado la historia argentina si Alberdi y sus amigos intelectuales no se hubieran topado con maestros como Diego Alcorta pues giraban profusamente en la época obras como las de Jean-Jacques Rosseau que fueron exploradas por nuestros personajes pero con los debidos recaudos y anticuerpos. El último curso de Alcorta -ya no dirigido a sus ex discípulos alberdianos- fue en la clandestinidad sobre Rosas, en plena época de la dictadura.

Merced a la influencia inicial de Alcorta el ideario alberdiano pudo propagarse a partir del célebre libro enviado a Urquiza que desembocó en el juramento constitucional que hizo que nuestro país fuera el aplauso y la admiración del mundo con una situación social que se tradujo en salarios e ingresos en términos reales del peón rural y del obrero de la incipiente industria superiores a los de Suiza, Francia, Italia y España a la altura de los de Inglaterra por lo que la población de inmigrantes se duplicaba cada diez años. Seguramente el mejor resumen del pensamiento de Alberdi consiste en esta cita del tucumano: “¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro: que no le haga sombra”.

Y no solo Alberdi influyó en tierra argentina sino que luego de obtener su título de abogado en Uruguay pues se negó a jurar en Buenos Aires por Rosas como era la obligación del momento, se radicó en Chile y desde Valparaiso le sugirió a su amigo Félix Frías, en aquel momento corresponsal de El Mercurio en Paris, que lo contrate al profesor Courcelle-Seneuil para enseñar en Chile quien fue el primer profesor liberal en el país transandino en el que se radicó durante ocho años. Como una nota al pie y para cerrar comento que en 2010 la Universidad del Desarrollo de Santiago publicó mi libro Jean Gustave Courcelle-Seneuil. Un adelantado en Chile.

El Programa Vouchers Educativos no debería discriminar

EL ECONOMISTA  En marzo pasado publiqué en este mismo espacio una nota motivada por el lanzamiento del denominado Programa Vouchers Educativos.

Si bien el programa no constituye realmente un voucher educativo, sino un subsidio con fines específicos no podía ser más oportuno, dada la tremenda crisis económica heredada por el nuevo Gobierno, la cual había comenzado a poner a muchos padres en la disyuntiva de continuar pagando las cuotas en escuelas de gestión privada o emigrar a sus hijos a escuelas de gestión pública.

Por cierto, un éxodo similar sucedió luego de la crisis de 2001, pero en esta ocasión, de no haberse tomado una medida como la efectivizada, el efecto hubiese sido exponencial, dada la magnitud del evento que estamos viviendo.

Como señalé en aquella nota, la voluntad del presidente Javier Milei de enfrentar esta realidad era clara; ya lo expresaba en sus declaraciones en una entrevista radial realizada en febrero: “Vamos a incorporar un mecanismo de asistencia a la clase media para que los chicos no pierdan el colegio, porque la situación en la cual se te caen los ingresos y tenés que cambiar al chico de colegio no solo es traumatizante para los padres sino también para los chicos”, a lo que agregó: “Va a haber vouchers y financiamiento para alumnos”.

El pasado lunes 29 julio fue publicado en el Boletín Oficial la Resolución 488/2024 de la Secretaría de Educación, la cual extiende la vigencia del programa hasta diciembre; una decisión tan oportuna como lo fue su lanzamiento. Como se señala en los Considerandos de la Resolución: “Durante el mes de julio del corriente año, el Programa asistió a 833.211 estudiantes del nivel inicial, primario y secundario, asegurando así la continuidad en sus trayectorias educativas”, a los que se agrega: “Con el objeto de fortalecer el acompañamiento a las familias resulta necesario ampliar la cobertura del Programa”.

Por cierto, recordemos que el mismo consiste en “una prestación temporaria a favor de las familias cuyos hijos, de hasta 18 años, asisten a instituciones educativas públicas de gestión privada con al menos 75% de aporte estatal y cuyo ingreso familiar no supera los siete salarios mínimos, vitales y móviles.

Sin embargo, el programa continúa generando una discriminación innecesaria, la cual se refleja en los Considerandos de la Resolución 488/2024: “El Programa de Asistencia Vouchers Educativos fue creado para asistir a familias cuyos hijos concurren a instituciones de educación privada que reciben aporte estatal, con la finalidad de garantizar la permanencia de los alumnos en dichas instituciones”.

Yo me pregunto, ¿por qué si dos familias califican para el programa en virtud de su realidad económica, una de ellas se encuentra recibiendo el voucher dado que sus hijos concurren a un colegio que tiene una subvención estatal del 75% o más y la otra, cuyos hijos concurren a un colegio que recibe una menor subvención o ninguna, no?

¿No deberían las familias recibir el voucher, en función de su realidad económica, independientemente de la característica de la escuela a la que han optado por enviar a sus hijos? Definitivamente sí; no es a determinados colegios a los que se intenta apoyar, sino a familias que hacen grandes esfuerzos por la educación de sus hijos y son las víctimas inocentes del pasado vergonzoso que nos ha tocado vivir.

Pocas veces un Gobierno ha demostrado con los hechos su voluntad por cambiar la realidad educativa como la actual gestión del presidente Javier Milei. Modificar los requerimientos para calificar al Programa de Asistencia Vouchers Educativos constituiría un paso más en la dirección correcta.

El secreto mejor guardado de la educación argentina

CLARÍN En julio de 2013 publiqué, en este mismo espacio, la primera de numerosas notas que sostenían que resultaba indispensable modificar el Artículo 97 de la Ley 26.206 de Educación Nacional, a los fines de generar las condiciones para que la indignación de los mismos padres de los niños y jóvenes afectados por la tragedia educativa que, ya por entonces, vivía nuestro país le proveyese al gobierno de turno el apoyo sin el cual era imposible enfrentar a los sindicatos docentes, los más acérrimos defensores del statu quo.

Dicho artículo les impide a los padres conocer cómo le está yendo a la escuela donde se educan sus hijos, al establecer que “la política de difusión de la información sobre los resultados de las evaluaciones resguardará la identidad de los/as alumnos/as, docentes e instituciones educativas, a fin de evitar cualquier forma de estigmatización, en el marco de la legislación vigente en la materia”.

¿Estigmatización? Por supuesto se debe preservar la identidad de los alumnos y docentes, pero no así de las instituciones educativas. No era posible enfrentar la tremenda realidad que enfrentaba la educación argentina, y que su desmanejo durante la pandemia deterioró aún mucho más, sin la participación activa de los padres.

Si los resultados de las evaluaciones fueran accesibles a nivel escuela, los padres contarían con información clave para exigir mejoras concretas en la educación de sus hijos. Esta transparencia contribuirá a la equidad y calidad educativa al alinear las expectativas de aprendizaje con un diagnóstico realista y público.

A lo largo de los años se han realizado diversos esfuerzos por modificar un artículo que impide la participación de los padres como fiscalizadores de la educación que reciben sus propios hijos. Sin ir más lejos, el 27 de diciembre de 2023, el gobierno de Javier Milei incluyó en el Proyecto de Ley Bases el artículo 549, el cual sustituye el artículo 97 de la Ley 26.206 por el siguiente: “Artículo 97.- La Secretaría de Educación del Ministerio de Capital Humano y las jurisdicciones educativas promoverán la transparencia en el uso de los datos e indicadores a fin de contribuir a la buena gestión de la educación y la investigación educativa. La política de difusión de la información sobre los resultados de las evaluaciones resguardará la identidad de los/as alumnos/as, en el marco de la legislación vigente en la materia. Los padres y los docentes tendrán acceso a la información que les permita tomar decisiones a fin de mejorar la educación de sus hijos y alumnos”.

El texto que precede al proyecto de ley, enviado por el Poder Ejecutivo al Congreso, explicitaba: “Se impulsan cambios en el sistema educativo, con (…) la posibilidad que los padres puedan tener conocimiento de las notas de sus hijos, y de cómo estas y las de su colegio comparan con las del resto del país”. Lamentablemente, como tantas otras veces en nuestra historia reciente, una muy buena idea quedó en la nada.

Negarles a los padres el acceso a la información es perpetuar un sistema que no da respuestas y que deja a miles de niños y jóvenes, especialmente a los más vulnerables, sin las herramientas para un futuro mejor. Son nuestros representantes en el Congreso quienes deben asumir su responsabilidad y tomar la iniciativa. La resistencia a este cambio limita las oportunidades de miles de niños y jóvenes, profundizando la desigualdad y frustrando su futuro. La transparencia en la educación no es un privilegio, es una necesidad impostergable.

El verdadero alcance de los crímenes de guerra

LA NACION – Por Carlos Manfroni – Hasta que comenzó, a fines del mes pasado, la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y desde la caída del Muro de Berlín, en 1989, creíamos que habíamos entrado en una era de paz. El desmembramiento de la Unión Soviética y, con él, la culminación de la derrota de los Estados fuertes y expansivos habían dado un respiro a la humanidad. La riqueza procedente de la innovación tecnológica y las comunicaciones habían relativizado el valor de la posesión de territorios y, además, el comercio entre naciones que poco tiempo antes eran enemigas pacificaba al mundo. Continuaban, soterradas, las batallas contra el narcotráfico y, a los ojos de todos, las acciones terroristas.

La invasión nos devolvió al siglo XX, el más sangriento de la historia conocida, y a la práctica de los crímenes de guerra.

En la televisión y en las redes, por primera vez en tiempo real, vemos bombardeos a poblaciones civiles, ataques a edificios a los que nada vincula con instalaciones militares, incluso a escuelas y hospitales, y ya comienza a hablarse de violaciones de mujeres, una práctica aberrante que se ha visto sobre todo en las tropas eslavas durante el siglo pasado. Todos esos hechos y muchos otros constituyen crímenes de guerra. La posibilidad real de que sean juzgados es una cuestión aparte, pero lo son, de acuerdo con los estatutos internacionales.

Vladimir Putin ni siquiera limitó su avance hacia las zonas de Donetsk y Lugansk, que él mismo proclamó independientes, o incluso a la franja este de Ucrania, sino que impulsó un ataque generalizado sobre todo el territorio.

Rusia integró, en octubre de 1945, por entonces como Unión Soviética, el Tribunal Militar de Núremberg, junto con Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, a fin de juzgar “a los principales criminales de guerra del Eje europeo” que actuaron antes y durante la Segunda Guerra Mundial. En el estatuto que firmaron las cuatro potencias se establecieron las características de los crímenes de guerra, entre ellas: “planificar, preparar, iniciar o librar guerras de agresión”, el asesinato de población civil, “la destrucción sin sentido de ciudades o pueblos o la devastación no justificada por la necesidad militar”.

En los Principios de Núremberg también se definieron los delitos de lesa humanidad, que comprendían, entre otros, los actos inhumanos cometidos contra cualquier población civil cuando fueran llevados a cabo al perpetrar un delito contra la paz o un crimen de guerra, así como la persecución racial, política o religiosa.

En el Principio IV se dispuso que “el hecho de que una persona haya actuado en cumplimiento de una orden de su gobierno o de un superior jerárquico no la exime de responsabilidad conforme al derecho internacional, si efectivamente ha tenido la posibilidad moral de esa opción”.

La “posibilidad moral” de optar por cumplir o no una orden en un régimen militar es algo bastante difícil de determinar. Las acusaciones de traición, desobediencia o deserción tienen las peores consecuencias en una estructura castrense. Sin embargo, hay casos en los que la responsabilidad del subordinado resulta evidente. Esto ocurre a diario en Ucrania, por ejemplo, en las escenas que vimos en las pantallas de un tanque que se desvió de su marcha con el propósito de aplastar a un automóvil civil –y lo hizo– o de otro que disparó con su cañón contra un vehículo particular o de quienes atacan colegios u hospitales. También, por supuesto, en los casos de violación de mujeres ucranianas u otras formas de agresión o maltrato a los pobladores de las regiones invadidas y que exceden las acciones militares. Por las acciones militares deberían responder Vladimir Putin y los generales que hayan preparado la ofensiva, algo que en los hechos dependerá de la forma en que termine el conflicto.

Tal vez, por ese motivo, el Tribunal de Núremberg dictó solo doce condenas a muerte y unas pocas a prisión, además de algunas absoluciones. Las condenas involucraban a los principales jerarcas nazis que cometieron u ordenaron crímenes horrendos contra la población civil.

Por su lado, los Estados perjudicados iniciaron sus propios juicios. El más famoso fue el que tuvo lugar contra Adolf Eichmann en Jerusalén, capturado en la Argentina en 1960 y juzgado en Israel. Allí, después de aproximadamente un año de proceso durante el cual el acusado y los testigos prestaron extensas declaraciones, se lo condenó a muerte. Aun en este caso, se tomó especialmente en cuenta el hecho de que Eichmann había aceptado voluntariamente su ingreso en las SS y después en la SD, que se convirtió en el centro de información de la Gestapo, aunque él alegó desconocer la naturaleza de la organización en la que había entrado.

“Saber si Eichmann mentía o decía la verdad tenía cierta trascendencia en el juicio, ya que en la sentencia debía declararse si había aceptado voluntariamente su cargo o si lo habían destinado a él sin contar con su voluntad”, cuenta textualmente Hannah Arendt en su libro Eichmann en Jerusalén.

Casi siempre los juicios consecuentes a la Segunda Guerra tomaron en cuenta al autor de las órdenes, las responsabilidades personales y la posibilidad real de haber desobedecido las instrucciones. No se juzgó a las personas por el solo hecho de haber pertenecido al ejército enemigo ni por haber estado en una posición pasiva en un lugar determinado. Todo esto aun cuando en el caso de la población judía de Alemania y los países ocupados, ella ni siquiera era una fuerza beligerante ni había cometido actos de agresión contra el Estado.

En el caso de Ucrania, si la política y la diplomacia de Occidente, como algunos análisis indican, no actuaron con la prudencia y la habilidad necesarias para evitar la guerra, esto es algo que la historia analizará a corto plazo, pero, como siempre, los excesos resultan injustificables. Y en este caso los excesos son nada menos que el todo y tienen dimensión de hecatombe.

Rusia no puede situarse al margen de los estatutos en los que actuó como juez en Núremberg y, además, como señaló Hannah Arendt, incluso en esa oportunidad se le podría haber aplicado a la Unión Soviética el argumento tu quoque (tú también), por las matanzas que había llevado a cabo en Polonia y en su propio territorio. Esto si no fuera que para entonces ya ejercía su poder sobre la mitad de Europa.

Por otro lado, la Unión Soviética firmó el Protocolo I de los Convenios de Ginebra, que prohíbe los ataques indiscriminados, que son los que no se dirigen contra un objetivo militar específico o emplean medios que no puedan ser dirigidos a un objetivo militar específico.

El Estatuto de Roma, que creó el Tribunal Penal Internacional, fue suscripto por Rusia, que nunca lo ratificó y retiró su firma en 2016.

En 1993 se constituyó el Tribunal Internacional para la ex-Yugoslavia, bajo cuya jurisdicción fue detenido el presidente Slobodan Milosevic, en 2001. En 1994 se creó otro destinado a castigar el genocidio de Ruanda. Lamentablemente, a pesar de las atrocidades que se investigaron y condenaron en ellos, la experiencia demuestra que el juzgamiento de crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad está determinado por la posición de fuerza con la que cada uno queda tras el final del conflicto.

En educación, el presupuesto nunca habrá de ser todo

CLARÍN Como señala una nota de Clarín del pasado martes 16/9, de aprobarse la Ley de Presupuesto, en virtud de su artículo 27, se suspenderá, por un año, la obligación que tiene el Estado de invertir en educación el 6% del PBI. Esta obligación surge de la Ley de Educación Nacional vigente desde 2006, pero en los hechos cumplida solamente en 2015. Como era de esperar, esta decisión generó las más variadas críticas de diversos referentes del arco opositor.

Sin embargo, como remarca en dicha nota Mariano Narodowski: “Guste o no, Milei muestra lo que estaba oculto, suspendiendo por ley y acotando a un año solo y no a 14 como los gobiernos anteriores. Esta emergencia será virtuosa si en 2026 se implementa un plan serio de inversión, que aplique el 6% del PBI para educación y que asegure que los fondos lleguen eficientemente a las escuelas, los docentes y los estudiantes”.

Es claro que tiene razón. En septiembre de 2013, publiqué en este mismo espacio la primera de dos notas las cuales centraban su atención en el uso del presupuesto educativo, más allá de su magnitud. La nota titulada: “En educación el presupuesto no lo es todo,” lo ilustraba con el caso de Polonia, el cual es tan relevante hoy como lo fue hace más de 10 años. Veamos los hechos.

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Por entonces, Corea y Finlandia, líderes mundiales en educación, según la información generada por los exámenes PISA, llevaban años invirtiendo en el área, pero como señalaba BBC News, ningún otro país europeo había progresado tanto, desde 2000 hasta ese entonces, como lo había hecho Polonia, quien invertía en educación alrededor del 5% de su PBI.

Zbigniew Marciniak, ministro de Educación polaco en el año 2000, señaló que Polonia utilizó la información provista por la primera ronda de exámenes PISA para dar impulso a la reforma lanzada en 1999: “Sabíamos que teníamos problemas, pero la primera ronda de exámenes PISA nos mostró la magnitud de los mismos”.

En 1999, Polonia modificó el programa de estudios, el sistema de evaluación de los alumnos y los niveles mínimos que se les exigía. También cambió el proceso de formación y la carrera docente. Tres años después, en la ronda de PISA 2003, Polonia mostró una clara mejoría, la cual se corroboraría en las rondas 2006 y 2009. Hoy Polonia es un ejemplo de cómo un país pudo en tan sólo 10 años revertir su realidad educativa, reduciendo drásticamente el número de estudiantes de bajo rendimiento a pesar de invertir en educación menos que países mucho más ricos, transformándose en un país líder en las evaluaciones PISA; su rendimiento en las rondas 2018 y 2022 así lo atestigua.

Por ello, como bien señala la secretaría de Educación Nacional: “La crisis educativa argentina tiene un historial de gastos de recursos dispersos en sucesivos programas educativos que redundaron poco en la mejora de los aprendizajes. Más que pensar en un número fijo, es importante invertir mejor”. Es imposible no coincidir con esta apreciación, el presupuesto no lo es todo; Polonia bien lo demuestra, su uso también importa.

Es hora de que en nuestro país la educación deje de ser tapa de los diarios por los días de clase perdidos en virtud de paros docentes, por las tomas de colegios por parte de alumnos que impiden su propia educación, y por otros tantos temas distantes de la calidad educativa y la exigencia académica; de ser así y dándole un mejor uso al presupuesto educativo, no hay motivo para que la Argentina no se convierta en la Polonia de la próxima década

Este acuerdo con el fondo no es para aumentar deuda

Aldo Abram en La Bisagra. Este acuerdo con el fondo no es para aumentar deuda. Es para pagar deudas anteriores, parte es para pagarle al mismo Fondo. Financiarse con el Fondo es más barato que otras fuentes.

Evitar la hiperinflación

EDITORIAL DE LA NACIONLa política económica del Gobierno apunta, por falta de otras evidencias, a sostener en el tiempo el cepo cambiario. Parece así desconocer una reiterada experiencia histórica. De los 22 controles de cambio aplicados en la Argentina antes del actual, 21 se intentaron sostener en el tiempo y terminaron en profundas crisis cambiarias y monetarias. De hecho, tres de ellos derivaron en los episodios hiperinflacionarios que vivió nuestro país.

No es difícil entender las consecuencias del control de cambios y lo podemos explicar con una experiencia que todos hemos vivido. Si, por ejemplo, se le pone un precio máximo a la cerveza, esta comenzará a escasear en las góndolas porque quienes las producen fabrican menos y algunos consumidores preferirán, a menor precio real, comprar más. Sucede lo mismo cuando el Banco Central de la República Argentina fija un tipo de cambio oficial artificialmente bajo y se abre una brecha con una cotización libre.

Comprar u obtener dólares al precio menor se convierte en un objetivo extendido, al igual que evitar tener que venderlos al precio oficial. Quien intente defender el precio bajo vendiendo stock, lo verá disminuir. Igualmente, el Banco Central termina agotando sus reservas internacionales. Como el tipo de cambio oficial no acompaña todo lo que se deprecia el peso, la oferta del mercado sigue reduciéndose obligando, a tratar de restringir la demanda en ese mercado. Esto es la restricción de importaciones, que tiene un límite. Es así, hasta que el Banco Central queda sin reservas propias, quiebra y todos los argentinos con él.

Durante 2022, se terminará usando más de 6000 millones de dólares de nuevo endeudamiento para que el Banco Central pueda seguir vendiendo dólares oficiales artificialmente baratos.

La liquidación anticipada de exportaciones con los “dólares soja I y II” no deja de ser pan para hoy, hambre para mañana, ya que, cuando los embarques de la oleaginosa hayan salido, no entrarán luego esas divisas.

Cada paso que se da en el sentido de ganar tiempo y, cada día que pasa sin resolver los problemas de fondo, se incrementan los costos de la salida del cepo. Esta salida puede ser ordenada o bien resultante de una crisis no controlada. Lamentablemente, si sucede esto último, la pérdida de credibilidad y el grado de insolvencia del Banco Central aumentarán las probabilidades de llevar a la Argentina a una cuarta hiperinflación. Ya sufrimos en carne propia el costo social y económico que esto implica, sobre todo en términos del empobrecimiento del conjunto de los argentinos.

Ante la pregunta de cómo se sale ordenadamente del cepo, lo primero que hay que entender es que será recuperando la confianza perdida. Esto no se resuelve con un simple plan de estabilización, sino solucionando los problemas de fondo que nos mantienen desde hace décadas en una continua decadencia y con crisis recurrentes.

Sobre el impacto de la recuperación de la confianza vale el caso de la remoción de aquel cepo que dejó como herencia la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y que el gobierno de Cambiemos logró disolver antes de que la bomba le estallara en sus manos. Para ello, anunció que haría las reformas estructurales necesarias para garantizar a los argentinos un futuro de normalidad. Se ganó en ese momento la confianza de la gente, lo que permitió una salida ordenada del control de cambios. De esa gestión también hay que aprender que las reformas hay que hacerlas porque, si no, vuelve a perderse la confianza, no solo de la gente, sino también de los acreedores del Gobierno. Eso derivó en otra crisis en 2018.

Tanto la gente como el sector productivo argentino están exhaustos, no resta margen para pedirles tiempo. Hay que realizar lo que hacen los países del mundo que hoy envidiamos por su capacidad de brindarle oportunidades de progreso a su gente y a los que migran muchos de nuestros hijos. Hay que reformar el Estado para que cumpla con eficiencia sus funciones indelegables a un menor costo que los argentinos puedan pagar con impuestos razonables.

Se necesita eliminar la maraña de más de 67.000 regulaciones que encorsetan la creatividad, el trabajo y la productividad de nuestra gente. Debe modernizarse la arcaica legislación laboral argentina que destruye empleo productivo. Con estas y otras reformas será posible generar condiciones para impulsar la inversión privada y crear más de cuatro millones de empleos en los próximos cinco años. Esto permitirá dar oportunidades laborales a quienes dejarán el sector público, más a los que ingresen al mercado laboral y también a aquellos que necesariamente dejarán de percibir planes sociales insostenibles.

El actual gobierno no parece entender la gravedad de la situación ni percibir que no se soluciona con un simple plan de estabilización o promesas de cumplir el acuerdo con el FMI. Varios equipos técnicos están trabajando en la formulación de programas de reformas. Algunos están relacionados con la coalición Juntos por el Cambio. Otros lo hacen desde posiciones de mayor autonomía. Tal es el caso de la Fundación Mediterránea y también el de la Fundación Libertad y Progreso, que acaba de publicar su quinta edición del libro Reformas para construir nuestro futuro.

Confiamos en que la próxima gestión instrumente inmediatamente las reformas estructurales prioritarias. De esta forma, disipará el riesgo de una nueva hiperinflación y, además, podrá lograr un país con un futuro de crecientes oportunidades de progreso y bienestar para todos.

como salir de la crisis económica social de la argentina
https://www.libertadyprogreso.org/politicas-publicas/resumen-de-las-principales-reformas-del-plan-de-la-fundacion-libertad-y-progreso/

Fin del Cepo «En no demasiado tiempo habrá más preocupación por la banda inferior que por la superior»

Agustín Monteverde, economista, analizó las eliminación de las restricciones al mercado bancario y el cierre del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

En CNN Primera Mañana, afirmó que “todos estuvieron levantando el levantamiento del cepo cambiario. Esto que se reclamaba hubiera sido imprudente hacerlo porque Argentina estaba reconstruyendo su credibilidad fiscal y monetaria. Ese fue un arduo trabajo, duro meses y necesitaba el fortalecimiento del Banco Central, que había sido vaciado sistemáticamente”.

Destacó que “durante meses con el FMI apenas, y fue sorprendente, se comunicó el acuerdo de facilidades extendidas que es único, que manifiesta la confianza en la economía argentina, en todo este paquete que se va fortalecido el Banco Central.
Además, el gobierno anuncia, y si de forma sorpresiva, el levantamiento del cepo cambiario, que es lo que corresponde, hacerlo de manera sorpresiva”.

El economista aseguró que “el mercado ya ha estado hablando, hay que detenerse en la evolución del fin de semana del dólar cripto, anoche estaba en los 1.306 o 1.307 pesos. En estos valores no se equivoca aquel exportador que líquida. Desde el punto de vista de las exportaciones no habrá mucho más compra, y la cosecha gruesa está golpeando la puerta, no hay infraestructura de contención de este volumen”.

Agregó que “de esta banda que está contemplada de flotación, en el tiempo, en general, difícilmente esto no tenga una tendencia bajista y que en todo momento este en la banda inferior. Hay por delante muchas liquidaciones de dólares. En la economía argentina faltan pesos y eso se vio la semana pasada”.

Agustín Monteverde concluyó que “el dólar oficial seguramente arranque por encima del valor oficial y con una tendencia bajista hacia adelante. En no demasiado tiempo vamos a empezar a ver más preocupación por la banda inferior que por la superior”.

Fortaleza monetaria: Argentina es el segundo país peor rankeado de América Latina

INFOBAE El “Índice de Calidad Institucional 2023″ (ICI 2023) que se publica desde 2007 y que este año hace foco en “los males de la inflación”, ubica a las instituciones monetarias de la Argentina en el segundo peor lugar sobre 20 países de América Latina.

Uno de los sub-rankings del informe muestra que el país tiene la peor “institucionalidad monetaria” de la región, mejor solo que la de Venezuela y peor que las de Haití y Cuba.

Este factor, determinante para la inflación, se elabora en base a datos del Índice de Libertad Económica del Fraser Institute, de Canadá, una de las fuentes del informe, y mide el crecimiento anual promedio de la oferta monetaria en los últimos 5 años, menos el crecimiento anual promedio del PIB real (esto es, descontada la inflación) en los últimos diez.

Entre los subíndices que conforman el índice general de "Calidad Institucional" hay uno sobre manejo monetario. La Argentina tiene el segundo peor del continenteEntre los subíndices que conforman el índice general de “Calidad Institucional” hay uno sobre manejo monetario. La Argentina tiene el segundo peor del continente

“Aquellos países donde el crecimiento de la oferta monetaria excede por mucho el crecimiento del producto real reciben calificaciones más bajas”, explica el informe.

Aquellos países donde el crecimiento de la oferta monetaria excede por mucho el crecimiento del producto real reciben calificaciones más bajas

El ICI se elabora en base a varias fuentes: el Banco Mundial, las ONG Transparencia Internacional y Freedom House, Reporteros sin Fronteras, los Institutos Fraser (Canadá), Legatum (Reino Unido) y de Desarrollo Gerencial (Suiza), el Foro Económico Mundial y el Índice Internacional de Derechos de Propiedad, entre otros. En base a publicaciones y datos de esas fuentes mide la calidad de las instituciones políticas y de las instituciones de mercado, de cuyo promedio surge el índice general de “Calidad Institucional” para 183 países.

Entre la excelencia y el caos

Con puntajes que van de cero (0) a uno (1), en el que 0 describe el caos y 1 el non-plus-ultra de calidad institucional, el ranking lo vuelven a liderar Dinamarca, Suiza, Nueva Zelanda y Finlandia. No hay allí sorpresas; “el cambio institucional es necesariamente lento”, explica el estudio.

De hecho, desde el inicio del ICI, los cuatro primeros puestos los ocupan los mismos países, aunque alternando posiciones. Por caso, esta vez Dinamarca pasó del tercer al primer lugar, Nueva Zelanda hizo el camino inverso y Suiza y Finlandia mantuvieron el segundo y cuarto puesto, respectivamente.

Entre los primeros 20 del ranking (puntajes de 0,85 hasta casi 0,98) se destaca el undécimo lugar de Estonia. Del hemisferio occidental, solo aparecen allí Canadá (en el puesto 12) y EEUU (en el 18), hay solo dos países de Asia (Taiwán, en el 17, y Japón, en el 19) y ninguno de América Latina.

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A su vez, entre los 20 países de peor calidad institucional (puntajes de 0,14 para abajo, con la tabla al revés liderada por Corea del Norte, Venezuela y Eritrea), predominan los países africanos y de América Latina, más algunos asiático y de Medio Oriente. La “Calidad Institucional” aparece así ligada a subdesarrollo, pobreza y regímenes autoritarios o dictatoriales.

En América, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, los países mejor rankeados son Canadá, EEUU, Chile, Uruguay y Costa Rica, y los peores Venezuela, Nicaragua, Haití, Cuba y Bolivia. La Argentina aparece allí en el puesto 24 sobre 32 países, con peor puntaje que todos los vecinos, excepto Bolivia, que junto a Surinam, Honduras, Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela son los únicos 6 de la región que tienen un puntaje inferior al argentino.

Bolivia, que junto a Surinam, Honduras, Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela son los únicos 6 de la región que tienen un puntaje inferior al argentino

Es de notar, sin embargo, que respecto de la edición 2022, la Argentina mejoró su puntaje (de 0,372 a 0,4032) y su ubicación en el ranking general (de 116 a 108) gracias a una mejora perceptible de la nota en calidad de Instituciones Políticas” (de 0,5256 a 0,5839) y leve (de 0,2185 a 0,225) de sus “Instituciones de Mercado”.

El país obtiene sus mejores calificaciones en materia de Libertad de Prensa (0,8444), a partir de datos de Freedom House y Reporteros sin Fronteras, y en “Voz y Rendición de Cuentas” (0,6196), de los indicadores de Gobernanza del Banco Mundial); ambos son parte del subíndice de “Instituciones Políticas. A su vez, la Argentina tiene notas bajas y muy bajas en “Corrupción” (0,4833), “Prosperidad” (0,3653), ), Regla de la ley (0,3541), Derechos de Propiedad (0,3023), Libertad Económica (0,1921) e Institucionalidad y Manejo monetario, en el que a nivel mundial aparece en el puesto 161 sobre 165 países para los que hay información en ese aspecto. Detrás suyo quedan solo Siria, Zimbabue, Sudán y Venezuela. Como no hay información de todos los indicadores para los 183 países, el que presenta cada país muestra su posición porcentual respecto de los demás. La metodología establece también que para que un país sea incluido debe aparecer en al menos 4 de los 8 indicadores, y al menos en uno de cada subíndice (Instituciones Políticas e Instituciones de Mercado).

“La calidad institucional es importante dado que restringe el actuar de las autoridades. En este sentido, las instituciones de tipo fiscal y monetaria imponen limitaciones al gasto, déficit fiscal y financiamiento, con la finalidad de no estar sujetas a presiones políticas que suelen debilitar el valor de la moneda. La capacidad de reconstrucción de los países después de una catástrofe está condicionada a la calidad de sus instituciones”, dijo Bettina Horst, directora de la Red Liberal de América Latina (Relial), que difundió el informe.

La evaluación de "Instituciones Políticas" e "Instituciones de Mercado" para los países del Hemisferio OccidentalLa evaluación de “Instituciones Políticas” e “Instituciones de Mercado” para los países del Hemisferio Occidental

A su vez, Siegfried Herzog, Director Regional de Proyectos en América Latina de la Fundación Friedrich Naumann (Alemania), destacó que en el último bienio la re-emergencia de la inflación en muchos países volvió a colocarla en el centro de atención.

Los peores de la clase

Pero no todos los casos son iguales. “Ningún país ha sido capaz de evitar un aumento de inflación, pero la diferencia entre países es bastante grande: en Panamá fue solamente de 2,1% en 2022, en Argentina 94%, y en Venezuela 305 por ciento. Si bien hubo distintos factores y no podemos decantarnos por una única explicación, los datos muestran que un elemento importante en el control de la inflación es la existencia de una autoridad monetaria como un banco central independiente o la dolarización de la economía”, escribió.

Todos los países con la tasa más alta de inflación carecen de instituciones monetarias independientes

“Todos los países con la tasa más alta de inflación carecen de instituciones monetarias independientes. Por eso la inflación es un fenómeno regular en Argentina o en Venezuela, desde el inicio del chavismo”, explicó Herzog, quien recordó episodios de hiperinflación latinoamericanos del pasado: en julio de 1989 Argentina tuvo una inflación mensual del 197%, en septiembre de 1985 Bolivia una del 183%; en marzo de 1990 Brasil una de 82%; en octubre de 1973, Chile una de 83%; en agosto de 1990, Nicaragua, una de 261%; en mayo de 1987, Perú una de 397%; y en septiembre de 2018, Venezuela se anotó un 233,3% mensual.

En todos los casos las razones fueron similares: exceso de gasto público ya no posible de cubrir con crédito externo o interno o mayores impuestos y que, financiado con emisión monetaria, lleva al default de la deuda pública.Según Herzog, tras las híper de los 70 y 80 muchos países hicieron una transición positiva, pero incompleta, “y es un desafío especial para Argentina, donde la clase política nunca ha sido capaz de abandonar el poder de jugar con la política monetaria”.

Tras las híper de los 70 y 80 muchos países hicieron una transición positiva, pero incompleta, “y es un desafío especial para Argentina (Herzog)

“El aumento de la inflación en 2022 prende señales de alerta, aunque, salvo los casos de Venezuela y Argentina, están lejos de repetir tales situaciones”, subrayó Herzog.

El mapa de la inflación anual en América Latina en 2022: al tope, Venezuela y la ArgentinaEl mapa de la inflación anual en América Latina en 2022: al tope, Venezuela y la Argentina

Hallazgos

La Fundación Libertad y Progreso es la integrante argentina de la Relial, cuyo consejero académico, Martín Krause, respondió preguntas de Infobae.

— ¿Cuáles son los principales hallazgos de esta nueva edición para los países de América Latina y, en particular, para la Argentina?

 En términos generales se observa un descenso de Chile, quien ocupara la primera posición en América Latina desde que se inició el ICI, y un claro ascenso de Uruguay, que es candidato para superarlo el año que viene. Nicaragua se suma al lote de los peores, junto a Haití, Cuba y Venezuela

— ¿No es paradójico que la Argentina haya mejorado su puntaje y posición en el ICI respecto de la edición previa, tanto en calidad de sus Instituciones políticas como de mercado, pese a la acentuación de disfuncionalidades económicas (tasas de inflación y pobreza más altas, cepos más restrictivos, etc) y políticas (renuencia del Gobierno a cumplir cautelar de la Corte y restituir fondos a CABA, juicio político a la Corte, etc)?

— Argentina mejora su posición principalmente por la mejora en el índice que evalúa la libertad de Prensa, y luego el de la Justicia. Esto es reflejo de lo acontecido desde hace unos años con las investigaciones periodísticas sobre la corrupción política y su reflejo en condenas judiciales. No mejora en Instituciones de mercado, tiene una leve suba que puede deberse a la caída de algún otro país. Argentina sigue ubicándose en una pésima posición en este campo y es necesario tener en cuenta que el ICI refleja la situación de un año atrás o algo más, por lo que es de esperar una mayor caída en el futuro.

Argentina mejora su posición principalmente por la mejora en el índice que evalúa la libertad de Prensa, y luego el de la Justicia (Krause)

 El informe destaca la importancia de las instituciones monetarias para controlar la inflación y la dolarización como una forma posible de lograrlo. ¿Significa una recomendación o preferencia por la dolarización por sobre otras medidas, como Banco Central Independiente o reglas monetarias y fiscales estrictas?

— Lo que muestra el ICI 2023 son datos, y éstos muestran que los países con menor inflación durante 2022 son países dolarizados (Panamá y Ecuador). Detrás de ellos se ubica un grupo de países que tienen bancos centrales independientes. Y al final los que tienen la peor institucionalidad monetaria, sin independencia y sin ningún tipo de control.

— Hay también una crítica a las explicaciones de Cepal sobre la inflación en América Latina. ¿Es acaso una institución dañina o de efectos negativos para la región?

— La Cepal fue, durante décadas un centro de pensamiento que desarrolló una visión particular de la economía (y eso que es un organismo internacional que debería ser neutro), promoviendo políticas económicas populistas (proteccionismo, subsidios a la industrialización, planeamiento macroeconómico) que colapsaron en la hiperinflación durante los años 80s. Es, típicamente, un centro donde se sostiene la teoría del carácter “multicausal” de la inflación que termina siendo nada más que una excusa para minimizar la importancia de la emisión monetaria para financiar déficits fiscales. Todo evento social es multicausal, eso no dice nada.

Krause destacó también que el ICI 2023 también evalúa a Rusia a Ucrania. “Son dos países de baja calidad institucional (Ucrania 123, Rusia 129). La diferencia está, por supuesto, en quién invadió a quién, pero también en los países que apoyan a uno u otro. Ucrania recibe el apoyo de los países con mejor calidad institucional, Rusia lo contrario”.

Datos recientes

Un informe de la Fundación Libertad y Progreso precisa que hasta el 11 de mayo último el BCRA otorgó “Adelantos Transitorios” al Tesoro por $670.000 millones, infringiendo ya las metas del segundo y del tercer trimestre del acuerdo con el FMI. “Significa que, para conseguir financiamiento, el Tesoro se endeudó con el BCRA por un equivalente a más de 12% de la base monetaria”, subraya.

Eugenio Marí, economista jefe de la Fundación recordó que en 2022 el ministro Sergio Massa había prometido no pedir más plata al Banco Central al afirmar: “nos vamos a arreglar con los recursos que recaudamos y con el financiamiento que podamos conseguir del sector privado”.

“Muy lejos quedó esa promesa; el déficit fiscal sigue y el gobierno va dependiendo cada vez más del financiamiento monetario directo (Adelantos Transitorios) o indirecto (con el BCRA dando liquidez para la compra de títulos). Todo eso es monetariamente expansivo, en un escenario donde los argentinos desconfiamos cada vez más del peso”, enfatizó Marí.

Se trata, precisamente, del tipo de manejos por los cuales en el ICI 2023 aparece tan mal rankeada en general y, en especial, en la calidad de sus instituciones monetarias.

Frente a un paro general ilegal, es necesario una conciliación obligatoria.

El paro general decretado por la CGT es incuestionablemente ilegal, ya que la huelga es un derecho restrictivo, limitado a reclamos específicos que deben ser presentados por un sindicato representativo (CSJN “Orellano y otros c/ Correo Argentino”), y debe estar relacionado con demandas concretas de una empresa o sector, de naturaleza colectiva. El paro promovido se descalifica por sí mismo, ya que sus reclamos son de naturaleza política general o económica, y no están relacionados ni causados por el colectivo representado.

Al respecto, se requieren cuatro requisitos para que la huelga sea válida:

1. Reclamo colectivo que afecte a los representados.

2. Sindicato representativo.

3. Abstención concertada del deber de trabajar (simple inactividad sin bloqueos ni obstrucción al derecho a trabajar).

4. Cumplimiento de las normas de mediación y de conciliación y/o arbitraje.

La mayoría de los adherentes al paro están adoptando una medida de fuerza de solidaridad, o por causas genéricas o de política social o económica, que en el derecho comparado ha sido declarada también ilegal y contrario a los principios y a la defensa de los intereses profesionales de los trabajadores.

A su vez, la conciliación obligatoria es un procedimiento especial adoptado por la autoridad de aplicación, en relación a un sector o actividad en conflicto, para que a la luz de la Ley 14.786 (1958) el mismo sea dirimido en un contexto de paz social y de diálogo que obliga a la retrotracción -o sea a volver el conflicto al día anterior a su comienzo- y que tiene por fin receptar las divergencias y establecer un marco de convergencia.

Por ende, quienes se encuentren bajo el procedimiento de conciliación obligatoria no pueden adherir al paro general ya que es incompatible, de modo tal que quienes se aparten están alcanzados con las sanciones legales vigentes. Esta norma, inspirada en las ideas de Perón de la década de los 50´ tenía por objeto evitar la huelga salvaje, sobre todo la que afectaba el transporte, y que generaba daños a toda la población.

 

La doctrina comparada más calificada, como es el caso de Otto Kahn -Freund (para muchos el padre del derecho laboral inglés contemporáneo), consideran la huelga como una patología del derecho laboral, similar a lo que significa el concurso o la quiebra en el derecho comercial, o el divorcio en el derecho de familia.

Esto es así porque la huelga es un derecho constitucional que legitima un daño multilateral, al empleador le paralizan su actividad habitual y el trabajador no cobra en virtud de haber decidido no trabajar por un lapso determinado, mientras que a la comunidad y a los consumidores los afecta en sus derechos más elementales.

Conciliación obligatoria y paro general: la ilegalidad detrás del conflicto

Lo paradigmático es que la UTA está sometida a la Conciliación Obligatoria por decisión de la Secretaría de Trabajo y Ministerio de Capital Humano, que fue aceptada tanto por el sindicato como por las cámaras empresarias, que llega al día del paro general que solo se puede asegurar si se cuenta con la adhesión de los medios de transporte.

Para evitar las medidas ad nutum o intempestivas se crearon las regulaciones que en forma genérica han sido llamadas “medios de solución de los conflictos colectivos”, de las cuales la única sobreviviente, desde la segunda mitad del siglo XX hasta la fecha, es la 14.786 de Conciliación Obligatoria que le impide a las partes, empleadores y sindicatos adoptar cualquier medida contra la otra por el tiempo de vigencia impuesta por la autoridad de aplicación. El lapso establecido alcanza al paro general.

Debemos destacar que en la Provincia de Buenos Aires a través de su ley provincial 7565 en 2024 (art.17) estableció que el no acatamiento de la Conciliación Obligatoria habilita la aplicación de multas para cualquiera de las instituciones sindicales, incluyendo la suspensión o la cancelación de la personería gremial para actuar en nombre de sus representados y hasta la intervención del sindicato (por vía administrativa y/o judicial). Esta norma es similar al art. 56 de la Ley Nacional de Asociaciones Sindicales 23.551 (que prevé solo la vía judicial).

Para completar el cuadro del derecho comparado, debemos destacar que todos los países centrales han restringido el derecho de huelga a una serie de condicionantes, y que en ninguno de ellos se admite como legal el paro general, al que se le atribuyen generalmente causas y exteriorizaciones políticas, heterogéneas por sí, y a la vez, asociadas a la violencia física o psicológica o a ambas.

Al respecto la OIT nunca promovió un convenio sobre el derecho de huelga, y los pronunciamientos del Comité de Expertos rechazaron los paros generales en distintos casos de consulta, y aceptaron que los servicios esenciales deben contar con restricciones mayores cuando afectan la vida, la salud y la integridad física de los ciudadanos.

La Ley de Bases 27.742 (art.94), por su parte, habilitó -previa constatación (verificar la participación de los involucrados) e intimación (dirigida en forma personalizada al trabajador- el despido de los trabajadores que:

-Cuando se afecte la libertad de trabajo a quienes no adhieran a una medida de fuerza mediante actos hechos intimidaciones o amenazas.

-Cuando se impida u obstruya total o parcialmente el ingreso de personas o cosas al establecimiento de la empresa.

A su vez si las acciones colectivas o concertadas provocan daños, la norma admite el despido directo previa constatación pero y sin intimación previa:

-Cuando se verifique que el o los trabajadores ocasionen daños a personas o a cosas de propiedad de la empresa o de terceros situadas en el establecimiento del empleador como son las instalaciones, mercaderías, insumos o materias primas, herramientas, etc. o se retengan las mismas en forma indebida.

Cuando visualizamos que el paro general es por definición un acto ilegal que nada tiene que ver con la huelga consagrada en el art. 14 bis de la Constitución Nacional. Y que el Procedimiento de Conciliación Obligatoria es un instrumento creado con el fin de generar negociaciones en el contexto de paz social que palanquee un eventual acuerdo, advertimos que muchas de las acciones que se están produciendo tienen claros objetivos políticos.

En efecto, los mismos están estrechamente relacionados con la conformación de los grupos de oposición al Gobierno que sigue avanzando con una estrategia que está produciendo en forma paulatina resultados positivos, que de un modo u otro están recorriendo un camino que nos puede sacar de la decadencia y alinearnos con la prosperidad que todos anhelan.

Guardá la espada

FARO ARGENTINOPor Gabriel Zanotti, Consejero Académico de LyP– En estos días los cristianos de todo el mundo conmemoran el momento de la Cena del Señor, y su pasión. Veremos cómo pasar un importante símbolo del relato a los seres humanos de todo el mundo, creyentes o no.

Hay algo que siempre me llamó la atención del relato de la última cena. Es el momento posterior del arresto de Cristo. Pedro saca una espada para defenderlo y Jesucristo le dice: «guardá la espada».

Los cristianos, pacíficos (digo, los primeros….) no querían molestar al Imperio. Sólo había un temita, una cosita de nada, una pequeñez. No iban a dar culto al emperador. 

La interpretación habitual del pasaje es que ello es coherente con lo que antes le había dicho a Pilatos: «Mi reino no es de este mundo«. De ninguna manera niego esa interpretación. Es más, Jesucristo la ratifica: «Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores habrían venido a defenderme«. Él no ignoraba la lógica de los reinos de este mundo. Pero su misión era otra. Siempre me pregunto qué habrá pensado verdaderamente Pilatos cuando lo escuchó. ¿Se habrá preocupado al menos por un segundo?

A pesar de que esta interpretación es correcta, tengo la hipótesis de que hay un símbolo adicional. Alguien podría decir: – ok, no hubo espadas, hubo crucifixión, y desde el punto de vista político, los romanos siguieron allí. La revolución que quería Barrabás, líder de los “romanos go home”, no se produjo. O sea, parece que el reino de este mundo siguió igual, exactamente igual. Sí, excepto por un pequeño detalle. Los cristianos, pacíficos (digo, los primeros….) no querían molestar al Imperio. Sólo había un temita, una cosita de nada, una pequeñez. No iban a dar culto al emperador. 

Los romanos advirtieron el peligro. Coherentemente, los persiguieron hasta el alma para que lo hicieran. Porque no hacerlo era herir de muerte a la lógica del Imperio. Era quitarle legitimidad al poder ilimitado. Era, en realidad, una actitud que exigía pacíficamente un limited goverment: a mi conciencia no llegás. Sí, serás el emperador, pero no de mi alma. Pequeño detalle.

Pero, ¿por qué pudieron los cristianos mantenerse tan firmes?

Precisamente, porque el reino de Dios no es de este mundo. Como muy bien explica Ratzinger, si Cristo hubiera fundado un reino de este mundo, hubiera tenido todas las limitaciones y dificultades consiguientes: un territorio, un ejército, etc. O sea, no hubiera sido universal, ni hubiera llegado hasta el alma. Pero Cristo fundó la Iglesia, que es universal, que no tiene límites, y que llega directamente, y precisamente, hasta el alma. 

Cuando algo nos llega hasta el alma, cuando algo nos transforma hasta los huesos, parece que no pasa nada, pero pasa. Todo tranquilo, sigo siendo el mismo, sigo con el trabajo, mis amigos, pago el impuesto (mm, aquí se enojan los anarcos….), pero….. Eso no. ¿Darte culto? ¿A vos, Imperio? No. Eso no, Nunca. No, no y no.

La tentación de violencia está a la vuelta de la esquina. Pero debemos guardar la espada y comenzar a decir no. Debemos fundar una nueva subcultura, debemos nuevamente poner en peligro al Imperio, precisamente porque no le hicimos la guerra, sino porque estamos llegando hasta el alma. 

Y eso destruyó al Imperio. 

Siempre me he preguntado cómo hacer cambios radicales en paz. Porque casi siempre surgen de las guerras o de las revoluciones. La revolución y la espada van de la mano. Y la tentación revolucionaria, el NO guardar la espada, llega a todos. No coherentemente, pero llega. Castro, Videla y Dick Cheney tuvieron una cosa en común: la espada. Pero no funciona. Porque no llega hasta el alma. Llega al premio, al castigo, al temor, a la corrupción, al terror, pero no hasta el alma.

Sólo lo que allí llega, logra ir venciendo lentamente horizontes culturales en principio imbatibles. Y para eso hay que vencer la tentación de la revolución, para pasar a la evolución cultural. Pero no la hay, tampoco, si no estamos radicalmente convencidos. 

Los partidarios de la libertad, en estos momentos, somos pequeños cristos en medio de imperios romanos decadentes pero insistentes. La tentación de violencia está a la vuelta de la esquina. Pero debemos guardar la espada y comenzar a decir no. Debemos fundar una nueva subcultura, debemos nuevamente poner en peligro al Imperio, precisamente porque no le hicimos la guerra, sino porque estamos llegando hasta el alma. 

A partir de allí, nunca mejor dicho, que sea lo que Dios quiera.

La educación en crisis: ¿Hasta cuándo culparemos al otro?

ÁMBITO FINANCIERO Hace pocos días, Jorge Macri, jefe de Gobierno de ciudad de Buenos Aires anunció un cambio central en la currícula de la escuela primaria. En sus propias palabras: “Decidimos cambiar porque lo que se hizo hasta acá fracasó. El problema que tenemos es que hoy los chicos no aprenden en la escuela. Vamos a ir hacia una escuela que enseñe a comprender textos y a resolver problemas matemáticos relacionados con la vida real, marcándole siempre a cada chico cuando algo esté mal, para que ese error sea parte del aprendizaje”.
En el terreno de la educación, este fenómeno es especialmente evidente. ¿Cuándo empezamos a asumir nuestras propias responsabilidades como padres en lugar de culpar a los demás? ¿Cuándo aceptamos que un estudiante no rinde bien porque no se esforzó lo suficiente, y no porque el docente o el sistema lo perjudicaron? ¿Cuándo reconoceremos que nuestros problemas educativos no se deben solamente a factores externos, sino también a las decisiones de los encargados de delinear las políticas educativas? Es claro que el hábito de exculparnos a nosotros mismos y proyectar la culpa hacia el otro impide cualquier mejora real.
Veamos sino lo que sucede cada vez que asume un nuevo gobierno. Lo primero que escuchamos es un diagnóstico sombrío: el estado del sistema educativo es desastroso, lo cual por cierto no dista de representar nuestra realidad; todo lo que se hizo antes está mal, y la tarea del nuevo gobierno será reformarlo. Esta narrativa de empezar desde cero se ha vuelto un ciclo interminable. Las nuevas autoridades critican las gestiones previas y proponen grandes reformas que sistemáticamente fracasan en lograr cambios sostenibles. Y mientras tanto, los estudiantes son las víctimas de un sistema que parece estar siempre en fase de reconstrucción.Un ejemplo representativo lo constituye el manejo de los contenidos curriculares. Un gobierno decide modificar el programa escolar para, por ejemplo, incorporar habilidades tecnológicas y pensamiento crítico, otro para mejorar la lecto escritura, la lista es interminable. Seguramente, cuando asuma la siguiente administración, se desecharán esas modificaciones y se planteará un nuevo enfoque, argumentando que la reforma anterior fue inadecuada. Lo irónico del caso es que ello no sólo ocurre entre gobiernos de partidos políticos opuestos, sino incluso entre administraciones del mismo signo político, como lo demuestra la actual reforma educativa llevada a cabo por el gobierno de la ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Una primera solución a esta interminable sucesión de reinicios es otorgar a las escuelas de gestión privada la autonomía para diseñar sus planes de estudio, en lugar de estar sujetas a los vaivenes políticos, integrando las necesidades y demandas de la sociedad contemporánea, así como las expectativas de las familias que confían en ellas, permitiendo que distintas visiones y enfoques pedagógicos coexistan y ofrezcan alternativas reales a las familias y estudiantes.

En lugar de retrotraer todo a fojas cero cada vez que cambia un gobierno, esta reforma permitiría a las instituciones educativas de gestión privada generar un ciclo continuo de mejora y evolución, basado en la experiencia acumulada y la capacidad de innovación, y serían los propios padres, ya no los expertos coyunturalmente a cargo de delinear las políticas educativas, quienes fiscalicen a las escuelas a partir de la imprescindible publicidad de toda evaluación que se lleve a cabo.

¿No vale la pena evaluarlo? Yo creo que sí. De lo contrario continuaremos volviendo a recomenzar una y otra vez, cuan el mito de Sísifo. Pero no es una tragedia griega de lo que estamos hablando, sino del futuro de generaciones de niños y jóvenes que transcurren años críticos de su formación en medio de continuos experimentos que nos han conducido a la vergonzosa realidad educativa que hoy nos toca vivir.

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